Capitulo 48
- Lizzy, por favor, no lo hagas – Uriel me alcanza cuando ya estoy fuera de mi casa – no actúes por impulso.
- ¿Y que quieres que haga? – me detengo par mirarlo a los ojos, el puede ser bueno todo el tiempo que desee, sin embargo yo solo soy buena en momentos muy especiales y raros. Y esta no es la ocasión de mostrar mi bondad, me hierve la sangre y tengo instintos asesinos. Nadie lastima a Jane.
- Quiero que pienses, que relajes los malos pensamientos y seas cuerda – las manos de Uriel cubren mis hombros – si vas de la manera en la que estas solo conseguirás complicar más las cosas, no ayudara nada que vayas a gritarle, a tratar de pegarle o armar un escándalo, primero, al menos escucha todo lo que tenga que decir Jane.
- No puedo dejar que ese imbécil siga haciendo con mi hermana lo que se le de la gana, ella es demasiado buena, pero yo no y le voy a enseñar a respetar, al parecer no sabe el significado de esa palabra.
- Eres igual a tu padre, nena – mi madre nos observa desde la puerta – igual de impulsiva, sangre caliente y cabezona, ven dentro y escucha lo que Jane tiene que decir, salir como una cavernícola con el mazo en la mano, igual que hizo tu padre, no ayuda a nadie. Vamos dentro.
- Pero mamá…
- Nada Lizzy, adentro.
Miro a Uriel y este tiene una sonrisa de orgullo hacia mi madre, es obvio que esta impresionado por saber manejar a dos de nosotros tan fácilmente, pero ni crean que porque entro, eso quiere decir que me quedare de brazos cruzados. Entramos a la casa y entonces Jane comienza a contarnos lo que pasaba con ellos desde hace una semana mas o menos.
Me lo suponía desde que vi la forma tan alegre de su semblante, pero jamás crei que Ken tuviera el… valor de decirle todas esas barbaridades, nadie tiene la culpa de su maldito complejo de inferioridad, y desde luego Jane no debe pagar por eso. Me siento un león enjaulado, camino por la sala escuchando lo que Jane nos relata, papá esta de la misma forma que yo. Que no nos dejan un instante juntos o urdiremos un plan para matar a Ken.
Cuando su melodramática historia, estoy mas tranquila y muy orgullosa de mi hermana, lo cual ella no recibe de buena manera, esta avergonzada por lo que le dijo. No se porque si era exactamente lo que se merecía, papá y yo le aplaudimos su valor, lo que solo consiguió que llorara más fuerte.
Uriel me regaña con la mirada, pero que puedo hacer si así soy yo. Él que no había dicho nada se acerca a Jane y conversan en voz baja, papá y yo nos miramos, nos están excluyendo. Cuando acaban Uriel abraza a Jane y ella se ve visiblemente mas tranquila. Luego Uriel me dice que es tiempo de hacer su cuarta misión.
- ¿Quién es? ¿A dónde iras? – Uriel se me queda viendo fijamente esperando que entienda, cuando mi cerebro hace clic y me cambia el semblante, él asiente dándome la razón. ¡esto es demasiado! ¡No puede ser!
- ¡No! ¡Uriel, no! – comienzo a sacudir la cabeza frenéticamente, esto es increíble – no iré contigo, no te ayudare. No lo hubiera hecho antes y mucho menos ahora.
- No es necesario que vengas conmigo – Uriel acaricio mi cabello – me encanta que me acompañaras a hacerlo, pero si no quieres ir es mejor que no lo hagas, hoy cumplo esta misión y ya solo quedarían dos, se que él me necesita, si no voy Ken cometerá un error que marcara su vida para siempre.
- ¿Y qué importa? – exploto – es un desgraciado que se merece lo peor.
- Lizzy por favor – suplica con su frente pegada a la mía – no digas cosas tan feas, nadie se merece cosas malas y nadie tiene el derecho de desear cosas malas para sí mismos ni tampoco para otros.
- No puedo, no puedo, se merece todas las cosas malas que puedan pasarle. Él es una mala persona.
- No, no lo es – deja un beso suave en mi frente – es solo una persona herida que la vida lo ha tratado mal, y no sabe cómo manejar las cosas. Mañana nos vemos ¿sí?
Cierro los ojos unos segundos y lo tomo de la mano cuando esta alejándose de mí, la aprieto fuerte, esta decisión es dura, pero debo hacerla.
- Iré contigo – susurro, aun con los ojos cerrados.
- Estoy orgulloso de ti, Lizzy eres increíble- besa mi mano.
- Aun no cantes victoria, no estoy de lado de ese… tipo – me suelto de su mano y empiezo a caminar, grito sobre mi hombro para decirles a mis papás que Uriel y yo vamos a hacer algunas cosas, después pediré disculpas por lo que es probable que haga.
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Estamos frente a la casa de Ken, según Uriel esperando a que salga a su cita de esta noche. Información que venía del cielo, que extraño. Media hora después de nuestra espera Ken sale sin hacer ruido de su casa, cuando se dirige a una motocicleta vieja Uriel sale de nuestro escondite y supongo que es mi señal para que yo también salga.
- Hola – saluda risueño Uriel, Ken se gira sorprendido, supongo que no esperaba toparse con nadie, yo me quedo unos pasos detrás.
- Que haces… - su mirada pasa de Uriel a mi – ah, ya entiendo, ¿ya fue tu hermanita a llorarte? ¿por eso están aquí? – aunque tengo ganas de asesinarlo, me controlo, al menos la movilidad. Mi mirada debe decirle lo que pienso y me levanta una ceja, no le digo nada.
- Venimos aquí por otra razón – ofrece Uriel.
- ¿Ah sí? – se cruza de brazos – independientemente de lo que sea, no me interesa y no quiero que vuelvan por aquí, que les quede claro.
- Venimos por ti – son las enigmáticas palabras de Uriel, acto seguido se acerca a Ken, toca sus sienes, como hizo conmigo y este casi cae al asfalto, si no fuera por Uriel se hubiera estampado en el suelo.
- ¿Qué haces? – susurro en grito - ¿Qué le hiciste? – me acerco para ayudarlo, pero no me necesita, es bastante capaz de cargar con semejante mole.
- Vigila que nadie nos observe o esto parecerá algo ilegal – me sonríe, pero esto no tiene nada de gracioso. nos internamos en un parque cercano y en un rincón oscuro cubierto por altos matorrales Uriel deja caer suavemente a Ken.
- ¿Que tiene, está bien? – miro fijamente a Ken para verificar que respira, me alivia saber que así es.
- No te preocupes, nunca le haría daño – me da una sonrisilla al percatarse de mi preocupación por Ken – solo está dormido, está teniendo lo que aquí llamarían… una epifanía.
- ¿Y… cuanto durará? - le pregunto no haciendo caso a su sonrisa.
- No lo sé, puedo qué minutos u horas. – se encoge de hombros.
- Por cierto, ¿a dónde se dirigía Ken? – lo interrogo, todo es demasiado misterioso.
- Iba a reunirse con su padre – la mirada de Uriel no se despegaba de Ken – su padre quería que robara una casa por él, ese acontecimiento solo tenía un desenlace, su apresamiento.
- ¿Qué? – pregunte horrorizada, ¿qué clase de padre le pide eso a su hijo?
- Su padre no es lo que se llama una buena persona – su semblante es de abatimiento – y quiere arrastrar a Ken en sus problemas y no podemos permitir eso, él es muy valioso.
Nos quedamos esperando a que Ken despierte, mientras tanto pienso en lo que tuvo que ser la vida de Ken y ese padre, no quiero justificarlo, pero debe ser horrible y traumatizante, supongo que de allí su forma de ser tan esquiva.
Más o menos dos horas después el cuerpo de Ken comienza a moverse, agita el cuerpo y sus párpados revolotean para abrirse. Me pego al costado de Uriel, tengo miedo de la reacción de Ken. Se despereza y se sienta lentamente, ciertamente no debe saber donde está.
- ¿Hola? – su voz suena como la de un niño, nada que ver a la tosca vos que le había escuchado. Uriel se acerca a él lentamente, supongo que es para no asustarlo.
- Todo va a estar bien – usa su vos más suave, se acerca y sin pedir permiso lo abraza, Ken no se resiste, al contrario se aferra a Uriel con fuerza, escucho su llanto. Llora como un bebé, su dolor es tan palpable que yo termino llorando también.
El resplandor que siempre acompaña a Uriel se hace presente y veo como despacio y de forma gradual el llanto de Ken cesa y queda relajado en los brazos de Uriel, que le canta algo suave. Tengo ganas de acercarme y abrazarlos, pero no sé si Ken así lo quisiera.
Después de un momento me acerco cautelosamente y los ojos de Ken se encuentran con los míos, no hay hostilidad en su mirada, parece la enorme e inocente mirada de un niño asustado. Sin pensarlo lo abrazo, creo que yo necesitaba más este abrazo que él. El increíblemente me devuelve el abrazo, no esperaba que lo hiciera, pero eso es lo que sucede y me siento satisfecha de que así sea.
Me separo de él y beso su mejilla, no se porque lo hago, pero me hace sentir bien reconfortarlo.
- Perdón por lo que le dije a tu hermana – la voz de Ken es baja y un poco chillona – nada era verdad, nada en absoluto.
- No es a mí a quien tienes que pedir disculpas – acaricio torpemente su cabello, no quiero decirle que lo que Jane le dijo tampoco es cierto, es asunto de ellos y ellos tienen que resolverlo. – Jane es benévola, te perdonara, con tiempo y paciencia. Eso creo…
- Eso me reconforta, gracias – nos quedamos en silencio un momento hasta que Ken se aclara la garganta de forma incomoda – ¿me puedes llevar a tu casa? ¿para disculparme con Jane?
- No creo que sea la mejor idea… - dudo, no creo que el humor de papá este para ver a Ken.
- Yo creo que es una buena idea, no te preocupes – Uriel acaricia mi espalda – tu padre estará bien, esto debe hacerse. Deben acostumbrarse.
- Está bien, vamos – le devuelvo la sonrisa a Uriel, aunque no se a que se refiere. Nos ponemos de pie y le ofrezco la mano a Ken, él la recibe y se levanta.
- Eh… ¿Uriel…? – vacila en preguntar – y mi…
- Las cosas salieron como debían hacerse – dice esas enigmáticas palabras – la vida toma su curso y tu padre ya no podrá molestarte más.
-¿Él… esta...? – la voz de Ken tiembla. Uriel solo asiente sin emociones en el rostro. ¿Como lo supo? No quiero preguntar.
Y con la noticia de la muerte del papá de Ken, nos dirigimos, acompañados por la luna y el ocasional pitido de algún auto, hacia mi casa…
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