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Capítulo 35

- ¿Así que ahora el ancianito es tu amiguis? - Cuestionó Pam.

- Si, se podría decir que si. - lleve una papa frita a mi boca - Es un abuelito especial - tragué mi rica papita. - Tiene un genio ácido, pero es buen tipo.

- ¿Siquiera te estas escuchando, Lizzy? - Jane me observó con la ceja arqueada.

- Es que tenemos un te-quiero-te-molestó, tienes que conocerlo para entenderlo. - Jane sólo negó con la cabeza. Estaba a punto de comer otra suculenta papita, cuando Adri me comenzó a hacer señas para que viera tras de mi. Me gire con la papita en la mano para encontrarme a Uriel con una hermosa rosa blanca en la mano.

- Hola, Lizzy.

- Hola, chico guapo. - Le respondí coqueta, me estoy volviendo más atrevida. Uriel se sonrojo, que bello. Lentamente puso una rodilla sobre el suelo. Oh.Por.Dios...

- ¿Me preguntaba si quisieras salir en una... cita, conmigo? - me ofreció la rosa, mi papita cayó al suelo cuando mis manos volaron a la rosa. - Me harías un ang... hombre muy feliz, necesito que aceptes.

- ¡Claro que si! - Me arrodillé frente a él y lo abrace fuerte, él me abrazó de vuelta. - Gracias por la rosa, es hermosa. - susurre solo para sus oídos.

- Te mereces sólo lo mejor, siempre buscaré eso para ti. - Su voz bajo de nivel. - Incluso si eso me duele.

- Oye, no - Me separe de él, para poder verlo a los ojos - No digas eso, si a ti te duele a mi también. - Le di un beso rápido - Ni siquiera lo pienses ¿de acuerdo? - Asintió y volvió a abrazarme, lentamente se puso de pie conmigo pegada a su cuerpo. Al momento de separarme fui consiente de las miradas de todos, incluso maestros, como si salieran de un trance todos empezaron a aplaudir.

- Eres maravilloso, Uriel. - Lo mire y al igual que yo estaba incómodo por la atención. - ¿Y cuando será esta tan anhelada cita? - Quise saber.

- Bueno... - Uriel rasco su cabeza. - Aún falta algo importante, pero si lo consigo, hoy mismo.

- ¿Y que es eso importante que debes conseguir?

- Ya lo sabrás.

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Lo importante que debía lograr Uriel, era pedir a mi querido papá permiso para que lo dejara llevarme en  una cita. Debo decir que papá estuvo sorprendido, pero rápidamente se recompuso y comenzo a poner condiciones y terminos, a lo cual Uriel estaba de acuerdo sin rechistar.

Después de muchos sermones, amenazas y ceños fruncidos, estuvimos listos para irnos, no tenía idea de a donde me llevaria pero estaba muy emocionada.

- Y recuerda, tengo ojos en todas partes, si te pasas de listo con mi niña, sera la ultima vez que la veas.

- Nunca y de ninguna forma seré irrespetuoso con ella, se lo aseguro.

- Palabras, palabras. Quiero hechos.

- Papá sólo te falta decir "pamplinas" para ser Scrooge, tranquilo - Me acerqué a darle un beso a ambos de mis papás - Me duele que no confíes en mi, el respeto comienza en respetarse a uno mismo para que por ende los demás te respeten. Yo me doy a respetar y cabe resaltar que Uriel es el mejor chico que algunas vez vas a conocer, dale el beneficio de la duda al menos.

- No - gruñó.

- ¡Papá! - le reproche, mientras mamá se partía de la risa.

- ¡Váyanse, váyanse! - Papá comenzó a empujarme hacia Uriel - Corran que me estoy arrepintiendo.

No dude de su palabra, así que tomé a Uriel de la mano y nos alejamos casi corriendo, cuando ya estábamos lejos me atreví a voltear a ver y me di cuenta que papá venía tras nosotros, jale a Uriel y comenzamos a correr. Después de un par de cuadras volví a girarme y no habían moros en la costa.

- Eso fue divertido - Comenté sonriendo - Esta visto que con mi papá nunca estaremos sin diversión.

- Tu papá te ama demasiado, tanto que no tienes idea de hasta que punto - Puso su brazo sobre mis hombros. - Eres muy afortunada.

