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Capítulo 5



Sentirse observado no era extraño para Elliot, lo que sí era inusual, era no poder sentir la usual molestia, lujuria e incluso odio a través de esta. Eso, sí era raro.

Como, extremadamente extraño.

Con Isaac mostrando interés en él luego de un particular ataque que lo dejó realmente mal, la mayoría de los alfas y betas que habían estado divirtiéndose a su costa disminuyeron sus ataques, ya que no querían sufrir la furia de alguno de los tres hermanos King.

Claro que con la protección de Isaac a pesar de ser "respetada" por la mayoría, seguía habiendo algunos idiotas como Dorian o su estúpido amigo Sergei que seguían buscando problemas con él, así que realmente no era inusual ser constantemente observado mientras trabajaba.

Pero aquella mirada insistente en su nuca sin intención alguna ya le estaba irritando.

Cuando alzó su cabeza y observó a su alrededor, no encontró nada que podría considerar extraño, solo los usuales idiotas de siempre y Alex.

"¿Alex?"

Frunciendo el ceño, el omega observó al tonto alfa que lo había atendido la noche anterior y luego lo ignoró como se había hecho costumbre, como Alex Rollins lo había hecho siempre con él.

Haber conocido la razón de dicho comportamiento en el molesto hombre, de cierta forma como que le había quitado de encima un peso al ya no tener esa constante duda que le persiguió insistentemente de "¿qué había hecho él?".

Pero así mismo, había arruinado o mejor dicho empeorado completamente la mala imagen que tenía del idiota alfa, que al final si resultó ser un estúpido idiota egoísta como todos los que conocía, excepto Isaac.

Isaac y Miles eran en los dos únicos alfas en los que podía y confiaba, Jude no necesariamente pero sabía que si le pedía ayuda iba a ser escuchado. Al igual que Adam, quien era un beta cercano al ser amigo de los tres alfas King.

Claro que no era realmente cercano a las últimas dos personas, pero aun así formaban parte de su lista a quienes recurrir en caso de emergencia. Exactamente lo que había ocurrido la noche anterior.

Después de que el par de idiotas dejaran de golpearlo, justo cuando sus fuerzas habían flaqueado y abandonado su cuerpo, Elliot había parpadeado apenas logrando mantenerse consciente con tal infernal dolor para arrastrar su cuerpo al lugar más cercano, el consultorio de Miles.

Y se suponía que él debía de haberle abierto la puerta, tratado sus heridas, no el idiota de Alex.

El pelirrojo omega todavía maldecía entre dientes al recordar entre ese dolor, el suave tacto gentil y cuidadoso del alfa con él.

¿Por qué no simplemente lo había dejado abandonado fuera de la puerta? Ciertamente esa había sido una reacción que esperaba del hombre después de su despreciativo trato hacia él.

¿Compasión? ¿Arrepentimiento?

No le interesaba saber lo que había motivado a Alex Rollins para tratar sus heridas, pero lo que sí le interesaba, era que el alfa se mantuviera alejado como el infierno de él.

Los alfas no eran personas en las que podía confiar, se lo habían demostrado una y otra vez, incluso su destinado, no, su potencial a pareja había verificado lo que ya sabía. No existía posibilidad alguna que volviera a creer en ninguno de ellos más lo que estaban en su lista.

Así que lo mejor sería que su tonto lobo dejara de sentir curiosidad por el cambio en el alfa porque no le daría oportunidad alguna a un hombre que había pensado lo peor de él por algo que había visto, por algo que ni siquiera se había acercado a corroborar o preguntarle al respecto.

—Oye, ¿es idea mía o Alex te está observando fijamente? —preguntó Adam.

—No sé de qué me hablas, ideas tuyas probablemente —respondió mientras seguía escondiéndose en una cortina con su largo cabello, pelando algunas papas para la comida del almuerzo.

—No, él realmente te está observando —insistió el beta.

Chasqueando su lengua, Elliot alzó su cabeza y paso un mechón rojizo detrás de su oreja para crear una abertura en su cortina.

Y ahí seguía el idiota.

—Pero ¿qué jodidos le pasó a tu rostro? —exclamó Adam con sorpresa al contemplar el moretón persistente en su ojo.

—Esto no es nada a como estaba antes —bufó y frunció el ceño alejándose instintivamente de la mano del beta cuando este la alzo cerca de su rostro.

—Lo siento —pronunció—. Fueron esos idiotas, ¿no?

—Hay muchos idiotas en esta manada —pronunció en voz alta, echándole una mirada a Rollins antes de volver su atención al beta—. Así que tendrás que ser más específico.

—Shh, ¿acaso quieres volver a meterte en peleas tan pronto? —regañó observando a su alrededor.

Observando sus nudillos completamente sanados, pero aún sensible, frunció sus labios sabiendo que su cuerpo no estaba en las mejores condiciones como para pelear.

—Además, Isaac se fue esta mañana junto a Jude para cazar antes de que caiga el invierno, sabes que nunca se logra encontrar muchos animales en la nieve —comentó.

—Ah, eso explica por qué no ha aparecido por aquí para averiguar cómo estoy y por qué no he visto a los otros dos idiotas —comprendió—. También el que te estés dando una vuelta por aquí.

—¿Qué quieres decir con eso? Solo soy un amigo visitando a otro en su descanso —expresó ofendido.

—Pura mierda —se rió—. Seguramente Isaac te pidió que tuvieras un ojo sobre mí mientras no estaba.

—Le dije que no te ibas a tragar esa historia de amigo preocupado —suspiró apoyándose relajadamente en la mesa entre ellos—. Ambos son igual de antisociales y gruñones, bueno, tú eres más boca que nada —expresó.

—Ay, gracias —exclamó tocando su pecho.

—Pero ya dime.

—Dime —dijo tomando las últimas papas del saco.

—No seas un idiota —gruño.

—Creí que habíamos quedado en que todos los alfas lo eran, no yo —pronuncio observándolo inocente.

—¿Y con todos los alfas eso incluye a Isaac? —preguntó arqueando una ceja.

—Por supuesto —respondió pelando papas.

—Pensé que me ibas a decir una mierda cursi como que era el especial y todo eso —pronunció confundido.

Dejando de pelar, el omega le observó incrédulo.

—Permíteme vomitar antes de hacer esa mierda —expresó siguiendo con su trabajo—. ¿Por qué pensaste eso? —preguntó.

—Razón uno, eres un omega.

—¿Y?

—Todos los omegas tienen pensamientos respecto a encontrar a su alfa o pareja perfecta, su destinado —expuso.

—Es la única forma en la que pueden vivir en esta vida de mierda que nos ha tocado —indicó franco—. Creer en tales ilusiones y sueños los mantiene con vida.

—Entonces tú también deberías de tenerlos, ¿no? Lo has dicho tú mismo, todos los omegas sueñan con ello para seguir adelante —atacó.

—Sí, pero en primer lugar yo no soy igual a los demás omegas de esta manada —le recordó—. En segundo lugar, porque no creo en esa mierda es que yo sigo viviendo, porque soy un sobreviviente y sé valerme por mí mismo —dijo observando en el lugar donde estaba Alex.

Sus ojos se encontraron y ambos se observaron fijamente. El omega sabía que el alfa le había escuchado. Imposible no hacerlo cuando los cambiaformas tenían sus sentidos más desarrollados y él precisamente no estaba tratando de hablar en voz baja como lo hacían la mayoría de los omegas.

—De acuerdo, ya entendí —suspiró—. Sinceramente no sé qué es lo que ve Isaac en ti, pero algo debes de tener de bueno además de tu belleza para que haga todo esto por ti —expresó.

—¿Crees que Isaac está interesado en mí? —preguntó volviendo su atención en Adam.

—Claro —asintió—. ¿Qué otra razón habría para hacer todo lo que hace por ti? —preguntó confundido.

Elliot estalló en grandes carcajadas ante ello, llegando a colocar sus manos sobre su abdomen por el dolor que le estaba provocando su propia risa.

—Gracias, me alegras el día —expresó aún sonriente.

—Lo siento, no veo el chiste —dijo confundido el beta.

—Te diré qué, ¿por qué mejor no le preguntes cuando vuelva?

—Pero podría tardar incluso una semana en llegar —se quejó.

—Mejor, ¿no? Mientras más esperes mejor será cuando tengas tu respuesta —se burló.

—Pura mierda —refunfuñó—. Ya me voy, volveré a darme una vuelta después —anunció levantándose.

Agitando su mano mientras el beta se alejaba, los ojos mieles de Elliot se posaron en el lugar en el que había estado Alex ahora vacío.

Encogiéndose de hombros, el pelirrojo siguió con su trabajo apartado de los otros omegas, esperando que su conversación terminara por alejar a Alex con su intención de jugar al niño bueno.

No lo necesitaba en su lista de a quienes recurrir en peligro, ya tenía a los que quería en ella y no deseaba a nadie más, menos a un hombre que lo había abandonado a su suerte sin explicación alguna.

"Oh, pero si me lo explicó esa mañana, ¿no?" pensó amargamente.

Como sea, mientras ya le dejara en paz, él feliz de la vida.

Lástima que Alex parecía no tener precisamente aquellos mismos planes. Con los días pasando, el alfa ciertamente no se acercó, pero sí lo estuvo acosando a lo lejos sin importarle si le encontraba o no observándolo fijamente.

Era casi espeluznante.

Sí, casi, porque su tonto lobo estaba mostrándose curioso y a la vez encantado por la atención del alfa después de tanto rechazo.

Más de una vez Elliot tuvo que reprenderlo y recordarle, recordarse a sí mismo todo lo que había sufrido por ese idiota alfa, y que si le estaba mostrando atención en ese momento, no era nada más que debido a que el humano a quién había escogido, había elegido a otro hombre.

Pensar y recordar aquello solo lo agriaba más, pero era necesario hacerlo para no caer como un idiota.

Para cuando Isaac, Jude y los otros idiotas finalmente volvieron luego de una larga semana afuera, Elliot suspiró al saber que su paz ya había terminado.

Manteniéndose a distancia, de pie y apoyado en un árbol, el pelirrojo omega observaba la gloriosa entrada que estaban mostrando los alfas, orgullosos de su cacería mientras eran recibidos alegremente por los demás integrantes de la manada.

Contempló como Jude encabezaba el camino con la cabeza de un oso bajo su brazo, mostrando orgullosamente su cuerpo de luchador vikingo.

A su lado, Isaac caminaba observando a su alrededor cuidadosamente, con una cabeza de un alce bajo su brazo al igual que su hermano.

Elliot sabía que cuando su amigo se le acercara, se estaría quejando por haber cargado una cabeza de un animal muerto solo para demostrar que clase de animal había cazado. Esa era una costumbre casi arcaica que el alfa líder había obligado a permanecer en el tiempo.

Cuando Isaac finalmente le capturó con sus ojos, movió sus labios en una especie de gruñido que Elliot sabía, era una sonrisa por verlo.

Sonriendo, movió su cabeza en señal de saludo y se quedó en su posición, sabiendo que Isaac junto a su hermano mayor primero debían de asegurarse de que toda la comida fuera entregada a los omegas encargados para que la almacenaran.

—Si realmente estás saliendo con Isaac, dime y los dejaré tranquilos —pronunció una voz a su espalda.

—¿Oh? ¿Así que finalmente optaste por acercarte? —preguntó con burla, cruzando los brazos sobre su pecho mientras se obligaba a sí mismo a seguir con su pose relajada.

—Tú fuiste quien me pidió no acercarme —gruñó Alex apareciendo al otro lado del árbol, y al no ser exactamente muy grande, la distancia entre ellos no era mucha.

Alex en realidad no había tenido intención de gruñir, él realmente se había acercado con el propósito de contestar la duda que había rondado en su mente desde que había escuchado la conversación con Adam en la casa común.

Pero tenía que admitir que ver el hermoso rostro de Elliot iluminarse con una sonrisa tras contemplar a Isaac, sí lo había irritado.

Porque esa sonrisa le...

"No, no pienses en ello" se ordenó a sí mismo.

—Y debiste seguir con ello, aunque no sé qué planeas acosándome con la mirada desde lejos —comentó—. Asustas.

—Te dije que podías pedirme ayuda si lo necesitabas.

—Y te dije que no —le observó Elliot.

—Y precisamente por eso prefiero cuidarte desde lejos.

—Innecesario —con su mentón señaló en dirección a los hermanos King—. Isaac ya tiene ese trabajo.

—Y te dejó solo en esta manada mientras se iba de caza —espeto irritado.

—Corrección, se fue de caza para tener comida en el invierno porque no sé si recuerdes lo terrible que puede ser esa estación del año por aquí. Además, me dejó a una niñera llamada Adam y se llevó a la mayoría de los idiotas que se divierten molestándome —defendió—. Así que no estuve en peligro realmente.

—¿Están saliendo?

Elliot sonrió, y no de forma precisamente alegre o amable.

—¿Por qué no le preguntas tú mismo? —respondió simplemente—. Y debo de añadir, que no debes ni tienes por qué hacer de mi protector, ya pasó el tiempo para que tomes un papel que ya no te pertenece, que no te mereces —pronunció con frialdad antes de alejarse.

Sabiendo que habría un infierno de fiesta con los alfas volviendo con abundante comida, Elliot estratégicamente evitó ciertos lugares mientras se dirigía a su casa.

—Hey, estúpido —dijo una voz a su espalda—. Pensé que me esperarías en el árbol —pronunció Isaac alcanzando su lado.

—Sí, pero un idiota se me acercó y preferí irme antes de hacer algo muy estúpido como golpearlo —bufó.

—¿Por estúpido hablamos de quién exactamente? —preguntó el contrario divertido—. Para ti todos los alfas son estúpidos.

—Alex Rollins —anunció.

Deteniéndose, Isaac tomó del brazo a su amigo, logrando que dejara de caminar.

—¿Qué quiere ese idiota? —gruñó.

—No lo sé —suspiró—. Pero sí tengo varias cosas que contarte al respecto.

Asintiendo, el alfa siguió su camino en dirección a la casa de Elliot sin soltar su brazo.

—Te traje algunos conejos, podemos hacer algo de comida mientras me explicas toda la mierda que ha ocurrido con ese gran idiota los días que no estuve —expresó—. También me puedes contar por qué Adam me estuvo preguntando insistentemente si somos pareja.

El omega se carcajeó ante ello.

—Él solo como que pensó que éramos pareja luego de que mostraras tanto interés en mí en los últimos años —explicó divertido—. En vez de responderle algo, le dije que te lo preguntara.

—¿Y qué piensas de ello? —preguntó Isaac inesperadamente.

—Pero qué mierda —exclamó con grandes ojos—. Me caes bien, Isaac, eres probablemente el único hombre en quien confío, pero no te quiero de esa manera.

Elliot contempló como su amigo reía sueltamente ante sus palabras.

—Idiota, me refería a qué piensas con que los demás tengan la misma idea —explicó divertido.

—Ah... Habla más claro para la otra, idiota, casi me das un susto de muerte ahí —gruñó divertido.

—Tú eres el idiota que no puede entender algo tan simple como ello —se defendió contemplando a su amigo cuando se detuvieron frente a la pequeña casa de un piso escondida entre los árboles y con las paredes siendo comidas por enredaderas.

—Aish, solo cállate —gruñó abriendo la puerta—. Estás en mi casa así que no te pongas todo cómodo.

—Que me ponga cómodo dices, entiendo —le molestó siguiéndole a la cocina—. Ahora que estamos en la seguridad de tu casa, ¿me explicarás qué sucede con Alex?

—De mi lado, nada. Ahora, ¿de su lado? No tengo ni la más remota idea —anunció—. Pero te puedo decir que este cambio comenzó luego de que tuviera la mala suerte de ser el único que podía tratar mis heridas cuando Dorian y Sergei terminaron conmigo.

—Ni me lo recuerdes, todavía estoy enojado con ese idiota por dejarte irte con ellos —gruñó.

—Si bueno, supongo que aquí es donde debo contarte de algunas cosillas de las que me enteré por él mismo y... Estarás más que gruñón luego de ello, yo lo estuve —expresó.

Asintiendo, el alfa se dirigió al pequeño refrigerador y sacó dos cervezas artesanales hechas por ellos mismos.

—De acuerdo, suelta todo para luego ir a sacarle la mierda con justa razón —anunció entregándole una mientras tomaba asiento.



La historia completa la pueden encontrar en la app Dreame buscándome por sakaikuro.

•Es el tercer libro de la saga Destino.

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