Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 24

Mis gritos eran agudos y tan llenos de dolor de tener que presenciar como Noé caía tan lentamente al suelo clavando sus ojos en mí que aquella escena conseguía que mi pobre corazón se estrechase. Solo pude acariciarle su rostro a la vez que mis gotas se perdían por mi cara para caer en su rostro. Mis manos temblaban, mi cuerpo pareciese que estaba de gelatina, mi hermano tiró de mí para dar paso a los médicos para que lo atendiesen.

Entre mi hermano, Hugo y Lisa me sacaron de aquel lugar lo más rápido posible, a pesar de oponer resistencia porque quería estar con Noé, todos me lo impidieron, lo importarte era que estuviera a salvo.

― ¿Estás bien Marisa?―Me preguntan todos mientras intento refugiarme en los brazos de mi hermano tratando de averiguar que ha sido lo qué ha ocurrido hace un momento y por qué alguien ha querido dispararme.

―No...lo...sé...¿Qué ha pasado...? ¿Quién...?--Las palabras apenas me salían, mi labio temblaba debido al sufrimiento que estaba teniendo.

―Tranquila Marisa, ahora intenta relajarte, ese hijo de su madre se lo han llevado a comisaría. Y para ser sinceros espero que le caían muchos años encima.

―Edu...dime quien es el que ha intentado dispararme.

―Juan...tu ex prometido. Lo siento mucho Marisa.

Por unos momentos me encontraba atrapada entre mi pasado y la confusión percibiendo como cada músculo de mi cuerpo se paralizaba yo caí abatida al suelo.

Abrí mis ojos lentamente, quería pensar que todo lo que ha ocurrido no era verdad, pero  un rato después me encontraba junto a mi hermano declarando en la policía todo aquella historia era más real de lo que yo imaginaba. Un rato después tras tomarme declaración la policía, nos marchemos de la comisaría para el hospital, estaba agotada por todo lo ocurrido pero aun así quería saber cómo estaba Noé. Si algo le ocurriese yo no sé qué sería de mí.

Al llegar al hospital, pude reunirme con Lisa, Hugo,  que se hallaban  sentados en la sala de espera del hospital esperando noticias acerca del estado de Noé. Habían pasado ya varias horas y los médicos no habían salido para comunicar nada. Con la ayuda de mis amigos y mi hermano nos sentemos en unas butacas en silencio esperando que alguien saliese y nos dijera algo.

Horas después, un doctor vestido de azul y con cara de cansancio empezó hablando con la familia. Tras hablar el doctor con la familia, éste se marchó. Angustiada le pedí a mi hermano que fuese averiguar, la angustia me mataba por dentro de no saber nada sobre Noé.

Edu se dirigió a donde se encontraba Clara abrazada a la que supongo que sería su madre, pero nada más ver a mi hermano, se desató un intercambio de palabras.

―A qué vienes Edu. ¿eh? Si tuvierais vergüenza no estaréis aquí. Mi hijo se va quedar en una silla de ruedas por culpa de tú hermana. Ella es la causante de todos los problemas de mi hijo.―Decía aquella señora alzando la voz.

Sin pensármelo dos  veces me dirigí hacia esa señora para responderle, por supuesto no me iba a estar callada escuchando como me ponía verde.

―Se puede saber de qué habla señora. Aquí estoy, enfrente suya, dígame lo que quiera, pero yo no tengo la culpa de que Noé esté así en esta situación, puesto que debería estar yo, como tampoco tengo la culpa de que ese mal nacido haya querido dispararme. ¿De qué me acusan, eh? Contésteme.

―Por defenderte mi hijo está así, desgraciada. Vete, vete ahora mismo de aquí.―Aquella mujer me empujaba, mientras otras personas la sujetaban para que las cosas no llegasen a más.

Agarrada por Hugo salí de aquel lugar. En la calle intentaba calmarme, pero me resultaba imposible, cómo podían acusarme de algo que yo no tengo la culpa de nada.

―Ojalá yo fuese la que esté en el puesto de Noé.―Le digo a Hugo y Lisa que intenta abrazarme mientras esperamos que llegue mi hermano.

―Marisa, por favor no te aflijas de esta manera. Puesto que ni mi amigo ni tú deberías estar en esa situación. No sé realmente que ha sucedido, pero mañana prometo venir y enterarme como se encuentra Noé, pero ahora debemos irnos a descansar, pronto va amanecer y visto lo visto mejor nos vamos.

―Hugo lleva razón Marisa, ven te acompaño a tu casa y me quedo contigo, no quiero dejarte sola. Ven vamos.

Respiré fuerte asintiendo con la cabeza a la vez que Lisa y Hugo me abrazaban dándome ánimos.

Al llegar a casa, obligada por Lisa me di una ducha y me puse el pijama. Desde luego necesitaba dormir, pero quien dormía si solo mi cabeza piensa en Noé y cómo se encontrará.

Al rato llegó mi hermano, por el gesto de su rostro no hacía falta decir que había discutido con la familia Robles. Verlo como tiraba la chaqueta y mascullaba palabras feas con eso me era suficiente.

―Edu...

―¿Aún levantada Marisa? Anda ve a dormir, y cuando despiertes te cuento lo poco que sé referente a Noé.

―Por lo menos dime que sabes. Por favor.

―Al parecer la bala le ha dañado la columna vertebral y puede llegar a quedarse inválido. Los médicos no han hecho un diagnóstico claro hasta que no se despierte. En estos instantes se encuentra en cuidados intensivos.

―Y con la familia Robles, ¿Qué ha pasado?―Le pregunta Hugo.

―Puedo llegar a entenderlos que estén nerviosos, afectados...pero llegar a culpar de todo a mi hermana, eso sí que no se lo voy a permitir. Y...Marisa quiero pedirte perdón.

― ¿Perdón por qué Edu?

―Siento mucho haber sido un total imbécil y no haberte echo caso cuando me decías que Clara solo jugaba conmigo. Esta noche, la venda se me caído y he podido darme cuenta de qué clase de persona es. Ella misma me ha confirmado que lo nuestro solo ha sido un juego y que piensa casarse con otro.

―Eduardo...―Pronuncié mientras abrazaba mi hermano intentando que su tristeza se esfumara.

―Edu, tranquilo amigo, eres joven aun puedes rehacer tú vida, y estoy seguro que encontrarás la mujer que te hará feliz. O si no mírame a mí, no puedo estar ni un minuto sin Lisa. La quiero tanto que al igual que Noé, yo hubiera hecho lo mismo. Y pienso que eso le ha escocido a más de uno, que Noé haya demostrado que ama de verdad a Marisa.

―Admito que me he equivocado con Noé, puesto que él me dejó claro que llevaba buenas intenciones con mi hermana, pero yo lo ignoré dejándome llevar por los comentarios de Clara. Esta noche lo ha demostrado, no me hubiera gustado que lo demostrara así, pero ya no podemos hacer nada masque apoyarlo.

Algo más relajada me marché a mi habitación para intentar descansar un poco antes de ir al hospital para saber sobre el estado de Noé.

A la mañana siguiente nada más levantarme me fui directa al hospital, todos dormían y a mí me quemaba por dentro la inquietud de no saber nada sobre Noé.

Al llegar al hospital me topo con Naiya. Mis nervios no tardaron en aflorar y más cuando ella se aproximó a mí poniéndose delante mí.

― ¿Qué quieres Naiya?―Comencé hablando agarrando el asa de mi bolso tan fuerte sintiendo como una descarga de odio recorría mi organismo.

―Tranquila no vengo a pelear contigo, tan solo era para avisarte que la familia de Noé están algo enfadados contigo y lo mejor que podrías hacer es irte.

―Y estoy convencida de que tú les hablas muy bien sobre mí.

―Yo no les tengo que decir nada, los hechos han hablado por si solos. Fue muy valiente lo que Noé hizo y por lo que vi arriesgó su vida por ti.

―Cosa que por ti nunca lo hizo y eso te escuece un pelín. O me equivoco.

―Creo que Noé u otro lo hubiera hecho igual viendo como alguien te iba a disparar.

―Perdona que te diga Naiya, pero esos actos solo hacen las personas que te quieren, y espero que te haya quedado claro que Noé me quiere.

―Yo no voy a juzgar su acción heroica, pero caro si le ha costado. Ahora queda esperar que no quede para siempre en una silla de ruedas. Reza lo que sepas Marisa, porque por salvarte a ti, él ha sido el que ha salido perjudicado en todo esto.

Sin más Naiya se marchó dejándome desconcertada con lo que me ha contado. Percibí como un pinchazo en el centro de mi corazón, un pequeño desazón de pensar por mi culpa Noé no volverá a caminar. Aquel pensamiento rondaba por mi cabeza mientras salía del hospital dirección hacia un parque. Sentada en un banco, mi congoja salió a la superficie, dios mío, pronuncié mirando al cielo suplicando que ocurriese un milagro para que Noé pudiese andar, si no lo hacía mi culpa sería cada día mayor, por ver al hombre que quiero, el que me ha protegido demostrando lo que me ama mientras yo le reprochaba cosas referente de su pasado.

