Capítulo 5: Sueños del pasado
Después de que ese incidente se solucionara, ambos jóvenes salieron del elevador, y se apresuraron a caminar por el pasillo, hasta llegar a la puerta de un departamento.
— Bueno, creo que aquí nos despedimos.
— Creo que sí... B-Bien, adiós.
Hyoga estaba por irse, pero no esperaba ser detenido por el peli-verde, invitándolo a quedarse unos minutos para beber algo de café o comer un pequeño bocadillo antes de irse.
— Supongo que podría quedarme un rato.
Shun sonrió al obtener una respuesta afirmativa, y procedió a abrir la puerta, y una vez dentro, encender la luz de la sala. Invitando a su visita a ponerse cómodo.
Hyoga agradeció las atenciones, pero entonces recordó al tal Mime, y decidió preguntar por él, no deseando ser una molestia.
— ¿No vivías con tu amigo?
— Mime. Sí.- Asintió el peli-verde.- Ahora que lo mencionas, me pregunto dónde está. Suele dormir bastante tarde.- Añadió.- En fin, tal vez hoy fue la excepción y ya se fue a dormir.
Hyoga asintió y no le habrían dado más vueltas al asunto, pero inesperadamente, comenzaron a escuchar un ruido proveniente de un pequeño pasillo del apartamento.
— ¿Escuchaste eso?- Murmuró Shun algo nervioso, cuando el ruido se repitió.- ¿Qué podrá ser ese ruido?
— Tranquilo. No estás sólo.- Murmuró el ruso, buscando brindarle seguridad.
Los dos guardaron silencio, y una vez se calmaron lo suficiente y prestaron más atención, se dieron cuenta de que el ruido era muy similar al de una cama rechinando, junto con unos pequeños gemidos.
— Por todos los cielos...- Murmuró avergonzado el peli-verde.
— Creo que después de todo, prefiero no saber qué es ese ruido.
— Ni yo..
— Tal vez sea mejor salir un momento.
Shun asintió, agachando la mirada, eso había Sido tan vergonzoso...
No dijeron nada, hasta estar fuera del departamento, y una vez en el pasillo, entablaron conversación.
— De verdad, lamento mucho que hayas escuchado eso.- Se disculpó el más joven.- Hablaré muy seriamente con Mime.
— No te preocupes. Es su hogar y yo solo una visita inoportuna después de todo.- Le restó importancia el mayor.- Además, trabajar en una agencia de modelaje implica soportar cosas mucho peores, esto no me impacta tanto. Una vez ví algo peor.
— Aún así, lo siento.
— Oye, a mí eso no me afecta, pero... Bueno, creo que tú no querrás estar ahí en un buen rato.- Dijo el blondo.- Entonces, ¿por qué no te quedas en mi departamento, al menos hasta mañana?
— Yo... No quisiera ser una molestia
— Por supuesto que no.- Sonrió cálidamente el modelo.- Casi no recibo visitas más que mis hermanos o mi padre. Serás mi invitado de honor.
— Está bien.- Accedió con una sonrisa divertida el menor.
— Genial. Entonces vamos.
Los chicos avanzaron por el pasillo, en un agradable silencio, hasta que al llegar al elevador comenzaron los problemas.
— No quisiera volverme a subir a esa cosa.- Suspiró Shun.- Pero tengo que hacerlo.
— ¿Por que?
— Mi enfermedad me impide bajar demasiadas escaleras.
— Creo que tengo la solución.- Sonrió Hyoga.
Antes de que Shun pudiera decir algo, ya se encontraba en brazos del rubio.
— ¿Qué haces?- Cuestionó sonrojado.
— Solucionar el problema. Así no tendrás que subir al elevador, ni te cansaras.
— Pero...
— Descuida, mi trabajo implica un riguroso y constante entrenamiento, así que puedo bajar contigo sin problema.
Shun intentó alegar algo, pero Hyoga lo Interrumpió.
— Confía en mí.
