14
A mediados de año Travis se unió al equipo de futbol. Aquello me puso como un loco, justo cuando había decidido dejarlo en paz, él insistía en invadir mi territorio. Así que le di una lección. Alguien le pasó un equipo defectuoso antes del partido, Morgan dejó de cubrirlo cuando se supone que debía hacerlo, Joe le dio un pase a Jason, el chico más grande del equipo, Jason miró el balón en sus manos y recordó la ropa nueva que le regalé para su hermanita.
¡Bam!
Clavícula rota, baja temporal del equipo, amenaza fuera.
Nunca una victoria había sido tan rápida y deliciosa. Creo que hasta ese momento no era consciente de lo fácil que resultaba aplastar a alguien, quizás porque las veces anteriores, Travis había sido un hueso duro de roer. Sin embargo, en algún momento debía darme la satisfacción de ganar.
Era para morirse de la risa.
Lo mejor de todo fue ver su rostro cuando le pregunté si estaba bien, cuando lo llevé a la clínica de un amigo de papá y me ofrecí a pagar sus gastos médicos para que sus padres no se enteraran, aunque iban a hacerlo igual cuando le viera el cabestrillo.
Honey estaba feliz conmigo, Dara parecía satisfecha, mis padres dejaron de mirarme mal, volví a ser el héroe de mis hermanos. Todo regresó a su sitio, excepto él.
Como si se negara a agachar la cabeza me miró. No terminaba de creerse mis buenas intenciones.
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