XI. Trato
Mierda. Si es que yo también soy un genio... Ahora estoy aquí atrapado con este gilipollas, y estoy entre la espada y la pared. Sus brazos han aprisionado los míos, yo llevo ya un rato intentando librarme pero no encuentro la manera. Mi corazón golpea mi pecho con fuerza de los nervios, este tío es capa de hacer cualquier cosa. Y no me da la gana que sea así. Voy a tener que resistir a lo que me haga y a lo que me diga.
Suelta mi brazo derecho por un segundo, intentando agarrar mis dos muñecas con una sola mano. No lo consigue porque yo lo empujo con toda la fuerza que tengo. Que tampoco es mucha, pero algo es algo. Cae de espaldas sobre la cama, yo agarro sus piernas y las empujo, haciendo que diera una voltereta y cayera de la cama. Yo me levanto, salgo corriendo hacia la puerta e intento abrirla. Pero está cerrada con pestillo. Lo quito, ansioso por salir antes de que pasará algo entre ese enfermo y yo, sin embargo, él me acorrala de nuevo entre la puerta y él. Mierda...
-¿Adónde vas, Mihael? -me pregunta, sonriendo-. El juego acaba de empezar.
Una de sus manos mantiene mis muñecas inmóviles, mientras que la otra baja por mi cuerpo hasta llegar a mi miembro. Comienza a acariciarlo y a apretarlo en su mano, cada vez más rápido. Mi cara enrojece mil veces más que en algún otro momento en mi vida, estoy empezando a sentirlo duro. Y seguro que él también lo notará, quiero decir, lo tiene en la mano.
Muerdo mi labio inferior, tanto que siento que puede sangrar en cualquier instante. Cierro los ojos, intentando controlar mis impulsos de dejarme llevar y ser el pasivo por una vez. Me lo pensaría di fuera con Nate. Pero como es con este imbécil, pues no me lo pienso ni una vez. El problema es que tengo las manos atadas, no tengo escapatoria, y encima seguro que Nate ha salido a buscarme. Es estupendo, ya lo creo, sí señor.
Dejando el sarcasmo de lado, tengo que pensar en cómo puedo librarme de este imbécil antes de que tenga una erección seria. Empiezo a sentir mi miembro endurecerse, y no quiero ver la cara que pondrá este pervertido de mierda cuando se dé cuenta de cómo me está poniendo.
-Estás muy caliente, Mihael -susurra muy cerca de mi rostro.
Precisamente por eso.
Se me escapa un suspiro, va a ser muy difícil contenerme si no lo detengo ya.
-C-Christopher... -murmuro-. No lo hagas... Detente.
Entonces es cuando me besa para que deje de hablar. Mete su lengua en mi boca, bruscamente, comenzando a jugar con la mía. Sus ojos están cerrados, en cambio los míos no se apartan del suelo. Qué vergüenza y qué mal rato voy a pasar con este tío... ¿Pero qué dices, Mihael? ¡Espabila, hombre! ¡Tienes que salir de aquí! ¡No puedes dejar que otro problema causado por otro Brooks se interponga entre Nate y tú! ¡No de nuevo!
Intento hacer que suelte mis manos, pero es imposible, tiene mucha fuerza. Pues si no puedo escapar por las buenas... Escaparé por las malas.
Cuando se separa de mí, le doy una patada en sus partes y le empujo. Abro la puerta y salgo corriendo de la habitación. Me encierro en la mía, echando el pestillo, y me escondo en el armario. Rebuscando entre mis maletas, encuentro una de las pistolas de cuando todavía formaba parte de la mafia. La sostengo en mi mano y salgo del armario, escondiéndome detrás de la puerta.
-Mihael~. ¿Dónde estás~?
Me preparo para quitar el pestillo y abrir la puerta, pero entonces algo gris y afilado atraviesa la puerta. Jadeo, es un cuchillo. Y de cocina, de los grandes, como los de Beyond Birthday. Mi mano empieza a temblar cuando continúa rompiendo mi puerta con el cuchillo, hasta forzar la cerradura y conseguir entrar. Le apunto con la pistola y disparo, y él cae al suelo. Todo ha acabado. Menos mal... Gracias a Dios... Soy libre de estar con Nate otra vez.
Mis labios forman una sonrisa macabra y empiezo a reír como un psicópata en voz baja. Ya he acabado con cualquier intervención entre Nate y yo. Nadie volverá a entrometerse entre él y yo. Me aseguraré de que Nate no vuelva a pisar la luz del sol, porque él es mío. Nadie debe acercarse a él, nos protegeré a ambos con la pistola. Mancharé mis manos de sangre si es necesario. Pero nada ni nadie se interpondrá entre mi albino y yo.
Entonces, Brooks 2 se incorpora y se sienta en el suelo. Dejo de reír y de sonreír. ¿Qué cojones está pasando? No entiendo nada. Le he disparado en el pecho, debería estar muerto. ¡Esto no puede estar pasando! ¿Por qué? Ahora es él quien se ríe mientras se levanta, mientras se desabrocha la camisa y me enseña el chaleco antibalas que oculta debajo de ella. Oh, no... Me he condenado a mí mismo.
Brooks 2 se quita el chaleco antibalas, despacio, y lo deja en el suelo. Le apunto otra vez y aprieto el gatillo, pero la bala no sale. Me cago en todo, no tengo más, está descargada. Estoy jodido, mucho más que jodido. ¿Qué hago? ¿Cómo salgo de aquí ahora? Él va armado y yo no, yo estoy indefenso y él no. Este cabrón es más listo de lo que creía, es la última vez que subestimo a alguien. La guerra contra los Brooks no ha terminado.
Me empuja, haciéndome caer al suelo, y se pone encima de mí. Me arranca la pistola de las manos y la tira lejos de mí, ahora sí que no puedo hacer nada. Alza la mano en la que sostiene el cuchillo y lo hunde en mi hombro, haciendo que brotara sangre. Grito de dolor, estoy acostumbrado a las heridas de bala, pero nunca antes me habían clavado un cuchillo.
-¡¡AHH!!
Lágrimas se acumulan en mis ojos, que no tardan en derramarse. Cierro los ojos, lo que me faltaba era que este imbécil me viera llorando de dolor físico. Hunde más el cuchillo en mi hombro, yo sigo gritando hasta que lo saca de un tirón. Pero para clavarlo en el otro hombro y sacarme otro chillido de dolor. Empiezo a sollozar en voz baja, mordiendo mi labio hasta que también empieza a sangrar.
Christopher suelta el cuchillo y me mira a los ojos, su lengua se pasea por mi labio roto, lamiendo y saboreando la sangre. Gimo de dolor sin darme cuenta, a lo que él responde susurrándome:
-Esto es lo que te pasará si no me correspondes.
Me besa en los labios mientras baja mis pantalones. Lágrimas continúan saliendo de mis ojos. Cuando se separa de mí, también baja mi ropa interior y chupa la punta de mi miembro. Me sonrojo como la sangre que brota de mis hombros, no me esperaba que llegara a hacer esto. Su lengua empieza a recorrer mi entrepierna, hasta que se la mete en la boca por completo.
-¡Christopher, no! ¡Detente, por favor!
No me hace caso y sigue chupando mi miembro, le suplico que pare entre sollozos, le insulto entre gemidos, pero no lo consigo. Continúa a lo suyo, como si yo no existiera, y sin embargo me la está chupando. Manda huevos. Si es que...
Por un momento, se me viene a la cabeza el sueño que tuve sobre Nate suicidándose. Cuando me descubrió junto a este tonto, quien ahora está jugando con mi entrepierna, y en cualquier momento Nate puede aparecer por la puerta y tirarse por la ventana como en aquel sueño. Por este motivo es porque quiero matarlo, si Nate se llega a enterar de esto, no me lo perdonará en los pocos segundos de vida que tendrá después, hasta que caiga por esa ventana y se golpee la cabeza. Brooks 2 es un “rompe-parejas”, su hermano era igual que él. Pero este es peor, puesto que no me deja en paz ni un segundo. Bueno, Jack siempre estaba encima de Nate, pero no estaba pegado a él como una lapa.
Cuando noto que me voy a correr, vuelvo a la realidad, y siento que mi semen llena la boca de Brooks 2. Dios... No me lo puedo creer... Le estoy siendo infiel a Nate... ¿Por qué a mí?
Saca mi miembro de su boca, limpiándosela con la manga de su camisa.
-A partir de ahora, serás mi esclavo sexual -me dice-. Vendrás donde y cuando yo te diga en las notas que deje en tu escritorio, harás todo lo que yo te diga y dejarás que te haga lo que me dé la gana.
Sí, claro, y te pago el máster en relaciones internacionales, ¿no te jode? ¿Este quién se cree que soy? ¿Una puta? Pues no, no lo soy, así que ya se puede ir olvidando de lo que ha dicho.
-No -musito-. No pienso hacer lo que me dices. Yo no soy-
-Serás mi esclavo sexual a cambio de la vida de tu novio -me interrumpe.
-¿Qué...?
Que si no me acuesto con él cuando el diga, ¿matará a Nate? Esto... Esto no es verdad, por favor. ¿Por qué me tiene que pasar todo a mí? ¿No hay más personas en el mundo?
No me queda opción que aceptarlo, no quiero que Nate muera. Y yo tampoco quiero morir tan joven.
-Está bien... -susurro.
Brooks 2 sonríe y me besa. Luego me susurra:
-Buen chico, esclavo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro