XXI. Tormenta
Sigo sin creerme que esto esté sucediendo de verdad. Es un momento inexplicable, sé que está pasando, pero no quiero creerlo. Christopher está en una parte del edificio con Nate como rehén y pretende que les encontremos en tres horas. Nate está en peligro de muerte y, seguramente, de violación. Y no pienso dejar que ocurra ninguna de las dos, tendrán que pasar por encima de mi cadáver para hacerle algo así a Nate.
Agradezco enormemente a Avgusta y a Jolanda que me ayuden en esta situación, porque yo me rendiría si estuviera buscando a mi novio por mi cuenta, sin nadie que me ayudara. No creo que Christopher me hubiera dado más tiempo incluso si estuviera solo. Otra cosa mala es que Nate no me ha podido dejar ni un sólo indicio de por dónde podrían haber ido. Christopher tampoco me ayudará. Genial, tengo que guiarme por mis instintos y tener cuidado de no perderme en este maldito edificio.
Estoy en la vigésima primera planta (la número veintiuno), y estoy revisando cada puto rincón de cada puta habitación de cada puto pasillo. Perdón, he utilizado un vocabulario muy vulgar. ¡Pero es que estoy muy nervioso y muy cabreado ahora mismo! ¡Quiero darle un puñetazo a algo! Pero no puedo detenerme, Nate tiene las horas contadas. Aún me quedan una hora y media, puedo encontrar a mi novio. Su futuro va a cambiar, no va a morir hoy, tampoco va a ser violado por ese... hijo de la gran puta de Christopher Brooks. En cuanto los encuentre, juro que mataré a Brooks aunque sea lo último que haga. El FBI arrestará a Christopher Brooks por violación y asesinato, y estoy seguro de que esta vez no conseguirá escaparse. No, señor.
Entro en la última habitación de este piso, pero no hay nada. Es un cuarto muy pequeño. Nate y Brooks 2 no están aquí. Mierda... Tendré que seguir buscando. Me dirijo al ascensor, y llamo. Golpeo varias veces las puertas para desahogarme y para que viniera de una vez. Cuando llega, entro. Noto algo debajo de mi pie, pero no lo había notado antes. Levanto mi pie, y veo que hay un trozo de papel. Lo cojo rápidamente y empiezo a desdoblarlo con cuidado. Es un mensaje de Nate.
El tejado.
Están en la azotea. Muchas gracias, Nate. Voy a ir a buscarte.
Le doy al botón de la planta número veinticinco y las puertas del ascensor se cierran. Me pregunto cómo habrá conseguido dejarme una nota sin que Brooks se enterara. Bueno, fue el primer sucesor de L durante mucho tiempo, de algo le habrán servido sus capacidades deductivas. Con un poco de suerte, estarán allí.
Mis pensamientos se detienen cuando escucho gritos desde abajo. Esa voz...
-Es Avgusta.
Las puertas del ascensor se abren. Salgo rápidamente, corriendo pasillo abajo, mientras saco mi teléfono móvil. Marco el número de Jolanda.
-Mihael -saluda.
-Jolanda, ¿has oído ese grito? -pregunto yo, yendo al grano.
-Sí, estoy bajando para buscar a Avgusta, creo que está en la quinta planta. Ah, y ten cuidado con los sicarios.
¿Con los qué?
-¿Sicarios? -repito yo.
-Sí, Brooks ha contratado a una docena para cada uno. Bueno, para ti ha contratado quince. Están corriendo hacia ti -escucho disparos-. Mierda, tengo que colgar. ¡Ah!
-¡No! ¡Espera! ¡No cuelgues! ¡Jolanda!
La llamada se corta. Dejo de correr y miro mi móvil, asustado. Así que hay sicarios dispuestos a matarme en el edificio... Bien, les esperaré. Menos mal que siempre voy preparado. Saco la pistola de su funda y la vuelvo a cargar de balas. Justo cuando decido seguir con la búsqueda, oigo pasos detrás de mí. Ya están aquí.
Me escondo en la habitación más cercana, poniéndole el silenciador a la pistola. Dejo la puerta entreabierta, y veo a dos hombres y tres mujeres caminar en la misma dirección en la que iba yo.
-A ver, según Christopher Brooks, aquí tiene que haber un chico de pelo rubio corto y ojos azules -dice una chica, sacando una foto-. No puede andar muy lejos, han registrado las demás plantas, y no se han encontrado con nada.
Qué raro... No he visto a nadie por los pasillos. A ver si las están registrando desde la úiltima hasta la primera, qué torpes.
Apunto a esa misma mujer, aún dentro de la habitación, y le disparo en la nuca. La mujer cae, ahogándose en su propia sangre. Sus compañeros se agachan para intentar salvarla, y aprovecho para matar a las otras dos chicas.
Los hombres ven la puerta entre abierta, me escondo detrás de esta cuando supongo que van a venir a ver si hay alguien aquí. Uno de ellos entra, temblando.
-¿Quién anda ahí? -pregunta.
-Mello -respondo en voz baja.
Le pongo la pistola en el pecho y disparo sin pensármelo dos veces. Sonrío sádicamente, no puedo evitar emocionarme. El otro hombre entra, y me apunta con un revólver. Yo soy más rápido, sacando mi navaja, y se la clavo en el estómago. Salgo de la habitación, comprobando que todo está despejado, y sigo avanzando. Llego a las escaleras que dan a la azotea, y no dudo en acelerar mis pasos. Abro la puerta corriendo, y llego por fin a la azotea.
Está lloviendo. Muy fuerte, de hecho, y hacía un viento horroroso. Cierro la puerta para que no entrara agua, y doy varias vueltas sobre mí mismo, buscando a Nate con la mirada mientras grito su nombre. No obtengo respuesta alguna de ninguna parte, hasta que veo una figura en el suelo. Mejor dicho, una persona. Desde lejos, veo una cabellera blanca y ropas blancas. Es él. Dios mío... ¿Cómo se le ocurre sacarlo aquí con este tiempo?
Doy varios pasos hacia él, inseguro de que sea Nate, hasta que le veo alzar la cabeza y susurrar mi nombre, sonriendo tristemente.
-M... Mihael...
-¡Nate!
Echo a correr hacia él, pero algo me detiene.
-No des un paso más, o disparo.
Brooks. Maldito sea.
Me quedo quieto, observando a mi novio en el suelo. Está tiritando. Está cerrando los ojos. ¡No, mierda! ¡No!
Entonces aparece otra figura, otra persona. Brooks. Su cabello y sus ropas están empapadas, tampoco parece importarle. Sus ojos están fijos en mí, lo noto, parece que quiere que vea mi reacción a algo. Sostiene una pistola pequeña en su mano derecha, pero desde lejos reconozco que es muy potente. ¿Cómo ha conseguido este desgraciado una pistola así? Se está acercando a Nate, cada vez más, esto no es nada bueno. Cuando está a menos de un centímetro de contacto físico con Nate, le coloca la pistola en la sien. Oh, no, eso sí que no.
Intento dar otro paso adelante, pero Brooks niega con la cabeza soltando una risa psicópata. Unas carcajadas que hacen que se me hiele la sangre en las venas. Veo como saca un pequeño cuchillo de su bolsillo y se agacha hacia mi novio.
-¡¡Quieto!! -grito, apunto de llorar-. ¡¿Qué vas a hacer?!
Su sonrisa se hace más amplia, y acerca la hoja del cuchillo a sus labios. Corro hacia ellos, no dejaré que le haga nada. Me detengo cuando veo que le hace un corte en los labios con el puto cuchillo. Y veo una fina línea de sangre caer por su barbilla. Será... Me va a obligar a hacer algo que no quiero hacer.
Le sigo insultando desde donde estoy, ya que no quiero avanzar más porque no quiero ver a Nate tan herido. Veo que Brooks acerca su rostro al de Nate y que se inclina. Une los labios de ambos en un beso en el que Brooks saborea la sangre que sale del corte.
-¡¡Aléjate de mi novio ahora mismo, cabrón!!
Sin importarme nada, consumido por la ira, echo a correr hacia ellos a toda velocidad. Cuando estoy lo más cerca posible, le doy un puñetazo a Brooks 2, quien cae al suelo, separándose lo más posible de Nate. Tomo a este último entre mis brazos, limpiando un poco de la sangre del corte. Me doy la vuelta, dispuesto a volver adentro, con la sensación de que he ganado esta batalla. Y esta guerra.
Todo ha terminado. Todo tiene que terminar. Brooks lo dijo exactamente así. Si encontrábamos a Nate, él se iría de nuestras vidas para siempre. No volveremos a verle. Nate y yo podremos seguir viviendo en paz.
Pero entonces noto el cañón de una pistola sobre mi nuca. Dejo de caminar y miro de reojo al hijo de la gran puta que hay detrás de mí.
-No te vas a ninguna parte -afirma.
-Este era el trato -replico yo-. Hemos jugado a tu juego, y hemos ganado. Déjanos en paz.
-¡Esto no tenía que acabar así! ¡No deberías haber llegado aquí tan rápido! ¡Este puto albino a tenido que hacer trampas y dejarte alguna pista para encontrarnos! ¡Confiesa! ¡O lo mataré aquí y ahora entre tus brazos!
Me da la vuelta bruscamente y clava el cuchillo en el hombro de Nate. Este último se retuerce entre mis brazos, aullando de dolor.
-¡Déjale en paz! ¡Él no tiene la culpa de que tú seas un desequilibrado mental!
-¡Cállate! ¡Cierra la puta boca y confiesa de una vez!
Entierra el cuchillo en su otro hombro. Esta vez Nate grita más fuerte y se aferra a mi cuello, sollozando. Dios, no soporto verle así...
-¡Me dejó una nota! -confieso-. ¡Déjale en paz ya!
El tiempo se detiene.
Siento que Christopher deja a Nate en el suelo y se abalanza sobre mí, besándome. Yo intento resistirme, pero no me lo permite. Tiene mis brazos por encima de mi cabeza. Pero mi cuerpo no parece querer rebelarse contra este idiota. Esta sensación otra vez no, por favor... No quiero...
Empieza a unir nuestros labios en cortos besos, dándome tiempo para respirar. Baja su lengua a mi cuello, empapado, con mis cabellos rubios pegados a él por culpa de la lluvia. Gimo sin darme cuenta.
-Chris... topher... Ah...
-No...
Mierda.
-¡No!
¿Por qué?
-¡NO!
Reacciono rápidamente y le doy a Brooks una patada en sus partes, alejándolo de mí. Miro el rostro de Nate, el cuál está lleno de lágrimas y de lluvia. Su herida del labio aún sangraba.
-Nate, no hagas ninguna estupidez -me apresuro a decir-. Se me escapó, no pude evitarlo...
-¡No vuelvas a tocar a mi novio... Death Star!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro