4:00 pm Duskwood

El silencio sepulcral del pueblo se vio roto, por un sonido que nadie esperaba. Las campanas de la iglesia resonaron en la distancia, llenando el aire con su lúgubre eco. Nadie en el pueblo las había escuchado en años, y el repentino tañido dejó una inquietud escalofriante. Algunas personas salieron a sus puertas y balcones, alarmados, preguntándose qué había provocado aquel sonido.

En el patio de la iglesia, una lona desgastada estaba tendida entre dos postes, igual que en las noches de cine bajo las estrellas, pero esta vez proyectaba una escena muy diferente. Una imagen borrosa y temblorosa se formó en la pantalla improvisada. Era Mc. Su rostro, casi irreconocible por el agotamiento y las marcas de maltrato, reflejaba una mezcla de resignación y desesperanza.

Con voz temblorosa y ronca, Mc pronunció unas palabras que resonaron en el pecho de todos los presentes: "Soy Mc hija única de los MacAllister, y estoy pagando algo que no me corresponde. Solo pide que entreguen a los asesinos, si no quieren más pérdidas... se les acaba el tiempo... y el mío..."

La pantalla se apagó de golpe, dejando a los presentes en un silencio perturbador. Entre los que vieron el video estaban Jessy, la mejor amiga de Mc, y el capitán de la policía, Alan, quienes intercambiaron una mirada de urgencia.

Alan reaccionó al instante, tomando el control de la situación, ordenando a todos que no difundieran el video para evitar el pánico, mientras Jessy intentaba calmar a los presentes. Sin perder tiempo, ambos se dispusieron a investigar quién había proyectado el video y el toque de las campanas.

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11:00 pm Londres

La última nota de la guitarra de Jake resonó en el estadio, y la ovación del público vibraba en el aire mientras la banda Nymos saludaba a su audiencia, exhaustos pero eufóricos. Habían cerrado su tour en Londres con un éxito arrollador, y, entre abrazos y risas, el grupo se retiró tras bambalinas, disfrutando de ese último momento de gloria.

Pero algo en el ambiente cambió. A medida que avanzaban por el pasillo, Jake empezó a notar que algunos miembros del equipo miraban sus teléfonos con expresiones de alarma, y susurraban entre ellos. Richy y Phil, que habían notado la misma tensión, se apresuraron a colocarse delante de Jake, bloqueando su vista de los fans que se arremolinaban cerca de la salida.

—No te asomes, Jake —murmuró Richy con firmeza, lanzándole una mirada seria.

—¿Qué pasa? —Jake frunció el ceño, ya inquieto.

—Nada, solo... vamos al camerino, te explicamos en el camino —añadió Phil, intentando desviar la atención.

Pero Jake los ignoró y, decidido, se acercó al grupo de fans que intentaban llamar su atención. Fue entonces cuando una de las chicas, con el rostro lleno de preocupación, le soltó la noticia que dejó su mundo en suspenso:

—¡Jake, es Mc! ¡Dicen que... dicen que la han secuestrado!

El rumor era como un golpe directo al estómago. Jake sintió cómo el suelo parecía desmoronarse bajo sus pies, y la multitud de pensamientos y emociones se convirtió en un zumbido sordo. Sin decir nada y empujando a todos los que se cruzaban en su camino, ignorando las voces de sus amigos y el personal, con un solo objetivo en mente: encontrar su teléfono y averiguar si aquel horrible rumor era cierto.

Cada paso que daba, cada segundo que pasaba, aumentaba la presión en su pecho. Necesitaba respuestas, y las necesitaba ahora.

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