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13 "Un accidente con Max"

Desde la madrugada ha llovido torrencialmente. Hay calles inundadas y goteras en las casas, cosas que incomodan la vida diaria, pero que para mí suponen uno que otro gustillo. Oler el petricor, y sentir los aires fríos, que me encantan.

La semana ha pasado muy rápido, y la lluvia no paró hasta la tarde del domingo, donde decidí ir a correr por el cerro. Mi marca ha bajado mucho, pero estoy en proceso de retomar todo y comenzar a entrenar.

...

Lunes. No me levanté muy a gusto. Es raro, es como soy en la escuela sea; serio y distante. Muchas veces me han catalogado de reservado o amargado. Con los chicos no obviamente, con Kei y Boris puedo hacer el ridículo sin problemas. Porque ellos no son... mierda, como muchos en esa escuela. Por eso me agrada Mateo, él es parecido a mí en esa parte, de ser totalmente distinto con otras personas. También siempre es muy reservado, pero cuando está con nosotros cambia, cambia mucho, entra en confianza y es realmente simpático, aunque no hablé mucho, siempre se ríe de nuestras bromas subidas de tono vergonzosamente, se ruboriza y es adorable. Y como no, Angélica es una loquilla. Los tres, con Kei y Boris, coincidimos en que nos encanta juntarnos con ellos.

Ya estoy en mi casa, este día ha sido muy agotador, como todos los lunes. Mis profesores al parecer se han puesto de acuerdo y para pasar mucha materia. Tengo que hacer tres trabajos y tendré un examen de química el miércoles. Pero estoy confiado, ya que podré mañana estudiar con Mateo.

...

Miércoles. Todo resultó muy bien. El examen estaba bastante difícil, pero logré completarlo con éxito.

En el primer receso, fuimos yo y Mateo a comprar cafés. Nadie está afuera, por lo tanto, está muy llena la cafetería. Hace un frío que te cagas.

Froté mis manos, sin lograr que se calienten ni un poco. Mateo siempre trae de esos chalecos que se ve muy calentitos. Yo sentí mis manos realmente congeladas.

—Mira, estoy muy helado —le dije a Mateo, poniendo mis manos en sus cachetes, él se rio.

—Wow —se sorprendió. Sonreí, le tiré el lóbulo de la oreja y él se quejó.

—Deja de hacerme eso —se quejó frotándose la oreja en su hombro.

—No —dije y sonreí, aburrido ya de tanto esperar.

Finalmente tuvimos los cafés. Y para volver a sentarnos, tuvimos que esquivar a cada chico o chica en el camino.

Narra Mateo:

Seguí a Alexis, nunca había visto la cafetería tan llena.

Iba caminando cuando sentí pisar algo que crujió, me detuve y levanté mi pie. Era un cartón que apilado. Definitivamente detenerme no fue lo mejor, ya que alguien chocó bruscamente conmigo haciéndome tropezar. Miré para atrás y vi a Max Renan, recogiendo su hamburguesa, ahora llena de aserrín que han puesto en la cafetería por la humedad. El miedo me invadió al instante.

—Perdón, perdón —me disculpé rápidamente sin poder sostenerle la mirada más de un segundo.

—Ve con más cuidado imbécil —bufó enojado, y me miró como con asco. Tomó una servilleta y la pasó por su hamburguesa, para luego lanzarme una mirada llena de furia.

—Perdón, no fue mi intención... De verdad... —murmuré nervioso. Recordé todo lo de ese día, y mi cuerpo me demandó que saliera corriendo.

Narra Alexis:

Lo escuché todo... Giré pare ver a Mateo, y noté el terror en sus ojos—. Me vas a pagar esto pendejo —le dijo Max acercándose a él.

Aléjate. Lo tocas y...

—¡Oye! ¡Solo fue un accidente! —exclamó una chica desde una mesa, varios miraban.

—Yo te la puedo pagar, no te preocupes —siguió diciendo Mateo desesperado.

Enfréntalo Mateo. Míralo a la cara y demuestra que no tienes miedo.

Si no solo déjalo. Y solo... ven conmigo.

Mientras Max seguía acercándose a él, yo no sé por qué, pero estaba paralizado.

Max lo empujó, haciendo que Mateo se quemara el dorso de su mano con el café. Y escucharlo quejarse por el dolor de la quemadura en su manita fue el detonante que por fin me hizo reaccionar. Lo tomé del brazo y lo dejé atrás mío.

—Solo fue un accidente —dije firme, mirándolo de frente.

—No estoy hablando contigo —dijo Max y escuche un "ohhh" de los que estaban mirando.

—Yo sí —dije y le lancé una sonrisa cínica. Saqué mi billetera y le di un billete, que me recibió bruscamente. Tomé de la muñeca y prácticamente arrastré a Mateo por la multitud hacia nuestra mesa. Me senté sintiendo la mirada de Max en él. Y el silencio que se había hecho en la cafetería pronto comenzó a desaparecer.

Keila ya me iba a ir a buscar, pero le expliqué rapidamente que ya había pasado. Le preguntaron a Mateo si estaba bien, y a mí también, que no quería ni levantar mi vista. Comí rápidamente, tenso y con el corazón un poco agitado. Miré a Mateo y lo percibí igual..., pero él estaba tenso por el miedo y los nervios.

—Alexis... muchas gracias —escuché a Mateo decirme tímidamente. Pero aún totalmente alerta de todo, no atiné a responderle, seguí comiendo cabeza gacha.

—Mateo —escuché decir a alguien, es Marco. Mateo lo miró hacia arriba—, ¿estás bien? —le preguntó Marco. Su presencia no deja de hacerceme molesta.

Mierda... Basta Alexis. Estoy preocupado, enojado, soy desconfiado, sí. Pero no dejes que esto te consuma.

—Sí —respondió Mateo.

—Que agresivo es ese tipo —dijo Marco como para sí mismo, Mateo hizo la mueca que siempre hace—. Estate tranquilo —le dijo y tomó su mano, frunciendo el entrecejo con preocupación—. Es una quemadura... Ven, tengo pasta dental —dijo Marco antes de hacer parar a Mateo.

—Estará mejor con agua —me apresuré a decir mientras también me paré. Marco me miró, frunció la boca y la torció con disgusto.

—Es verdad —balbuceó Mateo e hizo una mueca. Marco asintió y le sonrió para seguido frotarle el cabello. Fui con Mateo al baño y en soledad, por fin pude relajarme.

Narra Mateo:

Sigo pensando en lo de hoy, mamá se preocupó mucho. Y entre lágrimas le conté lo que había pasado en los camerinos. Como era de esperarse se alteró demasiado. Conversamos mucho, dijo que tomaría medidas..., pero yo le rogué que no lo hiciera. Es malo y lo sé, pero hay que pensar en todo, solo lograré provocarlo más. ¿Y si Jimmy le hace algo a mamá? La única razón del por qué no puso una denuncia cuando me agredió fue por miedo. Las cosas malas que rondan en sus vidas son más peligrosas de lo que parecen. Y Max es esa clase de personas enfermas que no entienden. Tampoco... quiero quedar en ridículo, ni hacerlo enojar. Ni quiero que Alexis vuelva a meterse en problemas. Recuerdo esa vez de los calmantes, Alexis se enfureció mucho. Simplemente no puedo contar eso de los camerinos, imagino su reacción. Se volvería loco, y Boris igual. No, definitivamente no.

Sigo con miedo, y nervios. Los malditos nervios.

Prendí la estufa. El frío es tan grande que me hice una especie de cama en el living. Es imposible estar en mi pieza tan húmeda. Seguí viendo películas, sin poder dormir. Algo horrible, puesto que estoy fatigado y muerto de sueño.

Escuchando Los Simpson a un volumen muy bajo, solo para tener un poco de sonido y no sentirme tan solo, sentí como finalmente me estaba viniendo el sueño. Mis parpados empezaron a pesar..., pero vino el dolor.

Intenté ignorarlo, pero las puntadas se fueron intensificaron más y más. Respiré profundo y me quedé quieto.

Dios, que horrible...

—¡Ay...! —sollocé. Sintiendo la puntada más fuerte hasta ahora. Me senté rapidamente, con ganas de llorar.

Esperé un rato, pero siguió. Me da mucho vergüenza, pero debo hacer algo al respecto. Ya me empieza a preocupar, no es normal. Y duele, duele mucho... Mucho...

Me quedé muy quieto. Aguantando, solo aguantando el dolor.

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