Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 19


MARISA:

Me hallaba en una situación que ni a mi peor enemigo se la recomiendo. Todo lo segura que creía que haber estado minutos antes, ahora ni atinaba a pronunciar palabra ante mi padre.

Él, un hombre alto, robusto, con su mirada clavada de odio en mí, conseguía que cada parte de mi cuerpo temblase. Podía ver como Noé hacia todo lo posible para rescatarme del agarre de mi padre. Pero él fue más astuto y dándome pequeños empujones me sacó fuera a la calle, donde bajo una lluvia de palabras ofensivas y pequeños golpes me introducía dentro del auto de muy malos modos.

El trayecto fue lo peor, mi padre no dejaba de repetirme lo mujerzuela que soy, desobediente, rebelde y terca por no escucharlo.i
Para qué iba a responder, si era como hablarle a una pared.

Nada más llegar a mi casa, mi padre volvió a sacarme del auto por la fuerza, me obligó a entrar en mi casa y nada más poner un pie dentro su mano fue a parar a mi brazo dándome un empujón tan fuerte que llegué a perder el equilibrio cayendo al suelo.

―Vergüenza me das que seas mi hija. Mírate desgraciada, mírate al espejo y asume que eres lo peor.

―Yo no soy lo peor, soy una mujer independiente, cosa que tú me has arrebatado y ahora suélteme papá si no quieres que llame a la policía.

―A mí con amenazas, pero que te has creído, so' inútil. Gracias a ti has conseguido que tenga que bajar mi cabeza al ver la familia de Juan, una familia honrada, un hombre bueno que te ofrecía todo y tú vas y lo dejas para ir tras el miserable ese que no piensa más que en aprovechase de tontas como tú. O si no, mira lo que le hizo a Naiya, la dejó embarazada y no quiso saber nada de ella. ¿Qué querías que te hiciese lo mismo a ti?

―A mí no me compares con Naiya ni con nadie. Y lo segundo, ese hombre al que en tanta estima tienes, es un desgraciado que solo se ha limitado a engañarnos a todos. Para que te enteres padre, el día que decidí cancelar la boda fue porque lo vi en la cama con otra mujer. Sí  padre fornicando como conejos ¿Qué querías que hiciese?

―Eso es mentira.―Gritó fuerte mi padre con su cuerpo casi pegado a mí causándome a su vez un pequeño temor que no tardó en recorrer todo mi organismo.

―¡¡Basta ya, por favor!!―Intervino mi madre, poniéndose en mitad entre mi padre y yo.

Quería gritarle un montón de cosas a mi padre. En primer lugar decirle que ya soy suficiente mayorcita para ser responsable de mis actos, puesto que desde niña él se ha limitado a encerrarme en mi casa tratando que cumpla con sus órdenes. Acaso él no se dará cuenta de lo desdicha e infeliz que soy y en ocasiones me siento como una estúpida por no saber casi nada de la vida, y por ello agradezco haber conocido a mis amigos, Sancho, Lisa y a Noé. Oh dios mío Noé cuanta falta me hace en estos momentos. Pero mi padre se empeña en tratarme como la tonta del bote y al parecer tengo todas la de perder a pesar que me enfrente a él un millón de veces, ese es mi padre, terco como una mula y nunca cambia de opinión salvo lo que las demás personas digan.

Durante la noche no pude apenas pegar ojo, pensaba en lo bien que me iba en la ciudad, en mi independencia, en poder ser yo misma y al parecer mi destino quiere otra cosa para mí.

De pronto escucho unas voces que proceden del salón. Salgo de mi habitación, camino hacia el salón y cuando veo a mi hermano parado en mitad enfrentándose a mi padre, pude apreciar una pequeña alegría dentro de mi corazón.

―Vete ahora mismo de mi casa, mal hijo.―Gritaba mi padre

―Me iré no te preocupes padre, pero te recuerdo que solo tienes dos hijos y todo lo que nos estás haciendo lo vas a pagar. Deja ahora mismo a mi hermana que se venga conmigo y te dejaremos tranquilo.

―Vaya ahora vienes de justiciero Eduardo. Hace unos días nos llamaste para decirnos que tú hermana andaba en malas compañías y ahora te arrepientes. Si lo que yo te digo eres un tonto como una casa.

―No hables así a mi hermano.―Al escuchar lo que mi padre le decía a mi hermano, no me quedó de otra que intervenir.

―Vaya ahora estáis los dos contra mí. Perfecto. Mirad lo que os digo, tú Eduardo te vas de mi casa y no pongas un pie aquí nunca más.

―Aún no me perdonas lo que hice.

―Lo que hiciste fue muy grave y yo no te eduqué para que te metieras en la droga y acabases robando y en la cárcel. Da gracias a qué pagué tu fianza, piensa en todo lo que nos hacías a mí y a tú madre. Eso no se olvida, llegaste a pegar a tu madre para que te diera dinero para la droga. Como quieres que olvide todo eso aunque seas mi hijo.

―Eso lo hice yo, no Marisa.  A ella déjala en paz, deja que siga con su vida, yo ya me arrepentí de todos mis actos y ahora soy una persona nueva que trabaja, soy el hijo que siempre quisiste que fuese padre. Te he pedido mil veces perdón, pero nunca lo he obtenido, espero que algún día me perdones por lo mal que me comporté en mis tiempos de adolescencia.

Vi como los ojos de mi hermano se le llenaban de agua, se me quedó mirando, seguidamente bajó su mirada al suelo para alzarla y pedirme perdón. Yo no podía hablar, solo podía mirar a mi padre que se encontraba enfadado y a mi hermano que se marchaba abrumado envuelto en una gran tristeza.

Dejé que mi hermano se marchase, para poder hablar con mi padre y que dejara a un lado su orgullo y perdonase a mi hermano. Pero mis palabras eran como si se las llevase el viento. Mi padre seguía en sus trece siguiendo hablando de lo avergonzado que está de nosotros. Primero mi hermano y ahora yo.

Los siguientes días no fueron mejores, me la pasaba en mi casa encerada  y cuando salía debía hacerlo con mi madre o mi prima Elena.

Una tarde  que me encontraba arreglándome con mi prima Elena y mi amiga Esmeralda, cuando escuché que mi madre hablaba con alguien. Al segundo mi madre tocó la puerta comunicándome que alguien había venido a buscarme.

―Lisa, Lisa.―Grité todo eufórica de volver a ver de nuevo a mi amiga. Nos dimos un largo abrazo​ emocionadas de poder vernos de nuevo.

―Dios mío Lisa pero qué haces aquí. Es que no me lo puedo creer.

―Tranquila Marisa, he venido porque estábamos preocupados por ti.

―Cómo... que...preocupados...―Pregunté dubitativa. No pude seguir hablando con mi amiga puesto que en ese momento apareció mi padre diciendo que nos esperaba en la plaza del pueblo, en el chiringuito de su amigo Manuel y por supuesto que estuviera a las once en punto, antes que empezase la pólvora.

Llevé a Lisa hasta mi habitación, le presenté a mi prima y a Esmeralda, al rato simpatizaron con ella. Después de arreglarme, con una falda vaquera hasta los tobillos, una camisa blanca y poco maquillada me miré al espejo, y después a Lisa. No hizo falta ni una sola palabra para darse cuenta que mi estilo de vestir en la ciudad no es lo que yo deseaba en ese momento.

Salimos las cuatro de mi casa hacia la plaza del pueblo, donde todos los vecinos cada año se reúnen para celebrar la verbena en honor al santo San Antón.

Una vez que lleguemos allí, como era de esperar me tropecé con la cuadrilla de Juan y sus seguidores.

―Vaya pero mirad quien ha venido a la fiesta.―Empezó hablando Paola nada más verme, una de las  tantas que se ha acostado con mi ex.

―Hola Paola, como te va la vida hermosa. Has podido engañar algún pardillo con dinero para que tú no tengas que trabajar pedazo de vaga.

―Y tú Marisa, donde has dejado a ese bombón de hombre que tanto hablabas por Facebook. Por lo que veo estás más sola que la una, y mírate cómo vas vestida, qué ahora vas de niña buena.

Desde luego ganas de pegarle dos buenos sopapos a la imbécil de Paola y sus amigas, no me faltaban, pero cuando vi ante mí a Juan, sentí como mi cuerpo se quedó paralizado. Apreté mis puños clavándome las uñas en la palma de la mano dando comienzo a mi frustración.

―Hola María Isabel, cuanto tiempo ¿Cómo estás? Me he enterado que estás trabajando como diseñadora, me alegro mucho por ti.

―Muy bien Juan, pero te puedes guardas tus halagos donde te quepan, porque me importa una mierda lo que tú pienses.

―María Isabel, tranquilízate, solo quiero hablar contigo y poder aclarar las cosas, al fin al cabo somos amigos.

―Amigos, dice el otro. Yo no soy nada tuyo, ya no soy esa boba que te aguantaba todo, hasta la cabeza me dolía de los cuernos que me ponías y encima mientras todos te aplaudían yo era tan ignorante de todo lo que me hacías y te quería encima. Pero ya todo ha cambiado, vez a pegar el perro a todo lado.

Cuando me quise dar la vuelta, la mano de Juan apretó mi codo, su mirada había cambiado, y entre dientes me exigió que me fuese con él aparte. Por su puesto yo me negué, intenté deshacerme de su agarre pero su fuerza era superior a la mía, hasta que escuché una voz detrás de mí hizo que mi corazón diera un vuelco.

―Deja a Marisa en paz.―Le dijo con voz seria y cara de pocos amigos Noé.

― ¿Y tú qué quieres para decirme lo que tengo o no que hacer?―Preguntó Juan soltándome.

―Su novio, y soy demasiado celoso para que un tipo como tú toque a mi novia. Asique imbécil aléjate de Marisa y no vuelvas acercarte a ella si no quieres que te parta los dientes. Te ha quedado claro.―Le advirtió Noé cogiéndole de la solapa de la chaqueta desafiándole con odio.

Y como mi querido pastoraco Juan, es muy macho con las mujeres, salió caminando sin mediar palabra.

Después del espectáculo, me giré y pude ver a Noé algo más relajado, Hugo y Lisa que me abrazó preguntándome como estaba.

No lo pude evitar, nunca antes ningún hombre, salvo mi hermano, me habían defendido, y por supuesto no me molestó que dijese que éramos novios. Dejándome llevar lo rodeé de su cintura pegando mi mejilla en su pecho agradeciéndole lo que había hecho por mí hasta que la presencia y los gritos de mi padre hicieron que me sobresaltarse.

Como bien suponía, mi padre no tardó en comenzar a insultarme sin importarle que la gente nos estuviera mirando,  después siguió con Noé sacando sus trapos sucios. Noé permaneció en silencio apretando su mandíbula, quizás lo hiciese por educación, pero mi padre le importaba todo una mierda puesto que seguía metiéndose conmigo y con Noé.

―Sabe lo que le digo señor, si se le puede llamar así, que se la da de buen padre y no lo es. Y deje de meter a otras personas por medio y lo tenga decir, dígamelo a mí. Pero no le voy a permitir que ultraje de esta forma a su hija.

―Tú infeliz desgraciado vas a venir a decirme a mí lo que tengo o no que hacer. ―Conociendo como conocía a mi padre, se lanzó sobre Noé con la intención de golpearle, pero Noé pudo esquivar el golpe una vez, la segunda mi padre volvió a intentarlo y consiguió darle, seguidamente Noé encaró a mi padre agarrándole de su camisa, si no hubiera sido porque llegó mi hermano y otros hombres más y lo separaron no sé yo la que se hubiera podido liar.

Seguidamente nos marchemos Lisa, Hugo, Noé, mi hermano, Esmeralda y yo de la plaza, caminemos hacia un bar donde nos sentemos y pedimos unas copas.

Sentados todos en una mesa en silencio, Edu fue el primero en romper el hielo.

―Noé gracias por lo que has hecho por mi hermana. Lamento mucho que mi padre te haya golpeado. Reconozco que tiene un carácter muy difícil y en ocasiones es muy difícil controlarlo y menos cuando lleva las de perder.

―No importa Eduardo, lo importante es que Marisa esté bien, y que por fin pueda irse de tú casa y que sea ella misma, que tome sus propias decisiones y si tiene que equivocarse que lo haga como todos lo hacemos.

―Por supuesto, si ella quiere puede venirse de nuevo a vivir conmigo. Siento mucho haberte juzgado Noé sin darte la oportunidad de conocerte.

―Si lo dices por lo que pasó entre Naiya y yo, debo decirte que más arrepentido estoy yo, y lo estoy pagando con no poder estar cerca de mi hijo. Eso es lo que más me duele. Pero también quiero que sepas que Marisa me gusta, y no pretendo hacerle daño sino feliz. Si las cosas no llegasen a funcionar entre nosotros, espero que nuestra relación quede en una amistad.

―Como hermano te digo que si le haces algo a mi hermanita te la verás conmigo, pero también entiendo que ella es la que debe decidir.

―Esto...chicos que estoy aquí, por si no os habéis dado cuenta.―Dije mientras repartía las cervezas.

Después del mal trago, y presenciar todo, ahora sé que Noé va enserio conmigo, no hace falta más que ver como sus ojos verdes brillan con intensidad y sus dedos rozan mi manos cariñosamente. Será un gesto insignificante, pero para mí es tan grato, tan adorable que hace que aprecie todo lo que él me trasmite. Nunca antes he sentido nada parecido incluso tengo miedo por llegar a enamorarme de él, puesto que en la vida he sentido estos sentimientos que me alegran tanto el corazón y hacen que sea otra mujer distinta. Lo que me lleva la incertidumbre es si seré capaz de darle de nuevo otra oportunidad al amor.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro