Me desperté con el sonido de mi móvil ¿Quién llamaba a estas horas?, sentía tus brazos alrededor de mi cintura, alejé tu brazo con cuidado de mi cintura para no despertarte y salí de la cama para responder en otro lugar.

-¿Si? – pregunté

- ¡N! es el padre de Dy ha llamado a la policía, tenéis que ir a su casa antes de que se vuelva más loco- dijo Belle desesperada.

- Pero... no puedo, se pondrá peor al vernos juntos – dije

- Por favor, ve, es lo mejor para ambos – comentó desesperada- os está destrozando.

Asentí y colgué, fui a despertarte y a decirte que teníamos que ir a tu casa a solucionar el problema que nos consumía.Nos cambiamos y fuimos de la mano hasta tu casa, ahí nos recibió tu padre soltando alaridos.

-Hijo, nos has defraudado ¿cómo has podido enamorarte de este marica? Con lo feliz que estaríamos si quisieras a Belle – eso me dolió pero lo ignoré.

-Pero yo lo quiero, padre – dijiste casi saltándosete las lágrimas.

-¡Calla!, no quiero oírte hablar así – habló y te pegó un bofetón y a mí me pisó el pie.Tu madre apareció por detrás de mí y con su piel suave como el terciopelo puso su mano en mi hombro y me dijo al oído

 – vete de aquí, es lo mejor por ahora, hablaré con mi marido y le dejaré las cosas claras.

Me miraste con ojos rotos como cristales hechos pedazos cuando viste que me dirigía a la puerta, sé que querías correr detrás de mí y decirme que no me fuera. Pero era lo mejor para todos.Alicia y yo fuimos a pasar la tarde en la playa para que yo me despejara, vimos atardecer, como los rayos del sol iban perdiendo su fuerza y se escondían en las nubes y montañas y como la luna se iba pintando en el cielo. Esa noche escribí como me sentía y la guardé como había guardado tus besos en mi caja de recuerdos. Intenté evadir la tentación de escribirte esa madrugada, pero no lo hice, tenía que guardar distancias, por ti y por mí, sería lo mejor para nosotros aunque doliera como miles de cristales clavados en los pies y que te impiden saltar y bailar.