Capítulo 5
NOÉ & HUGO
Después de todo y tras un par de horas algo estresantes, pude convencer a los ejecutivos de hacer un proyecto sobre la idea Marisa.
Al salir de la sala de juntas sentía dentro de mí una emoción de felicidad que hacía mucho tiempo que no percibía.
Nada más salir Hugo y yo nos saludamos con nuestro habitual apretón de manos y esas palmadas en el hombro.
-Ey, te ha tocado la lotería o has conocido una mujer insaciable en la cama.
Hugo y sus típicas y aburridas frases.
-Para nada. Los ejecutivos han aceptado llevar a cabo un proyecto sobre el dossier de Marisa. Estoy súper feliz voy a decírselo.
-Guau tío. Eso si es una buena noticia. Anda ve te espero en el ascensor, y lo celebramos con un buen whisky.
-Echo.
-Es-to Noé.
-Si Hugo.
-Tendrás que pagarle una comida.
-Se la merece. He pensado que mejor una cena. Pero...me da cosa ir solo. Yo...es...que...-Será posible, porque me encontraba como un adolescente que acude a su primera cita todo nervioso.
-Ja,ja De acuerdo te acompaño. Me gusta Marisa y pienso que nos lo pasaremos bien.
«Me gusta Marisa»
Maldita frase, no consigo quitármela de la cabeza y para colmo noté una descarga de inquietud consiguiendo que el estómago se me revolviese.
Paso a mi oficina y no está. Entonces miró la manta doblada y una nota.
La leo. Desde luego que ocurrencia. Ni yo mismo me explico porque siento esta nostalgia en mi interior. Agarro la manta acercándomela a mi nariz. Exhalo varias veces el olor de su perfume.
Echo mi cabeza hacia atrás conteniendo una risa. Marisa.
El tiempo que estuve trabajando sólo pensaba en ella e imaginándome como sería el tacto de su piel desnuda, sus besos incluso sus gemidos.
«Joder Noé para que te vas a correr»
Maldita sea, no y mil veces no. No puedo permitirme pasar de nuevo por lo mismo. No quiero volver a torturarme pensando en ella, como lo hacía con Naiya. Y todo para qué. Para verla feliz en los brazos de otro y yo aquí solo, arrastrando día a día mis errores. Definitivamente no pienso volver a caer en lo mismo. Seguiré retándole como vengo haciendo hasta ahora, mostrándome frío y antipático. Eso seguramente la hará entender que se debe alejar de mi.
Y para rematar, debo invitarla a cenar. Agradezco que me acompañe Hugo, si estuviera solo con ella, podría llegar a perder el control y en estos momentos es lo que menos deseo. Lastimarla y menos que tenga que sufrir por un tipo como yo. Creo que no me lo podría perdonar.
Al llegar al ascensor la veo parada hablando con Lisa.
Lo que leído en la nota me hace reír, y como me gusta picarla. Al entrar al ascensor me pongo cerca de ella. Me percato que está nerviosa, eso me da mala espina, intuyo que pueda gustarle. Automáticamente me lo quito de cabeza. Me acerco a ella, susurrándole en su oído la respuesta a su nota. Noto como sus mejillas toman color, y su pecho se alza. Sin duda está colada por mi. Pero no puedo permitírselo por miedo a que sufra por alguien como yo. No creo que me merezca una lágrima de otra mujer a la que lastime. Marisa es especial y llena de alegría.
Salgo del ascensor y me giro para decirle que está noche quedamos en la puerta del edificio para ir a cenar.
Y como siempre Hugo salta, diciendo que nos acompaña. La miró a sus ojos avellana con un toque de brillo. Yo le sonrió sin poder dejar de mirarla. Hasta que siento el golpe de la mano de Hugo en mi hombro para continuar con la marcha hacia la salida e ir a comer.
MARISA
-Marisa te encuentras bien, parece que estás algo pálida.-Siento la voz de Lisa devolviéndome a la realidad.
-Ssii. Creo, no sé. Ay Lisa, que el jefe me ha invitado a cenar. ¿Y...ahora qué hago?-Le dirigido la pregunta a Lisa para encontrar una respuesta.
