Capítulo 22
En la noche, cuando Jane volvió le conté todo, absolutamente todo. Estaba muy feliz por mi, aunque también un poco molesta con Uriel por no haber dejado nuestra relación clara. Yo también, pero lo entiendo, no quiero apresurar esto que esta surgiendo entre nosotros. Siento que es especial y que debo tratarlo como un tesoro, algo frágil Y precioso.
A la mañana siguiente vuelve mi rutina, que consiste en levantarme tarde y renegar de todos aquellos que hacen que ir al Instituto sea temprano. Al Instituto o a cualquier otra parte. ¡Que desalmados! Y es que tener novio o un prospecto dé, no tiene que marcar el que tu cambies tus costumbres, muéstrate tal cual tu eres. Y esta es tal cual yo soy.
Refunfuñando voy al baño, me cepillo, me baño, me cambió y no dejó de balbucear cualquier cosa en contra de todo y todos. Hoy me levante de peor humor que otros días, y es que tenia que reponer el sueño de ayer.
Bajo a la cocina con el ceño fruncido, doy un escueto buenos días a todos en general y me siento a tomar mi jugo.
- ¿No se supone que hoy estarías rebosante de alegría y que a tu paso los pájaros contarían? - pregunta papá divertido. No digo nada.
- Es que hoy es hoy, ayer fue ayer. Y hoy Lizzy vuelve a ser la misma. Y creo que viene recargada. - Ahora es mamá. ¿Pero es que ya nadie me tiene respeto?
- Traten de comprenderla ayer tuvo que levantarse temprano para esperar a su Romeo. Eso es duro. - Veo fijamente a Jane, no me esperaba esta alta traición de ella. ¡Mi hermana! ¡Mi gemela!
- ¡La traición! Jane eres malvada ¡y ya no te ayudaré más en lengua y literatura! Que lo sepas, traidora.
- Si, claro. Y yo ya no te ayudó en matemática. ¿Que te parece? - Hija de sus padres tenía que ser, para tener el alma tan negra. El día de hoy aparte me levante dramática.
- ¡Pero hay un Dios que todo lo ve, Jane y te castigará por ser tan mala con tu pobre hermana!
- Dios no se preocupa por gente malhumorada como tú, se preocupa por problemas reales. De tus dramatismos se encarga Pam. - Abro mucho los ojos, no, Pam no. Pam mala...
- Eso pensé, así que relájate y toma tus cosas, nos vamos.
Con la cabeza gacha me dirijo a mi habitación para traer mis cosas, nadie podrá contra mi. Ni siquiera el monstruo de Pam.
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Cuando llegamos al instituto trato de cambiar mi humor, pero me es imposible.
- Oh miren, alguien viene de mal humor otra vez. - Pam trata de acercarse a mi, pero la esquivo
- No te preocupes que en mi corazón hay mucho amor para ti, y estoy dispuesta a darte tu ración de amor. Ven aquí.
- Estas loca, hoy no caeré tan fácil.
- Pero caerás, y te va a gustar.
- Déjala, porque ahora ella tiene alguien que le de mejores besos que los tuyos, y es el porque de su humor, lo necesita a él.
Me giró lentamente hacia Adri, ella nunca dice ese tipo de cosas. Y no soy la única que la ve, también Pam y Jane.
- ¿Que? - Dice reanudando la marcha tratando de ocultar su sonrojo. - ¿No es cierto? ¿A quien no le gustaría Uriel? Si es maravilloso.
Eso me sonó de alguna manera como reproche, ¿que la pasa a Adri? Ella siempre es amable y nunca, no exagero, NUNCA la he visto enfadada. Mucho menos conmigo.
- Hasta a ti te gusta ¿no? - cuestiona como si tal cosa, Pam. Adri se tropieza y esquiva nuestras miradas. - ¿no es así Adriana?
- Ya es tarde, tenemos que entrar. - Adri camina más deprisa, pero Pam la captura y la gira ante un par de gemelas estupefactas.
- Dilo de una vez, esto no es sano para ninguna de nosotras.
- ¿Que diga que? - Adri trata de hacerse la tonta.
- Mira, ahorremonos esto ¿sí? Sólo dilo te hará sentir mejor y no estarás hechando veneno por las esquinas.
- Yo no soy así - se defiende.
- Si, pues tampoco eras de decir comentarios sarcásticos de ardida. - Adri esta tan aturdida como si le hubieran dado un golpe en el rostro. Yo estoy igual y siento la necesidad de defenderla.
- Pam, no creo...
- Calla Lizzy, esto lo resolvemos ahora. No voy a permitir que un chico arruine nuestra amistad. - sujeta con más fuerza el brazo de Adri. - Dilo, sabes que si no lo haces, haré un espectáculo de esto. No me retes.
Adri baja la cabeza y sus hombros comienzan a temblar. Tengo que detener esto, ya.
- Pamela ya basta. Deja en paz a Adriana.
- Me gusta - es la voz baja de Adri, la veo pero ella no levanta la cabeza. - Él me gusta, pero no estoy celosa de que te halla elegido a ti. Tu eres maravillosa. Estoy triste porque a mi nadie me escoge nunca.
- Ay.. - decimos las tres al mismo tiempo. Corremos inmediatamente a abrazarla, la entiendo, pero yo pensaba que ella no quería un novio, por eso no le daba importancia.
Adri esra llorando, y nosotras con ella, esto hacen las amigas. Nos apoyamos mutuamente, siempre. Cuando están a punto de cerrar la puerta, dejándonos afuera, alguien más nos abraza. Dos personas en realidad. Uriel y Didi. Su abrazo es tan reconfortante que me quedo adormecida. O quizá solo sea yo, siendo yo.
- ¡Jóvenes! ¿Van a entrar o quieren que llamé a sus papás?
Todos levantamos las cabezas al instante, nos giramos hacia la voz de la directora, quien se encuentra parada con los brazos cruzados en la puerta del Instituto.
- ¿Entonces? - vuelve a cuestionar.
- ¡Ya vamos! - dicen Didi y Pam al unísono. Nos limpiamos las lágrimas con sonrisas en el rostro. Y corremos hacia el interior.
Uriel me retrasa del grupo, para darme un beso, corto pero que hace que todo mi cuerpo se afine.
Al cuerno el café ( y yo AMÓ el café) y las bebidas energéticas, lo que yo necesito para empezar bien mi día es una buena dosis de Uriel...
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