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Bonus 8

Jane sentada en las escaleras, frente al instituto se siente un poco desesperada, no tenía idea que Lizzy fuera a reaccionar de la manera que lo hizo, Uriel que se encuentra al lado de ella tiene sus manos en la cabeza. Después que Jane se llevara unos buenos 20 minutos en explicarle el porqué del comportamiento de su hermana, Uriel se echo a llorar. Jane sin saber cómo reaccionar, lo dejo para que se desahogará pero ya había pasado media hora y él no había hecho más movimiento que el temblor de sus hombros.
Mientras lo observaba alguien salió del instituto, lo que era extraño, ya era pasada una hora de la salida. Nadie debería estar en el instituto, cuando Jane se giro para averiguar de quien se trataba se sorprendió al encontrarse con la mirada de Ken, el siempre la ignoraba por lo que dos atenciones de su parte al día resultaba devastador para el pobre corazón de Jane.

-¿Aparte de muda eres roba novios? – pregunta Ken con una mirada afilada -  ¿Y a tu propia hermana? – agrego con cinismo el chico.

Jane completamente estupefacta y con la boca abierta no supo que contestar, si ese era el tipo de atención que obtendría de Ken, no la quería.

- ¿Perdón? – logra balbucear.

- A mí no es a quien debes pedir perdón. – respondió con un toque de sarcasmo en su voz.

- ¿Pero a ti que te pasa? ¿Por qué eres tan desagradable? – Jane se puso de pie, con las piernas temblorosas – yo nunca me he metido contigo, incluso te he defendido cuando te han inculpado falsamente.

- ¿Y yo te pedí que hicieras de mi abogada?  - replico Ken con acidez – que yo recuerde nunca te he pedido nada a ti, princesa – la mirada de Ken solo reflejaba aversión.

- Le doy mi ayuda, no solo a quien lo pide, si no a quien la necesita – contesto Jane afectada por las palabras de Ken – no soporto las injusticias.

- Una Robín Hood consumada – el sarcasmo destilaba en cada palabra  – ¿pero sabes qué? No me interesas tú, ni tu vida. Haz lo que quieras.

- Discúlpame – esa palabra vino de un lloroso Uriel que levanto la cara con los ojos enrojecidos. – el otro día, con el resto de chicos, sin quererlo me burle de ti, no tenía claro a que se referían, no quería insultarte, ni mucho menos faltarle el respeto a tu madre, es una mujer maravillosa. Sé que ya me había disculpado antes, pero necesitaba hacerlo nuevamente.

En otra situación, en otro momento, Jane se hubiera reído por la cara de desconcierto que tenia Ken después de escuchar de nuevo la disculpa de Uriel, sin embargo en este momento en lo único que su mente podía pensar era en el dolor tan fuerte que sentía en el pecho. Pasaban los segundos y por lo visto Ken no se veía capaz de contestar nada. Uriel que no le quitaba los ojos de encima a Ken, se armo de coraje  para salir en defensa de su cuñada, ella de ninguna manera se merecía que la trataran así.

- Ya aclarado el punto de las disculpas, te voy a pedir que no vuelvas a insultar de ninguna manera a Jane, tienes que respetarla.

Rápidamente la cara de Ken cambio de sorpresa a un ceño oscuro, sintió como su temperamento se iba encendiendo, estos dos eran unos traidores que no se merecían el perdón de la pobre chica a la que engañaban.

- ¿Así que sales en defensa de tu querida, no? – Ken no se explicaba porque se sentía tan enfadado, estos dos eran unos descarados y él no los conocía ni a ellos ni a Lisa o como se llamará la hermana. – tranquilo, es la primera y última vez que tenemos esta especie retorcida de conversación. – Ken se coloco la mochila sobre el hombro y empezó a alejarse cuando Jane despertó de su estupor y salió disparada hacia él, no iba  a permitir que se fuera condenándola sin siquiera darle el beneficio de la duda, pero sobre todo dolida porque él la inculpara de algo tan horrible sin tener pruebas.

- Óyeme bien, Ken – comenzó Jane alzando la voz, sorprendido por la reacción retardada de la chica, se volteo para escuchar que era lo que tenía que decir. – De ninguna manera voy a dejar que te vayas mientras estas acusándome de estar con el novio de mi hermana, yo amo a Lizzy con todo mi corazón y jamás, que te quede claro, jamás le haría tal vileza, así que quiero que te disculpes por tratarme de la forma en que lo hiciste, cuando no posees pruebas de lo que dices.

- Pues yo digo lo que pienso y no me arrepiento de lo que dije y como el infierno que te pediré disculpas, niña mimada – le respondió con desdén, estaba harto de que los afortunados, con dinero, que pensaban que por tenerlo, eran superiores al resto y que como antes había hecho, bajaría la cabeza y haría lo que ellos le exigían. – si quieres ve y dale la queja a tu papi, pero a mí no me jodas.

Ken vio como el rostro de Jane se ponía escarlata y sin previo aviso la chica corrió hasta estar frente a él y estamparle señora bofetada, que lo hizo girar el rostro. Uriel veía de lejos la escena totalmente sorprendido, Ken con el rostro aun volteado y muy quieto, Jane aun con la mano en el aire. Parecían una imagen, congelada en el tiempo. Lentamente ambos se movieron con los ojos abiertos por la sorpresa. Se miraron sin decir nada, hasta que una mirada de locura apareció en los ojos de Ken que se acerco aun mas a Jane y le tomo fuertemente la mano que lo había abofeteado.

- No se te ocurra, en tu asquerosa vida rosa, volver a golpearme ¿has comprendido? – con una fuerte sacudida Jane soltó su brazo del agarre de Ken – esto es solo una advertencia y agradece que estoy de buen humor o te hubiera devuelto esa bofetada y estoy seguro que no te gustaría. – Jane completamente aterrorizada por sus palabras se alejo de él.

Ken que vivía de esas miradas, esta vez no sintió la misma satisfacción que otras veces, pero su orgullo se recupero. Aunque no era verdad lo que decía, le gustaba que la gente estuviera lo bastante asustada como para acercarse a él y ellos ya habían sobrepasado el espacio que él permitía. No quería que se creyeran sus amigos o que él era su obra de caridad y que volvieran a hacer lo de esa mañana. Si por él fuera no volvería a ver sus rostros nunca más.
Hacia ese enorme sacrificio única y exclusivamente por su madre,  pero después de graduarse no volvería a ver a ninguno de esos idiotas. Con unas fuertes ganas de gruñirle a la pobre niña que tenía la cara de un pequeño ciervo asustado, dio la vuelta y se alejo a hacer asuntos que no eran de su agrado pero que debía de hacer, así era la vida. Un montón de porquería.

Mientras Jane lo veía alejarse, se preguntaba cómo era posible que ella albergara algún sentimiento por semejante monstruo. Sintió a alguien tras ella y al girarse se sorprendió de ver a Uriel, se había olvidado por completo de su presencia.

- No lo juzgues, de verdad, Jane, él solo habla por el resentimiento – la animo Uriel con una sonrisa indulgente, a veces Uriel parecía adquirir un rostro irreal, como el de las pinturas.

- Trato de pegarme, me amenazo, ¿cómo me pides que no piense mal de él o que no lo juzgue? –Uriel puso una mano sobre el hombro de Jane y le dio un suave apretón.

- Solo trata de no hacerlo, el día que sepas el porqué de su comportamiento tan agresivo y hostil, vas a querer no haberlo juzgado tan duramente – Uriel también observo el lugar por el que Ken había desaparecido. – confía en mí, además él no iba a pegarte, una persona violenta no amenaza, sin embargo una persona con miedo lo hace…

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