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CAPITULO 12

MIJAIL

Soy un cabrón con suerte, si lo admito. Llevamos un fin de semana sin salir de casa para nada, ni siquiera salimos de mi habitación y si lo hacemos es para comer o tener sexo en algún rincón de la casa. Por suerte es fin de semana y la nana me ha pedido un par de días para visitar a unos familiares, dejándonos solos, lo que nos permite disfrutar el uno del otro.

Ahora mismo nos encontramos en mi casa después de una ronda de sexo desenfrenado, mezclado con momentos más tiernos donde le he hecho el amor, porque estos días, he aprendido a hacer el amor a una mujer, pero solo porque es Elpida, a ella puedo hacerle el amor y también follar duro.

Y como dije soy un cabrón con puta suerte, ¿Por qué lo digo? Porque para tener veintitrés años en muchas cosas era virgen pero no dudó en ningún momento dejarme hacer.

De solo pensar en todo lo que hemos experimentado me pongo completamente duro, pero no soy tan desgraciado para despertar a mi Diosa, la he agotado demasiado y mañana tiene que irse a la universidad y si no la dejo dormir estoy seguro que perderá el día, pero la verdad que de solo mirarla desnuda y de espaldas a mí, dejándome a la vista su precioso culo que también he hecho mío me provoca sensaciones que no dejan indiferente a mi amigo.

Su largo pelo cubre casi toda la espalda y me prohíbe poder apreciarla mejor así que como puedo tomo su melena y la hago a un lado y para mi sorpresa encuentro un tatuaje más.

Uno ya lo había visto esta justo en la altura de su corazón pero en la espalda y son dos letras entrelazadas que terminan en unas aves que vuelan. Las letras son una K y una S, me imagino que deben ser las iniciales de sus padres Kalliopi y Strabro

Pero el que me llama más la atención es el que está en su cuello, el cual es muy difícil de ser visto si no tiene su pelo recogido.

Es el Arcángel Mijaíl con su armadura y sus alas grandes y bien definidas las cuales abrazan a una joven, protegiéndola del fuego que la amenaza. Esta dibujada con tanta perfección que se ve sumamente real. Y por encima lleva la frase:

"ΣΥ Η ΕΛΠΙΣ ΜΟΥ ΚΑΙ Ο ΣΩΤΗΡ ΜΟΥ"

(Tú, mi Esperanza y mi Salvación)

No puedo evitar pasar mis dedos temblorosos por todo ese dibujo.

¿Pero qué mierda significa todo eso? y entre el arcángel y la frase está escrito mi nombre.

Se remueve bajo mi tacto pero no puedo apartar la mirada de ese tatuaje con semejante significado, sigo acariciándola hasta que da vuelta su cabeza y sus ojos se clavan en los míos.

―Hola. ―me saluda entre dormida y despierta.

―Hola. ―respondo sin saber más que decir.

Se ha dado cuenta de lo que estoy mirando y se aparta de mi un poco avergonzada se baja de inmediato su pelo tapándose el tatuaje.

―No te alejes. ―le pido.

Aun no reacciona y sosteniendo su cuello se queda mirándome sin responderme.

― ¿Cuánto tiempo lo tienes? ―le pregunto, quiero saber, necesito saberlo.

―Algo más de siete años. ― ¿Cómo puede ser? No he hecho nada para que haya tatuado su piel y más encima con mi nombre y esa frase: Esperanza y Salvación ¿pero por qué?

―No entiendo ―admito― has tatuado en tu piel mi nombre y no creo merecerlo.

―No tienes idea cuanto lo mereces. ―Se acerca a mí y me abraza recostando su cabeza en mi pecho y sigue hablando―. Te voy a contar una historia, que sé que tú la conoces a medias y así creo que por fin comprenderás algunas cosas.

―Soy todo oídos. ―no puedo dejar de tocarla, necesito sentir su piel en mis manos.

―Hace más o menos ocho años, Ari y yo comenzábamos la primera de bachillerato, era un niño muy vergonzoso y no lo veas como es ahora, el niño de esos años no tiene nada que ver con el hombre de hoy. ―Me dice― Si lo vieras tenía bastante sobre peso y usaba unas gafas que aunque a mí me gustaban como le quedaban a muchos le daba por joderle la vida. Había un grupo de desgraciados que se habían propuesto hacerle la vida un infierno. Ari se puso mal, comenzaba a faltar a clase, no comía, pero tampoco hablaba. Cuando Ari se enfermó y tuvo que pelarse la cabeza porque el pelo se le comenzaba a caer. ―La siento estremecerse y su voz comienza a cortarse por el sollozo que ya no puede aguantar. La abrazo más fuerte, dándole todo lo que ella necesita traspasándole tranquilidad y que todo eso ha quedado atrás.