Finalmente, Shun asintió con una sonrisa, acurrucándose en el pecho de Hyoga.
El rubio bajó todas las escaleras con el peli-verde en brazos. Shun se sentía tan protegido y cómodo, que sin darse cuenta, se quedó dormido en los brazos de Hyoga.
— Creo que se cansó demasiado...- Susurró Hyoga para sí mismo.- Será mejor que tenga cuidado al manejar.
Hyoga era un experto piloto, fácilmente pudo acomodar a Shun en la motocicleta para conducir y llegar a donde vivía. Hasta entonces, Shun comenzó a despertar.
— Vaya, despertaste.
— ¿Por cuánto tiempo me dormí?
— Todo el trayecto hasta aquí. Unos veinte minutos.
— Qué vergüenza...
— Tranquilo, todos dormimos, ¿no?- Sonrió Hyoga.
Shun le devolvió la sonrisa a Hyoga, perdiéndose en la mirada azulada por unos segundos. Cuando unas pequeñas gotas de agua cayendo en su cabello, lo hicieron salir de su ensoñación.
— Será mejor que entremos.
Al ver la lluvia acercándose, ambos entraron al edificio. El interior era muy lujoso, pulcro y elegante.
En la recepción, se encontraba una bella joven rubia, que Shun reconoció como la chica de la foto. Era más bonita en persona.
— ¡Hyoga!- Lo saludó con una cálida sonrisa.- Oh, veo que traes compañía.
— Hola, Eri.- Le devolvió el saludo el rubio, dándole un abrazo.- Sí, él es Shun, un amigo.
El peli-verde saludó con timidez a la chica. Obteniendo una sonrisa en respuesta.
— Eri, él es Shun. Shun, ella es Eri, la amiga de la que te hablé.
— Encantada de conocerte, Shun.- Sonrió gentil la rubia
— Igualmente, Eri.
— Qué agradable eres, Shun. Creo que a Hyoga no le sentaría nada mal un poco de color en su amargada vida.
— ¡Eri!, ¿quieres callarte?- Reclamó un sonrojado Hyoga, cubriendo la boca a la rubia.
— Solo bromeo.- Rió Eri.- Pero yo tengo algunas cosas que hacer por órdenes de mi madre, y seguro ustedes también están ocupados. Será mejor sigan su camino. Que tengan buenas noches.
Eri se despidió de ambos chicos, y se marchó por un pasillo, hasta perderse de vista. Hyoga y Shun fueron en la dirección contraria, y siguieron caminando, hasta llegar de nuevo a otro elevador.
— Creo que esta vez tomaré el riesgo de subir a este elevador.
— ¿Seguro?
Shun asintió y entraron al elevador. Hyoga marcó el piso y comenzaron a subir, hasta que llegaron a su destino, por fortuna, sin ningún incidente. Después caminaron un poco por el pasillo, hasta llegar a una puerta que el rubio abrió.
— Adelante. Sientete como si estuvieras en tu casa.
Shun estaba asombrado por el tamaño y apariencia del departamento. Era fácilmente tres veces mas grande que el que compartía con Mime. Las paredes, el suelo, los muebles, todo lucía muy costoso y elegante. Solo pudo agradecer nervioso.
— Creo que tengo un pijama que no me queda, tal vez a ti sí.- Añadió Hyoga.- Así estarás más cómodo.
— Gracias.
Hyoga dijo que iría a buscar la ropa, no sin antes invitar al peli-verde a acomodarse en la sala. Shun, de nuevo, agradeció tímidamente, y le permitió marchar.
Shun sentía demasiada curiosidad por todo lo que había allí, pero hubo algo en particular sobre la mesilla donde había varios portarretratos y figurillas. Una fotografia de una mujer con un niño en brazos.
No pensó mucho, y decidió tomarlo en sus manos para poder apreciarlo mejor. La mujer lucía algo joven, no pasaría de los 25 años, así como el niño en sus brazos no tendría más de tres.
Ambos portaban abrigos y guantes, evidenciando el frío de la zona donde el retrato fue tomado. Los dos eran rubios, y poseían unos brillantes ojos azules. Era simplemente una imagen hermosa, llena de amor y calidez.
— Volví, creo que sí es de tu talla.- Anunció Hyoga, volviendo con la ropa, cuando notó la acción de su invitado.- ¿Qué haces?
Shun dió un respingo por el susto, intentando esconder el portaretrato detrás de él. Pero cuando Hyoga le cuestionó qué escondía, no tuvo más remedio que entregarlo.
— Lamento haberlo tomado sin permiso.- Se disculpó.- Solo me llamó la atención, y quise verlo más de cerca.
— No te preocupes.- Sonrió con melancolía, mirando la foto.- Ella... Es mi madre.
— ¡Como lo siento!- Repitió apenado.- De verdad, no debí tomarlo.
— Está bien, no pasa nada. Solo lo ponemos de nuevo en su lugar, ¡y listo!.- Dijo devolviendo el objeto a su lugar.- ¿Lo ves?
Shun asintió, aún avergonzado por las molestias que sus acciones pudieran haber ocasionado.
— En fin. Creo que esto te quedará.- Añadió el rubio dándole una pijama al menor.
Shun agradeció por la ropa, y después de que Hyoga le indicara dónde estaba el baño para que pudiera cambiarse, se dirigió ahí, dejándolo sólo en la sala por unos minutos.
— Vaya, te queda justo a la medida.
— Eso creo.
— Bueno, debes estar cansado. Será mejor que descanses.
— Tú también debes estar cansado, ha sido un día largo.
— No tengo mucho sueño en realidad. Por mi trabajo y la escuela, estoy acostumbrado a dormir poco.- Afirmó el blondo.- Pero eso sí, cuando tengo una solo imperfección en el rostro, me mandan un día entero al spa, aunque suene ridículo.
— A juzgar por la suavidad de tu piel, realmente te creo.- Comentó con una sonrisa el peli-verde, acariciando la mejilla bronceada.- No se ve todos los días una piel así de suave y cuidada.
— Pues gracias por el halago. Es de los más ingeniosos que me han hecho.- Rió el mayor.- Pero en serio, será mejor que descanses. Ven, te mostraré donde dormirás.
— Te sigo.
Hyoga guió a Shun a través de un pasillo del apartamento, hasta llegar a una habitación, la recámara principal a juzgar por la decoración.
— Aquí dormirás, perdón si está algo desordenado.- Dijo Hyoga después de abrir la puerta.- Adelante.
— Yo...
— ¿Pasa algo?
— No, no pasa nada.- Respondió Shun.- Es muy linda tu habitación.
— Gracias. Me alegra que te guste.- Agradeció el anfitrión.- Bueno, ponte cómodo. Buenas noches.
— Pero... Si yo duermo aquí, ¿tú dónde dormirás?
— En la sala.
— No es necesario que hagas eso. Esta es tu casa.- Rechazó la idea de inmediato el peli-verde.- Tú duerme aquí, y yo dormiré en la sala.
— ¿Qué clase de anfitrión seria si permitiera eso?. Además, es más seguro que duermas aquí.
Shun se mordió los labios, y se dirigió al borde de la cama para desatender un lado, y dirigir su mirada al contrario.
— En ese caso... Duerme aquí tú también.- Sugirió con un notable sonrojo.- Quiero decir... La cama es bastante amplia, Estoy seguro que será mejor a dormir en la sala.
Hyoga dudó, no quería incomodar al peli-verde, pero ante la insistencia de Shun y repetir que no le incomodaba, terminó accediendo. Así que, después de destender el otro lado de la cama, se recostó a su lado, quedando espalda con espalda. Y después de darse las buenas noches, apagaron las luces, disponiéndose a dormir.
La noche transcurrió en total calma y tranquilidad, hasta la madrugada, cuando Hyoga comenzó a moverse, y hablar dormido, despertando a Shun.
— No... No...
— ¿Hyoga?
— Mamá...
Al oírlo llamar a su progenitora, y observar que sus ojos permanecían cerrados, dedujo que simplemente estaba soñando. Estuvo por simplemente tratar de volver a dormir, pero los gritos y llantos del rubio se lo impidieron.
— ¡No por favor!, ¡mamá, mamá!... ¡No me dejes!
— ¡Hyoga!, ¡Hyoga, despierta!- Repetía el peli-verde moviendo al contrario.- No es real, solo es un sueño.
Sus esfuerzos dieron resultado, y el rubio se despertó de golpe, sudando, muy agitado y algo desorientado.
— Otra vez.- Murmuró con los ojos cristalizados, mientras encogía sus piernas, escondiendo su rostro en ellas.
— Todo está bien. Solo fue un mal sueño.
— Siempre sueño con eso...- Murmuró débilmente el rubio.- Siempre es la misma pesadilla.
— ¿Qué pesadilla?
— N-Nada... No es nada.
— Puedes contarme.- Susurró Shun, abrazando a Hyoga.- Cuando era pequeño, mi hermano solía decirme que si le contabas a alguien tus pesadillas, ya no tendrías esa pesadilla nunca mas.
Hyoga sintió un nudo en la garganta, pero a la vez, un calor reconfortante que hace tiempo no experimentaba. Esa sensación le incentivó a hablar.
— Nadie sabe de esto, pero... Creo que puedo confiar en ti.
— Lo que me cuentes se queda entre tú y yo. Lo prometo.
Hyoga respiró profundo, intentando calmarse lo suficiente para no quebrarse a mitad de sus palabras. Aún era un trago amargo hablar de ese tema.
— Casi todas las noches tengo la misma pesadilla, sobre el día que el barco se hundió... Y... Y...
— Entiendo. Todos tenemos malos recuerdos. Cosas, que quisiéramos olvidar... Pero, debes aprender a vivir con ellas.- Decía el peli-verde mientras sonreía, aún con unas cuantas lágrimas que corrían por sus pálidas mejillas.- Pero, dime, ¿qué mas pasó en tu sueño?
— Yo... Los gritos y el llanto de todos, y... Mi madre me ponía en un bote salvavidas, y... El barco...- Por más que lo intentó, el rubio no pudo resistir y soltó en llanto, siendo consolado por el peli-verde, que acariciaba sus cabellos dorados.
— Solo fue un mal sueño. Ahora todo está bien, estás a salvo.
— Perdón por despertarte.
— No te preocupes por eso. Me alegra que te sientas mejor.- Sonrió Shun.- Ahora, mejor vuelve a dormir.
Permanecieron abrazados por unos minutos más, hasta que Hyoga consiguió calmarse, y volvieron a dormir. Sin embargo, la paz no duró más de una hora, siendo ahora Shun quien comenzó a moverse y gritar dormido.
— Shun, ¿qué ocurre?
— ¡No me hagas nada, por favor!- Lloraba el peli-verde dormido.
— Shun, ¿qué te pasa?.- Volvió a preguntar Hyoga intentando despertar a Shun, pero el peli-verde al sentir el menor tacto, comenzó a patalear y dar golpes con sus puños con mucha mas fuerza.
— ¡No, Jabu!, ¡por favor!- Repetía con desesperación.- ¡Sueltame por favor!
— ¡Shun, despierta!, ¡es un sueño!
Después de mucho esfuerzo, Hyoga logró que Shun se despertara. Y lo primero que hizo el peli-verde fue abrazarse con fuerza al rubio, repitiendo su nombre entre sollozos.
— Tranquilo, todo está bien.
— Hyoga... Hyoga, eres tú...- Murmuraba Shun.- Qué bueno que seas tú. Tenía mucho miedo.
— ¿Miedo de que?
— Ese sueño...
— ¿Qué estabas soñando?
— Cosas horribles que quisiera olvidar... Que nunca hubieran pasado.
— No dejabas de mencionar un nombre.
— Jabu, ¿no es cierto?
Hyoga asintió.
— Perdón por despertarte.- Hipó el peli-verde.- Me da miedo recordar algunos momentos que pasé con él, pero me siguen en sueños.
— ¿Te hizo algo?
— Estuvo a punto de hacer muchas cosas en repetidas ocasiones, pero no pudo.
— ¿Qué cosas?
— Él... Intentó abusar de mí.- Murmuró con vergüenza.
— ¿Cómo pudo ser capaz de hacer tal bajeza?
— Yo... Yo realmente no lo sé, y no me importa ya.- Sollozó el japonés.- Lo intentó varias veces, pero no lo logró. Pero... No fue solo eso...
— ¡Jabu, suéltame por favor!
— ¡Cállate!, ¡eres una perra!
— ¡Solo hacia mi trabajo!
— ¡¿Ser una ramera barata es tu trabajo?!
— ¡Solo estaba tomando unos pedidos!
— ¡Cállate!
Hyoga escuchaba atónito lo que Shun le detallaba, con los ojos llenos de lágrimas.
— ¡Jabu, ¿que haces?! ¡Detente!
— ¡Cállate! ¡si quieres andar complaciendo a otros, yo también quiero mi parte!
— ¡No lo hagas!
— ¡Te dije que te callaras!
— ¡Jabu, por favor no lo hagas!, ¡no me lastimes!
— ¿Lastimarte? ¡Pero si esto te encanta!
— ¡No quiero!
— ¡Cállate de una maldita vez!
Hyoga sentía su sangre hervir poco a poco, mientras Shun le contaba como llegó un punto en el que dio todo por perdido. Resignándose a sufrir tal tormento. Afortunadamente, siendo salvado de último momento por alguien.
— ¡Suéltalo!
— ¡Apareció la zorra mayor!
— Me parece que la zorra aquí es alguien más. ¿O acaso vas a decir que las mujeres con las que estabas anoche eran unas monjas?
Shun le contó cómo a duras penas podía mantenerse en pie, debido a todos los golpes y demás agresiones recibidos con anterioridad. Además de un fuerte dolor en su pecho. Por suerte, Mime de alguna forma, tenía experiencia en combate y le dió una paliza a Jabu, logrando sacarlo de ahí, justo cuando cayó inconsciente. Despertando en el hospital.
— Desde ese día, vivo con Mime.- Suspiró el peli-verde al terminar su relato.- Antes, como ya sabes, vivía con mi hermano. Después de que a los dieciséis, decidiera marcharse de la casa del pariente que nos cuidó por unos años y llevarme con él. Después tuvimos diferencias, que tenían un nombre, Jabu.
— Ese tipo es un peligro.
— Lo sé.
Ambos guardaron silencio por unos minutos, hasta que Hyoga buscó decir algo para aliviar el pesar de Shun.
— No te preocupes. Yo no permitiré que nada ni nadie te lastime.- Sonrió, limpiando sus lágrimas.- Así que olvidate de todas esas cosas, que ya quedaron en el pasado.
— Gracias.
— No es nada. Ahora, mejor trata de dormir, todo va a estar bien.
Shun asintió, mucho más calmado y con una cálida sonrisa. Y ambos se dispusieron a dormir, sin ser conscientes de los pensamientos que compartían el uno con el otro.
— No hay duda. Él es el indicado...
— Mi persona ideal...
— Sé que apenas lo conozco, pero...
— Hay algo en él que...
— Me hace sentir especial...
— Olvidarme de todo lo que he sufrido...
— Darme paz...
— Y hacerme sentir tan bien...
— No me cabe la menor duda...
— Él es con quien quiero estar.
Sin mediar más palabras, los dos volvieron a dormir, pero esta vez, abrazados. De esa forma, el resto de la noche pasó en total tranquilidad.
Sin embargo, ambos jóvenes se habían dado cuenta de lo que sentían, y esto, es algo que cambiará el rumbo de sus vidas.
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