Capítulo 5
El chico del pasillo, está frente a mi. Tomando asiento en mi sala y colocándose mi hielo en su frente. Lo que hizo fue realmente estúpido. Pero me divirtió un poco y por eso no lo odio tanto.
—Muy bien—habla Monse cruzándose de brazos—Acabo de salir en pijama de mi casa para encontrarme a un extraño y a mi mejor amiga haciendo una escena digna de psicopatas— me mira con la ceja alzada y yo me encojo de hombros.
—El empezó—contraataco en mi defensa.
La mirada de Monse recae en el susodicho que está sentado enfrente mío sobándose la frente con una bolsa de verduras congeladas.
—¿Que tienes que decir en tu contra?—interroga usando una de las miradas aniquilantes que me lanza a mi cuando no quiero hacerle caso.
—Acepto que es mi culpa que tu mejor amiga este con esa bolsa de verduras sobre la frente, pero no te ha dicho que ella también me hizo lo mismo y me amenazó con hacerlo de nuevo—contraataca haciéndome rodar los ojos.
—Solo fue un pequeño susto—minimizo sus acusaciones mirándolo mal—Era por si un asesino de verdad estaba afuera de mi casa acechandome.
—Que bueno que al pobre no se le ocurrió venir a tu casa, hubiera terminado muerto el y de la manera más tonta—ironiza señalándose la frente.
Trato de decirle algo más pero la voz de Monse interrumpe mi momento.
—Enserio me tienen harta con sus acusaciones, en primer lugar....
>>¿En que estabas pensando al hacer eso?— pregunta dirigiéndose a el.
El simplemente se encoje de hombros y dice— Pensé que era buena idea vengarme por dejarme plantado en el pasillo después de todo lo que me hizo sentir...
Mi pulso se acelera con solo recordar lo que pasó. Y siento su mirada en mi, pero me niego a verlo, me da vergüenza mirarlo de frente después de recordar lo del pasillo.
—Eli—se acerca Monse a mi oido—te sonrojaste—susurra haciendo que me de el doble de pena.
Giro la cabeza hacia un lado queriendo que la tierra me trague en este mismo instante.
Un sonido ronco proveniente de su garganta me distrae y lo veo, acaba de reírse. ¿Pero de quién? ¿De mi? Lo dudo...
Me doy cuenta cuando me observa y pone su mano en mi mejilla, se estaba riendo de mi y mi sonrojo.
—Estas como un tomate Elizabeth—habla aún con su mano en mi mejilla, la que es rápidamente golpeada por Monse haciendo que el se queje.
Mi risa no tarda en aparecer recordando que ella es sumamente celosa en todo el sentido de la palabra.
—¿Que te pasa?—se queja el susodicho sobándose la mano, Monse solo lo mira mal y me abraza de lado.
—Mia—es lo único que dice y yo no aguanto la risa al ver la cara de disgusto que pone el.
—Dejala ser toxica—lo tranquilizo—Es su manera de proclamar territorio a lo bestia.
Hablo y no tardo en sentir el golpe de Monse que me observa indignada por llamarla bestia, pero es la mejor manera de describirla.
—Siento decirte bestia pero lamentablemente lo eres Montserrat—me disculpo a medias.
No tardo en oír la carcajada de mi acompañante seguido por un "auch" de su parte provocado por el golpe de Monse, parece que se llevan bien y siquiera a transcurrido una hora desde que se vieron por primera vez.
Las dudas me avasallan y no puedo no preguntar por su nombre. Eso me estaba carcomiendo desde que pasó lo del pasillo.
—¿Como te llamas?—pregunto y Monse lo observa con total curiosidad al igual que yo.
El sujeto al parecer se siente incómodo y no encuentro la razón.¿Que tiene de malo su nombre? ¿Tan malo es?.
—Mejor me voy—responde a cambio y me levanto para impedirlo.
—Ooooh no—le suelto— tu no vas a ningún lado. Primero me dices tu nombre, se supone que te gusto, pero ni aún así eres sincero conmigo..
Monse me observa con orgullo por sacar mi as bajo la manga, la manipulación nunca falla.
—Es que... es un poco unisex—responde mirando hacia un lado, señal de que no quiere ver mi reacción cuando lo diga.
—¿Que? ¿Acaso es un nombre de niña? Porque si es así no te preocupes no te juzgaremos—exclamó con la curiosidad fluyendo por mis venas.
Mi mirada ansiosa le saca una sonrisa timida y la resignación se nota cuando me mira.
—Bien, pero no te burlas ¿ok?—asiento mirándolo con ansias—mi nombre es Ariel McAllen.
Su nombre no me sorprende en absoluto, la verdad esperé otro más atrevido como Silvano o que se yo...
Lo que si me sorprende es su apellido. Su familia tiene dinero y son famosos por mandar a sus hijos a la guerra, para dar la vida por su nación o eso dicen ellos.
Jamás pensé tener a un McAllen frente a mi. Ellos son personas distinguidas en la alta sociedad.
O eso he escuchado las pocas veces que he salido a la calle.
—Es lindo—suelto rompiendo el hielo y ganandome una sonrisa de parte del chico que tengo enfrente—No es tan común y eso lo hace único.
Termino mis halagos hacia el y observo como Monse lucha por no soltar un suspiro de alivio al escucharme decir eso.
—Menos mal—habla con alivio puro en su rostro—pensé que dirían que es un nombre de niña ya que una princesa se llama así.
Dice y no puedo evitar imaginarme a Ariel como un sireno pelirrojo, un sexi sireno pelirrojo.
Me sonrojo al instante y una risita nerviosa deja mis labios, lo que causa que me mire con sospecha.
—¿Que estabas pensando?—pregunta con una sonrisa plasmada en el rostro y yo solo puedo imaginarme una historia de amor en el fondo del mar.
Volteo hacia mi mejor amiga por ayuda y ella me mira con picardía para decir.
—Bueno chicos, es algo tarde así que pueden seguir flirteando mañana en el instituto— eso es suficiente para que Ariel el sexi sireno se mueva de su lugar y tome camino hasta la puerta de mi casa.
Lo sigo hasta la puerta y me preparo para un silencio incómodo, pero me sorprendo cuando el habla y rompe todo silencio incómodo que pudo haber entre nosotros.
—Esto fue.... algo muy loco, pero me alegro de haberlo hecho. Cualquier cosa es buena si con eso puedo verte de nuevo—sus palabras solo hacen que mi cara se ponga más roja de lo que ya esta y eso me asusta más de lo que puedo imaginar, pero solo sonrío en respuesta recordando lo divertido que fue ver su mirada de terror cuando me comporte como una completa psicópata.
—Estoy de acuerdo con que fue loco, nunca pensé en darle una pedrada a alguien—digo y suelto una carcajada—pero por lo menos conseguí tu nombre, ya se como se llama mi acosador personal.
—Veo que me he ganado un título, por el momento eso es suficiente—sonríe dulcemente mientras mete sus manos en los bolsillos del pantalón y se va alejando con cada paso que da.
Sonrío en respuesta observando y guardando cada detalle de el en mi memoria. Sus pasos torpes, la dulce sonrisa que me regala en este momento mientras se aleja, sus ojos observándose como si fuera la mejor cosa del mundo y por último sus labios rosados que me hacen querer besarlo con urgencia.
No entro a mi casa hasta que veo como se pierde en la oscuridad de la calle. Tal vez el sea la persona que me haga olvidar todo mi sufrimiento, solo tal vez el sea el elegido para hacerme feliz por el resto de mi vida.
Notita:
Este capítulo es hecho con mucho amor de mi para ustedes.
Se les quiere con todo el kokoro ❤ hasta la próxima actualización.
No olviden dejar su votito, eso me ayuda mucho para seguir escribiendo.
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