―Tranquila mi cielo. ―trato de calmarla― no es necesario que sigas. ―no responde y sigue con la historia como si yo nunca hubiera hablado.

―Cuando le diagnosticaron su enfermedad decidió luchar y aunque por un tiempo falto a clase por su terapia, yo iba y le llevaba las tareas para que no se quedara atrás. Había días buenos y otros malos pero siempre saliendo adelante.

―Cuando volvió a clase esos hijos de puta no se apiadaron de él y seguían con su maldad, algo que no soportó ¿Te acuerdas que un día, creo que tenías algo que hacer en el Licabito, en el teatro? ―veo como una solitaria lágrima abandona su ojo, indicativo de lo que le duele hablar de esto.

"¡No puedes ser!" pienso.

―Había un chico justo en la orilla del barranco. ―se estremece― Aún tiemblo de miedo por lo que estuvo a punto de hacer, ¿Cómo pude ser tan estúpida y no darme cuenta de lo que estaba pasando por su cabeza? Todas las señales estaban presentes y en mayúsculas nadie les hizo caso, incluida yo. Me sentía desgarrada verlo luchando por su vida día tras día.

―Si no hubieras estado ahí, si no hubieras puesto tu vida también en peligro la historia sería diferente. ―me mira con los ojos llenos de lágrimas, las cuales seco porque no me gusta verla así―. Mijaíl, no solo has estado para mi hermano y para mí desde siempre sino que salvaste a mi mejor amigo y a la vez a mí, porque si le hubiera sucedido lo que fuera me hubiera muerto con él. ―asegura.

―No digas eso. ―la regaño― no tenía ni la puta idea de quién era en ese momento, hubiera hecho lo mismo por quien fuera.

―Lo sé. ―asegura― eres una persona maravillosa porque tampoco se lo dijiste a nadie nunca y tampoco que fuiste a verlo al hospital estando él ingresado.

―Pero tú sí lo sabías. ―confirmo.

―Claro que sí, apenas Ari reaccionó me contó todo lo sucedido y después de casi matarlo yo misma por el susto que me había dado. Cuando fuiste a visitarlo él era otra persona nunca me dijo que le habías dicho pero cambio completamente para mejor.

―Me alegro. ―y si él no le había dicho nada sobre nuestra conversación yo no sería nadie para decírselo.

―Y de ahí mi tatuaje, pero en vez de poner a un hombre puse a una mujer, porque siempre he sentido que me proteges, estés donde estés. Sé que pensarás que estoy loca pero esa es la verdad. ―y diciendo esto me besa en el pecho por encima de mi corazón.

Nos quedamos en silencio por un momento, no dejo de acariciar su espalda y ella mi pecho, se siente tan bien.

―No estás loca. ―le aseguro― siempre me preocupaba por ti aunque trataba de creerme que era solo como hermana, pero para que mentirte, siempre me traías loco.

―Mentiroso.

―Sé que se te hace difícil creerme ―admito― pero es la pura verdad.

Sin darle tiempo a pensar me coloco entre sus piernas y me vuelvo a hundir en su interior.

Así volvemos a perdernos por algunas horas hasta que los dos caemos rendidos en un sueño profundo.

― ¡NO! ―un grito me saca de mis sueños. Trato de buscar a Elpida por si está teniendo una pesadilla pero no se encuentra a mi lado.

Salgo corriendo en su búsqueda y la encuentro en la que era su habitación, pero me quedo impactado al verla arrodillada en el suelo, no ha notado mi presencia.

Al reaccionar corro a su encuentro la tomo en mis brazos y me siento con ella en la cama.

― ¿Cielo, qué sucede? ―le pregunto pero ella no contesta. Tomo su rostro entre mis manos para poder mirarla mejor. ― ¡Elpida, por favor dime que es lo que sucede! ― vuelvo a insistir, pero ella no reacciona, me mira pero no me ve.

El móvil se cae de sus manos y lo alcanzo antes de darse con el suelo.

―Bueno. ―al principio no escucho nada―. Bueno, hable por favor ―vuelvo a insistir en español y no obtengo ningún resultado. Hasta que escucho unos sollozos por el otro lado de la línea.

― ¡Por favor hable! ―esta vez hablo en griego por si es alguien de casa.

― ¿Mijaíl? ―la voz de mi hermana suena entre cortada por el llanto.

―Nefeli ¡Por Dios! ¿Qué mierda está pasando? ―Elpida sigue en mis brazos y no reacciona.

―Hermanito, tienen que venir a Grecia lo antes posible, Strato y Sofi han tenido un accidente y... ―no puede seguir por que el llanto le gana.

― ¿Strato y Sofi, están bien? ―tengo miedo a la respuesta que me dará y sobre todo porque se demora en responderme―. Hermanita por favor, dime como están ellos ―le suplico. Elpida aún no reacciona, me estoy volviendo loco al no poder hacer nada.

Pasan unos minutos que para mí son un infierno, la mujer en mis brazos está por fin reaccionando y hunde su cabeza en mi pecho y se pone a llorar, trato de consolarla hasta que mi hermana vuelve hablarme un poco más tranquila.

―A Strato lo están operando ahora mismo, pero Sofi, no... ―no puede seguir y lo comprendo todo.

La mujer que estuvo siempre al lado de ellos ahora ya no está, está muerta y mi mujer una vez más pierde a alguien de tan injusta manera.

―Pequeña tranquila, buscaré el vuelo lo antes posible y estaremos allá con ustedes.

―Hermano, cuida de Elpida por favor. ―me pide entre sollozos― trata de mantenerla tranquila y de que se tome su medicamento.

― ¿Qué medicamento? ¿Está enferma? ―pregunto.

―Encuentra su pastillas y oblígala a tomarlas y por favor ubica a Ari él sabrá exactamente cómo tratarla.

―Nefeli, ¿Qué cojones significa todo esto? De una puta vez habla.

―Mijaíl, por favor te lo explicaré cuando lleguen, pero por una vez en tu vida hazme caso.

Mi pequeña ha madurado mucho, a pesar de todo lo que está sucediendo, ella me está diciendo que debo hacer para cuidar de su amiga. Su llanto me hace que vuelva a centrarme en ella.

― ¿Dónde estás pequeña?

―En el hospital, estábamos juntos los tres. ―dice entre hipos― Un borracho golpeo el lado de Strato y Sofi que iba detrás, yo estoy bien. ―no puedo creer que un poco más y pierdo a mi hermana.

―Mamá y Papá ¿Ya lo saben?

―Sí, ellos están aquí haciendo todos los trámites.

―Bien, a primera hora estaremos ahí.

―Los espero, te quiero mucho tonto. ―sus palabras en este momento es lo que necesito para enfrentar todo lo que se viene y de solo pensar que estuve a puntos de perderla un escalofrío recorre mi cuerpo.

―Y yo a ti pequeña.

Corto la llamada para centrarme en la mujer que está en mis brazos, con la cual ya compartimos nuestros corazones y cuerpos.

Se vienen momentos difíciles pero estaré ahí para ella, una vez más como siempre.

¿Está enferma? Y yo no sé nada, ¿Por qué nunca me lo dijo?

La abrazo a mi cuerpo con todas mis fuerzas, no quiero dejarla ir. Aunque lo intenté, traté de estar lo más alejado de ella que pudiera; pero simplemente lo que siento por ella es mucho más fuerte.

―Elpida μωρο μου. (Mi bebe) ―trato de que me mire pero nada, solo pestañea de vez en cuando.

La recuesto en la cama y me dirijo al baño a buscar las pastillas que me dijo mi hermana. Saco una y con un vaso de agua, hago lo imposible para que se la tome hasta que lo logro. Cierra los ojos y nada, ni llanto ni nada en absoluto.

Todo esto ya me está sobrepasando, corro hasta mi despacho y enciendo mi computadora para poder cerrar los pasajes del vuelo. Mientras hago eso tomo fuerza para llamar a Ari, aunque sé que no son nada más que amigos, no me gusta que solo él pueda tranquilizarla o lo que sea. Marco su número desde el móvil de Elpida. Uno, dos, tres pitidos y lo escucho.

―Amor. ―una punzada molesta se instala en mi ser pero por mi bien mejor dejarlo pasar―. Sé que quedamos en vernos temprano, pero te los has tomado demasiado enserio. ―estoy seguro que no se ha dado cuenta de la hora.

―Ari. ―digo simplemente para que deje de hablar.

― ¿Mijaíl? ―dice extrañado.

Escucho unos ruidos y como pide perdón, seguramente estaba con alguna mujer follando y por su bien espero que sea Gabriela.

―Mijaíl ¿Qué sucede? ―esta vez se escucha asustado y bien despierto.

―Necesito que vengas a mi casa lo más rápido que puedas.

― ¿Tío que mierda? ¿Le has hecho algo a Elpida? ¿Ella está bien? ―pregunta mientras escucho ruidos de cajones.

―No Ari, no le he hecho nada, pero ella no está bien a sucedido algo y a primera hora tenemos que salir a Grecia, pero ahora te necesito aquí.

―Salgo de inmediato para allá y Mijaíl.

―Dime.

―Cuídala hasta que llegue y si puedes me sacas un pasaje para mí también, viajaré con ustedes.

―Está hecho. ―le aseguro.

―Nos vemos.

Mientras espero que llegue preparo dos bolsos con cosas mías y de Elpida, no me olvido de su neceser que se encuentra en el baño y bueno si se nos queda algo lo compramos allá. Me siento un rato a su lado.

Se ve tranquila y relajada, con los ojos cerrados, no ha dicho ninguna palabra en todo momento, mierda esto no lo puedo llevar necesito saber lo más pronto que es lo que sucede con ella.

Al escuchar el portón salgo al encuentro de Ari y mi sorpresa es mayor cuando viene de la mano con Gaby.

Saludo a mi amiga con un abrazo y a Ari le doy la mano y les indico que pasen al interior de la casa.

― ¿Qué ha pasado? ―me pregunta al instante Ari.

―Nos han llamado de Grecia ―les explico― Strato y Sofi han tenido un accidente, ―Ari palidece y Gaby lo toma del brazo y a mí me cuesta un mundo decir lo siguiente―. Strato está siendo operado, pero Sofi no lo ha logrado.

Ari no lo soporta y rompe a llorar como un niño.

―No, no puede ser... ―me suplica agarrándome de la camisa― dime que es mentira que todo esto es una puta broma.

―Lo siento. ―es la verdad no sé qué más decir.

―No puede ser. ―se va a una esquina y se arrodilla a llorar, por un momento le damos su espacio pero luego Gaby va y se hunde en sus brazos, una vez más tranquilo reacciona.

― ¿Elpida sabe lo de Sofi?

―No, ella está en shock y no alcanzó a escucharlo.

―Mierda debemos de darle su medicina.

―Ya lo hice. ―me mira sorprendido―. Ari me estoy volviendo loco y necesito saber qué es lo que tiene, ¿Qué le sucede a Elpida?

―Elpida desde que tuvo el accidente con sus padres sufre de epilepsia, con el medicamento logra controlarla, pero cuando suceden cosas así las crisis vuelven. ―me confiesa y no sé qué responder a eso "Epilepsia"

―Tengo que verla. ―dice y corriendo sale hacia arriba algo que imito yo también.

Su estado es el mismo, Ari al verla trata de limpiar sus lágrimas para que no se note que estuvo llorando y se acerca a ella.

―Pequeña, reacciona por favor. ―veo como le toma sus manos y se las soba dándole calor―. Vamos Elpida que debemos de viajar y verás que todo está bien.

Ella no dice nada solo pestañea. Esto es duro no sé cómo enfrentarlo. Así que me arrodillo a su lado y acariciándole el rostro le digo.

―Amor, vuelve a mí no me dejes ahora que te he encontrado. ―y esas palabras son las que la hicieron reaccionar. Toma una profunda respiración como si no lo hubiera hecho por mucho tiempo.

Comienza a llorar sin decir palabra, Ari me da el espacio para poder sentarme a su lado y poder abrazarla, después de un momento estando más tranquila, me dice.

―Debemos ir a Grecia, tengo que ver a mi hermano y a Sofi, tengo que saber que se encuentran bien.

―Tranquila mi cielo ya está todo listo salimos en una hora. ―vuelve a llorar y se hunde en mi cuello una vez más.

―Tengo miedo. ―admite entre llanto.

―Todo saldrá bien y yo estaré contigo en todo momento, no estás sola.

Y no lo estará nunca más, ahora estamos los dos para poder enfrentar a todo lo que se viene.


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