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Capítulo 9

Solamente tú.

La noche llega y la oscuridad me pesa al darme cuenta de los sentimientos que tengo hacia Ariel.

Doy vueltas en mi cama tratando de imaginar una vida junto a Ariel, pero mi mente no llega a tanto. Él es lo único en lo que pienso noche y día, me parece tan irónico que me cueste tanto proyectar eso en mi mente.

Estoy boca arriba sobre mi cama respirando profundamente, tratando de calmarme. Me giro observando la ventana que muestra la luna llena que da algo de luz a la oscuridad de mi habitación.

Ella es la única que ha estado cuando me rompo, es la única que estuvo conmigo cuando el me dejó después de tanto. Me giro dándole la espalda. Tengo mucho en la cabeza como para pensar en esa noche.

Una luz ilumina mi mesita de noche y entonces me doy cuenta que es mi teléfono, el cual tiene agregado solo dos contactos con los que hablo casi siempre. Montserrat y mi madre.

Un número desconocido hace su aparición y estoy a punto de bloquearlo cuando su foto de perfil aparece en mi punto de visión.

<<Esto no puede ser.>>

Un escalofrío me recorre cuando observo la sonrisa que tanto amé durante mucho tiempo.

<<Es él>>

Pienso segura de lo que ven mis ojos. Mi total perdición está delante de mis ojos y está sonriendome como si no pasara nada.

Las lagrimas se acumulan en mis ojos y mi corazón late desbocado dentro de mi pecho, y tengo que recordar respirar cuando leo el mensaje que envió.

Hola, bonita. Quiero verte.

No me doy cuenta en que instante tomo el teléfono y lo estrello en la pared de enfrente. El aparato se hace añicos completamente y mi mente es un revoltijo de sensaciones amargas.

Su mensaje no es una petición, ni una pregunta, es una maldita orden que no pienso cumplir.

(***)

ARIEL:

Salgo del auto de uno de mis amigos del instituto. Busco con la mirada a Eli pero no la veo por ningún lado.

Mis amigos entran riéndose de una estupidez que dijo Keo. Pero no puedo dejar de pensar en lo que ocurrió ayer. Ella es tan frágil que siento que podría romperse en mis manos con tan solo un apretón y no se que paso en su pasado, pero tampoco me quiero enterar. Saber eso sería revivir esos recuerdos que tanto intenta guardar en los profundo y la entiendo.

Entro al instituto después de mis amigo y se me hace raro ver a un chico de mi edad parado en un árbol a un lado de la entrada. El esta fumando un cigarro cuando nuestras miradas se conectan y no se porque pero me molesta su presencia.

Aprieto los puños y entro de lleno buscando lo que tanto deseo encontrar, ella está buscando un libro en su casillero cuando la sorprendo por detrás. Ella se asusta demasiado para ser yo y eso me parece relativamente raro, dado que he visto este comportamiento antes en otra persona.

Arranco esos pensamientos para sonreírle y seguido de eso darle un pico en los labios, lo cual la toma desprevenida haciendo que se sonroje a más no poder.

—Estas aqui—afirma y deja salir un suspiro—Te necesito tanto....

Sus palabras calientan mi pecho y un sentimiento raro se esparce por el. Sus pequeños brazos me envuelven y no se cual es la razón de su afecto, pero no me quejó en lo absoluto. Esto es lo que llevó queriendo desde que me ignoró aquella vez en el salón de clases.

Me separó un poco para verle la cara, sus mejillas están rosadas y sus ojos negros me observan con un sentimiento que no puedo describir. Su cabello cae al lateral de su cabeza y tengo el atrevimiento de poner un mechón detrás de su oreja, regalándome una mejor vista de su hermoso rostro.

Ella se separa del todo, pero aún así deja nuestras manos juntas para mantener el contacto entre nosotros.

—¿Qué tal estás?—pregunto.

—Me encuentro mejor—sonríe remarcando su hoyuelo—¿Y tú? ¿Como estuvo tu día después de ver mi drama? .

Sonrío con su intento de broma, y me acercó a su oído para decirle:

—Aguantaría hasta un ataque zombie con tal de ver otra vez esos pucheros que haces cuando lloras.

—Eso sonó de todo menos romántico señor sireno.

Su apodo me toma desprevenido y me hes casi imposible no romper a carcajadas, pero me las trago cuando miro la vergüenza emanar de ella con bravesa.

Le doy un apretón a su mano y decido abrazarla dejando mi menos encima de su cabello, solo así puedo sonreír como un bobo con total libertad.

—No te rías—se separa con el ceño fruncido—Se suponía que nadie iba a saber eso, y mucho menos tú.

Reclama señalandome con el dedo juzgador, su porte me hace ver que esta entre enfadada y avergonzada, pero a mi no me preocupa nada de eso. Más bien me parece tierno que se preocupe por tal tontería cuando yo le he dicho de todos menos cosas bonitas en mi cabeza.

Gracias a Dios, yo si se guardar mis secretos.

¿Y si mejor entramos a clases? El timbre ya casi toca—propongo para que deje el tema a un lado. Mañana le pregunto de donde saco lo del sireno.

(***)

Elizabeth:

Camino de la mano con Ariel por los pasillos del Colegio, eso en otra ocasión me hubiera causado mariposas en el estómago, pero lamentablemente no es la situación. Mi cuerpo se tensa cuando percibo las miradas de nos dan el resto de las féminas que me observan con desdén desde sus casilleros.

Ariel es un chico guapo, si. Pero también es el mejor amigo del Capitán de Baloncesto del instituto, Keo creo que se llamaba.

Aunque eso no es mi problema, mi auténtico problema se encuentra en la entrada del Instituto fumando una caja de cigarrillos mientras espera mi salida de este lugar, no se que es lo que quiere. Pero si quiere mi perdón tendrá que hacer más que darme una simple disculpa. Durante todo el tiempo en el que lo llore como si estuviera muerto, me di cuenta que jamás me quiso de la misma manera. Es un maldito psicópata que cree que sabe lo que es el amor, pero ese sentimiento es demasiado complicado o muy tonto como para tratar de entenderlo.

Las clases me distraen un poco de lo que me espera afuera, y trato de disfrutar mi tiempo con Ariel. Se que el no tiene nada que ver con Alex, pero el miedo de que deje el camino libre para Alex me carcome por dentro.

No sé que tanto me quiera, o si de hecho siente eso por mi, pero mi corazón me dice que Ariel no me fallaría nunca. Y vivo con esa esperanza desde que lo conocí.

Las clases terminan y con eso mi tiempo con Ariel, quien se ofrece a llevarme a mi casa. Aceptó su invitación con la esperanza de que Alex nos mire y entienda que no quiero saber nada sobre el.

Caminamos hasta la salida y me detengo cuando lo veo esperándome fuera del portón. Una sonrisa que en el pasado me resultaba tierna, pero que ahora me causa náuseas se asoma por sus labios y la sensación de terror es indescriptible.

Ariel se detiene conmigo y con una mirada de confusión me pregunta.

—¿Te sientes bien Elí? —su ceño se frunce cuando sus ojos siguen mi mirada hasta el punto exacto. Y entonces lo ve y el miedo que antes sentía se vuelve como una tormenta de sentimientos para nada buenos. Mi estómago amenaza con devolver todo y siento que empiezo a sudar frío cuando Alex le devuelve la mirada tensa y llena de desconfianza.

—Llevame a casa, p-por f-favor—pido en un susurro tembloroso.

Él entiende he inmediatamente me lleva hacia la salida, pasando por el lado de la persona que más daño me causó en todo mi juventud.

Dejamos atrás a mi pasado, que ahora mismo se siente más presente que cualquier cosa.

Nota de autora:

Dejo este capítulo hasta aquí.

Subo esto porque ya lo había prometido hace tiempo a una amiga y justo ahora acabo de terminarlo.

En el capítulo que se viene, Ariel tiene una acalorada charla con Alex y las cosas se ponen fuera de control.

Se les quiere.

Con amor.

Adri Gonz.

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