Capítulo 7
"Aveces, debes aceptar las cosas como son y no como quieres que sean".
Mis pasos son lentos y cautelosos. Mi cabeza es un sin fin de emociones y todas ellas conllevan a una misma persona. La persona que me dejó en medio de la acera cuando hace unos minutos compartimos un beso, la culpa y el remordimiento son un sabor amargo en mi boca.
Ariel talvez no quiera saber nada de mi por ahora, y todo es culpa mía; pensé que enamorandome de él, talvez lograría olvidar a aquella persona que me hizo daño en el pasado.
Aprieto mis manos clavando mis uñas en las palmas, el ardor es un analgésico que necesito con urgencia. Mi paso se apresura cuando siento asfixia por la cantidad de personas en el pasillo del instituto, se suponía que hoy iba a ser mi mejor día. Hoy tenía que ser un día en el que no tenga que preocuparme por las miradas de mis compañeros, por sus ideas acerca de mi o porque alguien averigüe algo de mi vida personal.
Sin embargo me encuentro caminando hacia el salón de clases con todas las miradas sobre mi. Mi cambio de vestuario es severo, cambie los jeans por un vestido floreado color purpura. Es un vestido lindo que resalta mis curvas y combina con las zapatillas bajas que llevo puestas en este instante. Mi cabello está atado en una media cola dejando que el resto caiga como cascada en mi espalda. Y para mi mayor martirio me maquillé sutilmente tratando de no traspasar lo natural de mi rostro.
Mi cambio es considerado una sorpresa en todos mis compañeros ya que no apartan su mirada de mi persona.
¡Oh Dios por favor, que la tierra me trague y me escupa en la Antártida!—ruego para mis adentros, a la vez que encuentro un lugar libre y dispongo a sentarme.
Jamás he sido del tipo de personas a las que les gusta llamar la atención.
Aveces me arreglaba para la escuela pero en ese entonces no me importaba, las miradas me daban igual porque la única que me interesaba era la de Alex.
Aliso mi cabello una vez más, y saco de mi bolso mi libreta para la primera clase. Mi atención siempre está en clase y si no; esta en Ariel.
Llego mucho después que yo, cuando entro siquiera me dirigió una mirada. El simplemente está ignorandome de la peor manera posible. La culpa se mezcla con la rabia cuando lo observo hablando con Lina Mails. Esa chica es todo lo que se puede referir a la palabra fácil y puta.
El que lo vea charlando con ella hiere mi orgullo, y lo que me enfada es que el sabe lo que causa en mi. Su mirada se conecta con la mía debes en cuando y la aparta para mirarla a ella.
Se que he caído bajo cuando me levanto y pido permiso para ir al baño. Cada segundo escuchándolos reírse atrás de mi, es una constante tortura. Mi sangre hierve cuando el le hablo al oído y me siento patética cuando le toma las manos y las aprieta con suavidad.
Mi corazón bombea fuerte en mi pecho y mi cabeza zumba dejándome en un ciclo de celos enfermizos. Trato de llegar rápidamente al baño pero una mano me lo impide. Es él.
—Elizabeth, ¿te sientes mal?—noto que ha dejado el tono cariñoso con el que me hablaba, su mirada es neutral y su mano se siente evasiva, como si no quisiera tocarme.
—Dejame en paz—digo soltandome de su agarre rápidamente; la rabia y esa sensación de traición no se van de mi interior y tengo que cerrar los ojos para no llorar de la rabia.
—¿Que te pasa?—cuestiona frunciendo el ceño, su voz es cada vez más áspera y se que esta molesto por mi actitud—Primero me evitabas, Elizabeth—comienza—luego tuviste el valor de enfrentarme—sus palabras son ciertas, pero mi orgullo se siente herido de alguna u otra manera— ¿sabes? Me ilusiones pensando que ahora podía intentar algo contigo, se te veía muy madura en clases; hasta fui a tu casa pensando que lo que pasó nos había unido un poco más, pero veo que me equivoque contigo. Eres muy inmadura; hoy te besé, y pensé que te había gustado cuando me besaste de nuevo en la acera de tu casa, pero todo fue un error.
Su miraba es dura y su voz culposa. Las lagrimas pican por salir pero no las dejo, Ariel tiene que entender que conmigo nunca va a ser fácil. Estoy herida y dañada; eso no se repara con un "te amo".
—Pero aún así, me gustas y te odio por gustarme tanto. Tu misterio me atrajo; pero lo que causó que te amara fue poder ver lo fuerte que eres—prosigue y mis lagrimas salen sin permiso, haciendo que llore frente a el; me libero de la máscara tasciturna que logre crear con el pasar del tiempo y me deshago frente a él.
Mis sollozos son callados por su pecho y su playera. Mis manos de adhieren a ella y pienso. Pienso en todo lo que me marcó, mi mente divaga entre recuerdos dolorosos y horribles hasta que llegan a aquel día. El día en el que se fue mi vida entera, ese día en el que se fue Alex.
La tristeza me consume como en antaño y trato de parar cuando siento como nos movemos de lugar. Mi cabeza está en su pecho sin despegarse ni un centímetro y me siento liberada de todo. Su pecho es suave y caliente. Sus brazos me rodean consolando mi corazón que yace destrozado en mil pedazos y apenas está empezando a unirse.
Me digo a mi misma que soy fuerte, que nadie podrá lastimarme de nuevo pero es mentira. La única que se hace daño soy yo. Permito que me lastimen porque soy ingenua y confío en las personas más de lo que debo.
Mi pecado fue amarlo, sin saber que él era un demonio.
Nota:
Por fin actualizo jaja.
Bueno, por acá les dejo los pensamientos y remordimientos de Elizabeth. Ella no es perfecta en ningún sentido. Ella comete errores y siente culpa por cometerlos.
Siento que Elizabeth va a molestar a algunos de ustedes y por eso aclaro que ella no es perfecta, y puede cometer errores.
Dejando eso de lado. Los dejo
Con amor.
Adri González.
Bye.
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