Capitulo 54
- ¿Donde crees que comenzaste a dejar de preocuparte por ti? – la psicóloga me observa desde su lugar en el sofá, antes creía muy bien en el trabajo que estos profesionales desempeñan, pero hoy día ya no se qué pensar. Y no es por ellos, soy yo la que se siente reacia a soltar prenda. No quiero decir en voz alta todos los pensamientos que rondan en mi cabeza. Me encojo de hombros. – dime la última vez que fuiste de compras – no se da por vencida.
Ahora que lo pienso… no lo recuerdo, porque no me interesa. Respiro profundamente, no vamos a avanzar si seguimos por esta línea, se lo que ella quiere saber y sé que yo debo hablar o no progresaré. No soy tonta.
- Bien, comenzare por el principio, todo comenzó cuando un chico nuevo llego al instituto, supongo que esto le paso a todas o más bien a todos – vuelvo a suspirar y me pongo en pie, me he acostumbrado a estar de pie mucho tiempo. – revoluciono el instituto al completo y obviamente yo no fui la excepción. Aunque al principio no quería deslumbrarme con él, inevitablemente me vi atrapada en la órbita de… Uriel.
Y así sucede que pongo a contarle todo lo que paso entre Uriel y yo, hasta que el temporizador suena y nuestra hora se acabe.
- Supongo que se acabo - tomo mi bolso y camino hacia la puerta.
- Me gustaría que vinieras todos los días, dos horas diarias – apaga su tablet y se pone de pie – al parecer tienes mucho que contar y yo muchas ganas de escucharlo.
- Me encantaría, pero lastimosamente mi bolsillo no me lo permite – ajusto mi bolso – para usted los precios de su consulta pueden parecer los correctos, pero para una trabajadora social, como yo, esto ya es un hoyo grande en mi bolsillo.
- Aunque no lo creas se que los precios no son muy cómodos, pero este es mi trabajo y aunque quisiera hacerlo más accesible, de momento no puedo. – suspira y se pasa la mano por el cabello – pero pasará pronto, sin embargo… siempre tengo una hora libre disponible, podríamos usarla para tus sesiones y solo tendrás que pagar una.
- ¿Y por qué haría usted eso? – aunque yo fui bastante cortante, ella en cambio me devuelve bondad - ¿Qué ganaría usted?
- Aunque no lo creas, amo mi trabajo – rodea su escritorio y se sienta tras él – y me gusta ayudar tanto como a ti. Nos vemos mañana.
Al parecer no era una sugerencia, era más bien una idea concreta. Supongo que no debería sorprenderme la gratitud, hay personas buenas, no me consideraba una de esas, pero Uriel una vez me dijo que existían y aunque estoy un poco escéptica al respecto, tengo que darle una oportunidad.
- Gracias – susurro un poco cohibida, a lo que ella solo responde con un ademan. Salgo con una sonrisa del consultorio, espero que todo empiece a cambiar.
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Al llegar a la casa hogar me encuentro con un completo desastre, los chicos que estaban de turno son nuevos y con la mala suerte que todos convergieron en el mismo turno. Regina, la encargada de turno llega histérica a mi lado, deseosa de marcharse de sus 14 horas de trabajo, dejándome a mi, claro está, con el infierno de casa; los juguetes tirados por doquier, manchas de algo por las paredes y el techo. Cuando entro a la cocina, parece que algo exploto allí, hay demasiadas manchas de algo que no quiero preguntar, por todas partes, el suelo, la isla y otra vez la pared, ¿Qué es lo que hacen que logran manchar el techo?
- ¿Pero qué ha pasado aquí? – pregunto con incredulidad, esto es increíble.
- Qué bueno que has llegado – tiene los ojos rojos por la falta de sueño y creo que incluso tiembla, seguro que tomo alguna bebida energética. – siento que voy a morir, esto es un desastre y los colaboradores no ayudan, todos son nuevos.
- Está bien, no te preocupes, ve con tus hijos, yo… - me giro en redondo para volver a verlo todo completamente – tratare de arreglar esto, lo mejor que pueda. Ya vete, es tarde y debes estar muy cansada.
Algunos pensarían que lo hago porque soy una buena persona, pero no es así, soy la única aquí de los que ya llevan un tiempo, que no tiene obligaciones reales, así que ellos realmente hacen un esfuerzo sobrehumano por estar aquí, para mi esta es mi vida.
- Te lo agradezco con la vida – pasa junto a mí y se detiene para darme un beso en la mejilla – te debo una, adiós Lizzy.
Como sea, tengo mucho trabajo que hacer y tiempo, mucho tiempo. Los chicos que están a mi cargo son en su mayoría viejos por acá, así que no tengo mucho problema con eso. A la hora de la cena, la cual es mi momento favorito, nos tomamos de las manos y cada quien reza según la fe que profesan. En ese momento después de darle las gracias a Dios, tengo una plática con Uriel, claro que es unilateral, y pienso en lo que él me respondería.
Después de comer y arropar a los niños, pase por cada una de las habitaciones y les di un beso en cada una de las frentes, cada beso que iba repartiendo, cada caricia, era pensando en Uriel, siempre había sido así. Desde que estuve segura de lo que quería hacer por el resto de mi vida, me encargue de conocer verdaderamente a cada uno de estos niños, ellos eran mis Urieles, me preocupaba realmente por cada uno de ellos y trataba de hacer mi mejor trabajo por y para ellos.
Egoístamente me sentía mas cerca de Uriel en mi trabajo y eso era un aliciente para querer estar más tiempo en el. Me preguntaba interiormente si al igual que otros ángeles, llegaba a la tierra y estaba cerca de mí, si me veía, si alguna vez me visitaba. Quería creer que así era porque habían muchas veces en las que soñaba con él; en ellas estábamos en el cielo, en otras estábamos en nuestro lugar lleno de arboles y unas pocas mas en mi casa. Adoraba cada sueño, aunque en ninguno de ellos hablamos, debido a eso no sabía que pensar; ¿eran reales o solo una invención de mi necesitado corazón? Quería creer que eran reales y que él me extrañaba tanto como yo a él.
Después de 14 horas de trabajo, era mi hora de partir, nuevamente me despedí de todos con un beso y abrazo, secretamente creía que yo era su favorita, debido a que siempre que alguien necesitaba un descanso o que supliera algún turno, yo era la que siempre se ofrecía. Me encanaba estar con ellos, así que no era un esfuerzo para mí.
Cuando Salí de la casa, aun con sueño, le mande un mensaje por wathsapp a mi psicóloga para preguntarle si ahora le parecía un buen momento para que me pasara por allí. Casi inmediatamente me respondió para decirme que era perfecto y que de hecho estaba a punto de salir a almorzar, quería que la acompañara. No sabía si las psicólogas de hecho hacían eso, pero un almuerzo ahora me sonaba excelente, así que le respondí que estaba bien. Me moría de sueño también, pero ya estaba acostumbrada al sueño.
Empecé a caminar hacia el restaurante que me dijo, estaba cerca. Me quede parada en una esquina esperando a que el semáforo cambiara de color, levante la vista al cielo y cuando la baje y vi al otro lado de la calle, casi me caigo de espaldas….
¿Era ese hombre… Uriel?
Salí corriendo hacia el otro lado de la calle, afortunadamente ya se había puesto en rojo el semáforo, corrí a buscar los jeans negros y camisa negra era imposible que fuera él, pero aun así... sigo corriendo y empujo a unos cuantos transeúntes. De repente lo diviso una calle adelante y corro como una loca para alcanzarlo. Estaba cerca de lograrlo, pero de repente una persona se interpone en mi campo de visión y lo pierdo de vista. Cuando el hombre se aparta, miro frenéticamente, pero… Uriel ya no está.
Se volvió a esfumar…
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