Pero veo que está más perdida que yo. De pronto me percato que sus ojos miran al suelo y no deja de retorcerse los dedos. Se ve que está nerviosa. ¿Pero porqué?
Y yo que soy muy maruja, no tardo en preguntarle, nada más llegar al Burger King.
Ella intenta decirme algo, pero tartamudeando no me entero de nada. Le doy un pequeño golpe en la espalda, para ver si así se desatasca.
-Lisa escupe hija y suelta lo que tienes hay guardado.
-Marisa, tienes mucha suerte de ir a esa cena. ¡Qué envidia!
-Ah, no. Mírame Lisa. ¿Cual de los dos bartolos te gusta? Noé o Hugo.
-Hugo.-Responde Lisa avergonzada mientras mira su hamburguesa.
«Mira la tonta, y que no sabe na. Se va al más simpático»
-Ok. Pues sabes lo que te digo.
-No.-La voz de Lisa parece un susurro.
-Pues que me vas acompañar fíjate tú. Yo no pienso ir sola a esa cena. Y si tú no vienes, yo no voy. Así que querida Lisa, te vienes de cena.
-Yo...no puedo. Marisa me muero de la vergüenza.
-Anda la otra y eso ¿por qué? No te gusta Hugo, pues chica aprovecha. Si aquí el que no corre vuela.
-Marisa, ojalá fuera tan decidida como tú.
-Lisa. Entiendo como te sientes. Porque yo también soy como tú. Me veo tan insignificante y torpe por no tener experiencia en temas relacionados con hombres. Pero que sepas, que si soy así, es porque me han echo de ser lo. ¿Cómo? A base de un golpe directo al corazón. Y tuve que plantearme o seguir siendo la tonta de Marisa que se callaba todo. O levantarme del suelo y decir: Primero me quiero yo, después yo y después yo. Y si no soy fuerte, me seguirán lastimando. ¿Y eso es lo que tú quieres?
-Llevas razón Marisa. Claro que no quiero eso. Pero Hugo es tan sexy. Mujeres no le faltan y yo para él soy transparente.
-No digas eso Lisa. Tú eres muy bonita, lo que pasa que somos muy dejas, y no nos arreglamos. Pero verás, esta noche lo van a flipar el par de bartolos. Así que venga, espabila y después del curro te vienes al estudio y nos arreglamos. Verás que cuquis nos vemos.
Tras terminar su trabajo, Lisa fue a buscar a Marisa al estudio para arreglarse. Lisa no se podía creer que después de estar tanto tiempo enamorada de Hugo en silencio, ahora pudiera tener como especie de cita. Tras terminar los diseños y dejarlos puestos en los maniquíes. Sancho miró fijamente a Lisa. La rodeó pensativo con su dedo índice en la boca. Pasados unos minutos, Sancho chasquea sus dedos. Había dado con el look perfecto para Lisa.
De un golpe la sentó en un sillón dando órdenes a la estilista de como debía maquillarla.
A continuación ya peinada y maquillada, Lisa se miró al espejo fascinada con el resultado, después se pasó a detrás de un biombo y se puso el vestido que le había dejado colgado Sancho en una percha. El vestido no era para nada al estilo de vestir de Lisa. Aún así se lo puso. Al deslizarse esa fina tela por su cuerpo, Lisa cerró los ojos imaginándose cual sería la reacción de Hugo cuando la viese.
Una sonrisa con un brillo especial en sus ojos Lisa salió de detrás del biombo algo nerviosa. Tanto Sancho como Marisa le elogiaron por lo guapa que iba.
Las mejillas de Lisa no tardaron en sonrojarse.
Sancho le extendió un mojito ambas para que se le fueran los nervios. Los tres se lo bebieron de un trago y se echaron a reír por la reacción de Lisa de Marisa al toser.
Las dos muchachas más repuestas se dieron un último retoque imaginándose como sería la reacción de Noé y Hugo cuando la viesen.
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Marisa y Lisa vestidas para ir a cenar.
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