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Capítulo 4

Tras haber cenado y recogido la mesa Marisa se dispuso a continuar con su dossier. En algún momento su mente recordaba el rostro y esos ojos verdes de Noé. Hizo una mueca, justo lo que estaba pensando era una barbaridad. Ella con su cuerpo rollizo, pechos voluminosos y piel blanquecina. ¿Qué hombre se iba a interesar en ella y menos un hombre como su jefe? Y lo más lamentable, no tenía ni idea de hombres y menos de sexo. Pero Noé, ese hombre alto, castaño ojos verdes y un poco borde. La desconcertaba como intrigaba. La ponía tan nerviosa que solo podía arremeter contra él para no hacerle creer que ella es otra más para su colección.

Se levantó y se preparó un café, miró sus bocetos pensando en Juan su ex. Él nunca se había interesado lo más mínimo por su carrera. Aquella tarde que le enseñó su bloc con los diseños que había preparado para su exámen, él ni los ojeó. Simplemente le daba la razón sin prestar atención. Marisa sacudió la cabeza, ya estaba cansada de tener que recordarlo. Para tener que afirmar que la culpable de todo había sido ella por no percatarse de nada. ¿Cómo había estado tan ciega de no ver más allá de sus narices? ¿Cómo no se había dado cuenta de los desplantes que le hacía y como se comía con la mirada a las demás mujeres ante su presencia? Tarde se dió cuenta. Y el resultado quedó que todos sus amigos se reían de ella tratándola como la mojigata que no sabe nada. Y ahí estaba otra foto más de Juan con una morena besándose para compartir en Facebook y los comentarios de sus amigos referente a la foto. Ver aquellas fotos era como un insulto hacia ella, Juan sabía que con esas fotos estaba fastidiándola. Y si ese era su propósito lo estaba consiguiendo.

MARISA

Me cansé de tener que ver esas fotos de mi ex tonteando con otras mujeres y como sus amigos encima le tocaban las palmas. Cerré el portátil de golpe y me levanté para hacerme otro café. Quería terminar mi trabajo y restregarselo a Noé en la jeta. Noé. Pero que nombre más bonito a juego con sus ojos, su boca sensual, su cara de guapito creído y ese cuerpo. ¡Ay amá! Pero que caloré me está entrando por mi cuerpazo. Dios, pero que asco de tío, si hasta me excito solo en recodarlo.
《Ah no Marisa, ese es tú jefe y tú trabajas para el》Me tocó la campanilla mi subconsciente para avisarme que no me ande por las ramas.

Será posible que después de lo que ha ocurrido con el pastoraco de Juan, ahora voy yo y me fijo en mi jefe. Nada estoy delirando. Lo mejor es que siga trabajando y me olvide de todo.

--Buenos días hermanita.

--Jesu bendito. ¿Pero qué hora es?

--Pues la hora de que muevas tu pandero y en 5 minutos. Cosa difícil para una mujer, esté lista para ir a trabajar.

--Mierda. Pero si me quedado dormida encima la mesa. Edu prepárame un buen desayuno. Aun que con un bol de cereales, dos tostadas, un zumo de naranja y un bollo creo que aguantaré hasta la hora de comer.

Sentí como mi hermano se reía mientras yo me metía en la ducha. Minutos después salí casi arreglada como una bala hacia la oficina del jefe.

Nada más poner un pie, pude respirar alivida. Las 8 y 15 perfecto. Agarré aire soltándolo por las napias y caminé hacia la oficina del jefe temblando como una hoja.

Detrás de su mostrador me encontré a Lisa. La saludé haciéndole una señal que iba a entrar. Lisa me sonrío, y como siempre levantó su pulgar, en señal de suerte.

《A por el Marisa. Cómetelo con patatas》 Mi dijo mi subconsciente mientras tocaba la puerta. Lo de comérselo no sé yo que decir. El niño estaba cañón pero cada vez que abría la boca perdía el encanto. Era mejor verlo que escucharlo.

--Buenas días señorita Maria Isabel. --Ay que dulce. Pero este hombre no puede llamarme Marisa.

--Hola jefe que ay.--Saludé mientras tomaba asiento entregándole la carpeta con el dossier.

Desde luego tiene unos ojos preciosos, pero ojo, si echara fuego por ellos creo que ya estaba ardiendo y no precisamente del efecto que tiene sobre mí.

--Si quiere mantener su puesto de trabajo, debe tener respecto a sus superiores. Si no, ya sabe donde acabará.

--De acuerdo. Discúlpeme jefe.--Tuve que agachar la cabeza de lo abochornada que me encontraba. Menudo recibimiento te da este por la mañana temprano.

-- Veo que ha echo buen trabajo. Lo leeré después. Puede retirarse.

¿¿¿Qué??? Pero que me está contando el cantamañanas este, que me haya yo estado toda la noche escoñándome trabajando para que me haga este desplante. Ah no. Por ahí no paso.
Me levanto frustada apoyando mis manos en su mesa, lo miro achinando mis ojos cargados de cólera mientras mi top se baja un poco, poniendo a las vistas mi canalillo. Menudo paranoma, cualquiera que me viera pensaría que me estoy insinuando a mi jefe. Pero opto por no darle importancia y seguir hablando. Mientras el muy descarado en vez de mirarme a la cara se le van los ojos a mis tetas. Menudo salio está echo el bicharraco.

--Mire Noé. Yo anoche me dejé los cuernos, en este dossier. Por lo cual lo vas coger y hasta que no leas la última línea la menda no se larga. ¿entendido?

Entonces vi como se echaba a reír. Que bonita sonrisa con sus piños bien alineados y blanquitos. Pero este hombre como lo hace para ser tan estúpido y a la vez tan sexy.

--Vale. No te alteres Maria Isabel. Lo reviso de inmediato, con tal de pederte de vista cuanto antes.

--Perfecto. Voy a preparar un café quiere uno.

--Sí. Por favor con dos terrones de azúcar y con algo de leche.

Po' si pide este. Vale, voy a preparar los cafés, necesito uno con urgencia porque me caigo del sueño.
Le entrego la taza de café y yo decido sentarme en un sofá de cuero marrón que tiene pinta de ser cómodo. Y si lo es. Y tanto, que sin darme cuenta me resbalo apoyando mejor mi cabeza notando como los párpados me pesan, me duermo. Me resisto, no, si.

NOÉ

Madre mía que cosa más desesperante de mujer. No se calla ni debajo del agua. Parece que come lengua. Comienzo a leer el dossier y al ver los detalles me convenzo que ha echo buen trabajo. Un momento. Se ha ido, o se quedado sin oxígeno. Alzo mi cabeza y la veo recostada en el sofá. Me acerco para felicitarla por su trabajo cuando me percato que sea quedado dormida.

Desde luego esta mujer, es de donde no quedan ya. Me siento en la mesa enfrente suya contemplándola.
Se nota que está cansada, se ha quedado dormía como un ceporro. Su respiración es regular y sus labios están entre abiertos. Me acerco despacio para retirarle un mechón de su cabello de leona de la cara. De pronto siento un escalofrío que recorre mi cuerpo como la pólvora terminando en mi entrepierna. Mierda. Ahora va y se me pone dura la polla. Será posible. Sacudo mi cabeza mientras voy a por un manta donde la tengo guardada en un mueble. No es la primera vez que duermo en la oficina. La tumbo para acomodarla mejor, echándole la manta por encima.
¡Oh dios mío es preciosa! Dejándome llevar por un impulso le acaricio sus mejillas rosadas tocando sus labios aterciopelados. Maldición, estoy que ardo y encima me ha puesto así Marisa. No puede ser. Esto será porque llevo tiempo sin estar con una mujer. Si, esa debe ser la explicación. Me voy para el baño para lavarme la cara y esperar que se me baje el calentón. Algo más aliviado, salgo de la oficina para reunirme con los ejecutivos y presentarle el dossier de Marisa. Le echo un último vistazo antes de irme, sigue durmiendo como un ceporro.

Al cerrar le aviso a Lisa que nadie pase a la oficina. Me echo a reír, de alguna manera siento un interés hacia Marisa. Pero ha llegado a mi vida en mi peor momento. No quiero volver a repetir la misma historia que me pasó con Naiya. Lo último que deseo es lastimarla. Prefiero estar solo, asqueado de todos antes de hacerle daño a otra mujer con mis actos.

Entro a la sala juntas saludando a mis empleados. Tomo asiento y comienzo la reunión debatiendo el dossier Marisa. Cruzo los dedos para que esta reunión salga algo bien.

MARISA

Me cago en roquefeles. Madre mia que vergüenza. Que me quedao dormia y encima va y me echa una manta. Verás ahora el pitorreo que se va traer conmigo. Lo veo venir. Me levanto, le doblo la manta dejándole una nota.

Gracias jefe por preocuparse por el bienestar de sus empleados. La próxima vez acompáñame, me servirá de osito de peluche.

***Marisa***

Yo por si acaso me preparo. Como me gusta picarlo. Espero que no me mande hacer cola al paro por esto. Buff que sudores me entran.

Salgo de la oficina y veo a Lisa. Lo que me faltaba.

--Lisa no pienses lo que no es. Es que trabajo muy lento. Y...estaba sola...--Suelto de un tirón por si llega a pensar lo que no es.

--Tranquila, yo no me meto donde no me llaman. Por cierto quieres...que...comamos juntas...

--Joder Lisa que tardas medio día en decirme algo. Chica no seas tan cortada. Claro que sí. Búscame y nos vamos a comer. --Lisa sonríe y yo también. Me siento bien de poder relacionarme con una compañera en el trabajo. Y Lisa es como yo. Tímida y buena gente, aunque yo intente aparentar bajo este camuflaje mi verdadera yo.

Al medio día Lisa cumplió con su palabra y fue a buscarme para ir a comer. Nos encontrábamos esperando el ascensor cuando vi a Lisa se ponía roja como un tomate. No entendí lo que le ocurría hasta que me saludó Hugo con su habitual sonrisa y el jefe.

Los cuatro nos montemos en el ascensor, Noé se puso al lado mío casi sin mirarnos. Empecé a jugar con el cinturón de mi bolso cuando Noé se aproximó a mi susurrándome en mi oído muy bajito para que nadie nos pudiera escuchar: --Cuando duermes eres un angélico y cuando lo desees te acompaño en tu siesta. Seguro que no ibas a dormir.--Y con una sonrisa de pícaro se marchó junto a Hugo dejándome más roja que una amapola, mi cuerpo templando como una hoja y lo que es peor, irritada y alterada de imaginarme él y yo durmiendo abrazados.
Me tapo mi boca ante aquel pensamiento. ¿Me gusta mi jefe o solo me descentro porque nos retamos?

Ay mamasita que alguien me explique que me está sucediendo porque ni yo misma lo sé.

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