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Ocho

—¡Rápido! ¡Sasori-sama! ¡Hidan se encuentra herido!

Observé estupefacta la puerta de nuestra habitación, desde afuera una voz casi desesperada aclamaba a gritos por el pelirrojo, dando grandes zancadas Sasori cruzó su lado de la habitación y la abrió.

—¿Qué le ha sucedido? —preguntó sin inmutarse, y me permití subir la mirada para ver a quien se dirigía.

Frente a él estaba una muchacha de cabellera castaña recogida en dos distintivas coletas e impresionante baja estatura, al igual que todos aquí estaba enfundada con una armadura impresionante, y varios broches se encontraban adheridos a esta, no pregunten como lo hacen, porque no tengo idea, ¿quizás imanes?

—Le han atacado una banda de ammóns, se encontraba haciendo reconocimiento en la zona dónde nos especificó, el grupo le esperaba en el campamento... antes de lo pensado las olas de poder llegaron a nosotros y cuando le encontramos estaba en el piso, sus extremidades estaban regadas, parecía muerto, pero le dejaron la cabeza para que se mantuviera vivo... él... nuestros poderes... ¡No funcionan en él! Las heridas fueron hechas por algún arma especial, o un poder desconocido —Hablaba frenéticamente, como si estuviera a segundos de perder el control.

Sus mejillas estaban rojas y pequeñas lágrimas no derramadas se acumulaban en sus ojos, dejé el cuaderno tirado encima de la cama y casi involuntariamente di unos cuantos pasos en su dirección, tenía intención de consolarla, pero Sasori se encargó de eso más rápido que yo, la abrazó y en cuanto la joven sintió el tacto rompió en llanto.

—Por favor, ayúdelo, por favor —gemía entre sollozos.

—Lo haré, pequeña, lo haré —Su voz fue casi un susurro inaudible, pude haberlo pasado por alto si no me hubiese encontrado tan cerca—. ¿Está en la enfermería?

Ella respondió un lastimero si, no entendía del todo la situación, todo era desconcertante y nuevo para mi, ¿qué eran los ammóns? ¿Porqué habían atacado al tal Hidan? De pronto, Sasori se giró en mi dirección.

—¿Puedes cuidar de ella? —masculló entre dientes—. No, posiblemente no.

—Si puedo —afirmé con más fuerza de la que sentía.

Mi compañero, es extraño llamarle así, me miró con desconfianza y duda por un segundo, justo antes de tomar la cara de la castaña entre sus grandes manos y decirle que todo estaría bien, que Hidan se mejoraría y era mejor que se calmara un poco, con rapidez la llevó a su cama y la recostó ahí.

—Iré a ver qué sucedió con Hidan, cuídala —ordenó en mi dirección, y en lo que me pareció una velocidad inhumana salió de allí, cerrando la puerta tras de si.

Por un momento me quedé estática en mi sitio, ¿realmente era Sasori quien había actuado tan amable? ¿Era el mismo hombre que se carcajeaba de mis errores y preguntas? No comprendía como una persona que demostraba ser tan amable podía llegar a ser tan sarcástico y cruel. Y por un momento el pequeño monstruo de la duda me invadió, ¿será que él sólo siente desagrado hacía mi? ¡Apenas y lo conocía! No le había hecho nada, no recordaba haberle hecho nada, él manifestó su molestia hacía mi desde el momento que desperté, y estoy casi segura que una persona dormida no puede hacer mucho para recibir odio injustificado de esa manera.

Sacudí la cabeza despojándola de esos pensamientos sin sentido en cuanto escuché un pequeño sollozo proveniente de la cama que segundos antes había ocupado el ángel de ojos color café. Suspiré, había asegurado que cuidaría a la chica, pero no tenía idea de como, con pasos vacilantes de acerqué a ella, ganándome su mirada llena de lágrimas.

Al ver que no decía nada me senté a su lado, ella se reincorporó y me miró durante unos segundos mientras se quitaba los residuos de agua salada de las mejillas, las lágrimas habían parado, pero claramente el llorar siempre te deja pruebas evidentes. Ella sorbió por la nariz antes de hablar.

—¿Eres la compañera de Sasori-sama?

No esperaba esa pregunta, claro que no. Me aclaré la garganta, pensando la respuesta, no podía mentirle, consideré hacerlo, pero eso no ayudaría en nada a lo de ganar personas a confianza, además de que ella estaba tensa, a la defensiva, suspiré.

—En efecto... ¿por qué?

—Curiosidad mayormente, él es un buen hombre, pero tiene muchas cargas encima, no creí que fueras su amante... sin embargo, con todo lo malo que puedes escuchar sobre él, es magnifico, llevo trabajando desde que terminó mi entrenamiento en su guardia, es una de esas decisiones de las que nunca te arrepientes.

La admiración era notable en su voz, lo que hizo que me sintiera repentina orgullosa, no de mi o de ella, sino de él, cosa que encontré de lo más absurda un segundo después, suspire bajando y negando con mi cabeza y abriendo un poco más de lo normal los ojos, después, caí en cuenta de lo dicho por la castaña, quien por cierto, se veía de cierto modo relajada en la cama del pelirrojo.

—¿Cargas?¿A qué te refieres? ¿Entrenamiento? ¿Guardia?

Me miró fijamente por un momento, sin ninguna expresión en su rostro, ¿acaso había dicho algo malo?

Ella suspiró antes de responder, su voz todavía algo ronca por el llanto—: Él tiene menos edad que Tsunade, pero es mayor que Neji, y ha vivido muchas cosas que nosotros los ángeles no lo habríamos imaginado. Él es un líder nato, y en su primer centenar de años su poder superaba con creces el de muchos a su edad... quizás por eso se convirtió en arcángel al cumplir un par de milenios.

Le miré estupefacta, sin poder salir de mi asombro, ¿Sasori era qué? ¿Por qué no me lo había dicho? Mordí involuntariamente mi labio inferior, y no lo solté hasta que comencé a percibir en mi paladar el sabor metálico común de la sangre, vaya, también podía sangrar. Por suerte no hizo falta responder a aquello, ya que ella continuó hablando.

—Todos los novatos deben de someterse a un entrenamiento, no es fácil ir allá sin estar preparado... si te descuidas un ammón vendrá por ti y sucederá... lo mismo... —su voz ahora era un hilo, frunció su ceño—, lo mismo que a Hidan.

—Pero, ¿qué hacían allí? ¿No la mayoría de los ángeles de encarga de distribuir las almas?

—¿Eso te ha dicho Tsunade? Sigue igual de creativa que hace algunos años —Se rió sin una pizca de gracia—. Te sugiero que ahora como parte de las personas de Sasori no creas mucho en lo que otros ángeles te dicen, o por lo menos no otros ángeles pertenecientes a dominios ajenos, ni hablar de los arcángeles, Tsunade podrá parecer inocente... pero te aseguro que sería la primera en eliminar al resto del consejo si tuviera el suficiente poder, no digo que sea una completa psicópata, pero no subestimes al enemigo, porque eso es lo que se ha convertido para ti desde el momento de tu renacimiento. La mayoría tenemos el lujo de elegir a quien servimos, en tu caso no servirás... pero ya han escogido por ti.

«Y respondiendo a tu pregunta, nos encontrábamos haciendo un escaneo en una de las zonas de Sasori-sama, él nos encomendó la misión de exterminar los seres impuros que puedan perturbar la tranquilidad de sus dominios. Pero Hidan se confió demasiado, ningún demonio, aunque sea de baja jerarquía es fácil de eliminar, un soldado tan antiguo y bueno como él debió saberlo. Me arriesgaría a suponer que creyó y eran dos o tres como máximo, no pudo hacerle frente a una manada entera, para hacerle eso debieron de ser más de diez —negó con la cabeza, bajando la mirada—. Nuestro sanador lo ha intentado de todo, pero la magia curativa no tiene efecto en él, tardará mínimo dos años en regenerarse por completo sin ayuda de la magia».

Le miré sin comprender, ¿qué acaba de decirme? ¿Me estaba tomando el pelo? ¿Estaba diciendo la verdad? ¿Si ese era el caso, por qué Sasori no corrigió a Tsunade en su momento? Odiaba sentirme así, como si todos supieran más de mi misma que yo, como si fuera una pequeña niña alrededor de muchos ancianos, me sentía inútil.

Todo esto se podría describir como el momento en el que pierdes el control de tu cuerpo en el agua y la marea te lleva, así es, me encontraba abrumada por tanta información, ¿a quién creerle? No podía confiar en nadie, esta pequeña chica había hecho que empezara a desconfiar de todos con quienes había hablado durante mi corta estadía aquí, que contándola a ella se resumía en el número tres.

—¿Cómo te llamas? —tragué saliva sonoramente, no fue mi intención que se notara, pero me encontraba nerviosa, quería gritar y a la vez hacer silencio, quería correr y quedarme quieta, quería golpearme a mi misma, me sentía impotente, ¿qué podía hacer? Todo eso era mucho mayor que yo.

—Tenten.

¡Holas! He intentado esperar una semana para actualizar, pero no he podido, sobretodo porque tenía el capi escrito desde el día que publiqué el otro </3

Espero que les guste, no se olviden de votar, que ese es el alimento de mi imaginación[?]

Los invito a leer otra de mis novelas que si bien no es tan nueva, tiene menos capítulos que TEMA y no es un fanfic, tiene como título Enamorando a Kate, pueden encontrarla en mi perfil<3

¡Nos vemos en la próxima actualización! [intentaré esperar una semana º^º]

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