Capitulo 28
Ya había pasado dos semanas, tres días y quince minutos creo, desde que vi por última vez a Noé antes de que tomase la decisión de operarse. A pesar de mis intentos de apartarlo de mi mente, nada funciona. Sé que todo lo que hace es más por mí que por el mismo, y esa es mi incertidumbre, saber que un hombre esté dispuesto a darlo todo por mí y sin pedirme nada a cambio. Tan solo mi compañía y amor, porque aunque me muera de deseo por gritarle que lo amo, aún mi miedo o quizás mi orgullo me esté impidiendo abrir de nuevo esa puerta hacia una segunda oportunidad. Pero cuando te lastiman, cuando te rompen esa cadena de ilusiones, de esperanza, de lo que has creído y has ido construyendo creyendo que algún día todos esos sueños se cumplan y tenerlos que ver como caen como una baraja de naipes, consigue que no solo te rompan el corazón, que tus lágrimas corran por tu rostro, si no que te pares a pensar y te formules muchas preguntas. Pero nadie mejor que yo sabe las respuestas.
Y ahora intento escapar de un hombre que me quiere, que posiblemente sea ese hombre de cuyo amor deba entregarle y huyo como una cobarde.
Pues no. Se acabó, si los errores se inventaron para hacernos más sabios yo escucharé mi corazón e iré a buscar a Noé para expresarle lo que siento.
Doy un respingo cuando unas manos tocan mi hombro. Le miro desde mi posición, y veo como el rostro de Sancho está más demacrado, sus ojos azules solo reflejan tristeza y su cuerpo se afloja para sentarse junto a mí totalmente agotado.
—¿Estas bien Sancho?—Pregunto para intentar ayudarle.
—¡Ay! Marisita. Ya no puedo más. Arturo me tiene en un sin vivir. Y lo peor de todo...Esque toda la culpa la tengo yo por no haber sabido dejar esos miedos que mueven nuestro presente para intentar tener un futuro junto a él.
—Por favor Sancho, no deseo verte así de deprimido. Mira si es necesario yo iré hablar con Arturo.
—Gracias Marisita, pero anoche lo vi como le da a otro hombre lo que un día me daba a mí. Y aunque sea por un minuto me gustaría volver a sentir de nuevo nuestro amor. Pero...Ya es tarde. No hay marcha atrás y como todo en la vida hay un ganador y un perdedor. Y en este caso, ha sido a mi quien le ha tocado perder.—Las lágrimas recorrían el rostro de Sancho a la vez que escondía su cabeza entre sus manos en forma de derrota.
¿Qué podía hacer en ese momento? Nada, salvo consolarlo e intentar que su ánimo se levantase antes de que cometiera cualquier tontería. Le ayudé a levantarse puesto que sus fuerzas se quedaban en lágrimas y de su boca solo salía arrepentimiento.
Lo acompañé hasta su casa y me quedé con el toda la noche, no se pero verlo en ese estado de tanta tristeza y desesperación me daba la sensación de que pudiese cometer alguna barbaridad.
Después de pasar la noche haciéndole compañía a Sancho y asegurarme que ya se encontraba más tranquilo me marché hacia el trabajo.
Antes de llegar Lisa me llamó, solo pude intercambiar cuatro palabras con ella, pero por su voz se notaba que algo le preocupaba, por lo tanto le propuse vernos en la comida.
Al parecer mi día iba a resultar muy entretenido y lo digo porque veo como Naiya camina hacia mí y al parecer no venía de buen humor que digamos.
—Contigo quería hablar, Marisa.— Empieza hablando Naiya con tono irritante.
—Pues tú dirás.—Le respondo encogiéndome de hombros.
—Te lo voy a dejar muy claro Marisa, si vuelves hablar con mí marido referente a mi hijo, te juro que no voy a responder de mí misma, porque a ti no te importa las decisiones que yo tome.
—Ey, para el carro hermosa. Punto uno, los problemas que tengas en tu vida es tú problema y si hablé con tú marido fue para que recapacites, si Noé te lastimó tú también le hiciste daño a él. Escúchame Naiya, no me vengas con tus amenazas porque la que no voy a responder voy a ser yo. — En menos de un segundo la mano de Naiya fue a parar a mi cara, y por supuesto yo le devuelvo la bofetada y hay no queda la cosa le tiro de su pelo empezando las dos a insultarnos hasta que llega Hugo y otro hombre y nos separan. Hugo se lleva a Naiya aparte y yo algo más calmada me voy hacia el taller, necesito un par de chupitos de tequila para sosegarme.
Nada más entrar al taller me dirijo hacia el minibar y me sirvo un par de chupitos de tequila, antes de que comience a nublarse mi vista mi móvil suena.
—Hola eres Marisa ¿no?—Me pregunta una voz masculina.
—Si, soy yo y usted es...
—Marisa soy Arturo
—Hola Arturo que tal—Le interrumpo antes de comenzar a contarme lo ocurrido. En menos de un segundo noto como mi cuerpo tiembla, mis manos empiezan a sudar y una pequeña lágrima recorre mi mejilla. Impactada y con las fuerzas justas salgo corriendo hacia la calle, paro un taxi y le indico que me lleve al hospital.
Dentro del hospital me reúno con Arturo que al igual que yo se ve que está intranquilo, nervioso y preocupado por el estado de Sancho.
En silencio, Arturo y yo vamos hacia la sala de espera con la intención de poder saber cómo se encuentra Sancho.
A mi lado se sienta Arturo con su mirada cargada de agua.
—Arturo tranquilo, verás como Sancho sale de esta, él es un hombre fuerte.—Para ser sinceros las palabras me venían justas y no sabía qué decirle en estos momentos tras enterarme que Sancho ha intentado quitarse la vida después de haberle dejado solo. Me sentía culpable, y por ello no pude hacer otra cosa que llorar culpándome por haberle dejado solo sabiendo que podía cometer una locura.
—Marisa, no te culpes por lo ocurrido. Nadie somos culpables de lo sucedido, Sancho ha querido tomar el camino fácil.
—No entiendo como puedes hablar así Arturo. Sabes, el te ama y estaba muy arrepentido por haber roto vuestra relación y no te voy a consentir que hables tan duramente de Sancho cuando él está al borde de la muerte.
—Marisa, aquí en mi corazón aún late una parte de todos los momentos que vivimos juntos. No había nada en esta vida que no deseara masque el poder casarme con Sancho. Pero todas esas ilusiones desaparecieron en el momento en que él se negó a complacerme marchándose sin darme explicaciones. Marisa, nunca he sufrido tanto en mi vida cómo lloré con su adiós. Y lo peor de todo fue presenciar como se enrolla con otro hombre sin importarle mis sentimientos. En ocasiones Marisa se puede perdonar a la persona que amas, pero en otras, no podemos hacerlo aunque por dentro nos queme ese amor que difícilmente se borrará.
Arturo rodeó mi hombro para atraerme hacia el y sin mediar palabra apoyé mi cabeza en su pecho, cerré mis ojos fuertes aguantando mis lágrimas que amenazaban con salir al recordar mi pasado con Juan.
Deseaba con todas fuerzas poder defender a Sancho, pero escuchar las palabras de Arturo hicieron que le diera la razón, dado que yo también he pasado por lo mismo y sé perfectamente cuanto duele que te destrocen el corazón la persona que tanto quieres y que tanto has hecho para poder llegar a cumplir algunos de tus sueños y precisamente en eso quede, en sueños rotos trazados con dolor imposibles de olvidar a pesar de que el tiempo transcurra.
Media hora después, somos interrumpidos por una doctora la cual nos comunica que Sancho se encuentra fuera de peligro ha pesar de haber querido quitarse la vida con pastillas y alcohol. Si no hubiera sido por la rapidez de Arturo y el sms que recibió por parte de Sancho, pienso que en estos momentos estaríamos dándole el último adiós. Crucé mis dedos rezando para agradecerle a Dios el milagro de tener de nuevo a mí amigo Sancho.
Esa noche no podíamos pasar a verlo, por lo cual decidimos marcharnos para volver mañana. Me despido de Arturo y llamo a Lisa, por su voz rota se que algo le ocurre. Intento convencerla de que me cuente lo ocurrido pero no soy capaz por lo cual decido ir a su casa.
Nada más llegar a casa de Lisa, escucho desde la puerta unos gritos, al parecer Lisa está discutiendo con alguien. Llamo repetidas veces hasta que veo salir un hombre alto con cara de enfadado que sin decirme nada me da un pequeño empujón antes de salir. Apresuradamente paso dentro de la casa encontrándome sentada con sus manos en su rostro llorando a mi amiga.
—Lisa que te ocurre, dime algo por favor.
—Marisa, ya no puedo más.
—Lisa, mírame que te ocurre.¿Quien es ese hombre que se ha marchado de esa manera de tu casa?
—Es mi tío, y ha venido porque hablé con el diciéndole que pronto me casaría puesto que el me vio con Hugo...y bueno le mentí, pero conociendo a mi tío no me quedó de otra que mentirle, puesto que él nunca me ha permitido que anduviese con distintos hombres y menos enrollarme en plena calle.
—¿ Cómo? ¿Pero Hugo sabe algo?
—No, y lo peor de todo Marisa pienso que él no quiere nada serio.—Lisa comienza de nuevo a llorar y yo no sé ni qué decirle.
—Lisa, pienso que deberías hablar con Hugo antes de pensar lo que no es y tú tío también debe saber la verdad.
—Sí, llevas razón, me arrepiento de haber mentido a mi tío, no debí haberle dicho esa mentira puesto que yo misma he escuchado a Hugo diciendo que el matrimonio le da alergia. Y yo...le entregué mi virginidad, le entregado todo de mí para que se burle de esta forma. Y encima mi tío me exige que me tengo que casar con él o dejará de hablarme despreocupandose de mí.
—Pero Lisa, tú...
—Marisa yo no tengo familia, solo a él, mi tío ha sido como mi padre protegiendo me y de madre escuchándome cuando tenía problemas dándome buenos consejos. Él fue el único que me apoyó cuando mi madre me abandonó y mi padre después de llevarme a vivir con él meses más tarde me echó a la calle acusándome de ser una puta como mi madre. —Lisa empieza de nuevo a llorar, sus lágrimas se hacen cada vez más densas impidiéndole hablar. La estrecho contra mí pecho acariciándole su espalda susurrándole al oído que todo está bien y todos los problemas tienen solución.
Veo como Lisa duerme, son entrada la madrugada y aún no he podido dormir, me siento en el suelo apoyando mi cabeza en la pared cerrando mis ojos para dar retroceso al pasado. Sí, mi pasado, ese pasado del cual quiero olvidar pero me es imposible. Mis dudas siguen rondando por mi mente consiguiendo que el miedo no se vaya tan fácilmente. Miedo a ser rechazada, miedo por querer amar y se burlen de mí, miedo de no saber que es lo que te quieran, miedo por darlo todo y un día todo se rompa y tenga que volver a mi cúpula de llanto y amargura pero con el miedo de que el tiempo transcurre más deprisa de lo que creemos.
Por la mañana temprano voy a visitar a Sancho con Lisa. Esa mañana pudimos ver a Sancho, estuvimos hablando del motivo por el cual quiso quitarse la vida. Y lo único que podía pronunciar era que se odiaba a sí mismo por querer a Arturo y haber sido un cobarde y no luchar por su felicidad llegando a lastimarlo.
Mis ojos comienzan a llenarse de agua, vuelvo a pensar de nuevo en el amor, en Noé y en todo lo que me hace sentir cuando estoy con él, como mi cuerpo cambia de sentirme segura a perder la poca cordura que tengo. Admito que deseo entregarme a él, puesto que mi piel arde cuando sus manos me rozan. ¿Qué me está pasando? En verdad estoy enamorada de Noé o solo estoy confundida porque nunca antes Juan me ha dado el cariño que deseo y el amor que tanto necesito.
Para salir de dudas, voy a la clínica donde se encuentra Noé, me ha costado poder saber dónde está, porque no quiso decirme donde se operaría, porque supuestamente quería que nuestro encuentro fuese cuando estuviese recuperado, pero a pesar de hablar con él todos los días, no me conformo, necesito verlo.
Camino por el pasillo de la clínica sintiendo como mi corazón martillea en mi pecho, nada más pasar dentro de la habitación contemplo como Noé duerme se ve que está agotado. Tomo asiento junto a su cama sin apartar mis ojos de él le agarro de su mano para llevármela hacia mi mejilla acalorada. Cierro mis ojos para poder sentir mejor su tacto en mi piel imaginándome momentos con él románticos.
—¿Estás aquí?—Escucho la voz de Noé débil y su manera tan tierna de mirarme consigue que una pequeña lágrima recorra mi mejilla.
—Si—pronuncio en un susurro.
—Te echaba tanto de menos Marisa, quería darte una sorpresa, y he sido yo quien se la ha llevado.
—Noé, quería verte y saber cómo van tus sesiones de fisioterapia.—Intento ocultar bajo mis palabras serenas mi estado de flacidez.
—Cada día me esfuerzo más para poder estar juntos Marisa, por ti y por mi hijo lucho por volver a caminar lo antes posible, porque estar separado de vosotros hacen que mis días sean desagradables.
—Noé no pienso dejarte solo en tu lucha.
—Te quiero tanto Marisa, ahora más que nunca estoy dispuesto a luchar por ti, tú eres tan bonita y especial, que sería un tonto si dejase escapar esta segunda oportunidad.
Mi boca quedó sellada cuando sentí sus labios pegados a los míos, nuestras lenguas se buscaban y mi piel no tardó en encenderse al notar el tacto de Noé.
Un rato después me marché, conforme caminaba abrazada a mí misma pensaba en las palabras de Noé, en sus besos y en todo lo que me hace sentir. Pero aún así tengo miedo, temor de que me vuelva a suceder lo mismo dos veces y eso me lleva a ser más desconfiada e insegura de mí misma.
Quiero a Noé, lo quiero tanto que este miedo me hace que sea una cobarde y guarde silencio. El problema será si por callar, algún día me diga a mi misma que fui una estúpida por dejar escapar al hombre que amo por temor a que me lastimen.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro