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100. Camilla

La tensión en el aire era palpable.

Jake y el equipo de búsqueda avanzaban en silencio, sus linternas iluminando el sendero entre los árboles. La cabaña, ubicada en un claro cerca del lago, se levantaba como una sombra siniestra bajo la luz de la luna.

Fue entonces cuando un sonido desgarrador rompió el silencio: el eco de un disparo retumbó entre las montañas, helando la sangre de todos los presentes.

—¡Por allá! —gritó alguien del equipo, y sin dudarlo, todos corrieron hacia la cabaña.

Jake lideraba la carrera, su corazón latiendo con fuerza, temeroso de lo que encontrarían. Al llegar, la puerta de madera estaba entreabierta, crujiente, como si hubiese sido forzada en el apuro. Entraron con cautela, iluminando cada rincón. Lo primero que notaron fue el silencio, seguido del olor a polvo, humedad... y algo más.

En el suelo había manchas de sangre seca que dibujaban un rastro pequeño, junto a unas cuerdas desechas que yacían tiradas en la otra habitación, como si alguien hubiera estado atado ahí.

La escena era caótica, pero no había señales de Mc ni del secuestrador. Jake sintió cómo el pánico comenzaba a apoderarse de él.

—¿Dónde está? —preguntó con voz temblorosa, mirando a su alrededor desesperado, como si la respuesta pudiera aparecer por arte de magia.

Sin perder más tiempo, salieron de la cabaña y comenzaron a buscar en los alrededores. La luz de las linternas recorría los árboles, la maleza y cada rincón del terreno. Los segundos parecían horas, y cada paso que daban llenaba a Jake de una mezcla de miedo y esperanza.

Fue entonces cuando algo llamó su atención. Cerca de un viejo árbol, entre las raíces nudosas que sobresalían del suelo, la linterna de Jake iluminó una figura.

Al principio pensó que su mente le estaba jugando una mala pasada, pero cuando se acercó, el aire se le escapó de los pulmones.

—¡Mc! —gritó, arrojándose al suelo junto a ella.

Estaba inconsciente, su rostro pálido bajo la tenue luz. Tenía algunos moretones visibles en sus brazos y rostro, y un leve rastro de sangre seca en la comisura de los labios.

Su ropa estaba sucia, como si hubiese forcejeado o corrido a través del bosque. Jake tocó su cuello, buscando desesperadamente un signo de vida.

—¡Está respirando! —anunció con un suspiro de alivio que casi lo hizo derrumbarse.

—¡Necesitamos una camilla! —gritó alguien desde atrás, mientras el resto del equipo se apresuraba hacia ellos.

Jake se quedó al lado de Mc, sin moverse, mientras los demás preparaban el traslado. Su mano temblorosa apartó un mechón de cabello de su rostro.

—Estoy aquí, Mc. No voy a dejar que te pase nada más, lo prometo —susurró, como si ella pudiera oírlo.

Los sonidos del bosque se mezclaban con las voces del equipo mientras preparaban el regreso. Pero en la mente de Jake, solo existía el deseo ferviente de que ella abriera los ojos.

🍂

En una oficina bajo estricta vigilancia en Duskwood, Alan caminaba de un lado a otro, su rostro marcado por el estrés. Dark estaba sentado junto a él, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

Aunque todos lo conocían como Dark, Alan no podía evitar llamarlo por su verdadero nombre, Kael, algo que lo irritaba profundamente.

—Deja de llamarme así —gruñó Dark, claramente molesto, aunque Alan lo ignoró por completo.

—Kael, no tenemos tiempo para tus manías. Esto es más grande de lo que imaginábamos —dijo Alan, deteniéndose frente a una de las pantallas que mostraba un mapa del área alrededor del lago.

La oficina, reforzada con medidas de seguridad nacional, era un lugar casi impenetrable. Un equipo de seguridad altamente entrenado vigilaba cada entrada y salida, gracias a los favores que Tony, el tío de Mc, había acumulado con personas en altas esferas. Sin embargo, ni siquiera esa protección era suficiente para calmar los nervios de Alan.

—Jessy y Lilly nos están esperando con la información. No podemos perder más tiempo. Dan ya está en camino también, y sabes que su vida está en peligro tanto como la nuestra —dijo Alan, su voz cargada de urgencia.

Dark asintió, aunque su expresión permanecía seria. Ambos salieron de la oficina y se dirigieron hacia la sala de reuniones, donde Jessy y Lilly esperaban. El ambiente era tenso, y el peso de lo que estaban a punto de descubrir parecía llenar cada rincón del edificio.

Cuando llegaron, Jessy estaba sentada frente a una mesa llena de papeles, mientras Lilly sostenía una carpeta negra con ambas manos. Había una mezcla de determinación y rabia en los ojos de Lilly, una mirada que reflejaba la magnitud de lo que había descubierto.

—Esto es lo que encontramos —dijo Lilly, extendiendo la carpeta a Alan.

Alan la abrió y comenzó a revisar su contenido. Las primeras imágenes que vio lo dejaron sin aliento: fotografías de Jennifer, la joven asesinada, junto con otras chicas que habían desaparecido en circunstancias similares. Había mapas marcados con ubicaciones específicas, fotografías e informes detallados.

—Esto es... —Alan no pudo terminar la frase.

—Evidencia —interrumpió Lilly, con la voz cargada de rabia. —Henry no solo mató a Jennifer, sino a muchas otras chicas. Y lo peor es que acaba de escapar.

Dark, quien hasta ahora había permanecido en silencio, se inclinó sobre la mesa para revisar la información. Su mirada se endureció al ver los documentos.

—¿Cómo conseguiste esto? —preguntó, dirigiéndose a Lilly.

—Encontré parte de esto en la oficina de mi padre antes de que escapara. —respondió Lilly, con firmeza.

—Si Henry está suelto, todos corremos peligro. Necesitamos localizarlo antes de que desaparezca por completo —dijo Alan, cerrando la carpeta con fuerza.

En ese momento, Dan entró apresuradamente en la sala, su rostro pálido por la preocupación.

—¿Qué pasó? ¿Qué averiguaron? —preguntó, mirando a todos en la sala.

—Henry Donfort no solo es un asesino, es un monstruo —respondió Jessy, señalando la carpeta. —Y lo peor es que ahora sabemos que tiene recursos suficientes para desaparecer o, peor aún, tomar represalias contra cualquiera que lo haya traicionado.

El aire en la sala estaba tenso cuando el teléfono de Alan comenzó a sonar. Todos guardaron silencio mientras él atendía la llamada, su rostro cambiando de expresión con cada palabra que escuchaba.

—¿Qué pasó? —preguntó Dark, cruzando los brazos, impaciente por la respuesta.

Alan levantó una mano, pidiéndole calma, mientras su atención estaba completamente en la voz del otro lado de la línea. Finalmente, respiró hondo y colgó.

—Encontraron a Mc. —Las palabras trajeron un suspiro de alivio colectivo, aunque la preocupación no desapareció del todo.

—¿Y Michael? —preguntó Lilly, su tono lleno de cautela.

Alan apretó los labios antes de responder.

—Escapó. Ahora tenemos dos problemas: Michael podría volver por venganza, y también podría buscar a Henry para enfrentarlo. No sabemos qué hará, pero no podemos arriesgarnos.

Antes de que alguien pudiera responder, el teléfono de Alan volvió a sonar. Esta vez, era Jake. Alan contestó de inmediato, y la voz de Jake, cargada de preocupación, se escuchó al otro lado.

—Alan, escucha. Mc está con nosotros y está siendo atendida, pero Michael sigue suelto. Necesito que tú, Dark, y todos ahí se queden juntos. No quiero que nadie se arriesgue. Si Michael aparece o incluso Henry, podrían intentar tomar represalias contra cualquiera de ustedes.

—Lo entiendo —respondió Alan, mirando a los demás en la sala. —No nos moveremos. Vamos a reforzar la seguridad aquí.

—Bien. Mantente en contacto. Y ten cuidado, Alan. Michael es impredecible, y si Henry lo busca, las cosas podrían complicarse aún más —dijo Jake antes de colgar.

Alan bajó el teléfono lentamente y miró a los demás.

—Donfort tiene razón. No podemos subestimar lo que Michael o Henry puedan hacer. Nos quedamos aquí, juntos, y reforzamos la seguridad.

—¿Y Mc? —preguntó Jessy, su voz apenas un susurro.

—Su tío Tony está con ella. Está bien... por ahora. Pero necesitamos asegurarnos de que esta vez no nos tomen por sorpresa. —Alan hizo una pausa, mirando a Dark. —Kael, ¿puedes encargarte de coordinar la seguridad?

Dark suspiró profundamente pero asintió, dejando a un lado su irritación con Alan por llamarlo por su verdadero nombre.

—Lo haré. Pero más vale que estemos preparados para lo que venga, porque esta vez no podemos permitir que alguien más salga herido.



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🤡🤡🤡 quede al pensar que iba a ser una historia menor de 100 capítulos 🤡🤡🤡

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