Las sirenas de la policía se hicieron más fuertes hasta que finalmente un coche patrulla se detuvo bruscamente cerca de ellas. Alan salió rápidamente del vehículo, su expresión reflejando preocupación y determinación.

—¿Están todas bien? —preguntó mientras se acercaba.

—Jessy está herida, pero está consciente —respondió Mc, su voz temblorosa.

Alan miró a Jessy, que estaba apoyada contra Lilly, y asintió. Sin perder tiempo, ayudó a levantar a Jessy y la condujo hacia el coche patrulla.

—Vamos, las llevaré a la clínica. Es importante que Jessy sea revisada por un médico y que todas estén en un lugar seguro —dijo Alan con firmeza.

Mc y Lilly siguieron a Alan, manteniendo a Jessy entre ellas mientras la ayudaban a caminar. La atmósfera estaba cargada de tensión y miedo, pero también de un sentido de urgencia compartida. Subieron al coche patrulla, con Alan conduciendo a toda velocidad hacia la clínica.

El viaje fue silencioso, salvo por las quejas ocasionales de Jessy, que todavía estaba recuperándose del golpe. Mc sostenía la mano de su amiga, tratando de transmitirle fuerza y consuelo.

Finalmente, llegaron a la clínica de Duskwood. Alan aparcó el coche y salió rápidamente, ayudando a las chicas a bajar. El personal de la clínica, alertado por la llegada de la policía, salió para recibirlas.

—Necesitamos atención médica inmediata para Jessica. —dijo Alan, dirigiéndose a una enfermera que los recibió en la entrada.

La enfermera asintió y rápidamente condujo a Jessy al interior, seguida de cerca por Mc y Lilly. Alan se quedó un momento en la entrada, hablando con otro oficial de policía que había llegado para coordinar la situación.

—Voy a quedarme aquí hasta que sepamos que Jessy está bien. Pero necesitamos hablar sobre lo que ha pasado. Esto es más serio de lo que imaginábamos —dijo Alan, volviéndose hacia Mc y Lilly.

Las chicas asintieron, agradecidas por su apoyo. Mientras esperaban en la sala de urgencias, Mc no podía dejar de pensar en el ataque y en la palabra "venganza". La sensación de ser observada y la amenaza que pendía sobre ellas eran demasiado reales.

—Gracias, Alan —dijo Mc finalmente, rompiendo el silencio.

Alan le dio una sonrisa tranquilizadora.

—No tienes que agradecerme. Estoy aquí para ayudar. Vamos a resolver esto juntos.

El tiempo pasaba lentamente en la clínica, pero finalmente, un médico salió para informarles que Jessy estaba estable y necesitaba descansar.

La noticia trajo un alivio temporal, pero Mc sabía que la verdadera batalla apenas comenzaba. La amenaza del "Hombre sin Cara" y su misteriosa venganza seguían acechando en la sombra, y necesitaban descubrir la verdad antes de que algo peor ocurriera.

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