Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

51 "Coca-Cola, pandas y Mateo"

Esto es una pequeña advertencia: Este capítulo tiene contenido homofóbico. Se que hay personas que son muy sensibles a estos temas, a mí misma me ha costado mucho escribir esto.

»──── « ✦ » ────«

Narra Mateo:

-Hola -escuche decir a Keila desde el otro lado de la línea.

-Ho-hola Keila, ¿cómo estás?

-Bien gracias, ¿tu estas bien? Te oyes raro -dijo ella. Tragué saliva nervioso. Me da mucha vergüenza estar a punto de hacer esto...

-Si, esta todo bien. Oye Keila...

-Dime Mateo.

-Tu... ¿Me podrías dar alguna idea de... -tome aíre y lo dije muy rápido- de que regalarle a Alexis? Por favor -sentí mucho calor en mi cuello.

-¡Claro! A ver... déjame pensar -dijo. Yo suspire. Keila es muy amable. Me da vergüenza que... bueno, en este punto... creo... que ella sabe que estoy con Alexis.

-Gra-gracias -dije nervioso.

-Mmm, a Alexis le gustan mucho los buzos, las gorras... Le gusta el plomo, le gusta el blanco... -dijo y rió. Sonreí débilmente. Lo conoce demasiado bien...

-Muchas gracias -dije y se volvió a reír.

-Perdón, es que no se me ocurre nada en este momento. Pero al menos sé que esas cosas le gustan -dijo amablemente. Como la risueña y siempre alegré chica que es.

-Si... Muchas gracias, enserio -dije.

-No hay de que bebé, descansa -dijo y yo sonreí. Keila solo le dice "bebé" a Angelita. Antes de responderle ella corto. Hice una mueca y suspiré.

Tal vez... ¿comida? Pero... eso sería raro. Chocolates es muy típico... Mmm... a Alexis le gustan los tabacos...

-Pero eso solo sería fomentar su vicio y dañarlo -susurre para mí mismo-. ¡Ahg! ¿Por qué es tan difícil? -dije ya rendido. Debo darle algo que... de verdad le guste, quiero sorprenderlo. Quiero que su rostro se ilumine y se ponga muy feliz...

Quiero que me elogie.

Seguí caminando de lado a lado por toda mi pieza. Hasta que... llegue a algo. Evalúe los costos... y me vi obligado a cometer una fechoría.

-Mmm, perdóneme don chancho -dije y solo lo hice. Lo rompí con el martillo. Mi alcancía de chanchito de greda. Dejando una sangrienta y valiosa escena. Conté el dinero. No me da. Hice una mueca y suspiré. Lentamente salí de la pieza y corrí escaleras abajo. Mi mama está en su celular, sentada en la mesita de la cocina. Trague saliva y me acerque, sentándome a su lado.

-Hola -le dije.

-Hola mi amor -dijo ella, sin despegar la pantalla de su celular.

-Uhm... esto... ¿me podrías prestar un poquito de plata? Por favor -pregunte y ella me miro. Asintió y sonrió ladeando su cabeza.

-¿Para qué?

-Es que... le quiero regalar algo a... un amigo -balbucee.

-Ah, por supuesto hijo -dijo y yo sonreí. Me acaricio la barbilla. La mire, volvió a ver su teléfono.

Yo... le cuento todo a mamá, y siento que... no puedo no decirle "eso" a ella...

-Mamá -dije bajito.

-¿Mmm? -dijo ella. Asintiendo.

-¿Te... puedo contar algo?

-Por supuesto mi vida -dijo y bloqueo su celular dejándolo en la mesa. Tomo mis manos y me miro. La verdad, prefería mil veces que este sin mirarme.

-Es que... -carraspee mi garganta- ... estoy... estoy saliendo con alguien -dije, sin poder mirarla, estoy viendo al mantel. Las peras verdes...

-¿Enserio? -dijo ella y sonrió, como si estuviera enternecida. Sentí calor en las mejillas. Mamá me trata como un niño. Yo asentí y la miré por un segundo.

-Sí -dije. No sé por qué, pero nos reímos.

-¿Y cómo es? Quiero saber todo -preguntó de nuevo, como emocionada.

-Bueno pues... es de la escuela, y... es un poco mayor -dije, sonreí y sentí más calor en mis mejillas. La mire.

-¿Cuánto más? -pregunto entrecerrando los ojos.

-Hoy cumplió dieciocho -dije un tanto temeroso a como fuese a reaccionar.

-Ah... ¿a ti te molesta? -pregunto.

-No, para nada -dije y sonreí-. ¿A ti?

-Si a ti no, a mí no -dijo amablemente-. ¿Cómo se llama? Dime que no tiene un nombre raro como esa niñita de la iglesia que te hacia ojitos -dijo y yo me reí. Realmente nunca tuve nada con esa niña, solo jugábamos y me dio mi primer beso, más bien me lo robó... Aparte yo le caía mal a su mamá.

Tragué saliva y bajé la vista. Está esperando mi respuesta...

-Se llama... -tragué saliva y tomé aire- ... es... es Alexis -dije y sentí como si mi rostro se derritiera.

-Ah... ¿Alexis...? ¿Ese Alexis? ¿El poste? -preguntó y se rió. Me acarició el cabello. Yo la miré sin entender nada... ni entender me a mí... ¿Por qué pensé que se enojaría...?

Ese miedo que sentía se fue, y de la nada. Sin previo aviso me abrazo. Fuerte. Yo escondí mi cabeza en su pecho y suspiré aliviado. Nos separamos y note... que esta emocionada.

-Y -dijo y tosió un poco-, ¿desde cuándo están juntos?

-Desde el lunes pasado... así, ¿oficialmente se dice? Ósea... realmente no se -dije e hice una mueca. Ella asintió.

-Así que Alexis -dijo y me miro sonriendo, levantando las cejas. Sentí calor en todo mi cuerpo. Supe que haría algo así. Mi mamá es bully en potencia.

-Sí... ¿me vas a prestar...?

-Alexis, Alexis, Alexis -dijo suspirando. Me puse serio y acomode mis lentes, ella se carcajeo-. Siempre lo supe. La forma en la que él te mira, la forma en la que él te trata -dijo y yo baje mi vista, con vergüenza.

-Sí... es... -balbucee nervioso. Tragué saliva y para liberar la tensión tomé un sorbo de su café. Está muy frío.

-Me alegro mucho por ti mi amor -dijo y yo sonreí. Me entregue a sus caricias en mi mentón y a sus tiernas cosquillas en mi cuello.

-Gracias -balbucee.

-Oye amor -dijo y yo la mire-. Iba a esperar un poco más... pero creo que ya es el momento de que te lo cuente -dijo y se rió. Yo fruncí el ceño-. Estoy, al igual que tú, en una relación.

-Oh -dije y sonreí. Sorprendí, mamá nunca ha tenido una pareja-. ¿Y quién es?

Ella suspiro y me miro.

-Es el doctor Alfredo amor.

Trague saliva, ella sonrió como temerosa y se mordió el labio, esperando mi reacción.

-Ah... el doctor... Alfredo -dije, inevitablemente con mucha vergüenza. Es decir...

¡Es que...! Ese hombre me toco... ahí... ¡AHÍ!

Basta. Estas siendo tonto Mateo. Trague saliva, me es imposible no estar nervioso, incomodo.

-¿Te molesta? -pregunto.

-No mamá... por supuesto que no. Me alegro mucho por ti -dije y sonreí.

-¿Si?

-Si, de verdad, es solo que... ya sabes, es un poco... raro -dije y nos reímos.

-No te sientas incomodo amor, ¿sí? -dijo y yo asentí-. Él nos invitó a cenar en su casa. Espera que vallamos, quiere presentarnos ante sus hijos -dijo y yo de nuevo sentí calor. Me prometí y jure, ¡y di por seguro que nunca volvería a ver a ese hombre! Pero comprendo... es decir, trabajan en el mismo lugar, son amigos y así. Las emociones... florecen...

Lo se por experiencia.

-Está bien -dije y sonreí. Probablemente sea muy incómodo, pero ver a mi mamá feliz es lo más importante para mí. Estar los dos... estables...

...

Martes, se terminó la jornada, pasé a mi casa a cambiarme de ropa y llegué al centro comercial. Compré en la primera tienda lo que estaba buscando. Busque la otra, me resultó muy fácil encontrarla, pensé que no lo lograría. Es como un bazar. Tiene de todo, absolutamente de todo. Cosas colgando del techo, una sección llena de dulces y juguetes, también cuenta como librería.

En fin, un bazar.

-¿Me lo podría dar en bolsita de regalo por favor? -pregunte al chico que me está atendiendo. Es la única persona que atiende y se acaba de ir una señora con su compra ya hecha.

-¿Para dama o varón? -preguntó el chico.

-Para varón -dije un tanto nervioso. La cajita tiene forma de corazón...

¡Ahg! ¡A nadie le interesa ni debería interesar Mateo! Tenlo por seguro.

El chico me sonrió. Yo trague saliva.

-¿Es para tu novio? -dijo... no se si divertido... o directamente burlón. Abrí mis ojos y sentí como mi cuerpo se tensó. Lo mire, está sonriendo amablemente. Inevitablemente me contagio su sonrisa y sentí calor en las mejillas.

Suspire.

-Se que le va a encantar -dijo el chico y sonrió ampliamente, un tanto perturbador, pero aun así seguí tranquilo...

No reaccione, baje la vista y fruncí los labios. Lo volví a mirar y sonreí. Pero el me miro... despectivamente. Como con desagrado.

-Tenga -dijo y me estiró la bolsa. Yo iba a tomarla, pero la soltó, cayendo esta al piso-. ¡Ups! Discúlpeme -dijo, de nuevo... ahora claramente en tono burlón. Sentí tanta vergüenza que solo atiné a sonreír nerviosa y falsamente. Salió detrás del mesón. Tragué el nudo en mi garganta. Debo mostrarme fuerte. Por más que cueste...

Debo aprender a no confiarme en las personas.

Me agaché para recoger la bolsa, volví a pararme. Espero los chocolates no se hayan estropea...

Mi corazón se paró por completo. Mi cuerpo se quemó por un segundo y pegue una queja de la impresión. Ese tipo me ha tomado de la cintura... y me ha agarrado el trasero...

-¡¿Que te pa...?! -grite y me zafe de su agarre.

No pude evitarlo, las lágrimas bañaron mi rostro.

-¿Por qué te quejas maricón? Esto te debe encantar -dijo antes de que pudiera terminar y yo solo atine a intentar golpearlo con todas mis fuerzas. Pero me agarró de la muñeca y detuvo. Las lágrimas no dejan de césar... Me volvió a tomar de la cintura y me empezó a arrastrar al mesón. Yo grité y me removí con todas mis fuerzas... sintiendo la impotencia, el terror en mi cuerpo...

-¡Suéltame maldito! -grite y le pegue un codazo en la cara, puesto que me tiene agarrado desde atrás. Forcejee y volví a gritar, rogando para que alguien desde afuera escuche... Tomó mi cadenita y yo me sentí más miedo aún.

Róbenme lo que quieran. Pero la cadenita de papá no... por favor...

-Mas encima eres religioso puto, ¿te violo un cura cuando eras niño verdad? Me das asco, ¿crees que coqueteándome te voy a dar chance puto? ¡Estoy a punto de vomitarte entero! -rugió.

Me escupió en la mejilla izquierda.

Giré mi cabeza a la derecha y apreté los ojos con fuerza, quejándome, chillando. Sintiéndome basura... me escupió por segunda vez y yo volví a quejarme... este tipo es demasiado fuerte...

Nunca he sentido tanto miedo en mi vida... jamás, ni siquiera aquella vez en los camerinos con Max... Lo único que ronda en mi cabeza... es un "me va a violar", "me va a golpear"... Y no hay nadie, absolutamente na...

-¡Suéltalo imbécil! ¡¿Que tienes en la cabeza?! ¡Es un niño hijo de puta! -gritó... Heiko... y lo golpeo en la cara. Separándolo de mi al instante, puesto que cayó al piso.

Yo di un suspiro de impresión y mi corazón se volvió a parar.

-¿Estas bien? -me preguntó girando. Abrió sus ojos con impresión y frunció el ceño.

-¡Váyanse de la tienda! ¡Ahora mismo o llamare a la policía! -gritó el vendedor parándose. Intimida de una manera que no puedo describir...

-¡Los únicos que llamaremos a la policía seremos nosotros, acosador de mierda! -dijo Heiko autoritario. Estoy temblando, detrás de él.

-¡Váyanse ahora! ¡Ahora! -gritó y Heiko se sobresaltó. Yo... yo apreté los ojos con fuerza.

Heiko está temblando.

-¡Te voy a denunciar hijo de puta, estoy hablando enserio! ¡Te voy a denunciar! -dijo Heiko. Saco su celular del bolsillo y le saco una foto. Me tomó del brazo y salimos corriendo de la tienda. Heiko no me soltó.

Mis ojos son dos riachuelos. Heiko me abraza con fuerza.

-Niño... ¿estás bien? -dijo e hizo que lo mirara, volvió a fruncir el ceño-. Maldita sea, ¿de dónde te conozco? -dijo, como quejándose.

-De la... -suspire- ... de la escuela.

-Si... ya recordé. ¿Seguro estas bien? -dijo, esta eufórico, yo asentí-. ¿Te hizo algo? -pregunto y yo negué.

-Yo... solo andaba comprando -dije y sollocé.

-Si, si yo igual, siempre compro en esa tienda y ese estúpido debe ser empleado nuevo. No te preocupes, lo vamos a denunciar -dijo. Intentando calmarme. Pero no puedo. En estas situaciones me es imposible...

Narra Alexis:

Tocaron el timbre, debe ser Heiko, Mateo o tal vez la invitada de Anaís. Me pare del sillón y fui a abrir la puerta.

-¿Isaac? -dije extrañado. Él se rió e igualmente frunció el ceño.

-Vives aquí... Joder, sí que es pequeño el mundo -dijo, bajé mi vista y vi a Ema, la niña que invitó Anaís, agarrada a la mano de Isaac.

-¡Ema! -chillo Anaís alegremente desde la sala y corrió a abrazar a aquella niña. Miramos esa tierna escena con Isaac y nos volvimos a reír.

-¿Que carajo? -dijo y nos reímos.

-No sé... Es mi sobrina -dije y sonreí. Me hice un lado para que pasara.

-Es... es... La prima de Anabelle, si... -balbuceó y sonrió, acariciándole el cabello a la niña. Pasamos a la sala y los chicos lo vieron.

-Hola Isaac -dijo Kei levantando por un segundo la vista de su celular. Al igual que la emo. Boris se paró y aquella niña llamada Ema choco con su pierna.

-Chu -dijo Boris a la pequeña y ella lo miró para arriba. Boris odia a los niños.

...

-A ver, déjame ver si entendí -dije a Ema, Emita... Como sea que se llame. Ella me miró atentamente. Isaac se fue, solo la había venido a dejar. Estamos todos sentados en el sillón viendo como las dos infantas juegan en la mesita de centro-. Vives con Isaac y con Anabelle, que es tu prima, en una pensión...

-Si -dijo ella.

-Y con... Mmm -dije, pero olvidé su nombre.

-Mikaela, la hermana menor de Anabelle -me respondió.

-Vale, Mikaela. Y con... Atom, que mide dos metros y es tu hermano mayor -dije e inevitablemente sonreí.

-Dos metros y siete centímetros -me corrigió.

-Vale -dije y yo asentí. Nos miramos con los chicos nuevamente. A Kei se le escapo una risita.

-Okey, creo todo, menos lo de que mide dos metros con siete centímetros -me susurró Boris y reímos. Nunca pensé que diría esto... Pero es verdad eso de que los niños son muy imaginativos.

Son como las siete ya, he llamado a Mateo hasta el cansancio, pero no responde, lo mismo con Heiko...

En ese momento tocaron el timbre.

-¡Ahí deben estar! -exclamo Kei alegremente. Me pare del sofá. Mi madre, que estaba en la cocina abrió la puerta de entrada.

-¡Hola! -dijo alegremente a Heiko. Vienen los dos... Heiko y Mateo. Fruncí el ceño, y sonreí ampliamente. Seguramente se encontraron en el camino.

-Hola -dije y fui a la puerta.

-Hola -dijo Heiko y pasaron. Heiko está... esta extraño...

-Hola Mateo -dije y él me sonrió. Se estaba acomodando los lentes. Me acerque... y él se abalanzó sobre mí, abrazándome con fuerza, rodeando sus brazos en mi torso y ocultando su cabecita en mi pecho. Sonreí e igual lo hice. Esto es algo raro, pero no me incomoda para nada...

Oí como sollozo. Fruncí el ceño rápidamente y me separé un poquito para poder mirarlo. Está llorando desconsoladamente.

-¿Qué pasa? -dije angustiado y sin entender nada. Mateo se volvió a aferrar a mí. Yo acaricie su cabello bruscamente. Sonara algo tonto...

Pero lo conozco. Cuando esta así triste, hay que tratarlo con la misma brusquedad que él lo hace. Si no, explota... y eso es horrible...

-¡¿Que paso?! -susurre desesperado a Heiko. El tragó saliva y miro a los chicos.

-¿Qué sucede? -pregunto Kei preocupada, la emo y Boris también llegaron a nuestro lado. Angelita le acaricio su brazo.

-Ven -me dijo Heiko haciendo una seña para que lo siguiera. Kei vio esto y rápidamente abrazó a Mateo, el igual, separándose de mí.

Fuimos a el pasillo que da a las escaleras. Esta muy nervioso. Llego mi madre a nuestro lado, igual de preocupada y extrañada que yo.

-¿Qué paso? -dije ya, desesperado.

-Un tipo lo agarro en una tienda y le empezó a decir cosas. Yo iba entrando, y lo vi gritando. Enfermo de mierda...

-¡¿Qué?! -dije y una tensión se libero por todo mi cuerpo, llevándome a tensar los puños y a apretar la mandíbula.

-Eso, estábamos en la tienda y un tipo le agarro el trasero y le empezó a gritar. Yo iba entrando a la tienda y lo vi gritando, después lo reconocí. ¡Lo iba a moler a golpes!

Termino de decir Heiko, enfurecido.

Corazón en la garganta. Manos en puños. Adrenalina y furia por mis venas. Nudo en mi estómago. Me cuesta describir lo que siento cuando se que le hacen daño a Mateo. No puedo describir el ímpetu que poseyó mi cuerpo y me llevo a golpear la puerta del baño, destrozándome los nudillos. Me lastimo, me decepciono de mí, me da rabia no poder controlarme. Un año de terapia completa para controlar mis ataques de ira fue en vano. Bueno... sirvieron un poco...

Pero simplemente no puedo dominarme con algo así. La ira me consume.

La única persona que puede controlar a la bestia que sale de mi es mi madre. La única que se atrevería a encerrarla en el baño de su pieza apagándole la luz.

La única que se atrevería a entrar y tomar mi mano.

-Perdón -dije en un hilo de voz y la abracé-. No quería... no quería asustar a nadie -dije, ella me tomo de la barbilla.

-Alexis, respira conmigo -dijo seriamente e inhalo. Yo la imite.

Si... eso que hago para calmar a Mateo, me lo enseño ella.

-Y bota -dijo exhalando, igualmente la imite.

Poco a poco mis latidos dejaron de sonar como un zumbido. Y ya de un segundo a otro volvieron a la normalidad.

Narra Mateo:

Estoy mucho mas calmado. Pero ahora horriblemente preocupado por Alexis. Deje de llorar, los chicos están conversando, jugando con las niñas en la sala. Yo miro a esa niña... Ema... y se que la he visto en alguna parte...

Aquí es donde logro notar. En lo bien que conocen a Alexis. Su familia, Boris y Keila. Me dijeron que hay que dejarlo solo. Solo y a oscuras. No hablarle. Yo intento comprender esto... aceptarlo... pero no puedo. ¡No puedo! Keila dice que se le pasa... Pero no puedo. Me asesina por dentro. Me lastima el alma. Lo inhumano que se oye.

Mi pierna inquieta ha vuelto...

-Alexis -escuche decir a Anaís y gire para verla. Estoy en la cocina tomando un té. Termine con los ojos hinchados de tanto llorar. Alexis tomo a Anaís en sus brazos y le planto un beso en su frente. Paso por la sala y sonrió a los chicos. Se nota muy decaído... demasiado...

Llego a mi lado y me miro. Dejo sentada a Anaís en la mesita y ella lo abrazo nuevamente. Alexis ama a su sobrina. Recuerdo una vez en la que claramente dijo que la considera como su hermana. Puesto que Martina la tuvo muy joven. A los dieciocho.

-¿Quieren comer pastel? -pregunto la mamá de Alexis. La miramos. El asintió.

-¡Yo también quiero! -exclamo la pequeña.

-Ya te has comido cinco pedazos Anaís -dijo la mamá de Alexis y nosotros reímos.

-¿Tu quieres Mateo? -me pregunto.

-Ya, gracias -dije y sonreí sin mostrar los dientes.

No me deja de sorprender como es que saben controlar tanto la situación. Como saben contenerlo y tratar a Alexis... Todo es risas, todo es platica. En este preciso instante Alexis tiene esa misma sonrisa que puso cuando llegue. No se si yo soy muy exagerado, si dramatizo todo... pero como digo, no me deja de sorprender...

-Mateo -lo escuche susurrarme desde atrás, me sobresalte y gire rápido-, ven.

Me llevo a su pieza, nadie se dio cuenta, yo pensé rápido y tomé mi mochila. Para darle su regalo.

Di un respingo de impresión. Alexis me puso contra la pared bruscamente.

-¿Estas bien? Dime por favor si te hizo algo -dijo desesperado. Susurrando.

-Estoy bien... estoy muy bien. ¿Tu estas bien? -dije y toqué su mejilla. El asintió. En un abrir y cerrar de ojos me abrazo, fuertemente. Cuando se agacha a mi altura, rodea mi cintura con sus brazos y vuelve a su estado normal, levantándome ligeramente del suelo, dejándome en puntillas. Mi metro con setenta y pico queda corto.

-Alexis... no me aprietes tan fuerte -me quejé y tuve que hacer mi rostro a un lado para poder tomar aire.

-Debes llamarme Mateo, llamarme inmediatamente -dijo, un poco enojado.

-Mi teléfono había muerto y a Heiko se le había quedado -dijo y el asintió. Me miro, de esa manera seria.

-Ahora cuéntame que paso -dijo. Pero... no quiero enojarlo de nuevo... ni que se ponga mal. Lo mire para negarme a su orden. Pero esos ojos amarillos expectantes me hicieron sentir un calosfrió por mi columna. Tosí y baje la vista.

-Es que... había ido a esa tienda para comprar algo... y el tipo primero fue muy, muy amable. Y... de repente se puso extraño. Yo en un momento me agache para tomar la bolsita, que sé que la había botado apropósito y me agarro. Yo traté de... -dije y sentí mucha vergüenza- ...de golpearlo, pero no pude.

-¿Qué mas te hizo? -pregunto. Si le digo que me escupió y dijo un montón de barbaridades... se va a poner mal...

-Nada más -mentí, y miré mis zapatillas.

Narra Alexis:

-No sabes mentir -dije y lo tomé de la barbilla.

-Te lo juro -dijo, sin sacar la vista del suelo.

Sonreí y me miró. Siempre, siempre se pone, aunque sea un poquito, nervioso.

-Hey... esto... perdón -dijo y yo fruncí el ceño.

-¿Por qué?

-Ya sabes... que ayer no te dije nada ni di nada... Yo... no sabia Alexis -balbuceo, puso una mano en mi pecho y con la cabeza gacha suspiro.

-No te preocupes Mateo... nunca preguntaste -dije y solté una pequeña risilla. Le frote el cabello con mi mano y el levanto su vista. Duro poco, ya que la volvió a bajar.

-No esta bien... se supone que somos una pareja, y las parejas saben eso. Siento que... soy el único que no sabe nada de ti Alexis -dijo. No aguante. Ya no aguante más. Ese puchero y esas cejas afligidas me hacer derretir de ternura. Sus quejas, sus estúpidas quejas me hacen odiarlo, pensar en lo tonto, hermoso, puro y bueno que es...

Acerque rápidamente mi rostro al suyo. Como si lo fuera a besar. Un jadeo de impresión se fugó desde su boquita y me miro con cierto miedo en sus ojitos.

-Entonces quiero que me lo digas -susurre rosando mis labios. El, no tiene ninguna manera de evitarlo, puesto que esta totalmente pegado a la pared. Y ahora poniendo mis brazos a los costados de su cabeza mucho menos.

-Feliz cumpleaños -dijo y trago saliva-, te daré tu regalo -dijo y en un movimiento rápido y nervioso logro escapar.

De su mochila saco dos paquetes, uno grande y otra pequeña bolsita. Primero tomé el paquete grande y le sonreí. Mateo no puede estar mas rojo. Lo abrí y no pude evitar soltar una carcajada.

-¡Mateo me encanta! -dije y me seguí riendo. El me miro y sonrió, achicando y los ojos y elevando sus tiernas manzanitas. Es un calentador de manos en forma de oso panda-. ¿Cómo se te ocu...?

-Es que... a ti te gustan los pandas y... pues siempre tienes las manos muy heladas -dijo y sonrió pasando un mano por su cabello. Lo volví a mirar-. Espero este no se haya estropeado -dijo y me estiro la bolsa pequeñita.

La tome y saque lo hay dentro. Sonreí nuevamente. Es una cajita en forma de corazón y tiene escrito Coca-Cola. La abrí y abrí los ojos con impresión. Son pequeños chocolates en forma de botellas.

-Mateo... me encanta, gracias -dije y lo abracé con todas mis fuerzas-. Es mejor que ese set de correr que me regalo Kei, pero no le digas -susurré y me reí.

-¡Ahg! ¡¿Cómo no se me ocurrió?! -dijo con desespero y se agarro el cabello con fuerza. Yo sonreí.

Lo tome de la mano para bajar, pero el me detuvo.

-Oye... hay otra cosa -balbuceo y yo gire.

-¿Otra más? -dije y sonreí. El asintió. Me acerque a él. El bajo la mirada.

-No se si la vallas a usar... o si siquiera te guste -balbuceo tímidamente, con una sonrisa adorable en los labios, una juguetona. Abrió el bolsillo de su chaqueta negra y tomo mi mano. Dejo algo en ella. Mire mi mano, el puso las dos debajo de la mía.

Mire.

-Es una pulsera con los doce santos y vírgenes. Hubo una persona que me enseño que solo se puede regalar, y... probablemente no signifiqué nada para ti, pero pensé... y quiero que siempre estés protegido -dijo y me la puso.

No hace falta explicarlo. En ese momento supe y di por hecho; que Mateo es la primera persona de la realmente me he enamorado.















Muchas gracias por leer. No olviden votar y comentar.

💓💓💓

-Dolly

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro