— ¿Por qué últimamente estas tan pegado a mí...? —preguntó Aylin al verlo a su lado en durante el desayuno.

— ¿No puedo estar con mi novia? —preguntó de vuelta, sonriendo.

—...—le dio una mirada que claramente decía "No te creo nada", incomodándolo.

Ayer en la noche, su padre llegó, sobrio, así que no pudo cenar ni desayunar a gusto, por eso tuvo que volver a desayunar temprano en la academia y...

‹No quiero toparme con Abigail›

Esa era la verdadera razón por la que se había pegado a Aylin esta mañana.

— Por cierto, mañana no te molestes en intentar acompañarme a los clubs —declaró Aylin, levantándose de la mesa con su bandeja— Esta tarde donaré sangre, así que... Mañana tendré el día libre de clubs —respondió a su pregunta muda.

— ¿... Por qué? —preguntó, sospechando de cuál sería el motivo.

— Porque me da flojera ir a los clubs mañana y me dan comida gratis por hacerlo —admitió sin rastro alguno de vergüenza.

‹ ¿Por qué no me sorprende...? › pensó con ganas de reír.

— ¿Qué tipo de sangre eres? —inquirió Aylin, mirándolo con curiosidad.

— No lo sé...—admitió, dejando su bandeja con el resto— ¿Roja?

—... Sale en tu Gipa, lo sabes ¿No? —le informó con cara de póker.

—...—no, eso no lo sabía.

*Riiiiiiiing*

Aylin suspiró al escuchar la campana sonar— Bueno, me tengo que ir —se despidió, yendo a su club matutino.

Una vez solo, Valentino tomó su Gipa y la comenzó a leer detenidamente por primera vez en su vida.

Nombre: Valentino Oliver Berardi Agnelli.

Fecha de nacimiento: 14 de febrero de 2000.

Sexo: Masculino.

Tipo de sangre: B-.

Número de matrícula: 2595.

— Oh...—dijo al leer que su tipo de sangre era B-.

No tenía idea de que significaba eso.

— Valentino —escuchó detrás de él al maestro Barry.

Levantó la mirada de su tarjeta para ver al maestro con un montón de papeles en sus manos ‹Diablos›

Ya sabía que le iba a pedir.

— ¿Podrías llevar esto a la oficina de deportes y entregárselos al maestro Ayers? —pidió, abrumado por la cantidad de papeles que tenía en brazos.

— Está bien...—aceptó, sabiendo que no tenía nada mejor que hacer de todas formas. El maestro le dio un cuarto de todos los papeles y rápidamente siguió con su camino, intentando encontrar a los demás maestros a los que tenía que entregar estos documentos.

Suspiró y comenzó a caminar con ese pequeño montón de papeles, buscando la sala donde los profesores de educación física a menudo dormían o tomaban café. Al llegar, las luces estaban apagadas, así que sólo entró sin tocar. Grave error.

Dentro de la oficina, iluminados levemente por la luz de una lámpara encendida, estaban el maestro Aiden Ayers y la maestra Eteria O'Shea, la temida profesora de química, besándose apasionadamente con las ropas descolocadas.

¿Lo peor? Fue detectado de inmediato.

—...

—...

Un silencio mortal se formó entre los tres, un silencio que le puso los pelos de punta a Valentino al ver como esos dos lo estaban mirando.

— Valentino...—rompió el silencio Aiden, quitándole las manos de encima a Eteria, quien se acomodó su camisa de inmediato, y colocando su mano derecha sobre la cabeza del chico— Si le dices a alguien lo que acabas de ver, te arrepentirás, ¿Esta bien? —dijo con una gran sonrisa, causándole escalofríos.

— S-Sí —asintió repetidamente.

— Muy bien —dijo, quitándole los papeles de las manos— Cierra la puerta al salir —indicó, mirándolo fijamente, esperando que se fuera de una vez.

Tan pronto como sus piernas respondieron, salió corriendo lejos del lugar, cerrando la puerta detrás de él.

‹ ¡Esos dos son aterradores! › pensó, recordando la mirada que le estaba dando esa maestra.