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8 "Un psicópata y una fiesta"

Ya es la noche del lunes. He evitado a toda costa a Mateo, incluso a Kei y Boris. Pero Kei sabe lo que me pasa, siempre sabe. Aunque lo he estado observando. Se juntó en los recesos con el psicópata, comieron juntos en la cafetería. Yo veía a Mateo, con esa cara de niño sorprendido, escuchando todo lo que Marco le decía.

...

Martes. Y fue lo mismo, pensé que este día sería diferente, pero fue exactamente lo mismo. Lo evité, enfocándome en otras cosas. Aún quiero despejar mi mente, sacar los pensamientos fuera de lugar y sin ningún sentido. A la primera hora me darían los resultados de el examen. Eso me mantenía un poco desconcentrado de lo otro al menos. Tuve un 8,9

Está muy bien... Sonreí, pensando en lo buen tutor que es Mateo.

Sacudí mi cabeza para quitar el pensamiento de Mateo. Si soy honesto... me siento mal. Ya que realmente pensaba que hoy me buscaría, es martes y vendríamos a mi casa, pero no lo hizo.

Quiero odiarlo. Realmente quiero odiar a Mateo, pero no puedo, no tengo razones para hacerlo. Estoy confundido y perdido. Odio esta sensación.

...

Miércoles. Lo mismo. Lo evito. Ni siquiera he ido a mi casillero estos días. Hoy lo he hecho tan bien que ni siquiera lo he visto.

Llegué a tutorías, temprano. Hay muy pocos chicos. Puse mi registro, y lo primero que me dijo el coordinador fue que me cambiara la cara de culo. Sí, es un hombre muy confianzudo a veces.

No quiero pero anhelo escuchar su voz. También que me dirija la mirada... No ando para hacer bromas tampoco. Rabia, eso tengo, me consume entero y no me gusta.

Lo vi, está escribiendo algo muy concentrado en un netbook.

Narra Mateo:

No vino casi nadie hoy, estoy muy aburrido haciendo un trabajo.

Sentí una sombra taparme entero y supe que alguien había llegado. Puse un punto final y rapidamente levanté mi vista.
Fue como si me volviera el alma al cuerpo...

—¡Alexis! —dije casi impulsivamente. Este me miró y sonrió de lado cuando sentó. Lo veo triste. Siento que ha pasado una eternidad. No le veía desde... ¡Ni siquiera me acuerdo!

—¿Oye te enfermaste? —le pregunté. Sintiendo como estoy... demasiado emocionado...

Ay... ¿Qué... qué este calor en mis mejillas? Es solo... Es...

Solté una risilla y bajé mi vista.

—No —dijo seco, mientras busca algo en su mochila... ¿Y eso?, ¿qué le pasa?

—Hey... ¿Está todo bien?

—Sí, ¿por qué? —dijo de nuevo muy serio, como el primer día que tuvimos tutorías. Se ve... no sé si enojado, o quizá está cansado. Esto es raro.

—Es que no te he visto desde... el jueves, creí que te había pasado algo —dije, él negó mirándome serio. Intentaré estar normal... Pero estoy tan intrigado, ¿qué le pasara? Él no es así.

—Hoy día quiero ver matemáticas —dijo serio, como si nunca hubiéramos hablado. Me siento extraño, ¿acaso está enojado conmigo? Pero... ¿le hice algo?

—Alexis, para —dije riéndome y negando con la cabeza. Quiero creer que me está molestando...

—Mateo me duele la cabeza, ¿entiendes eso? —dijo levantando su voz, me estremecí. Fruncí el ceño muy confundido. Y tragué saliva sintiendo calor.

¿Por qué me habla así?...

—Alexis, ¿de verdad estás bien? —dije, estoy preocupado. Parece otra persona.

Parece aquella persona que aparenta ser.

—Sí, estoy bien —respondió frío. Me lanzó una mirada despectiva. Fruncí el ceño. En definitiva algo tiene.

Solo lo dejaré tranquilo...

Trabajamos en lo que respecta a tutorías bien, pero Alexis no dejó de estar extraño. Me acostumbré a que después de un rato me empiece a molestar, se desconcentre o siempre esté hablando mientras hace sus ejercicios, pero ahora no. Se la pasó muy callado.

Y me seguía y me seguía rondando ese pensamiento en la cabeza... ¿Acaso le hice algo?

Lo debe tener muy frustrado el tema de correr. Tal vez no está teniendo los resultados que quiere.

No se rio en ningún momento, o hizo comentarios. Las tutorías se acabaron y la jornada también. Mañana será el último día, pues el viernes es feriado. Al despedirme Alexis no me miró, levantó la cabeza sin despegar la vista de su celular y pegó un asentamiento.

...

Es jueves y mis esperanzas se empiezan a desvanecer, y empiezo a preocuparme cada vez más. Buscaré a Keila, esto no se va a quedar así.

Al final, solo decidí dejar a Alexis en paz... Pero es que me importa, realmente yo quiero ser su amigo.

¿De qué hablo? ¡Nosotros somos amigos! Estoy angustiado... No le creo su dolor de cabeza... Algo tiene. Me desespera.

Narra Alexis:

Viernes. Me siento mucho mejor, me siento normal. Después de pensar mucho decidí mandar todo a la mierda. Estoy contento, muy contento. Ahora me siento un tonto por ser posesivo con ese pendejo que conozco a menos de un mes, que no me ha hecho nada.

Estoy emocionado. Rodrigo hará una fiesta y mi madre me ha dejado ir. Hace rato no voy a una o hago algo loco, aunque sé que probablemente esta no sea la ocasión. Me rocié mi colonia que tiene ese olor suave, pero que a la vez es embriagador. Me puse mi chaqueta de cuero y me sequé el cabello con el secador, quedando este con mucho volumen. Me veo bien. Me veo muy bien.

—Mira lo que te pierdes pendejo —susurré a mi reflejo. Sonreí...

Espera... ¡¿Qué mierda acabo de decir?!

Boris me pasó a buscar, luego nos juntamos con Kei. Solo estoy tomando coca muy helada, como me gusta. La música está muy buena. El ambiente es grato, cada grupito y mucha buena onda..., pero siento un vació...  Me gustaría que estuviera aquí... Mierda Alexis, deja de pensar en Mateo.

Narra Mateo:

Estoy haciendo una tarea que es como para dos semanas más. Estoy demasiado aburrido.

Me llegó un mensaje de Keila, es ya el mensaje número diez, insistiéndome en que vaya a una fiesta, que están los chicos y eso. Pero siento que Alexis no me quiere ver y podría generarse otra situación incómoda como la del otro día. Vi la notificación y leí un mensaje número once.

Mateooo

Deja tus oraciones y ven a divertirte

Sonreí apenado... y marqué a mi madre

—¿Hijo mío? —dijo desde la línea.

—Mamá.

—Dime mi amor, ¿cómo estás?

—Estoy bien mamá. Oye, ¿puedo ir a una fiesta?

—Claro mi amor —dijo, y yo me paralicé un poco.

—¿Enserio? —salió de mi boca.

—Sí, claro, nunca sales mi vida —me dijo—. Prométeme que te cuidarás. ¿En las fiestas se bebe? Bueno... no bebas mucho mi amor, evítalo si puedes. Compórtate, te amo.

—Yo también —dije y me colgó.

Amo a mi mamá, es lo único que tengo en la vida. Cuando mi abuela nos obligaba a ir a la iglesia nunca nos llevamos bien con las personas. Siempre decían que me tenía muy mimado, que no era manera de criar a un niño, pero a ella no le importaba. Esas señoras fanáticas se pasan a veces, algunas no son nada cariñosas con sus hijos. Mi mamá es todo lo contrario. Por eso somos tan felices los dos. Menos mal dejamos de ir a ese lugar, aunque yo nunca deje de ir a la capilla del centro, ese sí es un lugar hermoso.

Me arreglé, mi pelo hoy día está extraño, pero se ve bien. Estuve a punto de escribirle a Kei pero Volví a pensar en Alexis...

Y si solo llego a molestar...

No. Iré, por mis amigos, Keila y Boris... Pero Alexis... Ay, ¿qué fue lo que le hice?

Ya. Voy a ir y punto. Alexis es un pesado.

Me dieron permiso, dame la dirección

Le escribí a Keila, y a los pocos segundos me llegó un audio de ella.

—¡Mateo! —fue lo primero que escuché, no se entiende muy bien, hay mucho ruido de fondo—, es en la calle Mustapha, en la casa de un chico que se llama Rodrigo, ¿te acuerdas de Rodrigo? Es en la casa seiscientos veintidós. Boris va a estar afuera esperándote, ¿ya? —dijo. Su voz se nota un poco rara, no está borracha, pero se oye un poco mareada. Le respondí y seguido bloqueé mi celular.

Yap

Me puse mi camisa favorita, que es una celeste de cuadros pequeños, y la saqué hacia afuera. Tomé mi celular y las llaves de mi casa.Antes  de salir toqué el Cristo en mi puerta. 

Narra Alexis:

Estamos riéndonos mucho con Kei y Rodrigo, el de la casa, todos nos cagamos de la risa al verlo, está sin polera con un delantal de cocina atendiendo una especie de barra donde hay mucho alcohol.

—¡Qué sano estás tú! —exclamó molestándome. Yo solo lo ignoré, no sé qué tienen con querer que beba.

De repente vi a Boris llegar con Mateo... Y algo en mi pecho comenzó a martillear fuertemente.

Kei gritó y se abalanzó a él. Ahg... ¿Cómo pude a ver querido alejarme de él? Últimamente hago todo mal.

Maldito. Soy un maldito.

Es... extraño, pero bueno. Es como si nada hubiera pasado, todo es risas, aunque yo he estado algo reprimido y callado, simplemente no puedo mirarlo sin sentir culpa. El otro día lo había tratado como la mierda. Él no parece resentido, esta normal, de hecho esta muy alegre.

Me dejé llevar por esos celos ácidos... Fui malo.

—Kei, Kei... —le dijo Boris a Kei—, que sea la última —le dijo quitándole su trago.

—Déjame... Tú y Alexis son unos aburridos —le dijo Kei—. Mateo, ¿tú que dices? ¿La última? ¡O la segunda ronda!

—Yo... Creo que ya está bueno... Keila... —dijo Mateo e hizo una mueca , no sabe que decir. Me reí fuerte.

Kei lanzó un chillido y exclamó—: ¡¿Por qué eres tan tierno?! —abrazándolo.

Se tropezó y derramó su bebida en la camisa de Mateo, quien abrió los brazos sorprendido mirándose el torso.

—Ay... Perdón —dijo Kei, él solo se rió, la abrazó y miró a Boris, que ya se está poniendo más serio.

No tenemos problema en que Kei se ponga así. Mientras esté con nosotros obviamente. Es fácil que le puedan hacer algo otras personas.

Mateo me miró, y sonrió un poco apenado, está todo empapado.

—Oye —le dije al oído por el ruido—, yo te paso un polo, ven.

Mateo asintió.

Subimos las escaleras y fuimos entramos a la oscura pieza de Rodrigo, donde están las cosas de muchos. Sentí inmediatamente el cambio, ya no hay ruido. Saqué mi polo de la mochila y se lo pasé. Se empezó a desabrochar la camisa, y yo miré hacia el patio, pero la impulsividad me llevó a observarlo por el reflejo del espejo.

Es... normal, se marcan muy ligeramente sus músculos, solo es... solo es él. Se puso el polo azul que le pasé. Le queda muy grande, cosa que me hizo reir. Después entramos al baño de la habitación, y vimos a una parejita besándose.

El beso más pasional que he visto en mi vida.

—Con permiso —dije. Giraron rápido y se sorprendieron.

Miré a Mateo y sonreí al verlo absolutamente sonrojó, haciéndose a un lado para que pasaran.

Lo miré, ese color le acentúa muy bien con su tez morena. Empezó a mojar su camisa, restregando donde tiene la mancha de cerveza. Me siento bien.

—¿No tienes frío? —le pregunté apoyando mi cabeza en la pared, cruzándome de brazos.

—No, estoy bien, gracias —dijo sonriéndome.

Se ve jodidamente lindo cuando sonríe.

Lo miré, ese cuello esta todo disparejo. Me acerqué a él. Me miró un tanto nervioso y retrocedió hasta chocar contra la pared.

—Abróchate —dije, me acerqué más a él y le acomodé el cuello.

—Ah... —dijo riéndose, sonreí de lado. Ese olor que emana es delicioso. No me canso de sentirlo—. ¿Peinado Elvis? —preguntó burlón, desordenándome el cabello. Se rio y me miró.

Mi secado perfecto se fue a la mierda.

—Me demoré como una hora, pendejo —me quejé serio, pero igualmente sonreí.

—No llores, estaba así... y aquí así —dijo volviendo a pasar sus dedos por mi cabello, ahora peinándome. Se puso un poco de puntillas con un pie encima del mío, pisándome. No me dolió, pero si desesperó. Quedamos mucho más cerca—. Listo, quedó incluso mejor... Y no te vengas con el derecho de enojarte, no creas que he perdonado tu trato estos días —dijo mirándome, achicó los ojos y sonrió frunciendo los labios. Yo abrí la boca un poco en shock.

Mierda... Quiero y sé que debo alejarme, pero a la vez es lo que menos deseo.

Repentinamente, Mateo se sobresaltó y cerró la llave, que había quedado abierta. Se rio y estrujó su camisa para luego colgarla en el palo de la ducha.

Volvimos con los chicos, Kei ya está más calmada. Seguimos riendo, conversando. Mientras suena una canción muy buena y relajada.

De repente vimos que llegaron Isaac y Max

Mateo rápidamente se sentó a mi lado derecho. Kei rodó los ojos, suspiró y yo le sonreí a Mateo. Mientras esos dos no se acerquen está todo bien.

Noté como Mateo mientras conversabamos miraba cada ratos hacia todos lados. Suspiré y hablé:

—No he visto a tu amigo... Por si lo estás buscando —dije bajando la cabeza un poco decaído al final. Él me miró sorprendido y yo sonreí de lado.

—Sí... Creo que no vendrá —dijo Mateo e hizo una mueca—. Se llama Marco —dijo y sonrió y suspirando.

Sí. He concluido en que son sus amistades, y que no puedo interferir en eso. Pero si me entero que ese tipo le hizo algo no respondo. Actuo.

—¿Tú no tomas nada? —le preguntó Rodrigo a Mateo.

—Por ahora estoy bien, gracias —respondió él, tan correcto como siempre.

—¿Seguro? —insistió Rodrigo.

—Mmm —vaciló Mateo pensante—. ¿Tendrás algún vino? —preguntó, y junto a Boris no pude evitar reírme, tiene a Kei abrazada desde atrás, él está sentado.

—Por supuesto —dijo Rodrigo simpático—. Alexis, bebe algo hombre.

—Está bien, dame lo mismo —dije rindiéndome.

Meh, el vino no está nada mal.

—¿Y tú Boris? ¡Vamos Boris! Es gratis —dijo Rodrigo jugando con sus cejas.

—No, él aquí es el responsable —rio Kei.

—No amigo, debo conducir —dijo Boris.

—Aaaw —dijo Rodrigo enternecido y nos reímos.

Me quedé viendo a Mateo. Realmente me atrapa. Como cuando una persona drogada te atrapa. Aunque en este caso yo soy el drogado. Creo que ya me sé su anatomía completa. Bueno, completa no..., pero lo desearían profundamente.

—¿Qué? —preguntó un poco preocupado.

—¿Qué de qué?

Rodó los ojos y tomó otro sorbo de vino—. Es raro verte sin tus camisas tan formales —dije tirándole el cuello del polo, él se puso en modo indiferencia.

—¡Chicos! —dijo Kei de repente, la miramos—. ¡Juguemos yo nunca, nunca! —propuso emocionada. Todos dijimos que sí, Mateo solo sonrió y nos siguió.

—¡Yo igual quiero! —exclamó Rodrigo saliendo de la barra.

Fuimos al patio, y nos sentamos en el pasto. Hay fumadores, chicos en la piscina, cervezas y marihuana. Lo normal. Realmente a sido la fiesta más tranquila a la que he venido. Mateo se negó rotundamente a hacerlo con whisky, así que Rodrigo le terminó pasando la botella de vino completa.

Ya con los shots listos comenzamos.

—Yo empiezo —dijo Kei emocionada—. ¡Yo nunca, nunca he sido infiel!

Nadie tomó nada, nos reímos.

—Somos ángeles —dijo Kei.

—Yo —dijo Boris—. Yo nunca, nunca le he mentido a mis padres —dijo. Todos tomamos menos Mateo, nos miramos entre todos.

—Te creo —le dije abriendo los ojos ampliamente y reímos.

—Yo me sé una —dije—. Yo nunca, nunca he pasado más de tres días sin ducharme —dije. Y todos tomamos, luego nos reímos.

—Ay, yo he pasado una semana —dijo Kei. Nos miramos y solo nos reímos.

—Lo recuerdo... —la molestó Boris. Ella le pegó suavemente en la cabeza.

—Mateo, te toca —le dije.

—Mmm —dijo mirando hacia arriba.

—Yo nunca, nunca he robado —dijo. Todos tomaron excepto yo, Kei me miró entrecerrando los ojos, como dudando.

—Ah, soy un ángel —dije bromeando. Mateo se ríe muy raro, es como entre suspiros y a la vez como si agonizara.

—¡Yo tengo una! —exclamó Kei—. Yo nunca, nunca he tenido una experiencia con alguien de mi mismo sexo.

Ella fue la primera en beber, Boris la miró extrañado, y Keila le susurró algo al oído que hizo reír y mirarla desconcertado. Kei me miró.

—Alexis... —dijo riéndose apuntándome con el dedo, sé perfectamente a lo que se refiere. Tomé un shot y me lo tomé muy rápido, tosí un poco. Y me reí. Mateo me miró, frunció sus cejas intrigado.

Luego le dio un tiritón en el cuerpo y el friolento se sobó los brazos, .

—¡No! ¡Pastelitos! —dijo Kei emocionada. tapándose la cara. Me carcajeé fuerte.

Owen...

—Pastelito de limón —dije jugando con Kei, se me vinieron recuerdos, muchos recuerdos.

—¿De qué están hablando? —preguntó Rodrigo sin entender nada. Me mordí el labio y negué con mi cabeza, bajé mi vista.

Que nostalgia.

—Yo, yo, yo chicos —dijo Rodrigo. Volví a ver a Mateo, quien mira hacia abajo pensante, luego levantó la cabeza y puso esa cara pendeja de siempre.

—Yo nunca, nunca he vuelto con mi ex —dijo Rodrigo. Los únicos que tomaron fueron él y Boris.

Así estuvimos un rato. Luego nos desviamos y empezamos a hablar boberías. Terminamos contando la historia de Boris. En un momento Mateo había bebido y escupió todo, y Kei con su risa "tan delicada" nos contagió a todos. Luego Kei y Boris se fueron a bailar y a hacer cosas de novios. Nos quedamos Rodrigo, Mateo y yo.

Rodrigo sacó unos cigarros.

—¿Alexis? —dijo estirándome uno.

—No gracias. Mari... ¡epa! ¿Mejor? —le dije y nos reímos. Me dió un cigarrillo y lo prendí. Hace mucho no fumo nada. Mucho menos marihuana.

—¿Mmm? —le ofreció Rodrigo a Mateo mientras tenía uno entre los dientes. Lo miramos y yo sonreí.

—No, gracias —dijo él tímidamente.

Luego Rodrigo se puso un poco loco. Se tiró a la piscina, y empezaron muchos a tirarse a la piscina.

Estamos solos. Mateo se echó hacia atrás, recostándose en el pasto. Hice lo mismo, y miré las estrellas, se ven muchas. Hace tiempo que no veía las estrellas, en esta ciudad siempre está muy nublado.

—¿Ya estamos borrachos? —preguntó Mateo. Sentí pesadez en mis párpados y sonreí.

—Creo que sí —dije. Volví a ver las estrellas. Me tomé varios shots ahora que lo pienso...

Mateo me regañó y dió una charla de por qué no debiera fumar. Yo le escuché atento pero no pude prestarle mayor atención. Aún así le expliqué que hace mucho no lo hacía. Que se quedara tranquilo porque era todo menos algo habitual.

—Está bien —balbuceó y seguido suspiró.

Conversamos mucho. Yo le conté acerca de lo mucho que amo correr. Él me habló sobre su creencia. Me contó cómo es de importante para él, también me explicó las cosas en las que no está de acuerdo y que para nada apoya. Como no le gusta nada la iglesia ni las cosas que ha hecho, que él solo se guía por Dios y bla, bla, bla... Que a veces siente y lo describe como algo propio. Como se ha sentido en ocasiones donde lo han descalificado e insultado solo por decir que cree en Dios. Es admirable escucharlo. No es de esos fanáticos que les gusta imponer ideas a los demás. Me habló mucho de respetar. Me dió la impresión de que es tan correcto por miedo a que le fuera decir algo. Suena muy maduro, pero a la vez es como un niño, habla de un mundo mejor, que él es muy feliz y de sus oraciones.

Debatimos. Yo defendiendo la idea de por qué la Coca-Cola no es lo mismo que la Pepsi. Y él contándome una extraña teoría de que ambas están hechas con ratones.

Luego simplemente nos quedamos callados, viendo el cielo.

En un momento giré mi cabeza para verlo, esta con los ojos cerrados y desprende un aura de paz muy grande.

Es hermoso.

(Narrador:)

Dos chicos recostados en el pasto húmedo, ruido de fondo y un brisa helada. Dos chicos encontrándose fuera de sí. Solo quedó esa parte de ellos, esa alma, ese cuerpo sensible, afectado y atontado por el alcohol y la marihuana, que por cuestiones de la vida Mateo terminó probando de una manera bastante peculiar.

—Mmm... no lo sé —balbuceó Mateo, hizo una mueca y Alexis aceptó que simplemente no quería y que no lo insistiría más de una vez, pero la curiosidad mató al gato y Mateo dijo tímidamente—: ¿Juras que no me pasará algo... malo?

—¿Qué malo te podría pasar? Tal vez ni te haga efecto... Te va a dar hambre... —dijo y sonrió Alexis dándole una calada al cigarrillo ya casi que pillizcándolo. Estaba apunto de apagarse

—Bien..., pero no quiero tocar esa cosa... Tal vez con que esta hecha —susurró Mateo y miró para todos lados. Se empezó a psicosear y en ese momento sintió que su madre, un policía, Dios y su padre desde el cielo lo estaban mirando y antes de decir "no", Alexis lo tomó de los cachetes suavemente, le dió otra calada al cigarrillo y Mateo, que se había quedado petrificado mirándolo con la boca abierta no se dió ni cuenta cuando Alexis exhaló un fino humillo dentro de la boca de Mateo... Ya solamente para que lo hiciera de una vez.

—Listo... ¿Quieres más? —susurró Alexis y aprovechó de sentir esa dulce fragancia que emana de Mateo. 

Los efectos de la marihuana no surgieron mucho, pero los del alcohol se intensificaron. Fue visible ante el llanto de Mateo, producido por el arrepentimiento y la desesperación al recordar todas las veces en que le prometió a su madre que nunca consumiría drogas, y a los breves segundos después por la expresión indiferente del menor mirando muy concentradamente las manos de Alexis.

La fiesta seguía alrededor de estos dos. Ya algunos se iban yendo, otros acostando donde cayeran.

—Una tú, una yo —dijo Mateo a Alexis. Sentado en el pasto mirándolo. Pero Alexis no reaccionó. Estaba perdido mirando el cielo, con los ojos rojos—. Alexis... —le insistió el menor zamarreándole el brazo. Alexis se quedó pegado viéndolo. Mateo le pegó una cachetada y luego se rio desplomándose en el pasto nuevamente. Alexis ni se inmutó. Pero luego se rio atontado.

Luego fueron al auto de Boris. Como, es un misterio. Ambos comenzaron a tener ataques de risa por conversaciones sin ningún sentido.

Un momento Mateo se le quedó viendo a Alexis, y él igual lo miró. Mateo achicó los ojos.

—Eres gay —balbuceó el muchacho. Se rio y Alexis sonrió.

—No —dijo Alexis, mareado y ya distorsionando la realidad. Solo pudiendo ver a su acompañante—. Se le dice antrosexual —dijo Alexis abriendo sus ojos ampliamente. Mateo frunció el ceño—. Yo... puedo cambiar como si nada —dijo Alexis. Cada vez los dos se acercaban más y más—. Mañana me podría hasta llegar a enamorar de ti Mateo —susurró, y por más que Mateo estuviera borracho, se sonrojó. Para luego solo sonreír avergonzado, se quedó pegado en el rostro de Alexis nuevamente...

Y desfalleció en las piernas del mayor. Que igualmente se desplomó, quedando sentado.

Luego de una corta siesta Alexis despertó, aún fuera de sí, pero ya no tanto. Vió la cabecita de Mateo en sus piernas, su desabrigado cuerpo y actuó rápido. Lo tomó, se puso de costado y subió una pierna al asiento. Dejó caer la espalda de Mateo en su pecho y acomodó su mentón en el cabello de Mateo. Ambos flaquearon nuevamente. Mateo estaba demasiado débil para pedirle abrigo y Alexis demasiado adormilado como para notar los estremecimientos de Mateo.

Quien lo hubiera pensado, Alexis y Mateo. Agua y aceite. Un angelito y un diablito.

Amigos... Sí, buenos amigos.

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