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La luz del sol se filtraba por las persianas entreabiertas, creando sombras irregulares en las paredes blancas de la habitación. El constante pitido de los monitores y el suave zumbido del aire acondicionado eran los únicos sonidos que rompían el silencio. Los párpados de Mc se agitaron levemente antes de abrirse por completo, revelando unos ojos desorientados y cansados.

El techo blanco del hospital se extendía infinitamente sobre ella, confundiéndola por un momento. Intentó moverse, pero un dolor sordo recorrió su cuerpo, obligándola a quedarse inmóvil. Los recuerdos eran fragmentados, imágenes borrosas del accidente inundaban su mente: el chirrido de los frenos, los gritos, el impacto...

Se giró lentamente hacia un lado, descubriendo la habitación vacía. No había flores, ni globos, solo un peluche que le resultaba familiar. La sensación de soledad la envolvió, incrementando su ansiedad. Intentó recordar cuánto tiempo había pasado, pero todo era confuso.

Finalmente, la puerta se abrió con un suave crujido. Una figura familiar apareció en el umbral. Era Jessy, su mejor amiga. Sus ojos estaban rojos, como si hubiera llorado durante días. Al ver a Mc despierta, una mezcla de alivio y alegría se reflejó en su rostro.

—¡Mc! —exclamó Jessy, corriendo hacia ella con lágrimas en los ojos—. ¡Estás despierta!

Mc intentó sonreír, pero el dolor y la confusión seguían presentes.

—Jessy... —murmuró con voz débil—. ¿Qué... qué pasó?

Jessy tomó su mano con suavidad, acariciándola.

—Tuvieron un accidente, Mc. Estuviste inconsciente durante cuatro días. Los médicos no sabían cuándo ibas a despertar. Hemos estado aquí todos los días, esperando...

Las palabras de Jessy trajeron algo de claridad a la mente de Mc. Recordó a sus amigos, el coche, la carretera, un auto rojo. Un nudo se formó en su garganta.

—¿Los demás? —preguntó con un hilo de voz.

Jessy apretó suavemente su mano, su mirada llena de tristeza y compasión.

—Están bien, Mc. Todos están bien. Pero... hay algo que necesitas saber.

Mc la miró con preocupación. Jessy vaciló un momento antes de continuar.

—Mientras estabas inconsciente, algo sucedió. Tu tío, Tony, vino a verte al hospital. Alguien lo reconoció y ahora... todo internet sabe que él es familiar tuyo, aunque dicen que es tu padre.

Mc parpadeó, atónita. Intentó procesar la información, pero su mente aún estaba nublada por el dolor y la confusión.

—¿Qué? ¿Cómo...? —logró articular, incrédula.

Jessy asintió con una expresión grave.

—Sí, Mc. Es un caos. Los medios están como locos, y las redes sociales están inundadas con tu nombre y el de tu tío. Hay fotos de él entrando y saliendo del hospital. Pero tus abuelos están trabajando en manejar la situación. Lo importante ahora es que te concentres en recuperarte.

Mc cerró los ojos, tratando de asimilar la avalancha de información. La idea de que el mundo entero supiera sobre su conexión con Tony Stark era abrumadora. Sentía que su privacidad había sido violada de la manera más brutal.

—Jessy... esto es... demasiado —murmuró, sintiendo las lágrimas empezar a brotar.

Jessy la abrazó con cuidado, asegurándose de no lastimarla.

—Lo sé, Mc. Pero no estás sola en esto. Tu tío y tus abuelos están tomando medidas, y nosotros, tus amigos, estaremos aquí para apoyarte en todo momento.

Mc sintió el calor del abrazo de Jessy, y aunque el futuro parecía incierto y aterrador, la presencia de su amiga le daba un rayo de esperanza. Con Jessy a su lado, sabía que podría enfrentar cualquier desafío que viniera.

—Gracias, Jessy —susurró Mc, aferrándose a su amiga—. Gracias por estar aquí.

Jessy sonrió a través de las lágrimas.

—Siempre, Mc. Siempre estaré aquí.

La habitación del hospital, que al principio le había parecido fría y desolada, empezó a sentirse un poco más cálida y acogedora con la presencia de Jessy. Mc sabía que, con el tiempo y el apoyo de sus seres queridos, lograría superar este capítulo de su vida.

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🕯️🕯️🕯️

JAJAJAJS LO TENÍA QUE HACER