Ya habían pasado varias semanas desde que hospitalizaron a Noé, debido al enfrentamiento que mantuvimos su familia y yo, no he podido ir a visitarlo a pesar de preguntar él por mí. Todo lo que sé sobre su evolución es a través de Hugo o Sancho que van a visitarlo y me detallan como está. Como era de esperar, Noé en un principio no podrá caminar. Aquella noticia fue como penetrarme una daga en mitad de mi pecho y hurgar lentamente la herida para que no dejase de sangrar. Lloro cada día esperando en silencio que ocurra un milagro, mi vida sin Noé no será la misma y la angustia de saber que no caminará por mi culpa, eso solo acrecienta más mi dolor.

Los días en el trabajo eran pésimos, Sancho, Lisa y varios compañeros más hacían lo posible para animarme, pero no poder ni ver a Noé, tan solo hablamos por teléfono, pero yo deseaba verlo, pero por culpa de su familia no podía ni verlo. La última conversación que mantuve con él me dijo que le darían el alta pero no quería verme. No entendía porque no quería verme. Y como soy así de cabezona le pedí a Hugo que me llevase a su casa para verlo. Hugo ya me había avisado que se encontraba en casa de sus padres. A mí me daba exactamente igual donde estuviese, solo quería poder verlo y poder mirarlo a los ojos y que me dijese que no quiere verme.

Al llegar a casa de los padres de Noé, reconozco que me encontraba muy nerviosa, sabía que mi presencia no sería bien recibida, pero yo solo tenía un propósito y ese era hablar con Noé.

Al entrar como era de esperar, se encontraban sentadas tomando un café su madre, Clara, Naiya y dos mujeres más. La madre de Noé fue la primera en levantarse y dirigirse a mí.

―¿Qué haces tú aquí? No te dejé claro que no buscases a mi hijo.

―Vengo hablar con él, y que sea él quien me diga si quiere o no verme.

―Descarada, hazme un favor y aléjate de mi hijo, solo le has causado problemas.

―Madre, ella ha venido a verme, por lo cual no se marchará.―Solo pude escuchar la voz de Noé para sentir un escalofrío recorrer mi espalda. Pero cuando me giré y lo vi sentado en esa silla de ruedas noté como mis sentimientos se revolvían dentro de corazón.

―Ven Marisa, vayamos al jardín allí podemos hablar más tranquilos.

Seguí a Noé hasta el jardín, allí a solas le pedí perdón por lo sucedido.

―Lo siento mucho Noé, sé quién te hizo esto fue mi ex prometido, pero te juro que yo no sabía, no quería que te lastimase y más viéndote así.

―Tranquila Marisa, yo lo vi en la fiesta pero jamás hubiera pensado sus intenciones, y cuando lo vi que sacaba la escopeta me puse por medio sabiendo que mi vida correría peligro. Afortunadamente estoy vivo.

―Pero no podrás caminar...

―No, pero tampoco me importa mucho, puesto que no he dejado de pensar en la conversación que mantuvimos. Y por un lado llevas razón, yo soy un rompecorazones, un miserable que solo sabe lastimar, primero lo hice con Naiya y ahora contigo, según tú. Porque yo e intentando protegerte y cuidarte y sobre todo demostrarte lo que te amo. Pero ahora mírame bien Marisa, no estoy en esta silla por gusto, estoy sentado por protegerte y lo volvería hacer mil veces más, pero tú culpabilidad hace que me mires con lástima. Y yo no quiero lástima, ni pena. Si estoy condenado a vivir en esta silla de ruedas lo sobrellevaré como pueda.

―Noé yo te quiero y no voy a dejarte solo.

―Te repito Marisa que no quiero que me tengas pena, y si tanto me querías deberías haber confiado en mí y lo que siento por ti.

―Noé por favor...dame una segunda oportunidad...

―Marisa...no lo tomes a mal, pero quiero estar solo, no quiero volver a verte, tú tienes tu vida y una carrera que está comenzando, dentro de pocos días iras a París donde volverás a exhibir tus diseños. Poco a poco yo iré desapareciendo de tú vida cuando te rodees con gente importante y hombres que te hagan disfrutar de lo que yo nunca te podré dar.

―Pero Noé...

―Vete Marisa, haz realidad tus sueños y olvídate de mí. Adiós.

Esas fueron las últimas palabras que nos dirigimos Noé y yo mientras yo me iba recogía cada pedazo de mi corazón roto y lloraba amargamente por tenerme que separar del hombre que amo.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro