Capítulo 10
Marisa & Noé
Desde luego aquí una no gana para sorpresas. Mira que pensar que Clara, era una mujer pija, irritante y fastidiosa, pero debo decir que me he equivocado, es todo lo contrario. Después de un par de horas hablando, dejé a solas a mi hermano y Clara para que hablasen, yo me fui para dormir. Dormir, quien va dormir pensando en el comportamiento del tarara de Noé. Dios mío. Porqué no logro sacarme de mi mente a Noé. Estaré embrujada, o sólo siento algo más que pena. Muy bien ahora empiezo a cuestionar todo lo que ocurre a mí alrededor. Lo mejor es que me vaya a dormir.
Perfecto hoy es Lunes, y encima llueve. Yo creo que hasta el tiempo se vuelve en contra mía.
Terminé mi desayuno y la conversación con mi hermano. Al final todo se arregló entre Clara y el, pero otro tal que baila, sigue sin decirle que la ama. Desde luego más tonto no lo he visto.
Como buen hermano, Edu me llevó hasta el trabajo. Me despedí de él quedando en vernos a la hora de la comida.
Mientras caminaba dirección hacia el edificio vi a Lisa. ¡Oh no! Con todo lo que me pasó, me olvidé de ella, seguro que estará molesta conmigo y con razón, soy una mal queda.
--Lisa, Lisa espera.--Grité para darle alcance.
--Buenos días Marisa --El saludo de Lisa no era el risueño de todos los días. A tres millas se notaba que estaba molesta.
--Lisa yo... siento no haber podido quedar contigo...lo siento discúlpame.
--Tranquila Marisa, te vi en el restaurante hablando con Noé y me marché no quería molestar.
--Lisa de verdad lo siento es que me pasó una cosa muy curiosa.
--Marisa--No le dió tiempo de decir nada más, cuando Lisa se abrazó a mi medio llorando. Estuvimos paradas un rato hasta que se calmó un poco. La llevé hasta el estudio para que me contase que le había ocurrido.
--Aver Lisita cuéntale al tío Sancho que te pasa.
Nos sentemos los tres en círculo, Lisa tomó aire y despacio empezó a contar el motivo por el cual se encontraba así.
--Pues verás, resulta que cuando fui a buscarte al restaurante, te vi con Noé y decidí no molestar y me marché. Al salir a la calle me topé con Hugo, estuvimos hablando un buen rato, después me invitó a una copa. Al salir del pub me acompañó a mi casa y...nos besamos...--Lisa empieza a llorar y Sancho y yo nos miramos algo confundidos.
--Lisa no tiene nada de malo que lo beses.
--Lo sé Sancho, pero cuando empezó a tocarme sentí miedo, me puse furiosa con él.
--Tranquila amiga, tranquila mi Lisa. --Sancho miraba a Lisa confuso, pero yo sabía que era lo que le ocurría. La entendía perfectamente. Aún me acuerdo la primera vez que quise hacerlo con Juan. Quería saber qué se sentía cuando te tocan, quería arriesgarme para hacerlo feliz, entregarle una parte de mi. Gracias a que su abuela se puso enferma y lo llamaron. Ese día me sentía mal conmigo misma, estaba delante de él semi desnuda intentando demostrarle algo que no sabía ni entendía. Sólo me deje llevar por un arrebato ante sus claras amenazas. Si no lo hacía con él se buscaría otra. A día de hoy me alegro mucho de no haberlo echo. De alguna manera pienso que me valorado y querido yo misma. Porque el muy sinvergüenza buscaba el placer en otras mujeres, sin importarle en absoluto mis sentimientos.
--Eo Marisita, estás aquí.--Me dice Sancho salvándome de mis duros pensamientos.
--Si aquí hay un cacho. Dime empezamos a trabajar.
--Antes debes de irte con Lisa a la oficina del bombón y enseñarle estas telas y los diseños para el próximo desfile.
--Echo. Venga Lisa arriba ese ánimo querida, verás como Hugo no le ha dado importancia y vuelve a quedar contigo.
--Eso espero Marisa.
Pienso que algunas veces si me callase no iba a perder nada. Cuando ya se encontraba Lisa algo más aliviada nos encontramos a Hugo en el ascensor. Conmigo se portó como siempre, pero a Lisa ni le dirigió la palabra. Pude comprobar como el rostro de tristeza volvía a parecer en mi amiga.
Al despedirnos fui con Hugo hasta la oficina del bombón. Dentro no pude seguir callándome o reventaba.
--Pero como puedes ser tan capullo Hugo.
--Ey, que no te echo nada Marisa.
--Mira guapito de cara, esa chica que se llama Lisa, que es mi amiga por cierto, le gustas mucho sabes. Y la estás lastimando.
--¿Yo? Venga ya. Si fui a tocarla y apoco me despiaza vivo.
--Lo que yo te digo, todos los tíos pensáis con la cabeza de abajo. ¿Acaso te has preguntado porque se portó así?
No verdad. Segura estoy que habrás pensado que es una estrecha amargada y ningún tío se arrima a ella.
--No pensé nada. Sólo pensé que es libre de decidir con su cuerpo. Como no quiso nada, yo opté por no tocarla y no volver arrimarme a ella.
--Hugo, si te gusta Lisa, ahora no la dejes ir.
--Me pides mucho Marisa.
Me quedé helada con las palabras de Hugo. Al final va llevar razón Sancho y sólo la quiere por sexo. Hago una mueca moviendo mi cabeza mirando al suelo. Lisa es una buena chica y lo mejor es que se vaya olvidando de él.
Le entrego a Noé los diseños y le explico un poco de qué va ir el desfile. Pero me da la sensación que Noé se encuentra en la Luna de Valencia. Al ver que no muestra ningún interés me marcho.
Al salir me encuentro de nuevo con Lisa, pero esta vez más ilusionada.
--Qué te ha dicho Marisa, dime todavía quiere verme.
--Si te soy sincera Lisa, vete olvidando de Hugo. Es lo mejor que puedes hacer si no quieres sufrir.
Las sonrisa se le fue, sus ojos se llenaron de agua, Lisa estaba muy mal, la estreché contra mi cuerpo susurrándole que no es el fin del mundo, hay muchos tíos.
Ya había pasado tres días y Lisa seguía igual. Parecía un zombie viviente. Para sacarla de su abismo decimos Sancho y yo ir a una disco para que se despejase Lisa al terminar el trabajo.
A las siete Lisa y yo nos encontramos arreglándonos con la ayuda de Sancho. Después fuimos a la disco. Sancho llevaba razón había ambiente a pesar de que era jueves.
Los tres nos sentemos en una mesa, con nuestras bebidas. La noche prometía y Lisa y yo estamos con un puntejo de cerveza. Por lo que decimos salir a bailar a la pista.
De pronto nos encontramos bailando la "la gozadera" cuando Sancho que se encontraba hablando con Arturo, me medio gritó que los bombones habían echo su aparición. Para no variar nos ponemos a mover nuestras caderas algo exageradas sexualmente. Cierro mis ojos dejándome llevar por la canción hasta que unas manos grandes rodean mi cintura susurrándome lo bien que lo hago. Empiezo a temblar, no conozco de nada a ese hombre y veo que Lisa se encuentra en la misma situación. Nos miramos las dos temblando.
Aver Marisa piensa. Pensar no se da bien y actuar menos mientras que un desconocido me está restregando el paquete por mi culo. Harta de que siguiera haciendo esa guarrada le doy un pisotón con todas mis fuerzas seguido de una patada.
Libre de su agarre voy donde mi amiga, al parecer me ha imitado pero a ella no le ha salido la jugada bien.
El hombre sigue sujetándola besándola a pesar de revolverse Lisa, el va a lo suyo.
Intento tirar de Lisa de su brazo para que se separe de ese baboso, pero no lo consigo. Hasta que de pronto Hugo y Noé se ponen delante de mi. Noé me abraza encarando al hombre que minutos antes me tenía sujeta. Este sale de la pista sin decir nada. El otro hombre no suelta a Lisa y yo empiezo a preocuparme. Miro a Noé, este me abraza fuerte dándome un beso en mi cabeza.
Minutos después Lisa se encuentra también en los brazos de Hugo. A pesar de que Hugo tuvo que darle un puñetazo para que la soltase, pienso que ha merecido la pena.
Los cuatros salimos de la disco. Ninguno habla. Intento soltarme de la mano de Noé para ir a ver cómo se encuentra Lisa, pero este me aprieta más.
--Déjalos Marisa, ellos deben de hablar.
--Pero...yo... Lisa.
--No te preocupes Marisa, Hugo cuidará bien de Lisa. Ahora ven que te llevo a casa, yo también necesito hablar contigo.
Confundida le digo con la mano adiós a Lisa y me monto en el coche con Noé.
Durante el trayecto Noé no me suelta de la mano sin dejar de acariciar mis nudillos con su pulgar.
Al llegar a mi casa, unos metros antes Noé para el coche. Se ve algo inquieto, y triste.
--Marisa, siento haberme ido así la otra noche. Pero descubrir que eres la hermana de Eduardo me pilló de sorpresa y me molestó.
--Pero porqué...--Pregunto curiosa.
Noé desvía sus ojos hacia la ventana, dándome la sensación que lo que quiere contarme le cuesta mucho
--Naiya, ella es el motivo por el cual estoy así.
--Ella...es la madre de tú hijo verdad.
--Sí. Naiya significó mucho para mí, me comporté como un pusilánime, deteriorando todo lo que ella sentía por mí estropeándolo todo. Mi soberbia no me dejaba pensar, me resistía a creer en su amor logrando lastimarla una y otra vez.
No me siento orgulloso de lo que le hice, si pudiera retroceder en el tiempo pienso que haría las cosas bien. La amaría y no habría día que no se lo demostrase. Pero ya es tarde. Sólo me queda seguir pagando por mis errores lamiéndome mis heridas en solitario.
--Noé, creo que no debes pensar así. Todos cometemos errores. En el momento en el que está ocurriendo no nos damos cuenta de nuestra forma de actuar. Como también pienso que debes rectificar tus errores y date una segunda oportunidad.
--Marisa, no es tan fácil cuando te has comportado como un auténtico engreído rectificar el daño con esa persona . --La voz de Noé se fue quebrando, le agarré suavemente su cara entre mis manos pudiendo mirarlo a sus hermosos ojos verdes, que se encontraban brillantes, nos quedemos mirándonos durante unos segundos sin decir nada. Acaricié su cabello, sentí como mi contacto le aliviaba y dejándome llevar por un impulso lo besé.
Posé mis labios en los suyos, primero despacio después con fogosidad. Sus manos permanecían quietas aunque me hubiera gustado que me tocase, a pesar de mi acaloramiento me separé de él.
--Lo siento Noé...no volverá a ocurrir. --dije con mi moral por el suelo.
--Marisa, nunca más te disculpes conmigo. Tú eres así de bonita, el ogro soy yo.
Arrugo mi entrecejo perpleja a lo que me ha dicho. Desde luego Noé me gusta mucho, pero este hombre parece un enigma. Y ese es el problema, que su misterio me atrae y me da más ganas de ayudarlo.
Lo difícil será si podré congelar mi corazón para luchar contra la tentación y no perder parte de mi cordura dejándome seducir por Noé.
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