- Lo sé y no sabes cuán agradecida soy por eso.

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Uriel me trajo a un pequeño arroyo que ni siquiera sabía que existía, a pesar de que estaba cerca de mi casa, había una mesita con un mantel celeste y una pequeña canasta, todo era tan hermoso.

- ¿Te gusta? - Preguntó indeciso.

- Perfecto, eso lo describe a la perfección.

- No sabía si te gustaría estar al aire libre, pero creí que sería bueno, además que a mi me encanta estar así. - Subió la vista al cielo donde podías ver el sol y las nubes através de las ramas de los árboles, en un perfecto día soleado, debíamos aprovechar pronto vendría el invierno y con ello las lluvias.

- Me encanta, no me hubiese gustado de otra forma.

Nos sentamos en pequeños bancos de cemento que están alrededor de la mesa y muy dramáticamente Uriel comienza a sacar el contenido de la canasta: un par de hamburguesas, papas fritas, te frío y un postre sorpresa, según él. Ni aunque hubiera traído la comida gourmet más deliciosa del mundo hubiera sido mejor.

Mientras comemos Uriel me cuenta el extraño trabajo de sus padres. Su papá, Azrael, trabaja para una agencia de inteligencia como una especie de forense, no exactamente como forense, tiene un nombre más largo y rimbombante pero ya no lo recuerdo. Mientras su mamá es parte importante de una Fundación que se encarga de ayudar a gente en extrema pobreza alrededor del mundo. Sus padres simplemente son demasiado geniales, la forma en la que hablaba de ellos denotaba su orgullo. Aunque cualquiera estaría orgulloso, no todos podríamos decir que nuestros padres realmente y directamente ayudaban a otras personas.

Entre plática y platica se nos fue la tarde, ahora era más fácil hablar con él, me contaba más cosas sobre él, como que no tenía un celular ¡¿En que mundo?! Aunque prometió comprar uno para poder comunicarse conmigo, awww ¿por qué apareció hasta ahora este muchachote?

- Ven, vamos, quiero mostrarte algo - tomados de la mano nos dirigimos hacia el arroyo, donde se reflejaban los últimos rayos del sol. Detrás de su espalda Uriel saco una caja de galletas de la fortuna, me las ofrecio.

- ¿Para mi? - Cuestioné.

- Abrelas son para ti. - Él me ayudó a destapar la pequeña caja y sacó una para mi, la destape, la comí y luego revisé el papel que venía dentro. ¿Quieres... Decia el papelito.

- ¿No se supone que traen frases o enseñanzas? - Uriel se encogió de hombros y me tendió otra. La destape, la comí también y luego revise el papel. Ser.  Que extraño, estas "frases" no tenían sentido. Uriel me tendió otra.

- Lo siento pero estoy llena. - decline, automáticamente su rostro se fue apagando, él había planeado esto y yo lo estaba arruinando, me sentí miserable. Hice de cuentas que tenía hambre y le pedí otra galleta, recuperando su maravillosa sonrisa y me dio una más. Mi.  La última, gracias a Dios o explotarla. Novia?  ¡Al fin! Engulli la ultima, me gire hacia Uriel con una enorme sonrisa, él me devolvió la mirada como si estuviera esperando algo.

No entendía, a veces era un poco lenta, tal ves queria que compartiera las galletas con él... Alto. Junte todos los papelitos y los ordené ¿Quieres ser mi novia? ¡Oh.Por.Dios! ¡Se estaba declarando! Se esta declarando, ¿Que hago, que hago, que hago...?

Con miedo me gire a verlo y esta vez sostenía una rosa color rosa.

- Se que tal ves esto no es lo más original o lo más romántico, pero quería que nunca lo olvidaras. - Me ofreció la rosa - ¿Quieres ser mi novia, hermosa Lizzy?

Sintiendome aún en un sueño, me lance a sus brazos y lo escale hasta poder darle un beso con todo el agradecimiento y cariño que anidaba en mi corazón sólo para él. Uriel estaba tan sorprendido como yo de mi osadía que se quedó petrificado, con persuasión logre que me correspondiera. Momentos después y sin aliento logre separarme de él.

- Creo que me estoy enamorando de ti - Susurre cerca de sus labios, no queria asustarlo con mi confesión, pero esta salio de mis labios sin permiso.

- Creo que yo ya lo estoy...

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