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Capítulo XXIII: ¿Accidente?

En el capítulo anterior:

Fueron despertados por el ruido de una notificación en el celular de la chica

- ¿Mmm? – murmuró Elsa abriendo sus azules ojos, el mensaje era de su hermana

- ¿Qué sucedió? – preguntó Jack despertando

Elsa abrió el mensaje y al instante un escalofrío recorrió el cuerpo de ambos

“Hermana, voy camino al hospital con Kristoff. Sucedió un accidente, una de las máquinas en la fábrica de hielos donde trabajan sus padres explotó. Se encuentran con quemaduras graves”

- Oh no… – fueron las palabras que lograron articular, mientras una expresión de angustia se apoderaba de su rostro.

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Anna acompañaba a Kristoff, quien conducía el carro de la familia Bjorgman. Ella podía notar en su rostro como luchaba por soportar la angustia mientras seguían a la ambulancia, que transportaba a sus padres heridos. Se quedó quieta en su asiento, mirándolo preocupada, presentía que, si trataba de tocar su hombro, acariciar su brazo o mostrar algo de apoyo, podría abandonar su temple y derrumbarse, perdiendo el control del volante.

Llegaron al hospital de Arendelle, donde la ambulancia llegó por el lado de urgencias y ellos tomaron camino a la sala de espera. Podían escuchar los pasos apresurados de los médicos que recibían a sus padres, así como algunas voces inentendibles.

- Kristoff…  –  comenzó Anna, pero se detuvo cuando en ese momento, el rubio frunció el rostro y las lágrimas salieron de sus ojos.

- ¿¡Por qué Anna?! – dijo en un sollozo – nunca había sucedido un accidente así… ¡mis padres! ¿Qué salió mal? – su voz temblorosa y angustiada dañaba a Anna, nunca lo había visto de esa forma

- Kristoff, mi amor – dijo triste – por favor, no estés triste –

La pelinaranja se esforzaba para darle ánimos, pero al igual que él, se encontraba preocupada.

- Ellos estarán bien, confiemos en eso – le dijo con voz quebrada, mientras posaba sus manos en la espalda del joven, tratando de animarlo.

En ese momento salió un médico, quien solicitó hablar con el familiar de los señores Bjorgman.

- Soy yo – Kristoff respondió, poniéndose de pie rápidamente y avanzando con gran angustia en su rostro, seguido por Anna.
El médico los hizo pasar al consultorio y les ofreció asiento, ambos chicos se sentaron.

- Sus padres han sufrido quemaduras de segundo y tercer grado, esto quiere decir que la piel de sus brazos, pecho y rostro fue deshecha por la explosión – explicó mientras Kristoff apretaba los ojos con rabia y dolor.

- ¿Cómo se encuentran ellos doctor? – se atrevió a preguntar Anna – ¿vivirán? –

El galeno se acomodó sus gafas antes de seguir.

- Estaba por mencionarlo, señorita. Su organismo se encuentra débil por el desgaste que las quemaduras causaron y sólo tienen posibilidad de recuperarse con una opción – una preocupación nuevamente cubrió el rostro de ambos, sobre todo de Kristoff – necesitarán una cirugía que consiga rehacer las áreas dañadas, no es algo complicado, pero necesito su aprobación para llevarla a cabo –

- S…sí – habló con temor el rubio – autorizo lo que sea necesario para poder salvarlos –

- De acuerdo – el doctor tomó unas hojas – necesitaré su firma de autorización en estas hojas y llevaremos a sus padres al quirófano de inmediato –

Dicho esto, Kristoff firmó las hojas que se le indicaron mientras Anna lo observaba, impaciente.

- En dos horas, podrá encontrar a sus padres en esta habitación… – le extendió un papel con el número de habitación – no estoy seguro en cuanto tiempo logren recuperar la consciencia, pero espero que no dure mucho. Sea fuerte –

Kristoff asintió lentamente y el médico los acompañó a la puerta del consultorio

En cuanto estuvieron afuera del hospital, Kristoff empuñó las manos y dio un golpe desesperado a la pared.

- Kristoff – se acercó Anna con cautela, pero sintiendo pesar – por favor cálmate, ellos estarán bien – colocó una mano en el hombro del chico

- ¿Có-mo po-demos asegu-rarlo Anna? – dijo recargado en la pared, temblando por la angustia que lo invadía – el doctor dijo que no sabe siquiera que logren recuperarse por completo y además serán operados – lágrimas de desesperación empezaron a rodar por sus mejillas – necesitan esa operación y no estoy seguro si mis ahorros del trabajo en la fábrica sean suficientes para pagar la cirugía, debo buscar la forma –

- Kristoff – le dijo Anna con una mirada dulce – no te preocupes por eso, yo te apoyo con esos gastos –

Kristoff quedó estupefacto, volteó a ver a Anna con extrañeza y empezó a negar con su cabeza.

- A-Anna, no… – murmuró

- Sí – dijo mientras su sonrisa se hacía más cálida y sus ojos brillaban

El chico se apresuró a tomarla en sus brazos mientras lágrimas se derramaban de sus ojos, estaba conmovido ante tal acción generosa de parte de ella. La besó con verdadero cariño, correspondiendo ella a la vez.

- ¿Por qué Anna? No tengo palabras para agradecerte – dijo con una sonrisa que se asomaba entre las lágrimas

- ¿Por qué será? – le dijo tomando dulcemente sus mejillas – porque me importas, Kristoff, porque te amo inmensamente –

- Anna – la abrazó nuevamente – no sé qué haría sin ti. Te amo –

- Yo soy la que no sé que haría faltando tu en mi vida – dijo y abrazó a su novio con ternura.

En el momento en que se separaron, vieron la camioneta real llegando, de donde bajaron Jack y Elsa. Los chicos se apuraron a llegar a la puerta del hospital, donde se encontraba la pareja ya presente.

- Kristoff – se acercó Jack y le dio un abrazo – lamento mucho lo que pasó –

- Estamos para apoyarte – dijo Elsa con otro abrazo

- Gracias chicos – dijo el rubio esforzándose por sonreír – por desgracia, mis padres no se encuentran bien, el doctor nos ha informado de ellos –

- ¿Y que pasó? – preguntó con inquietud el chico peliblanco

- Necesitan cirugía urgente – contestó dejando a la pareja sin palabras

- Pero ellos harán el mejor trabajo posible – dijo la chica pecosa tomando el brazo de su novio – verás que lograrán salvarlos –

- Es cierto – intervino Elsa – Anna suele tener la razón cuando su corazón habla –

- Y yo estoy de acuerdo con ambas – dijo Jack, tomando de la mano a Elsa – te aseguro que tus padres saldrán de esto Kristoff, necesitas relajarte un poco hermano y que los médicos hagan su trabajo –

Elsa miró a su novio con una sonrisa, percibió la seguridad con que expresó sus palabras

- Tiene razón, Kristoff – miró de vuelta al rubio – vayamos a tomar algo

Dicho esto, partieron rumbo al ya conocido café del centro, donde casualmente se encontraba Rapunzel disfrutando con Eugene en su hora libre. Al llegar, les alarmó ver el aspecto abatido de Kristoff.

Los cuatro jóvenes se sentaron en una mesa y Flim les tomó la orden, posteriormente les trajo sus bebidas: cerveza para Kristoff, malteada de chocolate para Anna, limonada para Jack y piña colada para Elsa. Rapunzel y Eugene se acercaron cuidadosamente a ellos.

- Amigos, hola ¿podemos unirnos? – preguntó el castaño

- Hola Flynn, hola Punzie – saludaron y los invitaron a sentarse

No tardaron mucho en sentir la pesadumbre en el ambiente.

- Oigan ¿está todo bien? – fue la pregunta que acertó articular Rapunzel

- No… – dijo Kristoff meneando la cabeza lentamente en negación

- Los padres de Kristoff tuvieron un accidente – les respondió Anna con pesar en su voz – están hospitalizados –

Rapunzel y Flynn quedaron mudos ante la inesperada noticia, por lo que por un momento dudaron en que decir, hasta que Rapunzel extendió un brazo para colocar la mano en el hombro del chico.

- Me apena escucharlo, Kristoff – dijo y tragó saliva – cuentas con nuestros ánimos –

- Estamos para ti, amigo – dijo Eugene, con una sonrisa cálida

Kristoff esbozó una sonrisa y se dejó llevar por la charla, pasaron una hora platicando con sus amigos, claro que omitieron lo que había sucedido esos días, para no provocar mayor preocupación.

- Me asomé al jardín y vi que varias cabras se encontraban dentro de él – relató Jack, refiriéndose a una divertida vivencia – estaban devorando las flores de mamá –

- ¿Ella las vió? – le preguntó divertido Kristoff

- No – negó riendo – había salido con papá hacia el trabajo una hora antes, y yo estaba por salir a la escuela con mi hermana, por un momento me quedé sin saber que hacer –

- ¿Las sacaste o destrozaron todo el jardín? – preguntó Eugene con una mueca divertida

- ¡Flynn! – intervino Rapunzel, dándole a entender lo imprudente de su pregunta

- Afortunadamente no, pero fue todo un espectáculo – continuó Jack mientras todos lo escuchaban contagiándose de su ánimo – por más que trataba de ahuyentarlas, sólo daban unos pasos en su lugar, entonces pedí ayuda a la gente que pasaba por la calle, algunos se nos quedaron viendo pues las cabras hacían mucho ruido y habían dejado sus desechos en la entrada de la casa –

- Me parece extraño, no se veían zonas de pastoreo cerca de tu casa – comentó Elsa bebiendo su piña colada

- Ya sé, fue muy raro – rió Jack – logré que 6 personas me ayudaran a sacarlas, llevábamos una en cada mano tomándolas de los cuernos, en cuanto sacaron el último par, Emma cerró la puerta del jardín, entonces las soltamos y trataron de entrar nuevamente, pero al ver que no lograban hacerlo, se retiraron. Fue en ese momento que volvimos a entrar a la casa y tomamos lo necesario para limpiar los desechos que había en la entrada –

- Vaya, sí que suena complicado deshacerse de ellas – comentó Anna tomada del brazo de Kristoff

- Así fue – rió Jack – pero no acabó ahí –

- ¿No? – preguntó Elsa asombrada

Jack negó con su cabeza – todo provocó que llegáramos media hora tarde a la escuela, entonces tuve que suplicarle al de la puerta que dejara entrar a mi hermana, tras un buen rato así, logró entrar y después me fui hacia mi edificio, dando explicaciones al profesor – dio un sorbo a su bebida – y cuando escucharon de las cabras, todos se rieron tanto que el profesor dejó pasar su molestia –

Su novia y amigos rieron en cuanto relató esta parte, mientras los miraba con los brazos cruzados, haciendo un divertido gesto de molestia – ¿ven? Ustedes también se burlan –

- Tranquilo Jack – le dijo Elsa tomando una de sus manos – sólo nos parece divertida la forma que lo relatas ¿puedes dejar de estar así? –

- Perdón amor – descruzó los brazos y se acomodó en su silla – no lo hacía en serio, quería darle un tono gracioso –

Elsa le sonrió y alzó una ceja

- Es en serio – soltó una leve risa.

Después de esa hora, Rapunzel tomó camino hacia el castillo mientras Eugene volvía al trabajo; por su parte, Anna, Elsa y Jack chicos acompañaron a Kristoff a su casa, pues necesitaba dejarle zanahorias y agua a Sven, además de desparasitarlo. Presentía que no podría volver a su casa esa noche.

Al llegar al hospital de nuevo, se presentaron en la recepción, donde Kristoff mostró el papel que el doctor le había dado.

- Al pasar por ese pasillo, camina a la izquierda y el pabellón se encuentra ahí – indicó la recepcionista, a lo que Kristoff agradeció

Llegaron a la habitación donde los padres del chico debían estar, en la entrada se encontraba el médico que anteriormente lo había recibido en urgencias. Elsa y Jack se retiraron un momento para que pudiera recibir las noticias.

- Señor Bjorgman, quiero informarle que sus padres lograron salir de la cirugía – esto formó una pequeña sonrisa en el rostro del rubio – sin embargo, su cuerpo se encuentra débil, por lo que estamos manteniendo su presión y respiración mediante aparatos especiales y han permanecido inconscientes –

Una sombra de preocupación nuevamente invadió el rostro de Kristoff – ¿sabe cuándo lograrán despertar? –

- Pueden durar días o semanas, eso no puedo asegurarlo, señor. Si usted gusta puede permanecer con ellos en su habitación – Kristoff asintió lentamente sin despegar la vista del sueño

- Gracias – dijo con un tono notablemente desanimado. Entonces, el doctor se marchó.

- Kristoff – dijo Anna con tono preocupado, acercándose a su costado

- Me quedaré con ellos – dijo el rubio queriendo sonar calmado, sin embargo, su angustia era perceptible – ve a casa, Anna –

- Sólo quiero que estés bien – le dijo preocupada, casi en un susurro

- Estaré bien – intentó sonreír para ella – te lo aseguro, amor. Necesitaré estar con ellos –

Anna se abrazó de su torso y apoyó su cabeza en su pecho derramando unas lágrimas, le preocupaba mucho lo que estaba pasando en ese momento.

La chica pelinaranja llamó a la pareja de platinados quienes se acercaron, al enterarse de la situación, abrazaron al rubio y se despidieron de él. Lo vieron desaparecer tras la puerta de la habitación.

Entonces, emprendieron el regreso al castillo. Pocas palabras se intercambiaron durante la travesía.

Esa noche, Jack rodeó el cuerpo de Elsa con sus brazos, mientras el sudor de ambos hacía contacto. El éxtasis los había dejado agitados, la rubia reposaba su cabeza sobre el torso desnudo del peliblanco, notó tensión en él.

- ¿J-Jack? – dijo entrecortadamente y el joven volteó a verla - ¿sucede algo? –

- No, linda – dudó un momento – bueno, pensé ¿y si lo que pasó a los padres de Kristoff no fue accidente? –

- ¿Sospechas que alguien haya causado esto? – preguntó sorprendida la joven reina, a lo que Jack asintió con lentitud

- No puedo dejar de pensar en los hombres que aparecieron el día anterior – frunció el ceño – me mantienen inquieto –

- Jack, amor – le dijo la rubia – no te atormentes recordando eso, por más que quisieron no pudieron hacernos daño –

- Perdón Elsa – murmuró – tienes razón, pero sólo puedo decirte que si algo tuvieron que ver con dañar a mi amigo, esto no se queda así –

- Te entiendo y también exigiría justicia – lo miró acariciando el rostro del chico – pero por ahora debemos descansar un poco, así aclararemos mejor las cosas –

Jack sonrió y tomando su mejilla, depositó un beso en sus rojos labios – buenas noches, hermosa –

Ambos quedaron profundamente dormidos

Lunes

El día en la universidad parecía similar a cualquier otro, excepto cuando las tres chicas notaron que Kristoff no llegó al comedor, decidieron esperarlo un momento.

- No puedo creer que la universidad me haya permitido estar dos semanas más aquí – mencionó Rapunzel con ánimo – es increíble estar compartiendo más tiempo con ustedes –

- Estoy muy feliz que estés unos días más con nosotros, prima. Pareciera que se compensara el tiempo que dejamos de vernos – dijo con alegría Elsa.

- Y yo me siento afortunada de haber conocido amigas como ustedes – dijo feliz la escocesa – si no me invitas a la cafetería no creo haber podido conocerlos a todos, Elsa –

- Eso fue porque aceptaste la invitación a desayunar – recalcó la joven reina – de otro modo no dependía de mi –

- Si, es verdad – reconoció Mérida – a todo esto ¿no es hora de que llegara Kristoff? –

- Me parece extraño que no haya aparecido – la secundó la joven princesa Corona

- Es posible que haya preferido quedarse en su salón – comentó Elsa – después de todo no se encuentra bien tras lo que pasó ayer –

- Es verdad, por un momento lo olvidé – dijo Rapunzel con cierto pesar, pues recordó lo relatado por sus amigos

- ¿Qué sucedió? – preguntó preocupada Mérida

Entonces las chicas pusieron al tanto a Mérida del accidente de los padres de Kristoff hace 2 días

- Es horrible – dijo con pesar – no quiero imaginar como se sentirá Kristoff –

- Todos estamos preocupados, Mérida – comentó Elsa – iré a buscar a Kristoff en su salón, no me ha respondido mensajes – mostró su celular.

