Capítulo 7
La noche estaba pasando demasiado despacio para Marisa. Por su cabeza aún rondaban esas preguntas sin respuesta referente a la situación entre su hermano y Noé. Era cerrar sus ojos y volver a revivir esos pequeños pero intensos momentos con Noé, comenzado alterarse más, sintiendo oleadas de calor en su cuerpo cubiertas de nervios que afloraban por todo su organismo. ¿Pero cuál era el motivo por el cual su hermano se había enfadado con ella? ¿Porqué Noé ha tocado fondo, cual ha sido el motivo?
Dió varias vueltas en la cama pensando en la manera de poder descubrir cuál era ese motivo por el cual Noé estaba tan apenado y no dejaba de culparse, siguió pensando hasta que el sueño la venció quedándose profundamente dormida.
Marisa & Edu
-Buenos días Marisa. El desayuno está en la mesa. Hoy tengo que asistir a una reunión. Siento no poder acompañarte.
-Vaya. Edu porqué te enfadaste de esa manera anoche conmigo. Noé sólo es mi jefe y estábamos celebrando mi proyecto. ¿Acaso tú no te sientes orgulloso de mí?
-Si lo estoy. Admiro tú trabajo y como te entregas a lo que te gusta. Y esa es la clave Marisa. Pero quiero que estés lejos de Noé.
-¿Y porqué me dices eso?
-Por que si. Y porque soy tú hermano y no deseo que te lastimen. Que tengas buen día Marisa.
Ala hasta la feria hermoso. Me quedado peor que antes. Empiezo a desayunar pensado en Noé. ¿Porqué me tiene tan intrigada? Pues por San Martín que yo voy a descubrir porque mi hermano y Noé se odian. Fijo que se trata sobre una mujer. Vamos que me apuesto yo los ahorros que no tengo que ese ha sido el motivo.
Una vez que llego a mi trabajo, Sancho me preparaba un café. El pobre se ve mal. Le pregunto que le ocurre y minutos más tarde me cuenta que discutió con Arturo. Trato de animarle al pobrecico mío, nunca he visto antes un hombre sentirse tan afligido por amor. Para subirle la moral le cuento chistes malos. Al final acaba riéndose.
-Marisita que haría sin ti. Gracias por consolarme, pero anoche cuando Arturo me pidió en matrimonio me quedé en blanco y sentí mucho miedo. Creo que la he cagado y no poco.
-Po...si... Sancho. Pero miralo por el lado bueno. El reconciliarse forma también parte del amor.
-Sí, llevas razón. Ahora pongamos a trabajar en unos nuevos diseños las modelos están por llegar para la sesión de fotos.
-Echo. -Le guiño un ojo a Sancho y empezamos a cortar los patrones para los primeros vestidos de temporada.
El día se me pasó volando, casi no me dió tiempo ni de comer y sentía que mi estómago crujía. Antes de salir para casa, decidí llevarle a Noé unos muestrarios de telas y aprovechar para hablar con él sobre mi idea del próximo desfile.
Tomo bocanadas de aire antes de tocar la puerta. Al escuchar la voz de Noé paso a su oficina algo inquieta.
-Buenas noches jefe. -A veces me da la sensación que parezco un indio.
-Buenas noches Maria Isabel. Siéntese por favor. Ahora le atendiendo.
Tomo asiento en una silla enfrente de su escritorio, mientras que Noé desaparece para seguir hablando por teléfono. Como no tengo nada mejor que hacer me pongo ha observar las fotos que tiene en la mesa, hay una que llama mi atención. Es Noé con un niño pequeño muy parecido a el físicamente, agarro la foto para verla de cerca.
-Es Andrés mi hijo.-Me suelta Noé casi sin mirarme a los ojos.
-Es guapísimo, se parece mucho a ti.-Le digo mirando la foto. No sé porqué, pero mi estado ha cambiado a decepción.
«Noé casado, que esperabas mendruga que un hombre tan sexy como él estuviera libre»Me regaña mi subconsciente.
Me recompongo enseguida, dejando la foto donde estaba, agarro las telas y empiezo a contarle cómo podrían ser los próximos vestidos para el siguiente desfile. Escucho la voz de Noé rota, sus ojos miran al fondo, agacha su cabeza apoyándola entre sus manos.
No lo puedo evitar, y le pregunto cómo se encuentra.
-Mal, Marisa. Cada vez llevo peor estar separado de mi hijo.-Sus ojos se fueron rajando en agua y su voz apagándose. Sentí en ese momento
compasión por Noé. Se notaba que quería ser fuerte, pero tan sólo era apariencia. La realidad estaba reflejada en su mirada y en su bello rostro reflejan el dolor y el cansancio.
-Noé, debes de ser fuerte. Alguna solución habrá para que tengas a tu hijo a tú lado.-Quería consolarlo, quería mostrarle mi apoyo y sin darme cuenta le agarré de su mano que la tenía extendía como si quisiera que alguien se la estrechase para sentir un poco de cariño. Lo miré a los ojos directamente, esperando que me respondiera. Él seguía buscando algo en mí, puesto que no apartaba su miraba de mi mientras se levantaba acercándose a mí. Noté como mi corazón latía golpeándome el pecho, mis manos temblaban y su boca ya estaba a escasos centímetros de la mía. Él era más alto que yo, y sin embargo parecía más pequeño que yo. Me besó despacio, recorriendo con la punta de su lengua mis labios, dentro su lengua buscaba la mía, era un beso tan dulce, tan grato como apasionante. Sus manos se posaron en mitad de mi espalda atrayéndome hacía él. Nuestros cuerpos estaban pegados, un pequeño gemido salió de mi boca. Me encontraba atrapaba entre su cuerpo y el deseo que me tocase.
Pero...no pude continuar, me retiré despacio, aún con mi respiración agitada.
-No puedo Noé...-Solo pude pronunciar esas escasas palabras, mientras intentaba controlar las ganas de perderme en sus brazos, gozar con sus besos y sobre todo que me desvirgue. Sentí un pequeño pavor que fue lo que me hizo recapacitar. Pienso que Noé es un hombre experto, puedo incluso imaginarme que será buen amante, pero...yo no tengo ni idea sobre sexo. Pasaría mucha vergüenza y lo peor sería que descubriera que a mi edad aún soy virgen.
-Marisa, ¿te arrepientes de lo que ha sucedido?
-Es-to...-Estaba tan nerviosa que ni las palabras me salían.
-Marisa, mírame, no voy hacer algo que tú no desees. Quiero que sepas que me vuelves loco, con tú presencia haces que todo a mi alrededor se ilumine. Tú eres así de bonita y yo no deseo lastimarte. Si te he besado ha sido porque lo deseaba como deseo hacerte mía en estos momentos.
Arrea mi madre, eso si que no me lo esperaba. -Noé tengo miedo-Respondo temblando y emociada de saber el efecto que tengo sobre Noé.
-Te entiendo, porque yo también lo tengo. Pero tranquila, no haré nada que tú no quieras. Esperaré todo el tiempo que sea necesario.
-Gracias Noé. Eres encantador. -Me despedí de él con un beso en la mejilla y me marché. Al mirarme en el espejo del ascensor, vi que estaba como un tomate de roja, rocé mis labios pensando en el beso de Noé, en lo que me ha echo sentir. Reconozco que es la primera vez que me siento tan atraída y perdida por hombre.
Al abrirse la puerta me encontré con Lisa que me estaba esperando. Nos saludamos, con disimulo intenté ocultar mis nervios sin éxito. Lisa se dió cuenta y me preguntó que era lo que me ocurría. Miré hacia la puerta proponiéndole ir a su departamento para hablar a solas.
Conocía desde hace poco a Lisa, sin embargo me caía muy bien y sabía que podía confiar en ella.
Mientras Lisa preparaba algo de picoteo yo le contaba lo sucedido con Noé. La pobre me miraba sin pestañear, algo asombrada diría yo.
-¿Y porqué tienes miedo Marisa?
-Porque...Lisa te vas a reír, y es gracioso sabes, porque a pesar de que estuve comprometida, entre el pastoraco de Juan y yo, no llegué a nada, mis padres me dijeron que debía llegar casta al altar. Y vamos que como soy así de idiota, nunca hice nada con él.
-Resumiendo, que eres virgen. ¿O me equivoco?
-Ssiii-Dije tímidamente.
-Marisa, no me hace gracia, porque yo también soy virgen. Nunca he estado con ningún hombre. Incluso siento miedo de que toquen.
-¿Y eso por qué Lisa?-Le pregunté curiosa mientras nos sentábamos en el sofá con una cerveza y unos aperitivos.
-Marisa nunca he hablado de esto con nadie.
-Tranquila, lo que me digas quedará entre nosotras, si tengo que ayudarte en algo lo haré.
-Gracias, que suerte tengo de que seas mi amiga. Resulta que mi madre era prostituta, empezó a prostituirse a raíz del divorcio. Y mi padre se volvió a casar, después me echó de su casa por culpa de su esposa . Mi madre me dejó al cuidado de mi tío Santiago, el cura del pueblo. Ya te podrás imaginar que infancia pasé. Rodeada de religiosos y de cotilleos. Mi madre se prostituía para que no me faltase de nada y mientras tanto la gente me comparaba con ella. Mi tío hizo lo posible por alejarme de esas malas lenguas, aún así toda mi adolescencia la pasé en un colegio de monjas porque una vez varios chicos intentaron abusar de mí. Afortunadamente no llegaron a nada. Después me fui del pueblo, lejos para estudiar mi carrera y bueno gracias a un compañero pude obtener mi empleo en Bellety.
-!Oh! No sé qué decirte. Sólo que eres valiente Lisa. Sigue así guapísima.
-Pero el problema Marisa, es que desde que vi a Hugo la primera vez, me gusta mucho. Y...yo a él no le intereso nada, a veces me cuestiono si de verdad él se llegará a fijar en mí o debo de rendirme y dejar de ilusionarme con él.
-Lisa, si no nos ilusionamos no le damos sentido a nuestra vida. Igual que reímos, cantamos, comemos...porque no ilusionarnos. Anda tonta, ven dame un abrazo y el único consejo que te doy; Es que tú eres así.
Después de hablar con Lisa me encontraba más aliviada. De echo Lisa me propuso que me quedara con ella a dormir.
Llamé un taxi y fui a mi casa para avisar a mi hermano y para coger ropa limpia.
Al entrar escuché un ruido, cerré la puerta despacio, casi sin hacer ruido me dirigí hacia el comedor y...la madre que parió a mi hermano.
-Eduardo. Se puede saber que estás haciendo. ¡Oh señor bendito! No me lo puedo creer.- Mientras que yo me tapaba la cara, sentía como mi hermano intentaba darle explicaciones a la chica, que minutos antes estaba haciendo el acto sexual. La chica se vestía a toda prisa temblando y regañando a mi hermano ofendida. Mi hermano intentaba explicarle algo que ella ni deseaba escuchar. Al final acabaron discutiendo.
-Desde luego que oportuna eres Marisa. Joder, no sabes llamar ¿o qué?
-Anda y tú qué. Aquí echando un polvo en mitad del comedor, joder Edu, un poco más de respeto, ¿no?
Tras unos minutos discutiendo, acabemos mi hermano y yo sentados en el sofá riéndonos por lo sucedido. La chica se piensa que yo soy su novia o su mujer o vete tu a saber que.
-Por cierto Edu, ¿Quién es la chica?
-Ella es la mujer que quiero. Pero tan sólo me ve como un amigo.
-Aahh. Menos mal que te ve como su amigo, porque si no juraría que te la estabas cepillando.
-Tú no lo entiendes Marisa, desde que me la presentó Naiya, estoy loco por ella, la quiero, pero ella sólo me ve como el tonto de Eduardo que cada vez que las cosas con un tío no salen como ella quiere, aquí estoy yo para consolarla. Dirás qué soy un imbécil, pero es la única manera de poder decirle lo que siento hacia ella.
-Ay, hermano pero que desdichados somos. Y como se llama la chica.
-Venga no seas cotilla y a dormir.-Edu me da un beso en la frente y se va hacia el baño mientras que yo me quedo sentada con mis brazos cruzados pensando ¿quién podrá ser esa chica que tan enamorado trae a mi hermano?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro