Capítulo 32
MARISA:
Ahí me hallaba en mitad de un circulo de hombres cantando y mirando al cielo los fuegos artificiales en compañía de este hombre que aún no sé qué me ha dado para que esté locamente enamorada de él.
A solas, percibía como mi corazón latía intensamente por todo lo que me hacía Noé. Sus manos rozaron suavemente mis mejillas acaloradas, despacio bajaba por mi espalda hasta mi cintura, todo lo que me hacía era un bálsamo para mi pobre corazón grabando en mi piel el recorrido de sus besos por cada rincón de mi cuerpo. Nuestras miradas eran candentes de la necesidad que teníamos uno del otro, despacio fui dejándome vencer fogosa de poder descubrir nuestra desnudez y ser suya.
Pero mis alucines se quedaron en el aire al ver que Noé se separaba de mí.
―Tranquila mi amor, yo también estoy ardiendo por tenerte y hacerte mía. Pero ahora no es el momento. Tendremos que esperar.
― ¿Qué? ¿Cómo? Qué tengo que esperar. Más de lo que he esperado, Noé por favor no me hagas esto, mírame estoy vibrando de puro deseo y tú más y me das largas. ¡Venga ya, no me puedes hacer esto!
―Mi amor, te puedo asegurar que yo estoy peor que tú, pero no quiero hacerlo aún, deseo que nuestra primera noche sea especial. Solo te pido ten paciencia y confía en mí.
―Si no me queda de otra.―Noé me dedicó una sonrisa y me acurrucó en su pecho acariciando mi pelo. Era un momento íntimo y tan especial. Pero jolines mira que dejarme con el calentón ya le vale.
Para aplacarnos un poco, comencemos hablando de cómo quería que fuese la ceremonia, por supuesto quería que se celebrase en la iglesia de mi pueblo, y que fuera una ceremonia sencilla rodeada por mi familia y amigos. Pero cuando Noé me contó que mi padre les había pedido dinero a sus padres, no supe ni cómo reaccionar. ¿Pero qué está haciendo mi padre, y porqué ha pedido dinero? Me quedé en silencio pensando cual ha sido el motivo de que mi padre haya echo esa barbaridad.
No lo supe hasta el día siguiente. Sin apenas haber dormido agarré el coche y conduje hasta mi casa, mi padre me iba a dar una explicación sí o sí.
Al llegar a mi casa saludé a mi madre, mi padre no se encontraba. Mientras esperaba que regresara, comencé a contarle a mi madre lo que me había pasado y por su puesto le enseñé el anillo diciéndole muy orgullosa que me iba a casar.
Mi madre emocionada me abrazó acariciando mi rostro sin poder dejar de sollozar de felicidad.
―Ay, Marisa pero qué orgullosa me siento de ti y de tú hermano, que por fin hayáis encontrado a esas personas que estoy segura os harán muy felices. Mi amor os deseo lo mejor.
―Esto...mamá me gustaría que me ayudases con los preparativos de la boda.
―Por supuesto mi amor, no me haría nada más feliz en este mundo que ver a mis dos hijos casados y ser yo quien os ayude. Marisa te quiero y te deseo lo mejor en lo que será tu nueva vida junto a Noé ese hombre del cual ha demostrado que te quiere de verdad. No cómo...
Mi madre se cayó desviando su mirada hacia mi padre que se encontraba plantado en mitad del salón escuchando nuestra conversación.
―Qué tonta eres Marisa. Pero cómo puedes creerte que ese hombre se vaya a casar contigo.
―Pues sí padre, se va casar conmigo, anoche me lo propuso y he aceptado.
―Ja,ja, ja. No me hagas reír niña estúpida. Ese hombre no te quiere, y menos su familia. Para ellos solo somos necesitados, que solo buscamos dinero fácil. Asique no me creo que se vaya a casar contigo cuando sus padres están organizándole el reencuentro con su ex mujer. ¡Ay hija! Sigue soñando, que eso no cuesta. Tú vas acabar con Juan a pesar que ese maldito te haya deshonrado.
―¡BASTA YA!―Grité de frustración y coraje.―Mientes, Noé me ama a mí y para que se entere padre, él me ha respetado, nunca me ha tocado , avesi te enteras sigo siendo virgen hasta que pase por la iglesia vestida de blanco como siempre usted deseó y me ha amenazado con golpearme si no lo hacía. Aunque pensándolo bien, varios golpes me he llevado en forma de advertencia. Y es normal que esa familia piense lo peor de nosotros cuando fuiste a pedirle dinero. ¿Cómo se ha atrevido?
―Estúpida, tenía que pagar la fianza de Juan para sacarlo de la cárcel y no me llegaba. Abre los ojos, lo que estoy haciendo es por tú bien, ese hombre es un maldito, o si no mira lo que le hizo a Naiya y que imaginabas que yo iba a dejar que jugase con mi hija. No. Tú te vas a casar con Juan te guste o no.
Sin darme tiempo a reaccionar mi padre me golpeó repetidas veces agarrándome o más bien arrastrándome por el suelo hasta llegar a una habitación y dejarme allí encerrada. Mientras golpeaba la puerta gritando ayuda a mi madre, podía escuchar la voz de mi padre amenazando a mi madre y seguramente la habrá dado un bofetón para atemorizarla.
―Mamá por favor, ayúdame. Mamá no me dejes así. Madre.―Gritaba intentado que mi madre me ayudase, pero sabía que ella no lo haría porque le tenía mucho miedo a mi padre y haría lo que le dijese.
Tampoco me iba a quedar de brazos cruzados, me puse a buscar por la habitación algo que me sirviera para poder abrir la puerta. Mierda, ningún objeto me sirve, tendré tan mala suerte. Me lié a patas con la puerta gritando de la rabia que tenía, gritaba de furia en vano. Nada de lo que hacía servía para salir de aquella habitación.
EDUARDO:
A pesar de haber creído que Clara era la mujer que tanto quería, reconozco que me he equivocado. He estado tan ciego complaciendo a Clara que acabé por olvidarme de mí mismo y de lo que significaba que alguien te quisiera y se preocupase por mi como lo hace Esmeralda. Ella sin duda es la mujer que necesito a mi lado, requiero pasar los días junto a ella y dejar a un lado lo que siento por Clara, el tiempo se encargará de que olvide como me ha tratado y por ello mi amor por Esmeralda será el encargado de sanar esas heridas. En ese momento escucho vibrar mi móvil, miro y es un SMS de un número desconocido. Leo el SMS abriendo mis ojos al máximo. Joder, no puede ser. Seguidamente llamo a Noé informándole de lo ocurrido.
Un rato después nos encontramos los dos conduciendo hacia la casa de mis padres en mutuo silencio, al saber lo que no se esté pasando a los dos por la cabeza.
Nada más llegar a casa de mis padres, el primero en salir es Noé malhumorado, yo le sigo fastidiado por lo que hace mi padre.
Llamamos a la puerta y el que nos recibe es mi padre, como siempre hablando amargado.
― ¿Qué hacéis aquí?
―Vengo a por Marisa ¿Dónde está?―Empieza hablando Noé controlando su ira.
― ¿Tú? Ya te puedes ir por dónde has venido, no tienes nada que hacer aquí.
Dispuesto a cerrarnos la puerta en nuestras narices, pongo un pie en la puerta y la abro para que pueda pasar Noé, pero mi padre no está solo y las cosas empiezan a complicarse nada más ver a Gerardo. Se me había olvidado que el sargento de la guardia civil y mi padre son íntimos amigos.
―No ves lo que yo te decía Gerardo, han venido buscando problemas menos mal que estás aquí para ver por tus propios ojos que mis palabras son ciertas.
―¿Problemas? Usted tiene retenida a Marisa, hemos venido a buscarla y le aseguro que si le haya hecho algo aténgase a las consecuencias.―Desde luego Noé estaba fuera de sí, tuve que agarrarlo para que no cometiese una estupidez. Conociendo a mi padre haría lo que fuese, y no me equivoqué. En segundos mi padre le atizó un puñetazo a Noé tumbándolo al suelo, yo me puse por medio para evitar una pelea. Noé se levantó con la intención de devolvérsela a mi padre.
―Tranquilo Noé por favor, no le sigas el juego, no ves que quiere provocarte para meternos al trullo.
―Déjame Edu, he venido a por Marisa y no me iré sin ella aunque tenga que enfrentarme a tú padre.
―Noé tranquilo tío, déjame yo lidiaré con mi padre. Pero no tuve tiempo cuando vi asomarse por la puerta a mi madre con su rostro amoratado. «Cabrón» pensé nada más ver como las lágrimas de mi madre se deslizaban por su rostro. Sin pensarlo agarré a mi padre de su camisa empujándolo hacia la pared notando una descarga de furia me poseía.
―Ahora me vas a pegar a mí, venga si tienes huevos para pegar a mi madre, pégame a mí cobarde.--Las palabras eran pocas para la rabia que sentía por dentro y las ganas de pegarle aunque fuese mi padre se iban apoderando de mí, sin dudarlo levanté el brazo con mi puño cerrado para acabar atizando al hombre que tenía ante mí y que tan mala vida nos ha dado.
―Basta ya. ―Gritó Gerardo interponiéndose entre yo y mi padre al cual solté con asco.
Por supuesto los que salimos perdiendo fuimos Noé y yo acabando en el cuartel de la guardia civil con una denuncia de agresión hacia mi padre. Si lo que yo digo todos los hijos de puta se llevan de maravilla. Nosotros estamos aquí en el calabozo y mi padre está llorando haciéndose la victima, maldita sea, pego un puñetazo a la pared de la misma cólera que siento de tenerme que ver en esta situación cuando se supone que es a él al que deben detener. Pero mi madre tiene tanto miedo que nunca se ha atrevido a denunciarlo, ha vivido siempre apenada y temerosa escondiendo la verdad haciéndose invisible a los ojos de él por todo el miedo que le hace sentir.
Miserable, cobarde. Aún recuerdo la primera vez que vi como le ponía la mano encima a mi madre he tratado defenderla, pero lo único que conseguía era le diese la razón a él. Desquiciado por todo y tratando de olvidar lo que ocurría en mi casa me metí en las drogas. Por lo menos mientras estaba colocado me olvidaba de todo consiguiendo con mi actitud crease más problemas a mi madre, pero ir drogado me daba la valentía de enfrentarme a mi padre aunque saliese yo perdiendo. Aún recuerdo como me azotaba con un cinturón por intentar pararlo para que no golpease a mi hermana porque había salido sin su permiso.
Desde aquel día odié a mi padre, me marché de mi casa con todo el dolor de mi corazón de tener que dejar a mi hermana y madre desamparadas. ¿Pero qué podía hacer?
Horas más tarde, pudimos salir en libertad. El padre de Noé había pagado la fianza para que salgamos.
Quería agradecerle el detalle de que nos hubiera ayudado, pero Noé también la tenía liada con su padre.
―No ves lo que te decíamos hijo. Esta gente no tiene educación ni la conoce, por favor aléjate de esa mujer solo te trae problemas.―Le decía el padre de Noé a él.
―Padre le agradezco el detalle de haberme sacado de aquí, pero no pienso renunciar a Marisa, ella es una víctima en manos de su padre y ahora más que nunca pienso ayudarla.
―¿Noé estás seguro de donde te metes?
―Sí padre, amo a Marisa y ahora más que nunca no voy a dejarla sola.
―Haz lo que quieras, pero si vuelves a tener a problemas piensa en cómo resolverlos.
―Así lo haré padre. Venga Edu vamos a ver dónde está Marisa.
Asentí con mi cabeza y sin ni siquiera despedirme de Julio me marché con Noé en busca de Marisa. Fuimos de nuevo a mi casa. Dentro busquemos por todas las habitaciones hasta que la encontremos. Marisa estaba mal herida y mi madre llorando a su lado. Noé trataba de consolar a mi hermana y yo a mi madre.
―Por favor mamá deja tus miedos y hazlo. No quiero volver a verte así. Son muchos años aguanto este sufrimiento cargado de golpes e insultos. Si no lo quieres hacer por ti, hazlo por nosotros. Mamá déjalo ya, sabes que nosotros cuidaremos de ti.
―Hijo no es tan fácil.
―Madre, mírate. Mira tú rostro como se está arrugando del sufrimiento, esto no es vida. Tú siempre has sido una mujer sonriente y desde hace años tu sonrisa desapareció. Yo no quiero esta madre, quiero a la que perdí hace años. ¿Pero dónde está?
―Eduardo hijo mío.―Abracé a mi madre todo lo fuerte que pude llorando junto a ella.
Aquella noche mi madre se vino con nosotros a la ciudad, me daba mucho coraje que mi madre no diese el paso para denunciarlo, pero por lo menos había dado el paso de separarse y ponerse en manos de un abogado para divorciarse. No era suficiente, pero algo es algo. Por supuesto nunca la dejaríamos sola, tanto yo como mi hermana estaríamos allí apoyándola para que algún día tomase la iniciativa de darle lo que se merece al desgraciado de mi padre.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro