83. StarStruck
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Mc se encontraba sentada en su sala de estar, tratando de procesar todo lo que había visto en la casa de Michael Hanson. Estaba esperando a que llegara Jessy para poder así hablar con sus amigas sobre lo que había visto con Alan.
Su teléfono vibró, y al ver que era una videollamada de Jessy, sintió un alivio momentáneo. Contestó de inmediato.
—¡Jessy! ¿Estás bien? —preguntó Mc, tratando de mantener la calma.
La imagen en la pantalla mostraba a Jessy caminando por una calle poco iluminada, estaba por el callejón qué pasa por la iglesia y el bar aurora. Sus ojos estaban llenos de preocupación y constantemente miraba por encima del hombro.
—Mc, me siento vigilada —dijo Jessy, su voz temblorosa—. Desde que salí de la estación del tren, he tenido esta sensación. Hay alguien siguiéndome, lo sé.
Mc sintió un nudo en el estómago. La conexión era inestable, pero la preocupación en los ojos de Jessy era inconfundible.
—Jessy, ¿Estás cerca del bar Aurora o de la iglesia? ¿Puedes ver a alguien? —preguntó Mc, tratando de mantener su voz firme.
Jessy giró la cámara, mostrando una calle desierta y oscura.
—No veo a nadie, pero sé que hay alguien. Mc, tengo miedo —confesó Jessy, comenzando a acelerar el paso.
De repente, la pantalla se sacudió violentamente. Jessy gritó y el teléfono cayó al suelo, capturando un ángulo caótico. Mc pudo ver una figura oscura acercándose rápidamente. Era un hombre con una máscara, reconocía esa marcara... "Él Hombre sin Cara".
—¡Jessy! —gritó Mc, su corazón latiendo con fuerza.
La figura golpeó a Jessy en la cabeza, y ella cayó al suelo, fuera de la vista de la cámara. Mc escuchó el sonido sordo del golpe y el dolor en el grito de Jessy, lo que hizo que su sangre se helara. La figura enmascarada se acercó a la cámara, y con una voz distorsionada y fría, dijo:
— Llegue por venganza.
Luego, el hombre colocó el teléfono en un punto estratégico, de manera que Mc pudiera ver a Jessy tirada en el suelo, inconsciente. La imagen se quedó fija mientras el hombre se alejaba, dejando a Mc mirando impotente la pantalla, con lágrimas corriendo por su rostro.
—¡Jessy! ¡Jessy, por favor, despierta! —suplicó Mc, pero no obtuvo respuesta.
El terror y la impotencia la consumían. Necesitaba ayuda, y la necesitaba rápido. Desesperada, Mc tomó su teléfono y marcó el número de Alan, mientras salía de su hogar.
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