Capítulo 35
NOÉ:
Aquí estoy dando vueltas como un loco por la habitación pensado en ella, en Marisa en todo lo que me hace sentir. Maldita sea, pero porqué tuviste que hacerme eso. Será posible que el destino se ponga en contra mía. Primero fue Naiya y ahora Marisa. Me siento en el borde de la cama apoyando mis codos en mis rodillas sujetando mi cara intentando adivinar que es lo que me está ocurriendo. Comienzo a preguntar si la respuesta me valdrá para no encontrarme culpable por haberla dejado de hablar todo este tiempo, me siento culpable por no haber sabido escucharla, pero sentía como mi corazón se desgarraba tan despacio que no podía aunque quisiera dirigirle la palabra, lo último que hubiera querido es lastimarla con palabras sacadas fuera de contexto. Aún así me siento culpable por haberla querido tanto y no encontrar la solución.
De pronto escucho unos pasos, me alzo mirando por debajo de la puerta una sombra. ¿Será Marisa?
Me levanto caminando hacia la puerta, de pronto me paro imaginándome que es ella quien está detrás de la puerta, apoyo mi frente en la puerta sintiendo el sonido de mi corazón latir con tanta intensidad que pareciese que se me va salir del pecho. Unas pequeñas lagrimas se asoman de la misma emoción de poder solucionar de una vez todo este maldito problema que me está destruyendo. Todo se esfuma cuando nadie toca mi puerta y escucho unos pasos alejarse. Salgo para comprobar que solo han sido imaginaciones mías, pero no, es ella.
Sonrío mientras la veo montarse en el ascensor, puedo figurarme a lo que ha venido y si ella no ha podido dar el paso, yo lo haré, ya es tiempo de intentar recuperarla.
Salgo de la habitación dispuesto hablar con ella y pedirle perdón, ya no deseo escuchar nada de lo que pasó con ese desgraciado, en su tiempo le dimos su merecido y ya es agua pasada. Solo quiero perderme con sus besos y abrazarla de nuevo mientras le expreso lo que tanto me he estado callando.
Llego hasta la puerta de su habitación, reconozco que estoy algo nervioso, toco la puerta y al verla mi cuerpo cambia de estado. No esperaba este recibimiento, ella envuelta en una toalla, mi excitación se hace notar, intento desviar mi mente en la conversación que deseo mantener con ella, pero ver su desnudez consigue confundirme.
―Buenas noches Marisa.―Digo carraspeando mi garganta evitando que se dé cuenta lo que deseo en este preciso momento.
―Noé, ¿qué haces aquí?―Intento no reírme ante su asombro.
―No sé si llego tarde, solo quiero hablar contigo, si tú quieres.
―Pasa, es de mala educación dejarte en la puerta.
Paso detrás de ella admirando su cuerpo al cual ella trata de tapárselo, no lo puedo evitar, la agarro del brazo volteándola para que me mire. Nuestros ojos se encuentran, no puedo hablar solo actuar.
Ávido por tocar su suave piel, la agarro de su cintura atrayéndola hacia mí para besar sus golosos labios, su boca no tarda en abrirse para darme más cavidad, nuestras lenguas se fusionan, mis manos vagan por su espalda deseando tocar cada parte de su cuerpo. Ese cuerpo que tan loco me tiene y hechizado.
Cuando más ardiente me encontraba ella pone distancias, planta sus manos en mi pecho mirándome con ese brillo que tanto me gusta. Su timidez ha vuelto y eso consigue que sea su esclavo de sus besos, de sus caricias de ella en general.
―Noé lo siento pero no puedo continuar. Yo...
―Marisa no tienes por qué disculparte, aquí el único culpable de todo soy yo.
―Bueno yo tampoco soy una santa, y me arrepiento mucho por lo que pasó, Noé te juro que iba muy borracha no sabía lo que hacía, sé que puede sonar a escusa pero es cierto, incluso hasta llegué a creer que eras tú quien me estaba tocando, puedo sonar que estoy paranoica pero es cierto. Ala ya lo sabes.
La observé atentamente rozando sus mejillas acaloradas, se notaba que estaba arrepentida y eso me llenaba de satisfacción, saber que ella, la mujer que tanto quiero la puedo tener de nuevo a mi lado. ¿Entonces porque seguir enojado con ella? ¿Acaso no existe el perdón y las segundas oportunidades? Creo que todos en esta vida cometemos errores, nadie somos perfectos. El asunto viene si sabemos perdonar y ser perdonados. En estos momentos lo único que mas quiero es poder estar a su lado y hacerla feliz.
Bajo mis dedos hasta su barbilla subiéndole su rostro, nuestros ojos se encuentran, los suyos empiezan a llenarse de agua, verla en ese estado consigue que una pequeña furia crezca enmi interior.
―Marisa, no quiero verte así. De algún modo todos cometemos errores, unos a propósito, otros sin darnos cuenta. Yo lo único que sé que no importa lo que hiciste con ese desgraciado, ya le di su merecido, ahora solo quiero que lo nuestro funcione. No te pido nada, porque tú eres lo único que quiero, te amo Marisa.
