Especial 10K: Gender bender.
Buenas, llegamos a las 10K de lecturas (y de hecho vamos por más), así que aquí tienen el especial Gender Bender ¡Versión París! \>v</
PD: sé que a ti, lector fantasma, te va a dar igual esto, hoy, el día que publico esto (3 de marzo), es mi cumpleaños (si, cumplo años todos los años), así que regálenme estrellitas. Me costo escribir este especial, merezco ser feli :'(
PDD: Todavía les debo el especial por 2K de estrellitas, se los daré más tarde -w-
Paris Berardi, hija del empresario Celso Berardi, era una chica que era considerada una chica con un futuro prometedor a diferencia de su hermana gemela, a quien muchos profesores consideraban un caso perdido.
A pesar de no tener las mejores notas de su clase, Paris era considerada una chica bastante inteligente además de que era muy buena en los deportes.
— Es una lástima que hayas perdido un año, pero supongo que no se puede evitar después de lo que le paso a tu madre...—comentó su entrenadora de porrismo.
— Sí...—desvió la mirada.
Aunque siempre le hablaban de las altas expectativas que tenían sobre ella a la gente le gustaba sacar a relucir cosas muy molestas.
— ¡Paris! —como de costumbre Christa al verla se lanzó a abrazarla.
— Te he dicho que dejes de hacer eso —protestó sin muchas ganas. Estaba resignada a que su mejor amiga fuera de esta forma, aunque por momentos fuera algo muy incómodo...
No era particularmente aficionada al porrismo pero al ser una chica varios deportes estaban fuera de cuestión, además Christa también estaba en el equipo de porristas, ella era la capitana del equipo de hecho, así que ahí al menos no estaba sola...
— ¿Escuchaste de los rumores? —preguntó Chris, acercándose a ella como si lo que dijera fuera un secreto.
— ¿Qué rumores...?
Paris no estaba realmente interesada en los rumores aunque esto era casi una costumbre en la academia Belial. Ser aficionado a los rumores parecía ser parte de la idiosincrasia de los alumnos internos.
— ¡Este semestre dos chicos se quieren unir al equipo! —exclamó Christa, ignorando por completo el tono bajo que estaba usando hace unos momentos.
Esto la sorprendió— ¿En serio?
La mayoría de las porristas eran mujeres y, aunque había chicos en el equipo, los chicos eran muy pocos y eso era una lástima, muchas rutinas serían más fáciles con más chicos en el equipo.
— ¡Si! Se llamaban...—Christa quedó un momento en silencio, intentando recordar los nombres— Ah, ¡Si! Santiago y... ¿Alka...? Algo así...—sabía que ese chico no se llamaba como las mentas, pero era un nombre similar.
‹ ¿Alka? › repitió en su mente, confundida.
Estaba segura que el segundo chico no se llamaba como esa marca de mentas, pero Christa parecía haber olvidado su nombre así que no tenía caso intentar hacerla recordar.
— Me pregunto si son guapos...—comentó Christa.
— ¿No que te gustaban los basquetbolistas y los jugadores de futbol americano...?
Christa era una chica bastante enamoradiza pero no tenía mucha suerte a pesar de ser bastante linda; ella era básicamente el estereotipo de rubia americana perfecta sumado a que era capitana de porristas, pero aun así seguía sin novio.
— También me gusta Eithan y Charly —admitió Christa sin ningún tipo de pudor.
—...
Esta chica era un caso perdido, esos chicos que mencionó probablemente ni sabían que ella existía.
Eithan era un modelo y actor juvenil muy famoso, además era aún más popular en la academia porque era un voleibolista muy bueno, por otro lado Charly era muy bueno en atletismo, muy bueno; de hecho había roto un par de récords en la academia.
— ¡No me mires así! —se quejó, viendo la mirada de lástima que le dio su amiga— ¡Yo también soy popular! —la sacudió un poco, a punto de hacer un berrinche.
— Lo lamento...—se disculpó sin sentirlo realmente.
Si, Christa era popular, pero no había forma en que Eithan Miller le tuviera paciencia, se había topado un par de veces con él y sólo podía describirlo como un iceberg que no miraba nadie. Por otro lado, Charly era amable con todos pero realmente no trataba de manera especial a nadie.
Aunque ambos tenían algo en común, o, mejor dicho, alguien...
— ¡Mucho gusto, mi nombre es Ilkay! —se presentó un chico de unos trece o catorce años, no particularmente alto, de cabello negro desordenado y una bandana roja que claramente no concordaba con el reglamento de vestimenta. Lo primero que todos pudieron notar de él, además de esa bandana, eran sus ojos: un par de ojos de un profundo color azul— Pueden decirme Kai —sonrió.
Al ver a este chico a Paris casi le da algo.
‹Es él...›
Estaba tan estupefacta que ni siquiera escuchó la presentación del otro chico, quien era prácticamente igual que Ilkay.
— Mi nombre es Santiago, un gusto —se presentó el otro chico con una sonrisa.
— ¿Ustedes son hermanos...? —se atrevió a preguntar una chica, notando que esos dos eran demasiado parecidos.
— No —sentenció Santiago, un tanto seco.
— Soy su doppelgänger —se burló Ilkay, apoyándose en su hombro. Entre ellos habían unos seis centímetros de diferencia.
Santiago rodó los ojos— No, sólo eres mi sosias.
¿Sosias...?
Mientras los integrantes del equipo de porrismo descubrían el nombre formal del doble de una persona, Christa se sintió un tanto decepcionada. Eran lindos, sí, pero no le gustaban...
— ¿Paris? —la llamó, notándola un poco ausente.
— ¿Quieres un chocolate?
En ese momento, la mente de Paris estaba en otro lugar, un balcón de un hotel en una nevada noche de navidad...
— ¿Paris? ¿Estas bien? Te ves un poco pálida...—ahora Christa estaba preocupada.
— Sí... estoy bien...
No, no lo estaba. Lo que paso en la navidad de hace cuatro años era algo que aún no superaba del todo, no, en realidad no lo había superado en lo absoluto.
No le había contado ni siquiera a Christa que estuvo a punto de suicidarse, tampoco le había contado que esa charla que tuvo en ese balcón con ese chico frente a ella fue lo que impidió que lo hiciera.
Ilkay, ese niño que los Miller habían acogido, ese mismo chico que conectaba a Eithan y a Charly, él...
— Paris... Rézale a dios porque nunca tengas que toparte con ese niño de nuevo.
El niño del que su madre le había advertido.
Ahora tendría que verlo dos veces a la semana y, no sólo eso, trabajar con él en el equipo.
Al caer en cuenta de ello, un extraño sentimiento afloró en el pecho de Paris, pero no sabía si en realidad ese sentimiento era alegría o miedo. Su mente no podía evitar recordar las palabras de su madre ese día, ella... Debía alejarse de ese chico, ¿No?
— Valentina, ¿Otra vez te metiste en problemas? —cuestionó su padre, con un tono completamente... indiferente.
Eran contadas las veces que veían a su padre al mes, era un milagro si le veían una vez a la semana. Él vivía en otra parte y había dejado muy en claro sus sentimientos que tenían sobre ellas...
— No me hablen, no me miren... Sólo... no cuenten conmigo. Si necesitan dinero envíenme un mensaje, si necesitan algo más pídanselo a Annie.
— ¡Ella fue la que empezó!
Valentina hablaba raro pues Sylvia, esa chica que había visto jugar en el equipo de futbol, le había roto un diente de un puñetazo.
Celso Berardi suspiró ante estas declaraciones— Ve al dentista —ordenó, dejándole unos doscientos dólares en la mano.
—...—Valentina lucía enojada ante esta respuesta, pero aceptó el dinero— Sí...
No importaba que hicieran o que no hicieran, su padre siempre se mantenía al margen. Ellas sabían que sentía él por ellas...
— ¡No me toques...!
Ese día en que Valentina tomó del borde del traje a su padre, ese día su padre reaccionó de una manera exagerada, como si su tacto quemara, pero... no fue sólo eso.
Él nunca las miraba a los ojos, nunca, sin importar qué, pero ese día pudieron ver que había en sus ojos. Su mirada... era como si estuviera viendo a otra persona...