- De acuerdo, nosotras esperamos aquí – dijo Rapunzel

Tras esto, Elsa se dirigió al salón de Jack y Kristoff, que ya conocía después de esos meses en la universidad. Lo encontró cerrado, pero no tenía puesto el seguro, abrió la puerta y grande fue su sorpresa al no ver a nadie presente. Sacó su celular y marcó el número del chico, no hubo respuesta. En ese momento, una llamada entró, se trataba de Anna.

- ¿Hola, hermana? – respondió la rubia

- ¡Elsa! ¿Kristoff está en la escuela? – sonaba muy preocupada – ¡desde el domingo que me mandó un mensaje de que estaría cuidando a sus padres no he sabido de él! –

- No Anna – cerró sus ojos con pesar – lo acabo de buscar en su salón, pero pareciera que no asistió y no me ha contestado ni mensajes ni llamadas –

- ¡Ay no! ¿¡a ti tampoco!? – gritó angustiada la pelinaranja – ¿Qué tal si algo le pasó? ¡Kristoff! – empezó a llorar

- Anna, hermanita – dijo en un tono suave, tratando de ocultar su propia preocupación – estoy segura que él está bien, la única explicación a esto es que… –

- ¿S-Sí? ¡Habla por favor! – respondió presa del temor

- Que por algún motivo el siga en el hospital –

- Que el cielo te escuche Elsa – Anna respondió con un poco de llanto aún - ¡en cuanto se acaben mis clases iré corriendo al hospital! –

- A-Anna, con cuidado – dijo Elsa expectante a esa respuesta apurada. Inmediatamente después sonó el tono de llamada terminada.

- Espero y tenga razón – suspiró y se dirigió de nuevo a la cafetería.

El día terminó y cuando Elsa llegó al palacio, fue recibida por Gerda y Alis.

- Bienvenida majestad – dijeron las mujeres haciendo una reverencia

- Buenas tardes – les saludó – ¿mi hermana está aún en casa? –

- La princesa Anna salió hace dos horas al hospital con el chofer – respondió Alis – parecía que llevaba prisa –

- Comprendo, gracias – respondió Elsa y dejó salir un suspiro de cansancio mientras se dirigía al comedor

Horas previas

Anna había llegado al hospital, la angustia crecía tras no haber obtenido respuesta de Kristoff nuevamente por llamadas. Se dirigió apurada a la recepción y preguntó por la habitación de los señores Bjorgman. Preguntó por Kristoff y tras escuchar que él seguía ahí por fin encontró alivio.

Abrió la puerta de la habitación y notó al chico de espaldas, inmóvil, miraba las dos camas donde estaban sus padres.

- ¿Kristoff? – le habló preocupada

El chico se giró sorprendido y entonces Anna lo vió: su rostro se encontraba pálido, adelgazado, sus ojos enrojecidos e inflamados estaban hundidos en sus cuencas, unas negras ruedas se pintaban alrededor de sus párpados, su cabello lucía desaseado. Todo él daba la imagen de un cadáver en vida.

- ¡Por el cielo! mi amor – se llevó las manos a la boca con preocupación al verlo en ese estado – ¿qué te pasó? –

Se lanzó a abrazarlo y sintió como el colocaba una mano en su espalda, mientras su voz salía débil de sus labios:

- Anna… mis padres – el chico empezó a llorar – no han despertado aún –

- Creí que algo te había pasado – sollozó la chica – te llamé y no respondías –

- Lo siento Anna – la joven se separó de él y Kristoff llevó una mano al rostro ocultando sus lágrimas – mi celular se descargó, no podía ir por mi cargador – soltó un sorbido – no quería alejarme de ellos –

- Ay Kristoff – lo miró profundamente apenada – ¿acaso no has comido? ¿no has dormido? –

Él sólo meneó la cabeza lentamente en negación, ante la angustiada mirada de Anna

- No los puedo dejar solos – la miró con tristeza en sus ojos

- Amor, sé que te preocupan – se acercó y tomó el rostro de Kristoff entre sus manos, mirándolo con dulzura – pero necesitas descansar, no es bueno para tu salud –

- Pero Anna… ¿Quién cuidará de ellos? ¿cómo sabré si despertaron mientras no estoy presente? –

- Yo me quedaré en tu lugar – dijo y Kristoff miró con asombro como sonaba decidida – y te llamaré si algo sucede –

El joven rubio se acercó lentamente y la rodeó con sus brazos, mientras ella sonreía dando pequeñas palmadas en su gruesa espalda

- Desde que llegaste a mi vida me has enseñado a ver las cosas de tantos modos, pero nunca habías hecho algo tan significativo para mí – unas cuantas lágrimas de conmoción resbalaron de sus ojos – te amo Anna –

- Y yo te amo a ti – besó una de sus mejillas – por favor Kristoff, ve a descansar –

El joven asintió y besó una de sus manos, posteriormente salió de la habitación y Anna lo observó marchar hacia la puerta del hospital para dirigirse a casa. Tomó asiento y observó a los padres de Kristoff, ambos se hallaban inconscientes. Contaban con varias sondas que iban a su estómago por donde se alimentaban, una mascarilla de oxígeno como apoyo y un monitor al lado de sus camas indicaba que sus signos vitales estaban estables. Aparentemente habían sobrevivido a la cirugía y sólo se esperaba que sus cuerpos reaccionaran a los cuidados y abrieran los ojos.

- “Gracias al cielo no fue más grave” – pensó con cierto pesar

Tomó su celular y mandó un mensaje a Elsa explicando que había encontrado a Kristoff y se quedaría cuidando a sus padres en el hospital.

Empezaba a oscurecer

Jack entró al castillo, volviendo de su trabajo. Resoplaba cansado y entró a su habitación, escuchó ruidos en la puerta y se volvió para encontrar a Elsa de pie frente a él.

- Mi reina, ¿pasó algo? – preguntó extrañado al verla

Elsa tomó aire antes de hablar

- Si, sucede que Kristoff estuvo todo este tiempo en el hospital. Anna fue hace rato y lo encontró mal – puso sus manos enfrente de ella y bajó la mirada – no ha dormido ni comido –

- ¿Cómo es posible? – preguntó preocupado Jack - ¿sus padres siguen dormidos? –

La rubia asintió con lentitud – no han reaccionado aún, Kristoff se ha descuidado por lo mismo, pareciera que solo le importaba estar atento para cualquier segundo que ellos abrieran los ojos –

- Entonces debemos hacer algo para ayudar – dijo preocupado Jack pensando en su amigo debilitado por el sueño

- Anna ya fue esta tarde, amor – comentó Elsa sonriendo un poco – me dijo que se quedó en lugar de él mientras él fue a casa para descansar –

- Vaya – sonrió Jack – eso es una buena noticia, puede que ella necesite alimentos o algo para taparse en la noche –

- Justamente te iba a comentar eso – le dijo Elsa a su novio con una expresión feliz – ¿me acompañas al hospital para llevarle comida y unas mantas? –

- Por supuesto, Elsa – se acercó y tomó su mano – vayamos con la pequeña Anna –

Elsa rió un poco y salieron del castillo, subieron a la camioneta y se dirigieron al hospital

- Pero ¿Quién es usted? – preguntó con desconcierto un médico en alguna parte del hospital al ver al sujeto que apareció frente a él. Después de eso todo se volvió negro.

La pareja de albinos llegó y preguntando en recepción, se dirigieron a la habitación donde se encontraba Anna

Abrieron la puerta y encontraron a la chica dentro

- Elsa, Jack, ¿a qué se debe su visita? – preguntó con asombro al verlos

- ¿No nos saludas al menos, cuñada? – preguntó con un tono de queja el peliblanco

- Jack no es momento para bromas – le dijo Elsa, con tono un poco serio

- Perdonen – comentó Anna – sólo que ha sido difícil todo esto para Kristoff –

- Lo entiendo – dijo Jack – estoy seguro que ellos saldrán de este accidente – tomó una bolsa en sus manos – pasamos a dejarte unas cosas –

- Te trajimos unas galletas, manzanas, un poco de yogurt y sábanas – comentó su hermana

- Wow – exclamó con sorpresa Anna – muchas gracias, no debiste molestarte Elsa, en serio –

- Las vas a necesitar – le dijo Elsa – no puedes pasar el día igual que Kristoff –

- Supongo que no – murmuró Anna bajando la vista a las cosas que le entregaron su Jack y su hermana

La puerta se abrió y entró un doctor, tapando su cara con un cubrebocas – disculpen, sólo un familiar por habitación por favor –

- Ya nos retiramos – respondió Elsa y enseguida miró a Anna – perdón Anna, tenemos que volver al castillo ¿necesitas que te relevemos en algún momento? –

- Es muy amable de tu parte, hermana – contestó agradecida la pelinaranja – pero puedo resistir el día de hoy –

- Entiendo – dijo Elsa con una sonrisa a su hermana – espero que los señores salgan de esto – miró a los padres de Kristoff

- Sin duda lo lograrán – sonrió Anna – son una familia fuerte –

La reina sonrió y le dio un abrazo a Anna – hasta más tarde hermana –

- Cuídate Anna, te guardaremos chocolate de la cena – dijo Jack abrazando a su cuñada

- Sí, por favor – pidió la joven – de lo contrario, me las pagarán –

La pareja rió y tomándose de la mano salieron de la habitación, el doctor que estaba en la puerta les dio paso. Anna los vió salir por la puerta del hospital.

- Majestad – mencionó el hombre – están listos los nuevos resultados de laboratorio de sus familiares ¿puede acompañarme para verlos? –

- En realidad, son padres de mi novio, pero claro lo acompaño – dijo y salió siendo guiada por el médico

Recorrieron unos cuantos pasillos hasta llegar a una puerta grande, el doctor se acercó para abrirla

- Después de usted – indicó e hizo una seña con el brazo

- Gracias – dijo Anna y entró, en cuanto estuvo adentro se dio cuenta que en realidad se encontraba afuera del hospital, en un acceso a un estacionamiento privado que se encontraba vacío.

- ¿Por qué estamos aquí? – preguntó Anna mirando alrededor con nerviosismo y un escalofrío le cruzó la espalda cuando el hombre cerró la puerta al entrar

- Cuanto tiempo, princesa – una voz horriblemente conocida para ella la hizo voltear al frente. Entonces el miedo apareció.

- ¡T-tú! – dijo con voz temblorosa – ¿q-que diablos haces aquí? –

- Oh, por favor Anna, ¿no merezco al menos un “hola como estás”? – dijo el pelirrojo que la miraba con malévola burla


Anna giró hacia la puerta, pero el médico le cerró el paso, entonces se quitó el cubrebocas revelando una perversa sonrisa, rápidamente Anna reconoció la similitud de su rostro con Hans

- No irás a ningún lado – dijo retirándose la bata, revelando que portaba el uniforme de las Islas del Sur

- ¡Auxi…! – Anna intentó gritar pero el hombre tapó su boca y la sujetó de un brazo con fuerza

- ¿Huyes de mí querida? ¿es así como recibes a un viejo amor? – Hans avanzó hacia ella con una fingida cara de decepción – yo estaba muy feliz de verte –

- ¡Mmmm-mmmmm! – murmuró Anna con la boca tapada y sus ojos abiertos con miedo y rabia a la vez, se revolvía sin éxito tratando de zafarse

- ¿No estás feliz? Debes alegrarte – se acercó aún más y le puso un dedo en la mejilla, enseguida hizo una mueca diabólica – me serás de mucha utilidad para hacer que tu hermana venga –

Anna sacudió su cabeza apartando el dedo y una vez más se sacudió con fuerza

- Hans, esto no está funcionando ¡posee gran fuerza! – dijo su hermano con molestia

- Entonces procedamos, Franz – se alejó un poco – descuida querida, no sentirás mucho dolor –

Los ojos de Anna se abrieron con terror justo antes de sentir un piquete en su hombro, volteó para descubrir cómo Franz inyectaba una sustancia que la empezó a hacer sentir mareada, tras pocos segundos, sus ojos se cerraron y cayó en la inconsciencia.

- Perfecto – dijo Hans mientras frotaba sus manos – tenemos dos horas antes de que despierte, vámonos –

Dicho esto, su hermano mayor echó el cuerpo de Anna en su hombro y la metieron en una camioneta, después ambos subieron y arrancaron.

Mientras tanto en el castillo de Arendelle

Elsa, Jack y Rapunzel se encontraban en la sala. La rubia de largo cabello se encontraba muy contenta, pues había obtenido la mejor calificación en el último examen presentado.

- Aún no lo puedo creer, sobre todo por sentirme estresada por la prueba – dijo emocionada

- Que emoción prima, no debes dudar en ningún momento ahora que conseguiste esto – le respondió Elsa sonriendo – te lo mereces, pues te has preparado –

- Tienes razón, supongo que nuestra familia comparte inteligencia – sonrió con un poco de presunción mientras miraba a Jack

Elsa rió un poco volteando hacia su novio – prima, no creas que somos competencia para Jack – lo tomó de la mano – él se encuentra aquí por sus propios logros –

A su vez, Jack empezó a reír con una sonrisa – que dices, hermosa. Tu prima tiene razón – miró a Rapunzel – es más, compremos un helado para festejar todos –

Ambas chicas sonrieron emocionadas – maravillosa idea – exclamó Rapunzel – llamaré a Eugene para que nos acompañe –

Así los chicos salieron hacia la mejor heladería de todo el reino.

En otro lado

La camioneta de Hans y su hermano se detuvo en un camino cerca del bosque, ambos salieron y Franz cargó nuevamente a Anna sobre su hombro. Aprovechando la oscuridad, empezaron a andar por un sendero del bosque que se dirigía a la falda de una montaña.

Habían seleccionado, a su juicio, el lugar más escondido posible para guarecerse, apartados de toda civilización a excepción de unas cabañas algo cercanas, donde rara vez se hospedaban turistas. Avanzaron por la ladera, entre los árboles, solo acompañados del cielo nocturno.

Que ajenos estaban de imaginar que dos pares de ojos, pertenecientes a dos personas que vacacionaban en el reino, los vieron pasar a pocos metros de ahí sin ser notados.

- Hans ¿estás seguro de que esto será infalible? – preguntó el de melena negra

- Así lo será, mi querido Franz. La reina Elsa irá a cualquier lugar por tener de vuelta a su hermana y cuando llegue para rescatarla, será su muerte – rió con malicia

- Entiendo, ¿y que será de ese sujeto, Jack Frost? –

- Defiende mucho a su noviecita, entonces no será difícil que entregue su vida antes que la de ella y al final, ambos se irán de este mundo –

- Y entonces nos encargaremos de eliminar a Anna – señaló el mayor al cuerpo inconsciente que llevaba a cuestas

- Que listo eres, Franz – exclamó con una mueca malévola el pelirrojo – pronto tomaremos el control del reino –

Sus voces no se pudieron oír más por la lejanía y desaparecieron entre las ramas que ocultaban la entrada de una cueva, entonces el primer par de los ojos que observaron lo ocurrido se abrieron más de lo normal con sorpresa y temor

- ¿Elsa? ¿Jack Frost?... ¡no… no! Esto no puede ser coincidencia, difícilmente escucharía esos nombres en otro lado – murmuró la de ojos púrpura – tengo el peor presentimiento –

- Me contaste que ella es la reina de Arendelle ¿no es así? El mismo Jack te la había presentado así – cuestionó el hombre a su esposa y ella asintió con temor

- Eso quiere decir que… – empezó a entrecortarse la voz por el miedo de sus pensamientos – ellos están en grave peligro, Aster –

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Este capítulo fue largo y tuve que pensar fuera de lo que acostumbro, no es algo que se me dé muy fácil

Cada vez todo se torna más oscuro ¿qué es lo que pasó realmente? Les dejo a ustedes, queridos lectores, el misterio que engloba

Agradezco a los que me siguen y esperan las actualizaciones. Espero hayan echado de menos los capítulos largos

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