Cap 2
–Si quieres llegar a Wakabayashi, primero debes pasarnos.– añadió el defensa central.
Tsubasa bajo el balón y lo piso, acto seguido sonrió.
–Por mi esta bien.
Dijo para patear el balón hacia adelante y comenzar a correr, el primero en enfrentarlo fue Kisugi, intento quitarle el balón con una barrida, pero, Tsubasa lo esquivó saltando por encima de el. Taki y Izawa intentaron atacarlo juntos, sin embargo, con un hábil regate el joven Ozora logro esquivarlos, ya solo restaba Takasugui.
Tsubasa dribló hacia la derecha, pero, el defensa logró adivinar el movimiento, no obstante, el balón no se movería de su sitio, quedaría atrás para que Tsubasa con un golpe con el talón le pasará por en medio de ambas piernas al defensa. Corrió por un lado y le dejo atrás, ya solo quedaba Wakabayashi, entro al área grande, y lanzó un disparo alto hacia la derecha, el joven portero se lanzó para detener el disparo, pero, en el último segundo hubo un efecto hacia el lado contrario de la mano de Wakabayashi.
–¡¿que?!.
Exclamó con asombro todo el equipo, sin embargo, Genzo alcanzo ha hacer contacto con las yemas de sus dedos desviándo el balón el cual golpeó en el poste y salio de la cancha.
–Rayos... Estaba seguro que anotaría, es increible.
Wakabayashi, se levantó y vio su mano izquierda, la cerro en un puño.
–Estoy seguro... Que hubiera entrado si intentaba rechazarlo con el puño que con la mano abierta, no hubiera alcanzado a tocarlo.
El capitán del Shutetsu camino hacia Tsubasa y le colocó su gorra, cosa que hizo que el joven Ozora se sorprendiera.
–Sabes, me encantaría que estuvieras en el colegio Shutetsu...– dijo con una sonrisa el guardameta –nos hace falta un número diez en el equipo.
El joven Tsubasa sonrió por las palabras del capitán.
–Supongo que después de todo, lo inscribire en el colegio Shutetsu.– dijo la madre de Tsubasa con una sonrisa.
–Me gustaría, pero, ¡quiero enfrentarte en un partido de verdad!.– dijo el menor sonriendo y decidido.
El equipo del Shutetsu se impresionó por la respuesta de Tsubasa, nunca le habían rechazado una invitación l equipo, no obstante, el capitán del equipo se le veía relajado, con una mirada seria la cual se transformó en una sonrisa de media luna.
–En ese caso, espero que entres a un buen equipo, de lo contrario no podre enfrentarte.– dijo con un tono burlón.
–Entrare al colegio Nankatsu, ¡esperare con ansias el partido!.
El mayor asintió y se dio media vuelta para irse, no obstante, el menor le detuvo antes.
–Wakabahashi, olvidas tu gorra.– dijo apunto de quitársela, pero, antes de poder hacerlo, la voz del portero lo detuvo.
–Conservala... Tomala como un regalo.– dijo quitándose los guantes y caminar rumbo al vestidor.
–Wakabayashi...– el menor se le quedo viendo al cancerbero alejarse, sostuvo la visera de la gorra y sonrió, se la acomodo y tomo su balón para marcharse regateando.
En el trayecto a la escuela Nankatsu, la madre decidió ella ir a hacer el papeleo, así Tsubasa podría conocer al equipo de la primaria, corrió controlando el balón con mucha emoción, quería llegar lo antes posible a la cancha pública del lugar. Sin embargo, cuando estaba apunto de llegar diviso una discusión entre dos personas, ¿cual era el motivo? Se preguntaba el joven Ozora.
–¡no puedes hacer eso Urabe!.
–Ishizaki entiende, el equipo de su escuela es un chiste, la última vez el Shutetsu les anoto veinte goles... Ustedes no necesitan esta cancha.
–¡NO SEAS UN CREÍDO!.
–Sabes, arreglemos esto con un partido, si ganan, nos marchamos, si pierden, nunca mostraran su cara por aquí Nankatsu.
–Bien, ¡te ganaremos y te cerrare la boca!.– dijo el joven con energía.
–Pero Urabe, al Nankatsu les falta un jugador.
–Es cierto Kento, así no pueden jugar.
Los del equipo del Nishigaoka comenzaron a reírse, no obstante, las risas cesaron por una pregunta.
–¿puedo jugar con ustedes?.
Ishizaki le volteo a ver confundido, ¿quien era ese niño?.
–Disculpa, pero, sólo pueden jugar muchachos de la escuela Nankatsu.
–Me acabo de inscribir hoy, mi nombre es Tsubasa Ozora.– dijo con una sonrisa.
No hubo respuesta alguna, el motivo era que la atención estaba en la gorra del recién llegado, Urabe le arrebato la gorra y comenzó a inspeccionarla. Tsubasa al percatarse de esto, intento recuperarla, sin embargo, uno del equipo del Nishigaoka le evito hacerlo poniéndose enfrente.
–¿de dónde sacaste esto?.– dijo sin quitarle la vista de encima a la gorra.
–¡damela, es un regalo de Wakabayashi!.– dijo forcejeando.
–Eso es imposible, Genzo no hace esas cosas, ¡debe ser una copia!.– dijo lanzando la gorra al suelo.
–¡oye!.– dijo Tsubasa en forma de reclamo agachándose a recoger la gorra y volver a colocársela. –Esta gorra me la regalo cuando me invito a formar parte del Shutetsu, ¡es de el... Era de el!.
–Puedes jugar, si Wakabayashi te invito debes ser muy bueno... Prepararé para perder Urabe.
–No creas que perderé Ishizaki, si es verdad eso que nos cuentas Tsubasa, demuestralo en la cancha.
Los equipos se dispersaron en la cancha, listos para comenzar a jugar.
–Este es mi primer partido con el equipo de la escuela, lo daré todo, además, se atrevió a tirar el regalo de Wakabayashi... Le demostraré lo fuerte de mi fútbol.– pensó el menor, ajustándose y acomodándose la gorra roja.
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–¡Misaki!.
–¡Toma Matsuyama!.
El número diez del Furano lanzo el balón hacia el número nueve quien lo recibió con el pecho, antes que cayera el balón al suelo, conectó una volea que terminaria en un gol.
–¡bien hecho capitán!.
El colegio Furano jugaba un partido amistoso contra la primaria Toho, el marcador era de cinco goles a cero a favor del Furano, el dueto dorado de los amarillos no dejaban tocar el balón al rival, Taro Misaki y Hiakru Matsuyama. La diferencia era muy grande, sin embargo, estos partidos dejaban en claro la fuerza del equipo rumbo al torneo clasificatorio al torneo nacional.
Al termino del partido, en los vestidores, Misaki tuvo que dar una noticia.
–Chicos... Debo decirles que me mudare.
El equipo quedó devastado con la noticia, en especial Matsuyama.
–Sin embargo, quiero que ganen el torneo clasificatorio, ¡se que serán capaces de hacerlo!.
Dijo el número diez con unas cuantas lágrimas, el nuemero nueve también soltaba algunas.
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