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Capítulo 94: Ella.

— ¡Esa desgraciada me las pagará!

Beatriz sólo miró desde una distancia segura como su gemela comenzaba a lanzar las cosas de su cuarto a diestra y siniestra. Abigail estaba realmente molesta por ser suspendida.

— ¡¿Cómo se supone que me acerque a Valentino si no puedo ir a clases?! —y, como siempre, cuando terminó de desordenar el dormitorio que compartían, rompió en llanto.

—... Abi —la llamó, decidiendo que el peligro ya había pasado.

— ¡¿Qué quieres?! —gritó, con los ojos llenos de lágrimas.

—...

En todo momento de la discusión entre su gemela y Aylin, ese chico nunca se alejó de ella, pero... no era sólo en busca de protección...

‹Él nunca despegó su mirada de ella...›

Ni siquiera cuando esperaba afuera de la oficina de la directora quitó su mirada de la puerta...

— ¡Ya habla! No tengo todo el día.

— ¿... Estás segura que tienes una oportunidad con ese chico? —se atrevió a preguntar.

Esa era una duda que le estaba molestando. Él tenía novia y se notaba que ella le gustaba, ¿Por qué insistir...?

Abigail rió— Claro que la tengo —afirmó, muy confiada.

— Pero...

Antes de poder darse cuenta de cuando se movió, Beatriz vio a Abigail a su lado, apoyándose en su hombro— Dos pares de gemelos saliendo, es perfecto ¿No crees? —dijo con una gran sonrisa— Una gran boda doble, con dos parejas que lucen como imágenes en un espejo. Es una gran idea ¿No crees? Así ninguna se queda sola.

— Pero...—París era un chico atractivo, era bueno en los deportes y tenía buenas calificaciones. Era un gran prospecto, de eso no había duda, sin embargo... ‹ ¿Por qué no me gusta? › se preguntó, sintiendo que había algo mal con ella.

Abigail rió al ver las dudas en su gemela— Vamos Betty, tu hermana mayor se esta preocupando por tu vida amorosa a pesar de todo.

Sintió el dorso de su mano rozar su mejilla, causándole escalofríos.

— A pesar de todo lo que pase por tu culpa, todavía me preocupo por ti —susurró en su oído, recordándole eso otra vez— ¿Sabes? Desde lo que pasó en el examen físico no puedo estresarme, es malo para mi corazón y aun así, estoy intentando ser una buena hermana para ti. No puedes quejarte.

— ¡No te metas en esto!

—...

No quería dudar de su hermana pero...

"¿Estás bien?".

En ese momento Abigail la apartó bruscamente, sin siquiera darle una segunda mirada. Entonces, la única persona que no debería sentir compasión ni mucho menos preocupación por ella lo había hecho.

‹Si me hubiera caído, ¿Ella se hubiera apartado de ese chico y me hubiera ayudado...? ›

No tenía forma de saberlo, pero cuando Abigail la apartó pudo ver en esos ojos azules, al menos por un segundo, algo que nunca se hubiera esperado: preocupación. Era como si le preguntara con la mirada si estaba bien, si es que necesitaba ayuda...

— Si, lo sé...

Abigail sonrió ante su respuesta y se alejó— Si sigues así, en unos años podrás pagarme todo lo que he hecho por ti.

Incluso cuando su hermana se alejó, ella se quedó ahí, mirando al suelo mientras estaba metida en sus pensamientos.

‹ ¿Ellos realmente son una pareja...? ›

Ella en ningún momento mostró entusiasmo por estar junto a ese chico, pero, por lo que había visto, cuando estaba con sus amigos ella era muy cariñosa con ellos.

— Ya veo, ah, pobrecita... Lo siento si por mi culpa te has entristecido.

Ella no contestó nada ante su provocación ese día, sólo la miró, pero...

— ¡¿Cómo te atreves a tratarla así?! ¡Te reto a un duelo!

Esa chica con cinturón marrón no dudó en plantarse delante de ella para defenderla a pesar de que ella era cinturón negro, tenía más entrenamiento y podía ganarle en un combate, pero aun así la defendió, incluso cuando sabía que no era necesario.

No lo entendía.

Un cinturón marrón defendiendo a un cinturón negro de otro cinturón negro... No tenía sentido.

‹ ¿Por qué...? ›

La mirada en los ojos de esa chica...

"Puedes confiar en mí, ¡No te fallaré!".

Sin dudar le plantó cara a alguien más fuerte, ¿Sólo por eso...?

‹No tiene sentido›

La mirada de ese chico el día de hoy... era similar a la de esa chica. Incluso cuando estaba por golpearlo, él confió en que ella lo iba a defender. Confianza ciega.

— Confiar en alguien es darle poder para destruirte porque estás seguro que no lo hará.

‹No lo entiendo›

¿Por qué confiaban en ella?

¿Por qué confiaban ciegamente en ella...?

Entonces, su duda se resolvió de la misma forma en que se formó...

‹Ella...›

Cuando ese chico estaba detrás de ella, a pesar de tener una actitud que parecía la más absoluta indiferencia...

‹Ella lo estaba defendiendo›

Sólo entonces cayó en cuenta que su posición, que parecía descuidada y sin el más mínimo interés por su novio, no tenía aperturas, pero, entonces ¿Por qué Abigail logró golpearla...?

‹Porque ella así lo quiso›

Si ella lo hubiera querido, fácilmente hubiera esquivado el golpe de su hermana y contraatacado, pero... no lo hizo.

Mientras arreglaba el desastre de su hermana sólo podía pensar en esto, pensar sobre ella y lo extraño que era todo lo que rodeaba su figura...

Quería preguntarle, quería hablarle, pero tenía miedo.

‹Nunca debí intentar buscar pelea con ella› concluyó. No sólo no iba a ganar, sino que... no tenía sentido.

Su hermana era la que tenía problemas con ella ya que quería quedarse con ese chico, pero ella no tenía por qué intentar meterse en esa pelea de su hermana.

‹Después de todo...› pensó, terminando de reacomodar lo último que su hermana había desordenado. En tiempo récord, Beatriz había arreglado el desastre de su hermana, simplemente estaba muy acostumbrada a esto ‹Mientras Abi y ese chico no sean nada, no hay razones para meterme con ella›

Y tampoco había motivos para intentar acercarse a París mientras eso no ocurriera...

Suspiró, sentándose en su cama, dándose cuenta que lo había hecho todo mal.

‹Si le pido disculpas... ¿Ella me perdonará? ›

No lo sabía, pero de todas formas quiso intentarlo.

Al día siguiente era la clase semanal de deporte para todos los deportistas de la academia, y si bien Beatriz sabía que ambas eran parte de ese grupo, había escuchado que ella estaba lesionada y no se le permitía practicar hasta que estuviera curada.

‹Después de todo, ella es parte importante de muchos equipos...›

"Aprendiz de mucho, maestro de nada" era una buena forma de describirla. Según había oído, ella no tenía un papel decisivo en algún deporte como sus demás amigos, aun así, ella era parte crucial del equipo, de varios equipos de hecho, y todo ello hacia que nadie estuviera dispuesto a dejarla empeorar sus lesiones.

La buscó entre las multitud de estudiantes con la mirada y la vio sentada en un costado de la cancha, hablando con algunas compañeras de equipo.

— ¿Ah? —entonces, la capitana del equipo de beisbol, quien estaba junto a ella, la notó— ¿Se te ofrece algo? —preguntó con un tono cauteloso. Después de todo, en un lugar pequeño como lo era esta academia, los rumores volaban.

— Yo... quería hablar algo con Aylin, a solas...

Todas en ese momento miraron a Aylin, quien sólo se encogió de hombros y se levantó del suelo— Claro, ¿De qué quieres hablar?

‹No esperaba que fuera tan fácil› pensó, sintiéndose repentinamente muy ansiosa por hablar con ella a solas.

Una vez estuvieron alejadas de las demás por varios metros, levantó la mirada y la vio. Aylin la estaba mirando, pero no había ningún tipo de resentimiento, tampoco esa mirada aterradora que vio ese día, sólo... curiosidad.

— Yo...—respiró hondo— Quería pedir disculpas por mi comportamiento y el de mi hermana...

— ¿Ah? —la expresión de confusión en Aylin fue muy obvia— Entiendo que te disculpes por tu comportamiento, pero ¿Por qué te disculpas por tu hermana...? —intentó responderle, pero ella no se lo permitió— No deberías disculparte por ella, de seguro ella me esta maldiciendo o algo por el estilo —se encogió de hombros, con las manos en los bolsillos— En fin, no es como si ella me importara.

— ¿Y yo? —preguntó, sin pensar— ¿Qué hay de mí?

— ¿Tú? —repitió, sin entender— A ti ya te perdoné. Sólo no hagas cosas estúpidas y estaremos bien —declaró, y supo inmediatamente que con "cosas estúpidas" se refería a buscar pelea con ella o sus amigos.

Estaba sorprendida, tratar con ella era sorprendentemente fácil. Sólo tuvo que pedir disculpas y eso era todo ¿De qué estaba tan asustada? Ya no lo entendía.

— Gracias...—dijo, aun anonadada, y ella le sonrió en respuesta. Esa fue una hermosa sonrisa.

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