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49 "Treinta de agosto"

Narra Mateo:

Después de aproximadamente dos y media horas de viaje al fin llegamos. Se bajaron todos del auto. Primero Alexis, quien tuvo que llevar unas pesadas maletas adentro. El lugar es hermoso, es como un hotel pequeño en medio del bosque. El olor es a hierbas silvestres y tan solo pensar e imaginar estando en aguas termales me hace emocionar mucho, ¡tengo un frío horrible!

-¿Por qué se demora tanto? -susurre cabizbajo. Alexis no ha vuelto.

-Yo te llevo -escuche decir a Isaac. Lo mire, está afuera del auto. Abrió la puerta, hice una mueca-. Debes ser una pluma -dijo y sonrió. Yo fruncí los labios. Vi cómo me iba tomar de nuevo de esa maldita forma que odio y me hace sentir ridículo.

Lo detuve rápidamente exclamando: ¡Isaac llévame en tu espalda! -y el me miro. Frunció el ceño y se encogió de hombros.

-Como digas -dijo y lo hicimos.

¡Ahg! Todos nos miran, me estoy muriendo de vergüenza, ¡y lo peor es que quiero ir al baño! Mi vejiga va explotar. Pasamos por un casino que fue imposible no pasar por alto. Por si lo perturbador de esto no fuera poco, ver a tantas personas con batas blancas y de tan solo pensar que están prácticamente en ropa interior debajo de estas, me hizo sentir incómodo y como mis mejillas ya las sentía ardientes a mas no poder. Llegamos a la recepción y nos dijeron el área que nos correspondía a los estudiantes en el viaje escolar.

-Bájeme -le pedí a Isaac.

-No puedes caminar. El enfermero dijo que hicieras reposo niño.

-No me llevarán a cuestas por siempre, ¡y no me digas niño! -Isaac rodó los ojos y lo hizo. Deje el pie levantado y pise con el otro lentamente. Suspire y el me ayudo a subir al ascensor.

-Okey Mateo... Hazlo, pisa, pisa -dije, preparándome mentalmente para hacerlo. Baje mi pie lentamente, pero aun así y sin tener en cuenta el tamaño y grosor de la planta de la bota pise muy brusco. Me queje por el dolor.

-¡Te dije niño tonto! -dijo Isaac. Me tomo. ¡DE LA ESTÚPIDA FORMA DE "princesa"! Y por más que le rogué no me soltó, salimos del ascensor, en el segundo piso y fuimos a la habitación que estaba disponible. Isaac toco la puerta y para mi sorpresa abrió Keila.

-¡Mateo! -dijo y se hizo a un lado, pasamos e Isaac por fin me bajo. Dejándome sentado en una silla de mimbre que hay al lado de un cama-. ¿Como esta tu pie?

-Bien. ¿Alexis donde esta? -pregunte.

-Con ustedes, ¿o no? -dijo extrañada. Fruncí el ceño, él fue el que salió primero. Vi a Boris saliendo del baño con una bata blanca y me saludo, me estrecho muy fuerte.

Por fin pude ir al baño de esa habitación, puse pestillo y suspiré. Con mucha dificultad me saqué las bermudas y me puse mi traje de baño. Pase la mano por mi cabello y me saque mi zapatilla de lona que Alexis me había puesto. Dios, sigo teniendo mucho frio. Mi polerón está en mi bolso, no tengo carga en mi celular y siento un dolor en mi costilla derecha, en la cintura, seguramente me pegue ahí cuando caí, pero sería algo estúpido porque caí de espaldas. Sin darme cuenta tal vez. Levante mi polera blanca y me vi, un escalofrió me recorrió el cuerpo, cerré los ojos con fuerza. He visto muchas cosas con mamá, documentales de ciencias forenses, vídeos de autopsias y una vez hasta fui a su trabajo, en sala de urgencias, se harán una idea de lo que he visto. El tema de las heridas y sangre no me afecta, pero cuando es en mi cuerpo me desespero, me incomodo demasiado. Y es horrible... tengo esa área, en mi costilla como si me hubieran golpeado igual al que un saco de boxear. Acomode nuevamente mi polera, no puedo seguir viendo...

Salí del baño y vi a Anabelle, Boris y Keila tirados en la cama conversando. Y a Isaac sentado en la silla de mimbre.

-Nos vamos a cambiar -dijeron las chicas y se fueron al baño con sus bolsos. Salte en mi pie bueno hasta llegar a la cama.

-Deberías descansar -dijo Boris y puso almohadas para que me recostara.

-Si... gracias -dije y suspiré. Siento el cuerpo molido.

-Vamos a ir a las termas -dijo Boris. Hice una mueca y asentí. Me encantaría ir ahora pero como digo, siento como si un camión me hubiera pasado por encima.

-Oye, ¿dónde está Alexis? -pregunté, ya preocupado. ¿Dónde se metió?

-Tiene el teléfono apagado, pero lo más probable es que este en el casino con Angelita -dijo y yo suspire.

-Angelita... ¿está bien? -pregunte, balbuceando.

-Nos sentamos con ella en el bus, pero anda muy callada, muy triste -dijo y yo hice una mueca-. Después puedo decirle que venga a verte -dijo y yo asentí. En ese momento tocaron la puerta. Isaac se paró y la abrió. Es don Mariano con el coordinador Carlos. Como perros por su casa pasaron a la habitación sin siquiera saludar al desconocido, Boris. Mariano me miro.

-¿Anabelle? -pregunto serio el coordinador.

-Se está cambiando -respondió Isaac. Mariano no me saca la mirada de encima, sonreí cabizbajo y dispuesto a dormir un poco cerré los ojos y me recosté en la cama, Boris puso dos frazadas que estaban dobladas y las apilo, puso mi pie encima y yo abrí los ojos.

-Gracias -dije y él sonrió.

-Dile que cuando termine valla a la habitación catorce, debemos conversar, Mariano debe estar cruzando el mundo a la media noche y no seguiremos perdiendo más tiempo -dijo serio el coordinador. Yo fruncí el ceño, Isaac lo miro despectivamente y lo ignoro. Salieron el coordinador y don Mariano.

-Viejos de mierda -bufo Isaac y lo miramos. Boris frunció el ceño y yo baje la vista, pensante. No entiendo nada, ¿qué relación tienen... ellos? ¿Qué es ese asunto tan importante en el que incluso yo me involucre?

-Debes comer algo -dijo Boris.

-Mas rato voy al casino, ahora quiero... morirme -dije y cerré los ojos.

-Oye, ¿y cómo fue que te torciste? -pregunto Boris y volví a abrir los ojos, me reí inevitablemente. Boris es así...

Le conté, Isaac igual escucho muy atento. Luego las chicas salieron del baño, en batas al igual que Boris. Salieron los cuatro y Boris me dijo que cualquier cosa, no dudara en llamarlo.

Abro mis ojos lentamente, no sé si realmente fue que dormí, pero ya no me siento tan cansando. Solo un poquito. Mire al gran ventanal que hay en la habitación, las cortinas de tela están semi abiertas, puedo ver un bonito paisaje, el bosque. El día nublado le da el toque, este lugar sí que es sensacional, y que decir de esta habitación. ¡Me siento en un penthouse!

Alexis... quiero a Alexis, lo podría llamar, pero mi maldito celular se apagó, la batería no le dura nada. ¿Cómo entonces? Dios, necesito estar con alguien, odio la soledad, las horas, el tiempo pasa. El último beso que me dio fue ayer en la tarde. En la cabaña cuando me tocó...

Recordé ese momento y me dio un tiritón por todo el cuerpo. Ahora iba tan callado en el auto. Esta enojado... pero, ¿por qué?

-Ya lo hiciste otra vez Mateo... -susurré, el silencio en esta habitación es grande, mi susurro se escuchó como un eco. Que me recalco esa frase...

Pero... no. Quizás simplemente anda pesado.

Alexis. Te necesito, han pasado más de veinticuatro horas sin que nuestros labios se toquen, eso no es sano... ¿por qué no puedes estar aquí conmigo? Mejor dicho: ¿dónde demonios estas?

Me senté en la cama y sobé mis brazos, mi bolso está encima de un futón al lado del ventanal. ¡Necesito lavarme los dientes! Después de las siestas siempre termino con ese picante en mi boca. Y abrigarme, urgentemente.

No sé cómo, pero hice todo lo anteriormente dicho con éxito. Saltando en un pie a todas partes. Ahora la misión es salir de aquí, ir a ver si es que me dejan bañarme con este tobillo esquinzado y buscar a Alexis. Sí. Lo iré a buscar y conversaremos le guste o no.

Casino, nada. Termas al aire libre donde hay bañistas, familias de vacaciones y turistas, nada. Espacio donde está la escuela, que es muy pero muy grande, literalmente parece una piscina de olimpiadas, nada. Entonces... ¿dónde está? Es imposible de que se haya ido, sería estúpido, me hubiera avisado, los chicos me hubieran avisado...

Fui a un lugar al lado de este, donde desde mi ventana lograba ver que hay una especie de terraza.

-¿Y usted jovencito? -me sobresalté y giré rápido, es una mujer, con un delantal blanco y con la insignia de las termas.

-Ah... hola, es que... -tartamudeé y sentí calor en mis mejillas, ¿qué le digo?

-¿Y esa bota?

-Este... Tuve un accidente -dije y me rasqué la nuca, ella me miró dudosa.

-Venga por aquí -dijo y me tomó de la cintura, hizo que pasara mi brazo por sus hombros y el dificultoso trabajo de andar saltando en un pie se acabó.

Me llevó a esa misma terraza, pero me di cuenta que es más bien como una caseta con un balcón. Me ayudó a sentarme en un escritorio y suspiró. Me he metido en problemas...

-Usted no debería estar aquí muchachito -dijo y yo hice una mueca. Me causó ternura su forma de tratarme, así sin tutearme, es una mujer muy joven. Y habla como mamá. O sea de forma suave, pero sin perder la firmeza.

-Perdón... no sabía que esta área era exclusiva -dije y sentí más vergüenza aún.

-Ya fue, y no se preocupe, nuestro deber es brindar la mejor atención a nuestros huéspedes, y en la condición que está usted más aún.

Entró en una especie de camerino, yo justo en ese momento miré a un lado y lo logré divisar... Alexis, bañándose en una terma con forma de pentágono, más o menos mediana, solo puedo ver su espalda, pareciera estar sentado. Mi corazón se sobresaltó y fue como si hubiera latido por primera vez en la vida, la ansiedad se fue, suspiré y me sentí aliviado. Se que está aquí...

La señorita volvió, se acercó a mí y dijo: Tome, pantuflas y su bata -estirándome estas mismas, con las pantuflas encima de la bata que esta doblada. Inevitablemente sonreí, Dios mío... por estar en esta zona se debe pagar mucho, y yo voy a estar gratis, esta mujer es un ángel realmente. Tomé las cosas y nuevamente me ayudó a caminar, abrió aquella puerta plegable de vidrio y con bordes de madera muy bonitos. Y entramos.

-Alexis -dijo la mujer y yo me paralicé por un momento. ¿Cómo sabe su nom...?-, en una hora cerramos. Estate atento -dijo y él, que estaba de espaldas, giró. La miró y después de dos segundos me miró a mí, volvió a mirar a la mujer y su mente hizo un lapsus, de nuevo me volvió a mirar-. Este chico va estar aquí, váyanse un poquito antes de la hora o los van a ver. Ojo Alexis -terminó de decir muy rápido y se fue, la seguí con la mirada y efectivamente se fue. Volteé y lo miré.

-Alexis -sonreí-, te busqué por todas partes -dije y con dificultad, y apoyando mi mano en la pared de piedra, caminé.

-Pensé que estarías con los chicos -dijo serio, y seco. Esa misma actitud de ayer, cuando llegué a esa cabaña que era como un garaje.

-No, me quedé descansando en la pieza -dije y el asintió. Tragué saliva y después de quedarme pegado como un bobo mirándole su torso mojado reaccioné-. ¿Me...? ¿Me ayudas? Por favor -balbuceé y solté una risita nerviosa. Alexis se paró, tal y como pensé, estaba sentado en un huequito que tiene la terma en una esquina de esta. Salió y baje mi vista nervioso. Me ayudó a caminar y me sentó en una silla de playa. Se agachó y me sacó la bota. Me miró para arriba.

-¿De dónde la conoces? -pregunté. Me saqué el polerón y lo dejé en un costado de la silla.

-Es amiga de la familia, es como mi madrina -dijo y yo abrí los ojos sorprendido. Sonreí.

-El mundo es muy pequeño -dije. Bajó su vista. Tragué saliva. No me gusta tan serio... me gusta cuando me... cuando nos molestamos, cuando jugamos y hacemos estupideces-. ¿No pasará nada si entró?

-No creo. Ven, quítatela -dijo y se paró, tomó el final de mi polera blanca y yo alcancé a reaccionar. No quiero que vea ese moretón, no quiero que se preocupe.

-No, no, así está bien -dije nervioso y tomé sus muñecas, él asintió. Tiene los labios juntos. Su mirada de por si es algo opaca, y sus ojos también ya de por si son alargados, las cejas también las tiene muy rectas. Cuando se pone serio esto se hace ver mucho más. Y sus piercings... no sé cómo describirlo, pero sencillamente lo hace ver mucho más guapo de lo que ya es. Su cabello, su nariz perfecta, sus pómulos y su piel brillante, radiante, blanca...

Tan solo pensar y recordar que ese... ¡Ese maldito! Owen... se besó con él... me hace enojar, me calienta la sangre y me pone... me pone demasiado celoso. Y no me gusta ser celoso. Ese chico es... es demasiado lindo, y tiene unos ojos hermosos... Conocía bien a Alexis...

Me ayudó a pararme y a caminar. No puedo dejar de mirar a mi alrededor. Este lugar es hermoso e increíble. Es un lugar techado, pero el techo es de vidrio y tiene colgando luces en forma de esferas color naranja. Tiene grandes ventanales por los que puedo ver el oscuro paisaje, el piso es de una madera muy hermosa y clara. La terma, es un pentágono, los bordes están recubiertos por rocas volcánicas, negras, un negro profundo en el que no hay luz que se refleje. Y el vapor, el calor, el toque rustico que tiene me encanta, me siento como en casa.

Llegamos al borde y me agaché, me quejé, pisé muy fuerte.

-¿Estás bien? -preguntó Alexis. Yo asentí rápidamente. Se metió y yo quedé sentado en el borde, me tomó por las axilas y bajó, me volví a quejar. Mi pie malo chocó con el fondo de forma desapacible. Duró poco, ya que esa sensación de dolor se opacó con el gusto que sintió mi cuerpo. Esto es delicioso... el agua está en su punto. El frío se me fue por completo.

-Oh... está calentito -dije y cerré los ojos, sonreí y suspiré.

-Debes tener el pie en alto -dijo, lo miré.

-Ah... sí -dije, no entiendo muy bien a que va con eso...

Me tomó. Sí, de la estúpida forma. Puse mi mano en su espalda y mi pie quedó flotando en el agua, la venda se está desasiendo.

-Oye... ¿me podrías pasear? -le pregunté y sonreí. Él asintió.

Caminó conmigo en sus brazos, supongo que con el agua no debo ser muy pesado. Miré para arriba, no tengo idea que hora es, pero el cielo está negro, negro y se va degradando junto a un azul. Aún no es completamente de noche. Lo miré, no cambia su expresión. No me ha besado, ni mirado. No quiero incomodarlo, si intento hacerlo yo... mmm, soy demasiado cobarde para hacerlo, y como digo, no quiero incomodarlo... Quizás le pasó otra cosa, quién sabe, con su familia... Y no me quiere contar.

-Aquí está muy tranquilo, en la otra zona hay un ruido horrible -comenté, para comenzar una conversación. Quiero subirle el ánimo.

Solo me ignoró, fue como si lo hubiera dicho al viento. Alexis se sentó en el mismo huequito de en denante. Abrió las piernas y me dejó delante de él, también sentado. Siento su respiración en la parte derecha de mi cabeza. Sentí un calor por todo el cuerpo, Alexis me atrajo hacia él. Y pude sentir mi espalda, que prácticamente esta desnuda por lo empapada que esta mi polera, rozar con su torso, sintiendo la tensión en su cuerpo.

Me armé de todo el valor posible, y después de como un minuto en absoluto silencio hablé-: ¿Estás enojado?

-No.

Sí, está enojado.

-¿Qué pasó? ¿Qué hice ahora? -dije e hice una mueca, que luego se transformó en una sonrisa.

-No estoy enojado, no has hecho nada. ¿Qué te hace pensar eso? -dijo. Y me terminé de convencer absolutamente. Está muy enojado.

-Ya no lo hagas Alexis -dije, me está empezando a desesperar. Un nudo se formó en mi garganta, y no fue por ganas de llorar.

-¿A qué te refieres? -dijo, y me superó...

-¡Ahg! ¡Que ya dejes de ser tan celoso! -levanté la voz. Y me petrifiqué, sintiendo que fue una eternidad.

-¿Celoso? -dijo. Fui fuerte y tomé aire.

-Sí. Ya deja de ser tan... tan inseguro Alexis -balbuceé y tragué saliva. Después de reflexionar me enojé. Alexis está así porque yo conversaba con don Mariano, pero... el realmente es un hombre amable, es raro... pero fue muy amable conmigo, con todos-. A mí me gustas tú....nadie más.

-Celoso e inseguro, ¿qué más Mateo?

-Ahg... Pesado... -me quejé.

-No siento que sea inseguro Mateo, yo confío en ti -dijo y yo bajé la vista empezando a entristecerme un poco-. Yo confío en ti Mateo, eres de las pocas personas en las que confío -dijo. Yo asentí-. ¿Sabes en quién no confío? En personas como Max, en Marco, en ese viejo -dijo y yo de nuevo sentí el nudo en mi garganta, ahora sí por querer llorar. Lo admito, saqué conclusiones erróneas.

-Yo también confío en ti -dije y suspiré. Tragué saliva.

Aunque haya pasado lo peor. Sigue igual, con su actitud fría, debió sentirse demasiado.

Silencio. Nuestras respiraciones y el sonido del agua lo llenan. Nada más que eso.

-Ya... ¿estamos bien? -pregunté.

-Sí.

-Pero... ¿por qué estás así? Tan... tan serio.

-Es que... me da rabia... no podía soportar como te miraba ese viejo... -suspiró y me abrazó. Yo me tensé. De verdad fui demasiado confiado con Don Mariano-. Eres inteligente Mateo... Pero por favor se más listo -susurró en mi oído, como rogando. Mi cuerpo se estremeció, y solté una risilla. Tomé sus manos, que están abrazándome por mi pecho fuertemente. Alexis gruñó bajo. Un bufido que solo el con mejor oído lograría captar. Me quejé fuerte y sobresalté.

Mi costilla...

-¿Qué pasa? -preguntó.

-Nad-¡ahg! -sollocé y apreté los ojos con fuerza, me había ladeado un poco hacia la izquierda. Inevitable e impulsivamente me llevé la mano a mi costilla y apreté los ojos.

Sin casi darme cuenta, Alexis me tomó y dejó recostado en el borde de la terma, donde está la escalerita de entrada a esta. Tengo los ojos apretados con fuerza. Tomó mi muñeca y quitó mi mano. Ver como apretó la mandíbula y los dientes al ver mi cuerpo, mi torso me hizo tensarme. Contraerme... me hizo sentir el rostro lleno de calor. Ver como su cuerpo danzante se acercaba al mío, ver sus ojos pardos dilatados. Sus labios color fucsia separarse de esa manera tan sensual y bonita, me obligaron a bajar la vista. Levantó mi polera y sus ojos se posaron rápidamente en mi herida.

-Mateo... -dijo muy preocupado. Posó una mano en mi cintura, atrayéndome más a él y la otra en mi moretón.

Y pasó. Gemí. Una electricidad me viajo por el cuerpo y me desesperé. Me removí intentando zafarme, pero lo único que conseguí fue gemir otra vez. Simplemente no puedo, sentirlo piel con piel, sentir como su abdomen hace fricción con el mío. Cuando el suyo esta ardiente. Quema por completo mis sentidos. Aparte de dolor, que me desesperó más aún.

-¿Es de cuando te caíste? -preguntó Alexis preocupado.

-S-sí.

-No te muevas, tranquilo -susurró y yo asentí. Dios mío, estoy temblando... Me estoy poniendo...

-Está... bien, no te preocupes -dije quejumbroso.

-¿Seguro?

Yo asentí. Alexis aléjate... te lo ruego... siento el corazón en la garganta.

Volvimos a ponernos en la posición de hace unos instantes, yo me quejé un poco. Y me besó la mejilla. Yo tragué saliva.

¿Podría ser este el momento indicado?...

-Alexis -dije.

-¿Sí?

-Nosotros somos novios -balbuceé.

-Sí.

-Y... hacemos co-cosas -dije, apreté los ojos con fuerza, me acaba de dar un beso en el cuello.

-Cosas -dijo y rió.

-Cosas... Entiendes verdad que... las parejas pasan al otro nivel -dije y me arrepentí inmediatamente-. O...o sea -ya está, me voy a matar-. ¡O SEA NO! ¡No en ese sentido! Cuando...

-¿Quieres tener sexo conmigo?

Mi cuerpo se tensó por completo, cada fibra. Fueron segundos eternos en los que intenté calmarme, y simplemente hablar.

-A ti... ¿Te gustaría? -dije y giré para mirarlo un poco. Alexis poso una mano en mi muslo y me miró pensativo.

Levantó las piernas, removiendo las mías lentamente. Rozó sus labios en mi nuca y me sobresalté. Apretó mis piernas con las suyas, juntándolas bruscamente.

-La tienes muy grande Mateo, me vas a desgarrar -dijo y yo me shockeé.

-¡ESPERA! ¡Pero yo no te...! -exclamé con todas mis fuerzas. Alexis se carcajeó.

-Estoy jugando Mateo -dijo entre sus risas. Le pegué un codazo y él solo se siguió riendo.

-Pesado -balbuceé amurrado.

-Celoso, inseguro, pesado, ¿qué más tienes para decirme hoy Mateo?

-Malo -dije y sus risas cesaron, bajé la vista.

Los dedos se me están arrugando, estoy hipnotizado viendo los vapores que emanan del agua.

-Esa palabra no me gusta -balbuceé.

-¿Cuál? -susurró.

-Sexo -dije y él rió. Yo también reí, la pronunció muy mal.

-Hacer el amor suena mejor -susurró en mi oído.

Sonreí levemente. ¿En qué estaba pensado cuando le dije eso? Mmm, me siento avergonzado...

-Creo que mejor me callo.

-Mateo -suspiró-, no es como que no quiera. Es solo que hay que ser muy precavido... Y no podría perdonarme el causarte daño.

-Mmm -me queje. Trague saliva y mi impulsiva boca se hizo presente otra vez-. Creído.

-Creído, ese me gusta -susurró. Y se acercó a mí oído.

-Oye... Ya... que me da cosquillas -reí removiendome.

Alexis enterró su nariz en mi cuello, y mordió mi hombro.

-Sueltame... Alexis te estoy hablan en seri... Ah, ah... -gemí, después de estarme riendo tentadísimo. Sus besos en mi cuello, el roce de nuestros cuerpos. La temperatura de su piel... Imposible de resistir.

-¿Te crees capaz? -preguntó rodeando mi cintura con su brazo suavemente.

-Ca.. capaz -dije y me removí con fuerza.

-Te corriste con dos dedos, ¿y quieres tener sexo conmigo? -dijo y suspiré entrecortadamente.

-¿Y qué? ¿Tienes algún problema? Ah... No, no... detente -gemí desesperado, y él quitó su mano de mi entrepierna, donde estaba acariciando. Mi cuerpo se está quemando por dentro..., tengo fuego dentro de mí.

Suspiré para calmarme, y tiré mi cabeza hacia atrás. Alexis tuvo mi cuello expuesto. Pero no me lo besó... lo que creo fue más tortuoso que sí lo hiciera.

En un intento por escaparme de sus brazos lo logré. Tragué saliva e intenté controlar mi respiración que comenzaba a agitarse. Pero me tropecé y mi pie dolió como el infierno... Sollocé y él me tomó de la muñeca antes de que me callera. Me atrajo hacia él y yo suspiré.

Conclusión: ¡Siempre recuerda que con Alexis pasas de cero a cien en una segundo Mateo!

Me abrazó, rodeándome con sus brazos por la cintura, yo pose mis manos en sus brazos. Me tomo por la nuca y levanto mi cabeza, tomo mi barbilla e hizo que lo mirara, se acercó, quedando con su boca a escasos centímetros de la mía, no pude mirarlo. Mis ganas de besarle me sobrepasan. Me volvió a abrazar. Yo también lo hice, aún jadeante.

-Te quiero -dijo en mi oído y yo apreté los ojos con fuerza. Me estrecho contra su cuerpo mucho mas fuerte y yo me queje, pero ese quejido se mezcló con un maldito gemido ahogado que me fue imposible contener. Me paralicé, cerré mi boca. Ay Dios... que vergüenza...

-No se puede tener una conversación seria contigo Mateo -dijo en mi oído y soltó una risilla.

-Es que... me aprietas... Recuerda mi costilla -balbuceé quejumbroso. Me miró, sin que nuestros cuerpos se separaran.

-¿Te parece si después vamos a que alguien te revise? -preguntó y yo asentí. Miró mis ojos y sonrió.

Su boca... sus labios hermosos, brillantes, su lengua puntiaguda, su dentadura perfecta...

Creo, creo que soy demasiado impulsivo, mis manos y que mi boca ya tiene vida propia. Simplemente cuando estoy con él, cuando me mira así, mi corazón le desobedece a mi cerebro y actúa por si solo. Me aferré a su cuello, y le robé un beso en sus labios con absoluto desespero. Él no se inmutó, no cerró los ojos. Fue como besar una pared, me separé de su boca y jadeé, avergonzandome. Él sonrió, mi vista se nublo. Se volvió a acercar, cuando digo que Alexis es un maldito no es chiste... Puso una mano en mi nuca y yo jadeé, abrí la boca y me quise acercar, besarle de una maldita vez. Pero él se quedó quieto, jadeando a dos centímetros de mis labios, creo que incluso menos. Sujetó mi nuca y mi cuerpo con fuerza impidiendo que realizara cualquier tipo de movimiento. Gemí y con todas mis fuerzas me intenté acercar, pero fue inútil. Tragué saliva y lo intenté hacer de nuevo. Está sonriendo, se lamió uno de sus piercings de una manera deliciosa, lenta. Mordí suavemente mi labio, mi boca empieza a humedecerse...

-No hagas esa expresión, por mas que intentes no te daré en el gusto -susurro, como con desespero y sonrió mordiéndose el labio.

-Malo... -gruñi sintiéndome ya desfallecer.

Dios escuchó mis suplicas y Alexis por fin terminó con su tortura. Unió sus labios a los míos y con una mano me volvió a tomar de la cintura suavemente y la otra la enterró en mi cabello. Yo rodeé su cuello con las mías y ladeé mi cabeza hacia la derecha. El a la izquierda.

Pero logré hacer de este romántico momento uno torpe con mi desesperación. No se besar bien...

-Mateo debes rodear tu lengua con la mía. Así, mira -susurró. Se volvió a acercar e hizo lo que me ordenó-. Lentamente, ¿entiendes? -yo asentí y me acerqué. Rodear su lengua con la mía, entiendo.

De nuevo rió. Nos estoy defraudando...

-Debo enseñarte mucho -susurró y me dio un beso casto y sonoro. Me miró a los ojos y nuevamente se acerco, abrimos nuestras bocas y el sacó la lengua antes de que nuestros labios hicieran contacto.

Recuerdo cuando era más pequeño... ¡qué va! ¡HACE SOLO UN AÑO QUE ME DABAN ASCO LOS BESOS! Odiaba ver a las personas babeándose enteras, sabia que yo nunca haría algo así. Y mírenme ahora, Alexis está jugueteando con su lengua, me lame y chupa mi labio inferior, hace unos sonidos tan... tan deliciosos. Y su boca es calentita, sus labios son muy suaves. Simplemente es perfecto y me encanta. Realmente me encanta, escucho el latido de mi corazón en mis tímpanos, martillando. Es lento y tierno, pero soy un asco intentando seguir su compás.

Alexis en un momento me apretó mi cabello con fuerza, gimió y tuvo un espasmo, produciendo que nuestros labios se separaran, lo miré, vi aquel sonrojo en su rostro y sonreí. Esta jadeante, y es por mí.

-Mateo -dijo y yo asentí-. Quiero... quiero que recuerdes algo, una fecha.

-Okey... -dije sin comprender mucho. Tosió y suspiró rápidamente.

-Treinta de agosto, ¿vale? -dijo y yo fruncí el ceño.

-Vale -susurré, sigo sin comprender.

-¿Sabes qué pasa ese día?

-Es el ultimo día de clases y salimos de vaciones de primavera... Es el otro viernes, y es el baile -dije y él asintió.

-Exacto. No lo olvides.

Lo miré, y lo abracé. Me gustaría quedarme toda la vida así. Aferrado a él. Sintiendo su cuerpo pegado al mío. Su risa, saber que está alegre. No lo quiero volver a ver tan serio. Oír sus "te amo" que me martirizan los oídos, que me lastiman por dentro, no los soporto. Me da rabia no tener la fortaleza para decirle... decirle...

Que lo adoro. A veces me pregunto si es tan realmente necesario que se lo diga.














Dejo esto por acá, y me voy lentamente...
(Pinterest gente).

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💓💓💓

-Dolly

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