Capítulo 12
El resto de la mañana la paso en una nube; esponjosa, rosa y espolvoreada de brillos con mis unicornios personales.
No se que fue lo que paso en las clases ni tampoco con el resto de la humanidad. Parecía que no podía apartar los ojos de Uriel, y lo hacía de una manera tan descarada.
Pero no era la única, él también me veía todo el rato. Parecíamos un par de bobos sonriendonos.
Ahora ya estamos caminando hacia la salida, camino lento, detrás de las chicas con la esperanza de que Uriel me alcance para... No se, para cualquier cosa.
No puedo aguantarme las ganas de ver hacia atrás para comprobar si me está siguiendo.Cuando lo veo mi corazón empieza a saltar de alegría porque me ve y sonríe. Dios, quiero decirle que deje de sonreír así porque de lo único que soy capaz de pensar es en besarlo.
Me detengo en medio del pasillo repleto sin siquiera preocuparme un poco, él llega junto a mi y juraría que parece una chica frente al chico de sus sueños. Es tan bizarro que no puedo evitar reír.
Me ve y se sonroja pero no aparta la vista de mi, al contrario me ve como si tuviera algo. Lo que hace que mi risa muera automáticamente y la que se sonroja soy yo.
- ¿Lizzy?
- ¿Si?
- ¿Por qué siento el rostro tan caliente?- Su pregunta me deja confundida, ¿porque me pregunta algo así? Tal ves sea para aligerar el ambiente.
- Bueno, quizás se deba a que te sonrojaste.
- ¿Me... sonroje?- levanta sus manos y ahueca su rostro - ¿de verdad? ¿pero por qué?- me le quedo mirando esperando que ría, pero él no lo hace y me ve como esperando una respuesta real de mi parte.
- Mmm no se... te sientes ¿incomodo? ¿avergonzado? - su rostro se ilumina como si le hubiera dado la cura contra el cáncer.
- ¡Claro! Eso es - él ríe tan perfecto que me derrito - estoy avergonzado, y si, también un poco incómodo.
Su honestidad me sorprende y pienso que esta jugando, pero no, aparentemente es real, su demostración tan excesivamente abierta solo me demuestra su confianza en sí mismo.
-¿Ah si? - paso mi peso de un pie al otro, estando totalmente incómoda - y ¿por qué? - río nerviosa.
- Tu me pones de esa manera - frunce el ceño confundido - tu mera presencia hace que comience a ... sudar, y a temblar un poco. Pero me gusta mucho estar cerca de ti, es un placer.
Su sinceridad paso de ser excesiva a brutal en un nanosegundo. Mi cara esta en llamas, porque si esto es real yo jamás me esperaba que, ni en mis mejores sueños, esto sucediera. Jamás.
- ¿Estas bien? ¿Porque tienes de ese color tan fuerte el rostro? - hace una pausa - ¿tu te sientes igual que yo? - hay esperanza en su voz - ¿tenemos el mismo... sentimiento?
Yo lo único que puedo hacer es asentir con la cabeza, sintiéndome pequeña, bueno mas de lo normal a su lado.
- Eres hermosa
¡Por Dios! este chico va a matarme.
- ¿Recuerdas lo que les estaba diciendo hoy? ¿antes de que... pues que me... ahogara?.
¿Puedo pasar más vergüenzas en esta vida?¿qué le respondo? Oye no, lo que sucede es que te estaba comiendo completito con la mirada. Si... yo creo que no.
- Pues... veras... - suspiro frustrada porque tengo que decirle la verdad. No tengo ni pizca de idea de lo que él hablaba. - no, Uriel, yo mmm... No recuerdo.
- Bueno, no te preocupes - toma mi mano, llevandola delicadamente entre la suya del doble de tamaño. - la cuestión es queria saber si a ti y tu hermana, incluso a tus amigas les gustaría recibir clases de musica.
Su pregunta es extraña, pero su mano en mi mano, o al revés, me están dificultando la labor de pensar.
- ¿Que dices? - el chico se ve tan ilusionado que aunque odiara la música no sería capaz de decirle que no.
- ¡Claro! - lo digo con más entusiasmo del debido - por mi esta muy bien. ¿Tu sabes tocar instrumentos?
- ¡Por supuesto! ¿Quien no? - me ve como si lo que saliera de mi boca fuera absurdo. Tal vez alguno de sus padres es pariente de Mozart.
- ¿Cuantos instrumentos tocas? - comienzo a jugar con sus enormes dedos.
- Todos.
Su respuesta es tan resuelta que levantó mi vista hacia su rostro. Esta concentrado en nuestras manos unidas, con tal fascinación que asusta.
- ¿Todos?
- Uh-hum - sigue sin apartar la vista de nuestras manos, así que hago que mi dedo índice atraviese a lo largo de su mano. Cuando lo hago el abre los ojos muy grandes.
-¿Po-podrías hacerlo... otra vez? - me ve y parece que le falta la respiración. Hago otra vez que mi dedo se deslice sobre la Palma de su mano, inhala fuerte, y derepente sus manos están sosteniendo mi rostro y el suyo demasiado cerca como para respetar el espacio personal.
- Contesta a esta pregunta por favor - pega su frente a la mía mientras cierra los ojos.
- S-si... - susurro porque me está robando el aliento.
- ¿Tu... Tu crees en Dios?
- ¿Qué? - este chico hace las preguntas más extrañas y en los momentos menos oportunos.
- Por favor responde -inhala fuerte -¿crees en Dios?
- Si - aseguro porque asi es.
Suspira como aliviado, sólo falta que sea parte de alguna secta de fanáticos.
- ¿Y... crees en... Ángeles?
- ¿Porque estamos hablando de esto?
- Te lo pido - sus dedos se hunden en mi cuero cabelludo - responde con toda sinceridad.
- Pues... Si.
-¿Y por qué crees en Dios y los Ángeles?
- Uriel... - suspire totalmente desesperada porque me bese - ¿no podemos hablar de esto... luego?
- Yo sólo... necesito que me lo digas - frota sus pulgares sobre mis mejillas - ¿si? Es la última pregunta. Por ahora. Lo prometo. -trató de concentrarme tanto en la respuesta que le daré.
- Creo en Dios porque lo he sentido, toda mi vida junto a mi. En mi casa, con mis padres, hay alguien allá arriba que escucha mis oraciones. Y, con respecto a los Ángeles, se que están cuidandome y no sólo a mi, a todas las personas. No hay otra forma de explicar los milagros.
Uriel había estado con una expresión satisfecha mientras me escuchaba, pero cuando e mencionado a los Ángeles, levanto la cabeza y vio sobre mi hombro. Sin aviso se alejó de mi como si quemara, y guardó las manos en los bolsillos del pantalón.
-Tienes razón, hay un ángel que te cuida todo el tiempo; tu ángel de la guarda. - sigue con la mirada fija sobre mi hombro y yo no se que ha pasado con él. Estábamos tan cerca del beso y estoy tan confundida que estoy muda. - nos vemos mañana - me ve a la cara y con semblante triste se aleja despidiéndose con la mano.
Me quedo allí, parada en medio del pasillo desierto, respirando con dificultad. No sé qué es lo que pasó aquí, no se qué fue lo que pasó entre Uriel y yo, solo estoy segura que no pasó lo que yo quería que sucediera. Y que se sintió como un rechazo en toda regla.
Auch. Mi primer rechazo real en el mundo de los chicos. Gracias Uriel...
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