Bueno, no podían quejarse ¿No? Su padre era distante y había dicho que no las quería cerca, pero si le pedían dinero o algo por el estilo él siempre se los daba, él... sólo no estaba con ellas...
Annie era su sirvienta, era una mujer mayor muy amable que siempre estaba cuando la necesitaban, pero... ella no era nada de ellas, ella no estaría ahí si su padre no le pagara...
Quizás era por eso que Valentina siempre se metía en problemas, quizás sólo quería llamar la atención de su padre, pero ambas sabían que eso era imposible: él no las quería cerca.
— Paris, cuando termines la escuela tú serás quien se encargue de la compañía.
Esas palabras, dichas con tanta indiferencia como era posible, fue una de las pocas veces que él le habló por su propia cuenta, sin estar obligado a hacerlo.
‹Me pregunto porque no nos quiere...›
Era difícil saberlo, sólo sabía que desde la muerte su madre él se desligó de todo lo relacionado a ella o a Valentina, contrató a Annie y luego se alejó tanto como le fue posible como padre y tutor legal de ambas...
Aunque, por alguna razón, su padre había decidido no enviarlas a la academia como alumnas internas. Esa decisión era un tanto confusa pero no podía preguntarle, si lo hacía de seguro él iba a ignorarla o decirle que dejara de molestarlo.
— Deberías dejar de intentar llamar su atención —le dijo a Valentina, quien estaba buscando un taxi— Sabes que él-...
— ¡Cállate, no estoy intentando eso! —le gruñó, muy molesta.
Siempre que no fuera sobre su padre, su actitud o sus notas, la relación que Paris tenía con Valentina era ¿normal...?, por así decirlo. Definitivamente no eran las mejores hermanas ni las mejores amigas, pero se toleraban y eso ya era bastante considerando que sus personalidades eran muy distintas.
— ¿Cómo es posible...? —soltó Christa, completamente incrédula, mientras veía a Santiago hacer unas cuantas acrobacias— Él es más flexible que yo...
— Es gimnasta...—le recordó, mirando sin mucho interés esto.
Si, Santiago era muy flexible, tanto como hombre y como para un gimnasta, pero lo curioso es que estaba él perdiendo esta "pequeña competencia" que él mismo inició contra Ilkay.
— ¡¿Cómo demonios eres tan flexible?! —cuestionó Santiago, entre exhausto, molesto y asombrado.
— No sé, ¿Practica? —declaró Ilkay, sin darle real importancia a la posición en que estaba aunque estaba tocándose la cabeza con los pies mientras estaba apoyado con su pecho en el suelo...
— ¡Eso ya no es practica...!
No, eso ya no era práctica, Ilkay era muy flexible, al punto en que no era "sólo flexible", era un contorsionista directamente.
Había escuchado que Santiago siempre retaba a Ilkay a cosas de este tipo en su equipo gimnasia y que casi siempre Ilkay ganaba dichas competencias. Sin embargo, Santiago era más dedicado a lo que hacía, Ilkay sólo se lo tomaba como un juego, esto causaba que Santiago se frustrara al ser vencido por alguien como él y pusiera más dedicación a sus entrenamientos, una especie de círculo vicioso similar al que Ilkay tenía con sus demás amigos, tales como Charly, Chie y Julieta.
Por su dedicación y pasión al siguiente semestre Santiago, de 15 años, se volvió el capitán del equipo de porristas, el cual estaba compuesto principalmente por mujeres. Christa aceptó esto, pero no se quedó de brazos cruzados y se quedó como la sub-capitán.
— Ahora soy el capitán, así que deja de holgazanear —ordenó Santiago, mirando con molestia que Ilkay estuviera sentado en las gradas mientras tomaba agua de su botella.
— Si, señor...—aceptó Ilkay, sin mucho interés, mientras dejaba la botella de Santiago en su lugar.
Es por cosas como estas que Ilkay, a pesar de ser un prodigio en prácticamente todo lo que hacía, no era tomado en serio en lo más mínimo. Era perezoso, desapasionado, no se tomaba nada en serio y era bastante infantil; su falta de esfuerzo e interés era a veces confundida con arrogancia y, además, había un pequeño detalle...
— ¿Hay alguien que te guste?
— Pues... Santi es bastante guapo.
— Pero él se parece bastante a Kai... ¿Él te parece guapo?
— Más que guapo...—su compañera ni siquiera se molestó en ocultar sus dudas— Kai es "lindo", además no podría salir con un chico tan femenino como él.
El uniforme de la academia era rojo para las mujeres y verde era para los hombres, pero a Ilkay le gustaba el rojo y no le importaba el regaño que le caería por usar un uniforme "no correcto". Estaba en deportes más relacionados a las mujeres como gimnasia y porrismo, le gustaban las manualidades y sus uñas siempre tenían diseños muy elaborados e independientes en cada una de ellas. Tenía varias amigas y sus amistades con chicos eran bromances que las chicas veían muy shipeables.
Ilkay no era considerado un chico masculino y el contraste que tenía con Santiago hacia esto mucho más notable.
— Además, es algo difícil tratar con él...
— ¿Por qué lo dices?
— Es como... No es mala persona —se apresuró en explicarse— Pero... Se siente como si hubiera una barrera, como si sólo pudieras llegar hasta cierto punto...
— ¿De qué están hablando?
Al escuchar la voz de Santiago unirse repentinamente a la conversación ambas se sobresaltaron, incluso ella, que sólo estaba siendo una oyente pasiva un poco a lo lejos, se asustó ante esta interrupción.
— N-Nada, no estábamos hablando de nada...—se apresuró a decir una de las chicas. Sabían que no era buena hablar mal de Ilkay frente a Santiago, lo sabían bien.
—...—Santiago abrió la boca para decir algo, pero entonces el sonido de un balón de futbol americano estrellándose contra las gradas les llamó la atención.
— ¡Oye, lánzala! —escucharon a uno de los chicos gritarle a Ilkay, a quien por poco el balón golpea.
— Espera, es ese chico. Ni lo intentes, no está interesado en deportes de hombres —se burló su compañero. Si mal no recordaba el apellido de ese chico era James y le gustaba molestar a Ilkay cada vez que podía.
— ¿Qué acaban de decir...?
Santiago no le tenía nada de paciencia a los que hablaban mal de Ilkay, no la tenía, así que al escuchar esto se acercó al equipo y comenzó a discutir con el capitán del mismo, quien parecía un tanto avergonzado del comportamiento de sus compañeros.
— Lo siento, a veces estos chicos son...—intentó encontrar una palabra no ofensiva.
— ¿Completos idiotas? —le dio una mirada plana.
— Yo no diría eso...
Por su parte, Ilkay recogió el balón, mirándolo con cierta curiosidad mientras ignoraba que algunos chicos del equipo de futbol americano seguían burlándose de él. Entonces, sin decir una sola palabra, él lanzó el balón.
Sus acciones no hubieran sido la gran cosa de no ser porque el Ilkay en ese momento hizo un touchdown, pues el chico que estaba en la zona de anotación logró atrapar el balón.
—...
El equipo de futbol americano y el de porristas quedó en silencio, intentando entender que acababan de ver.
— ¿Qué carajos...? —soltó el capitán del equipo. Ese lanzamiento fue demasiado preciso, ese chico ni siquiera estaba tan cerca del campo de futbol— Santiago, dame a este chico —pidió.
— ¿Qué? Ni hablar —puso mala cara ante esta petición.
Sin embargo, el capitán no se rindió— Por favor, él puede ser una gran adquisición para el equipo.
Y sus compañeros, que hace un minuto estaban molestando a Ilkay, se unieron a su petición.
— Ilkay, no seas tonto, esta es una gran oportunidad —dijo James, tomándolo de los hombros y acercándolo a él. Ilkay ni siquiera se molestó en ocultar su cara de desagrado ante sus acciones— El mismo capitán te está invitando al equipo.
— Me niego.
— ¡No seas así...! ¿Sabes lo que dicen los demás de ti? —cuestionó— Vamos, "niño gay" —lo llamó por ese apodo con el que varios chicos se referían a él.
Ante estas palabras, Ilkay sonrió, quitando su brazo de su hombro— No te hagas ilusiones conmigo —pidió, logrando avergonzarlo.
Aun con la negativa de Ilkay y de Santiago de que el primero se uniera al equipo de futbol americano estos intentaron que Ilkay se uniera a ellos un par de veces más, pero cuando la profesora de porrismo supo de esto se enojó porque quisieran quitarle a uno de los pocos chicos que tenía y reclamó a su entrenador ellos se detuvieron.
— Los de futbol americano son unos pesados —se quejó Christa, tan molesta como la misma entrenadora por los intentos de sus "compañeros de campo" por quitarles a Kai.
— ¿No que te gustaban...? —preguntó, confundida.
— Sí, pero son unos pesados —se cruzó de brazos.
No pudo evitar reír ante sus palabras. Chris era todo un caso.
La convivencia en el campo siguió sin mayores inconvenientes, a pesar de estar en el mismo equipo ella interactuaba más con el propio Santiago que con Ilkay y ella estaba bien con eso. Cuando tenía que estar muy cerca de él se ponía muy nerviosa...
Bueno, o así fue hasta que a la entrenadora se le ocurrió probar otras formaciones para la competencia regional de porristas...
De pronto su tranquilidad se le fue arrebatada porque tenía que muchas interacciones con Ilkay, muchas, a duras penas lograba concentrarse lo suficiente para no ponerse nerviosa y causar un accidente sin querer.
‹ ¿Por qué mi corazón late tan rápido? › pensó, abrumada por esta situación.
A ella no le gustaba Ilkay, ¿Verdad? A ella sólo le parecía un chico muy lindo y agradable, nada más, ¿No es así?
‹Esto no puede estar pasando›
¡Ni siquiera tenían la misma edad! Ilkay tenía 14 y ella 16, esto se sentía incorrecto de alguna manera...
— ¡Wah...!
Ese día estaba tan abrumada pensando en que no era posible que a ella le gustara Ilkay que perdió la concentración durante la práctica y perdió el equilibrio en la formación. De no ser porque él la logró atrapar a tiempo eso no hubiera terminado de manera tan indolora como lo fue.
— Gracias por atraparme, Kai...—se disculpó con una sonrisa temblorosa.
—...—Ilkay entonces la miró de una forma que la incómodo mucho, era como si estuviera viendo su alma en ese instante— Tu sonrisa realmente me molesta —se quejó, dejándola en el suelo.
— ¿Eh?
¿Qué quería decir con eso?
— Ilkay...—escuchó la voz de Santiago, quien estaba a punto de regañar por cuarta vez en el día a Ilkay, pero ella no le prestó atención a esto.
‹ ¿Cómo que mi sonrisa le molesta? › pensó, sintiendo ganas de llorar. Al verla tan afectada con esas palabras se decidió dejar pasar esa formación y dejarla descansar un rato para recuperarse de las crueles palabras del chico.
Cuando la practica terminó, Santiago prácticamente arrastró a Ilkay a la banca donde ella estaba para que se disculpara para luego alejarse y vigilar desde lejos que ese chico no lo arruinara aún más.
—...
—...
— Lo siento...—se disculpó Ilkay, un tanto avergonzado por sus acciones— No quería herir tus sentimientos...
— Si no querías herirlos no debiste decir eso sobre mi sonrisa...—dijo casi en un susurro, claramente dolida.
— Pero es que me molesta —puso mala cara.
— ¡¿Por qué te molesta mi sonrisa?! —reclamó, sintiendo otra vez una punzada en su pecho.
— Porque no es real.
— ¿Ah?
Esas palabras... no se las esperaba.
— Tu sonrisa... es tan superficial —se quejó, desviando la mirada al piso— Es como si estuvieras aburrida, no... Es más como si estuvieras triste...—habló con un tono que no supo descifrar. Él acaso... ¿Estaba preocupado?— No sé explicarlo, pero me molesta. Quiero verte sonreír de verdad, no esa falsa sonrisa que siempre pones —habló con un tono serio, el más serio que le había escuchado desde que lo conocía.
— Quiero verte sonreír de verdad.
Esa... era la primera vez que alguien le decía algo así...
— Pff —contuvo una risa a duras penas, una risa de puros nervios— ¿Qué estás diciendo?
— Estoy hablando en serio —hizo un mohín.
Eso lo sabía, en todos estos meses lo había estado observado, sin importar cuan infantil y juguetón fuera Ilkay él no hacía bromas ni tampoco decía cosas así a la ligera, él realmente estaba hablando en serio, es sólo que ella estaba tan nerviosa que lo único que pudo hacer fue reír.
Cuando pudo por fin controlar su ataque de risa, Ilkay tomó sus manos y la miró a los ojos. Entonces sonrió, una sonrisa realmente hermosa.
— Paris, sé mi amiga.
No fue sino hasta entonces que Paris supo que estaba jodida. Con una propuesta tan inocente por parte de Ilkay pero a la vez tan decidida su corazón comenzó a latir tan fuerte que tuvo miedo de que él pudiera escucharlo, por más ilógico que ello sonase.
— Claro.
Era abrumador.
No había otra forma de describirlo, la forma en que Kai era... abrumadora. Él sí era como un niño, pues su forma de querer era tan inocente y a la vez desinteresada que no pudo evitar cuestionarse que había hecho para merecer algo así.
Él era tan amable, tan dulce y detallista que con cada día que pasaba sus latidos por él eran más fuertes, no pudo evitarlo ni tampoco quiso hacerlo. Había sido totalmente conquistada por la sonrisa, la calidez, el amor e incluso la descarada actitud de ese chico de ojos azules.
No fue hasta entonces que ella pudo entender porque alguien tan frio como Eithan, alguien tan indiferente como Sylvia, alguien tan serio como Santiago, un chico tan introvertido como Sasha, uno tan extrovertido como Charly e incluso una chica tan amable como Julieta estaban tan cerca de él a pesar de que todos eran tan diferentes entre sí. Todos habían sido cautivados por Ilkay.
— Por fin sonreíste.
Él... realmente sólo quería verla sonreír.
Quizás fue por eso que todos se sintieron traicionados cuando Kai, de un día para el otro, comenzó a salir con Valentina. Eso... no tenía sentido.
Ilkay jamás había demostrado interés por su gemela, de hecho ni siquiera recordaba haberlos visto hablar alguna vez antes de que empezaran a salir. Ellos nunca compartieron alguna clase, club, equipo o intereses en común, no tenía sentido que de pronto comenzaran a salir.
Estaba segura que Valentina no tenía interés por Ilkay, de seguro pensaba en él como alguna especie de rarito sin nada especial, ¿Por qué Ilkay? ¿Por qué con el único chico que ella había amado...?
Sabía que no era la única que sospechaba, incluso si Valentina hubiera decidido empezar una relación amorosa con Ilkay él simplemente no estaba interesado en ella, el que de pronto se volvieran novios era... sospechoso.
— ¿Pasa algo...? —le preguntó Valentina, notando su mirada.
— No es nada...
Y aunque nada de esto tenía sentido, sentía miedo de preguntar...
Abrió los ojos, encontrándose con la visión habitual de su techo color blanco.
— ¿Un sueño...? —bostezó, sin terminar de entender ese sueño. Todo en ese sueño, de alguna forma, se sentía tan familiar...
Miró la hora en su reloj. Eran las 4:04 am.
‹Todavía puedo dormir un poco más...›
Tenía curiosidad sobre cómo iba a continuar el sueño, no iba a negarlo, pero probablemente no iba a volver a soñar con este, lo cual era un tanto frustrante. Quería saber el final de ese sueño.
‹Que envidia...› suspiró, dando vueltas en la cama en un intento de dormir. Alguien quien quería conocer tu sonrisa real, alguien que quería hacerte sonreír... Él también quería a alguien así.
¿Por qué Valentina e Ilkay empezaron a salir de la nada? Ni siquiera él, quien había soñado eso, tenía una respuesta y eso era lo más frustrante, porque no volvería a soñar con ello y nunca sabría la respuesta.
‹No tiene sentido›
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