36 "Pastelito de limón"
🔴ADVERTENCIA🔴: Capítulo con contenido sexual explicito. Pero no le pongo un corazón porque no es lo que creen.
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Narra Mateo:
Me separé de sus brazos y volví a sentar en la silla. Él se acomodó su pantalón y sonrió ladinamente. Ay Dios... ¿Enserio yo acabo de...? Ahora sí que no podré mirarlo.
...
Llegué a mi casa y busqué a mi mamá en la cocina, pero no estaba en esta. Fui a su habitación y la vi en su cama.
—Hola —la saludé mientras pasaba. Al igual que ayer, esta acostada haciendo cuentas. Me senté y ella me beso en las dos mejillas.
—¿Cómo te fue? ¿Qué hiciste hoy? —preguntó al momento en que yo acomodaba mis lentes.
—Uhm... Unos ejercicios en matemática —dije con la voz temblorosa. Ella frunció el ceño ante mi extraña reacción, para luego sonreír enternecida, haciéndome sonrojar.
Narra Alexis:
Desperté y apagué la alarma, abrí la cortina y vi las gruesas gotas que empiezan a caer afuera, el cielo nublado, y pude sentir el frio de agosto. Me duché y vestí, recordé que mi chaqueta se la había prestado a Federico, y que este nunca me la devolvió.
Ya abatido sabiendo que quedaría todo empapado, recordé que tengo otra chaqueta—. Soy un idiota —pensé en voz alta, abriendo el ropero. Escarbé y escarbé hasta que la encontré, la saqué del suelo y la descolgué del perchero. Cruzando los dedos para que no me quede pequeña, me la puse y pude comprobar que mi masa corporal no ha cambiado mucho en un año. Tiene olor ha guardado, pero no me molesta. Abroché el cierre hasta arriba y me puse mi mochila.
Mi mamá siempre dice que revise los bolsillos por si encuentro dinero. Metí mis manos en estos y sonreí al sentir unas monedas, que pocas, no son. Mi mano al otro lado sintió un papel, que sin duda alguna debe ser un billete. Lo saqué y miré decepcionado, es un papel arrugado con algo escrito. Alisé la hoja y leí.
Gimnasio en el segundo recreo, no faltes puto.
Pastelito de limón
(Flashback)
Arrugué la hoja y la metí a mi bolsillo rápidamente. Giré y me sonrió malicioso desde su puesto, me volví a girar y negué con la cabeza. Ya no tiene remedio.
Tocaron e hice un poco de tiempo en el baño, finalmente salí y fui sigilosamente al gimnasio, tan oscuro como siempre. Entré al cuarto donde guardan el equipo de gimnasia y lo vi, sentado en una vieja mesa. A penas me vio se acomodó con sus brazos atrás e inclinó levemente, sonriendo pícaramente. Cerré la puerta y me acerqué a él, tomé sus piernas y lo atraje hacia mí. Este solo se rio y puso sus manos en mis mejillas acercándome a centímetros de su boca.
—¿A quién le dices puto? —bufé y él solo sonrió. Apretó los dientes y quiso besarme, yo me alejé rápidamente y lo miré despectivamente. Le he dicho un millón de beses que no me toque.
Lo tomé de las caderas y lo giré, dejándolo contra la mesa, mientras volvió a reír—. Esta en mi bolsillo —susurró mirándome para atrás. Busqué en su bolsillo trasero y saqué un condón.
No creo que hayan pasado más de treinta segundos, ya lo estoy embistiendo con fuerza, Owen muerde su polera con fuerza y sonríe extasiado. Yo lo miro serio, mientras cada vez lo siento más profundo.
—Tan serio como siempre... Oh —gimió con dificultad.
—Cállate —gruñí y le tapé la boca, lo atraje más a mí y dejé su cabeza apoyada en mi hombro. Le he dicho hasta el cansancio que odio que hagamos ruido, que odio que tenga esa estúpida sonrisa burlona en la cara, y que odio que intente besarme, pero ama hacerme enojar, supongo que ese es su objetivo.
—Por cierto, feliz... Oh... ¡Sigue! ¡Sigue! —volvió a gemir, cuando pudo lograr que le destapara la boca, lamiendo la palma de mi mano. Movió su trasero al compás de mis embestidas, se me subieron los humos a la cabeza y suspiré por la nariz cerrando los ojos y quedándome y quedándome en su interior. Él se rio burlonamente como siempre, y yo sentí aquel nudo en la garganta. Ira, pena, adrenalina, donde más me duele..., pero me recuperé, y puse serio volviendo a la carga.
Gimió escandalosamente y lo penetré con una fuerte estocada.
—Feliz cumpleaños —dijo, y me corrí mientras estaba en su interior, él lo hizo segundos después, cuando lo besé y dejé que su experta lengua hiciera de las suyas en mi boca. Aunque no me guste sé que a él sí, y la verdad ya quería que acabara todo.
Volvimos a la sala, el receso había terminado hace mucho rato. Nos anotaron a mí y a Owen por atraso. Cosa que me importa bien poco, mientras pase este año de mierda, todo me importa bien poco.
Cuando terminaron las clases fuimos a su casa, me hizo nada más ni nada menos que un pastel de limón. Un pastel de limón asqueroso, que me obligo a comer. El resto de la tarde una buena dosis de sexo, no como ese aburrido encuentro de la mañana.
(Fin del flashback)
Hace tiempo no lo veo, creo que después de mucho extraño un poco a Owen. Recordé nuestras peleas, nuestras bromas a los profesores, la época en que fui una mierda de persona. Cuando pensaba que tenía el mundo a los pies y al mejor amante del mundo.
Pensé en Mateo y me dio una puntada en el pecho, él y Owen son tan diferentes.
Agradezco haber cambiado y que se haya mudado. No es como que hayamos quedado mal, pero fue una decisión sensata terminar nuestra mala relación. Pero como digo, lo extraño. Una plática con él no estaría mal, me alegraría. A fin de cuentas, es uno de mis mejores amigos de la infancia y fue mi primera relación por mucho tiempo.
Salí de mi casa y por suerte, tomé el autobús muy rápido.
En el recorrido seguí pensando y analizando cosas. Recordando buenos momentos junto a Owen, y otros no tan buenos. La última etapa que vivimos sufrí mucho, ahora puedo reconocerlo. Owen rompió tantas veces mi corazón que antes de que todo terminara era como si no pudiera sentir nada, absolutamente nada. Tantas veces estuve a punto de llorar frente a él, cosa que en esos instantes era algo terrible para mí. Odiaba sentirme débil, pero en vez de darme pena sentía rabia. Owen solo quería una cosa, y yo siempre se la daba, porque me gustaba mucho, y cuando de diversión se trataba él era mi mejor compañero. A pesar de todo ahí estábamos, queriéndonos de esa manera dañina.
Ya empezaba a sentirme muy apenado, pero recordar a un mocoso llamado Mateo me sacó una sonrisa, inmediatamente me sentí bien y en calma de nuevo. Fue como si pudiera sentirlo a mi lado y que sin palabras me dijera que todo está bien, y que lo demás es cosa del pasado. Que, aunque aún queda un rastro de dolor, no hay resentimiento con Owen.
Narra Mateo:
Estoy en la primera hora dibujando garabatos en mi cuaderno, pensando en Alexis, en Alexis... Y en Alexis. Estoy muy emocionado por el paseo escolar y hoy desperté muy contento. Lo que pasó ayer me avergüenza mucho, pero Alexis a mí... me gusta... Y pues tenemos algo, ¿verdad? Últimamente pienso mucho en eso, ¿qué se supone que somos?
Suspiré, sacudí mi cabeza y decidí prestar atención a la película que ha puesto la profesora.
Tocaron y fui al baño, para arreglar mi desastrosa apariencia. Acomodé mis lentes (mi nueva manía), arreglé el cuello de mi camisa dejándolo afuera de mi chaleco rojo y acepté que las mangas dobladas hasta el codo no me quedan bien, las bajé, abroché correctamente, y finalmente salí del baño. Llegué a la cafetería y me senté al lado de Angelita, quien puso su cabeza en mi hombro, se nota algo apenada. Miré a Alexis y él me sonrió de lado, yo también, sin separar los labios y tímidamente. Luego bajé la vista rápidamente.
De pronto, a lo lejos vi a Keila, quien al verme puso su dedo en su labio, indicándome silencio. Se rio y yo fruncí el ceño. Viene junto a un chico muy...
—¿Qué? —dijo Alexis extrañado, miró hacia atrás y se atragantó con el aire—. ¡¿Owen?! —exclamó parándose de un salto. Keila se rio a carcajadas y Alexis corrió a abrazarse con el chico. Sentí un nudo en el estómago y bajé la vista rápidamente. Volví a subirla y tragué saliva intentando descifrar quien es él.
Angelita me miró, frunció el ceño y yo pude relajar mi semblante. Llegaron a la mesa y vi a un emocionado y sonriente Alexis, Boris llegó y su reacción fue igual que la de él, los cuatro reían y yo con Angelita no entendíamos nada.
—¡Hola! —dijo el chico a Angelita, le estiró la mano, ella sonrió tímida y lo saludó. A mí solo me ignoró, o creo que no se dio cuenta de mi presencia. Se sentaron mientras Alexis intentaba contener su emoción y alegría.
—¡¿Pero y cuando llegaste?! —le preguntó Alexis.
—Ayer en la tardé —dijo... ¿Owen? — Es que la vieja Ru se murió y ya sabes, el velorio y esas cosas —Alexis y Keila lo miraron indignados.
—¿Tu abuela? —dijo Keila sorprendida.
—Sí —confirmó sonriente.
—Pero y... No... ¿No deberías estar allá? —dijo Boris.
—No me interesa —dijo el chico, Angelita y yo nos miramos otra vez, y ella apretó los labios mientras bajaba su vista—, ¡no hallaba la hora de venir a verlos a ustedes!
Los cuatro conversan muy desordenadamente, se interrumpen y ríen a cada instante. Supe inmediatamente que es alguien muy especial, sobre todo para Alexis, que no saca su vista de él en ningún segundo, que está atento a todo lo que dice y que le habla de muchas cosas al mismo tiempo. Abrí mi jugo de uva y miré a Angelita, quise hablarle para no sentirme tan abrumado por todo, pero no me salió la voz, aparte ella está muy incómoda, algo que yo también empiezo a sentir.
—Es que es muy raro, justo en la mañana me estaba acordando de ti —le dijo Alexis a Owen. Subí mi vista y Owen le sonrió. Es muy... bonito y carismático. Es blanco, tiene el cabello castaño, corto y liso, una polera de manga larga negra, que acentúa su delgadez—. ¿Cómo es que te dejaron entrar?
—No entré... —rio y tosió— ... No entré por la puerta —dijo, Alexis frunció el ceño—, entré por el gimnasio —dijo y guiñó el ojo sonriendo—. Así que por fin de acordaste de mí —suspiró acercándose a Alexis, quien rio y negó con la cabeza.
Emana mucha conexión entre ellos dos, la manera en que lo mira Owen es... es hipnotizante, y que decir de Alexis, es de esas veces en que no se le puede borrar la sonrisa del rostro. Es tierno verlo tan feliz, pero ese nudo en mi estómago ya lo siento en la garganta. Di un hondo respiro y bajé la vista.
Siguen conversando y riendo, sigo siendo invisible. Tomé mi jugo de uva y suspiré silenciosamente. Subí mi vista y justo Owen miró hacía el frente, frunció el ceño por unos segundos y se rio—. ¿Y éstos? —preguntó extrañado, miré a Angelita, se ha puesto totalmente roja—. Tú —dijo indicándola con la cabeza—, ¿cómo te llamas? —le preguntó, pero realmente sonó como una orden... ¡desagradable!
—Angélica —respondió tímidamente. Él asintió mirando a Alexis, quien sonreía.
Narra Alexis:
Owen miró a Mateo, quien indudablemente nervioso le sostuvo la vista tembloroso—. Y tú, ¿vendes biblias? —le dijo Owen. Nos reímos y le pegué un codazo a Owen.
—Oh —se rio Boris. Se formó un silencio en el que todos vimos a un Mateo serio y rojo. Tragué saliva y miré a Kei, quien con todas sus fuerzas intenta no reírse. Creo que a alguien no le gustó nada esa broma.
—¿Eres mudo niño? —dijo Owen burlonamente. Conozco esto, se lo que está haciendo, y no dejaré que lo haga. Mateo sigue sin decir nada, esta enervado. Tragó saliva, me miró a mí confundido, apretó la boca y bajó su vista muy incómodo—. Okey... —dijo Owen cantarinamente y se rio. Negué con la cabeza y él se encogió de hombros.
—Él es Mateo —le dije a Owen, se volvieron a mirar y Owen le sonrió y asintió amablemente, Mateo igual, aunque avergonzado.
Seguimos conversando, pero ya no pude concentrarme en Owen. Ese extraño momento con Mateo me hizo bajar de la nube de felicidad en la que estaba y fue como si pudiera revivir esas mismas humillaciones que le hacía a todos, sobre todo a las personas tímidas, como Mateo y Angelita.
A mí que me moleste todo lo que quiera, pero que ya ni mire a Mateo.
—Ven a mi casa, ¿sí? —me rogó Owen de repente.
—¿Hoy? —dije, él asintió, yo hice una mueca—. Es qué... —miré a Mateo— ... Es qué hoy tengo tutorías —dije firmemente. Owen me miró, abrió los ojos ampliamente y sonrió, seguido estalló en risa. Rodé los ojos y suspiré. No ha dejado de ser un maldito.
—¿Tú? ¿Tutorías? —preguntó despectivamente. Asentí e inevitablemente sonreí.
—No te preocupes —murmuró Mateo, lo miré y negué con la cabeza rápidamente, pero no captó el mensaje por bajar la mirada.
—No, yo... —reí nervioso.
—Perfecto —me interrumpió Owen.
—Pero... —dije, pero solo me ignoraron. Suspiré y asentí un poco irritado. Owen sonrió emocionado.
Narra Mateo:
—¿Y esos piercings? —dijo Owen a Alexis. Le tomó la barbilla y pasó su pulgar por su labio inferior. Alexis sonrió y retiró su mano, pero él otro lo volvió tocar.
Fruncí la boca y apreté mis manos juntando mis muslos por debajo de la mesa. ¿Es necesario tocarlo y mirarlo así?
Me estaba ofuscando y sintiendo calor en mis mejillas, cuando justo Owen notó que lo estaba mirando. Le sostuve la mirada valientemente, tiene los ojos muy claros, y las cejas muy pobladas y gruesas. Levantó una ceja extrañado y me congelé. Bajé la vista rápidamente y sentí vergüenza como nunca.
—Mateo —me susurró Angelita—, vamos a la biblioteca —dijo y asentí. Nos paramos, tomé mi jugo rápidamente y nos fuimos, sin que nadie se diera cuenta.
Me estoy muriendo de rabia. Estoy celoso.... O sea, no, ¡¿pero que se creé ese tipo?! Me molestó y ni siquiera me conoce. Ash... Y le guiñó el ojo a Alexis, y le coqueteó todo el rato—. ¡Lucifer! —murmuré furioso pateando el suelo, haciendo que saltara aserrín.
—Solo quería desaparecer... Fue todo muy extraño, ¿no crees? —dijo Angelita, pero no le presté mucha atención—. Mateo, oye —dijo y la miré, ella sonrió y me crucé de hombros. Tan bien que había empezado el día, y ahora me siento tan raro.
Narra Alexis:
—No gracias —le dije a Owen, quien me ha informado que me hará un pastel de limón. Estamos en la cocina de su casa antigua, ya son como las siete de la tarde. En la sala está el velorio de su abuela, nos quedamos un rato ahí, y pude conversar con el padre de Owen, que igualmente, no lo veía hace mucho tiempo.
Hemos conversado toda la tarde. Me siento tan feliz de tener la plática que anhelé en la mañana, pero no puedo dejar de pensar en Mateo. Sé que se había molestado en la cafetería, Owen no fue nada amable, para él obviamente es gracioso, pero para Mateo es distinto. No debí haberme reído... Aparté hoy no lo vi nada, salimos temprano y no tuvimos segundo receso. Un momento miré al frente y ni él ni Angelita estaban. De nuevo intenté explicarle a Owen que sería mejor vernos otro día, pero me arrastró hasta aquí.
—Te voy a obligar a comerlo —dijo Owen, salí de mis pensamientos y lo miré, sonreí y negué con la cabeza. Se acercó a mí, se puso detrás, giró la silla donde estoy y me miró fijamente. Fruncí el ceño, tocó mi muslo y se mordió el labio.
—¿Qué haces? —lo reñí seriamente.
—Hay que recordar los viejos tiempos —dijo acercándose a mí, irrumpiendo en mi espacio personal. Por reflejo me eché hacia atrás.
—Owen deten... —no me dejó terminar, porque me besó castamente. Inmediatamente lo separé de mí y me paré. En el fondo sabía que iba a pasar esto en algún momento. Así que solo atiné a sentirme fatal, al pensar en Mateo.
—Vamos Alexis, ¡ah ya sé! Vamos a mi cuarto mejor —dijo Owen. Lo miré y sentí mucha rabia.
—Owen no —dije enojado. Él por fin se calló y me miró.
—¿Qué? ¡Ay vamos! Después se hace tarde —dijo acercándose. Me apretó la entrepierna y me sobresalté bruscamente, saqué su manó rápidamente y volví a enrabiarme.
—Owen... Yo estoy en una relación —dije, me miró. Sonrió, como si no creyera.
—¿Tú? ¿En una relación? —dijo despectivo. Rodé los ojos. Ya se puso desagradable...
—Sí, Owen, como la que teníamos nosotros... Aun no somos novios, pero...
—Espérate —me interrumpió y rio—, nosotros nunca fuimos novios.
Y pasó, fue la primera vez que dejé salir una lágrima frente a Owen, pero por suerte la pena duró poco y la sequé rápidamente. Él me miraba atónito y sorprendido, siempre con su maldita sonrisa burlona.
—¿Quién eres? Realmente no te reconozco Alexis —dijo despreciativamente, apreté la mandíbula rabioso—. Has cambiado... Asquerosamente has cambiado.
—Cállate.
—¿No era que me extrañabas? —dijo, se acercó rápidamente, acorralándome contra la pared, se puso de puntillas para estar a mi nivel y ladeó su cabeza. Yo me tensé como nunca y me paralicé desesperado— ¿No recuerdas? Lo bien que la pasábamos todo el día... Toda la noche —susurró y miles de imágenes empezaron a pasar por mi mente. Me dieron escalofríos y cerré los ojos con fuerza, pero fue demasiado tarde para reaccionar cuando los abrí—. Vamos arriba y te lo recordaré —dijo rosando sus labios en los míos mientras bajaba el cierre de mi pantalón.
Apreté los dientes sobrecargado de ira y enterrando mis dedos en su cabello lo besé furioso. Giré y él quedó contra la pared. Un cuadró se calló bruscamente, rompiéndose el vidrio en mil pedazos.
Abrí mis ojos. Mateo es tan tierno cuándo tiene sus ojitos cerrados...
Mateo...
"Alexis", sentí su voz quejosa y recordé que no puedo ser brusco con él..., pero...
Un momento...
Esta saliva es ácida y asquerosa...
Cómo pude.
Me dio una puntada en el pecho, me separé rápidamente y retrocedí hasta chocar con la puerta. Tomé mi mochila desde el piso y salí de la cocina, llegué a la sala agitado, e irrespetuosamente rompí la paz que había en el ambiente, todas las personas me quedaron mirando extrañadas. Tragué saliva y comencé a esquivarlas.
—¿Alexis ya te vas? —me preguntó el padre de Owen tomándome del brazo, giré y lo miré— ¿Estás bien?
—Sí, sí —dije al tiempo en que mis ojos se llenaban de lágrimas.
Me fui lo más rápido posible de ahí, al llegar a la calle me agarré el cabello con fuerza y me limpié los ojos.
En el bus temblé todo el viaje, llegué a mi casa y como siempre, Anaís corrió dónde mí. Chocó contra mi pierna, me abrazó por la cintura, pero no puedo reaccionar.
—Tío —se quejó levantando sus brazos para que la tome. Lo hice y se abrazó a mi cuello. Martina viene bajando las escaleras.
—Hola —me saludó saltando los últimos dos escalones alegremente. Nos miramos y ella frunció el ceño preocupada—. ¿Alexis...? —dijo confundida, bajé a Anaís y Martina se acercó— ¿Qué pasa? —solo la ábrase y ella igual, rompí en llanto y escondí mi cabeza en su hombro— ¡¿Oye que pasa?! —preguntó preocupada. La abracé más fuerte todavía y solté un sollozo.
Yo...
Soy una mierda.
Re subido porque soy tonta y me faltó una parte.
Odié con mi alma hacer este capítulo. Cuándo escribo cositas de Alexis y Mateo, ya saben, COSITAS, estoy muy feliz y volada todo el rato, pero ahora estaba batallando contra mi álter ego en plan; bitch mi cocoro, ¡¿cómo te atreves?!
Estoy en el piso en este momento, literalmente :'
Muchas gracias por leer, no olviden votar y comentar.
💓💓💓
—Dolly
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