Su sonrisa y ese pequeño brillo de entusiasmo en su mirada me dice todo. De sus labios expresa lo que sentía por mí. Feliz porque la vida me haya devuelto de nuevo al amor, la abrazo loco de amor.
Ya no podía soportarlo más, me incliné hacia ella para deleitarme con el sabor de sus besos, al mismo tiempo mis dedos vagaban por su piel desnuda apreciando como su cuerpo reaccionaba ante mis alhagos, lentamente la acomodé en la cama dejando que me quitase la camisa. Sus gloriosos dedos rozaban mi piel desnuda ardiente de poseerla que necesité separarme un poco para retomar el control. Quería sentir en cada beso su locura por mí, necesitaba envolverla en mis brazos, estaba desesperado e ilusionado, tan solo soy un loco enamorado que lo único que hubiera querido fuese que el tiempo se hubiera parado para vivir este bello momento una y otra vez.
Cuando veces he soñado con este momento, y ahora muero de agonía por hacerla mía, pero como se suele decir lo bueno se hace esperar.
MARISA:
Hay estaba yo tumbada en la cama como mi madre me trajo al mundo, confundida y mosqueada por dejarme Noé así. Primero me pega el calentón del siglo y ahora va y me suelta que lo bueno se hace esperar. Pero Virgen de la Candelaria hasta cuando tengo que esperar con este hombre.
Furiosa me levanto de la cama tapándome con una sábana mis vergüenzas.
―Mira Noé si has venido a pitorrearte de mí, ya puedes coger la puerta y largarte.
―Marisa mi amor, ten paciencia. Cuantas veces hemos hablado de esto.
―Joder Noé que estoy que no me hace falta mechero para echar a hervir.
―Marisa, ven mi amor, aunque no lo creas yo también deseo hacerte mía, pero primero hay que pasar por la vicaría.
― ¡Venga ya! Si eso ya no se lleva, ahora solo quiero hacerlo de una puñetera vez.
Veo como Noé se echa a reír a carcajadas, desde luego que mono se ve. Pero el muy capullo me ha dejado a dos velas. Seguidamente me pongo un camisón tras darme una ducha, josú bendito si todavía mi arde la piel, ¿Pero que me está sucediendo con este hombre?
Al salir del baño me encuentro a Noé tumbado en la cama algo pensativo, no sé si preguntarle en qué piensa, pero me da igual, no quiero estropear este momento tan mágico. Me tumbo al lado suyo apoyando mi cabeza en su pecho. Dios este hombre no solo sabe a gloria, sino que es apetitoso para cumplir todos mis deseos, y mira que pienso cobrárselas uno a uno.
A la mañana siguiente me despierto en los brazos de Noé, me tomo mi tiempo en verlo como duerme, oh dios mio pero como puede ser tan bello este hombre. Poco a poco sus ojos se abren, mi corazón empieza a latir y mi cuerpo caprichoso empieza a encontrarse fervoroso para ser asaltado por este hombre tan apasionado que me tiene desesperada.
Al parecer me voy a quedar con las ganas, tan solo intercambianos unos cuantos besos y caricias. Frustrada me levanto de la cama para darme una ducha, espero que el agua fría calme la fiebre que Noé me provoca.
Después de salir de la ducha, me encuentro a Noé cambiado colocando platos en la mesa. Lo miro sorprendida viendo como se desenvuelve poniendo la mesa. Yyo que pensaba que solo valía para los negocios. Una tonta risa se me escapa. Me acerco hasta él y de nuevo nos besamos, yo quiero más pero no voy agobiarlo, o sí.
―Mi amor, espero que te guste el desayuno, después te espera una sorpresa.
―¿Una sorpresa?
―Sí, pero no te voy a decir nada más. Ahora tomate tu desayuno.
―Anda Noé dime de qué se trata, no me dejes en ascuas.
―Ja,ja, ja. No seas impaciente, ya verás.
Pues si voy yo bien, primero me deja a tres velas y ahora me dice que me dará una sorpresa. ¿A caso se puede pedir más?
Mientras caminábamos por las calles de Roma agarrados de la mano, pienso en nuestra reconciliación. Quien me lo iba a decir, meses atrás cuando lloraba amargamente necesitando su perdón y ahora me hallo feliz junto a él viendo monumentos. Si me dicen que el amor no es un sentimiento fuerte y puro, diría que mienten.
El amor es como una enfermad que lentamente va entrando por tu mente y muy despacio se va transportando por todo tu cuerpo hasta llegar el momento que no puedes dejar ni de pensar y de querer aspirar a más referente a la persona que tanto te importa, y por su puesto eso implica que en ocasiones lleguemos a perdonar los errores sean hechos a propósito o no. Pero a la vez que liberarnos a esa persona tan amada de nuestros rencores, dudas, desconfianzas incluso odio, le estaremos dando una segunda oportunidad.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro