Capítulo 82: Un ataque al corazón.
París miró fijamente al pizarrón llena de fórmulas, pero en realidad no estaba prestando atención a nada escrito ahí o a la clase en sí, en su lugar estaba preguntándose que se suponía que hacer con lo que paso ayer...
— Si... ella está recuperándose.
Cerró los ojos por un momento.
— ¿Qué debo "tomar la responsabilidad" dices...? No lo haré... Si, sé que puede quedar invalida...
‹"Tomar la responsabilidad", ¿Eh? ›
Había escuchado esa conversación de su padre por teléfono por casualidad la noche anterior. Quizás fue porque le sorprendió escuchar a su padre estar sobrio en mucho tiempo, quizás fue porque le sorprendió escucharlo preocupado por alguien más, pero él escuchó la conversación...
Estaba seguro de que estaba hablando de la chica con la que había chocado hace sólo unas semanas, y eso de tomar la responsabilidad...
‹ ¿En serio tendré una madrastra más joven que yo? › se preguntó, escuchando de fondo la explicación del profesor como si no fuera más que ruido ambiental.
Casarte con alguien para compensar el daño que le hiciste ni siquiera parecía buen plan, esa chica no sabía dónde ni con quien se estaba metiendo, o quizás si sabía pero el dinero la había cegado...
‹No quiero tener otra madrastra...› pensó, inconscientemente sujetándose la muñeca derecha.
Su padre tenía 35 años, era joven, sabía que tarde o temprano buscaría alguien con quien volver a "sentar cabeza", pero la idea, viera como lo viera, sonaba horrible en su mente. No era sólo por pensar en tener una nueva madrastra, no, también porque sabía que le pasaría a la pobre infeliz que accediera a casarse con su padre...
Un escalofrió le recorrió la espalda al recordar el último "episodio" de locura de su padre. Había pasado un mes desde que sucedió y no le molestaría en lo absoluto que pasara otro mes sin escuchar esos gritos y golpes en la puerta.
‹... Si tan sólo él no existiera› pensó para sí mismo, guardándose todo el odio y rencor que sentía hacia su padre para sí mismo, un sentimiento que día a día crecía y se volvía más oscuro en su interior.
No sentía remordimientos por sus pensamientos, porque sabía que su padre pensaba lo mismo sobre ellos.
‹De seguro desea que desaparezcamos en alguna parte›
—...Y con esto damos por terminada la clase —dio por finalizada la clase el maestro.
—...
No había prestado nada de atención a la clase.
— Y recuerden que la próxima clase tendremos examen de esto.
Aguantó las ganas de maldecir en voz alta, sólo respiró, tomó sus cosas y salió de clase con los demás ‹No debería preocuparme por esto, no creo que él acepte algo así› suspiró, desechando todos sus pensamientos.
— ¡París! —estaba tan agotado que su cuerpo ni siquiera se movió al sentir como Christopher se lanzó a él, quizás sólo estaba acostumbrado— ¿Por qué suspiras tanto? —preguntó con una gran sonrisa— ¿Acaso ya estás listo para decirme quien te gusta?
Rodó los ojos— No me gusta nadie —mintió con una naturalidad antinatural, ignorando las quejas de Chris.
Así siguieron hasta la siguiente clase, la clase de química, con Christopher intentando sacarle información a París y este último esquivando por completo sus preguntas hasta que cada uno tuvo que irse a su propia clase.
Esta vez, al igual que siempre, la maestra O'Shea llegó temprano, pero esta vez, se veía... molesta.
— Vamos a ordenar los asientos, ahora —informó con el ceño levemente fruncido. Nadie dijo nada, nadie levantó la voz ni nadie se atrevió a quejarse, sabían que la maestra enojada no era algo para tomarse a la ligera, incluso los nuevos guardaron silencio.
En orden, todos salieron del salón de clases y así la maestra comenzó a asignarles asientos, asientos asignados por ella según el criterio "porque me da la gana", básicamente. Los pupitres eran individuales igualmente, así que no era muy importante.
— Berardi, tú...—meditó un momento— Ahí —apuntó a un asiento del fondo, junto a la pared. Y a su lado estaba...
‹ ¡¿Aylin?! ›
Si la profesora notó el mini infarto que tuvo París en ese momento al ver el quien se sentaría junto a él de ahora en adelante, lo ignoró y sólo siguió asignando los demás asientos.
Debido al cambio de asientos y el malhumor de la profesora el resto de la clase estuvo muy silenciosa, pero París tenía otra razón para estar en silencio: estaba muy nervioso. Estaba a menos de un metro de ella, incluso podía ver como ignoraba la clase y leía un libro en silencio.
"Песня сотни цветов" decía el título del libro.
‹"La canción de las cien flores"› tradujo el título en su mente.
No conocía el libro, pero podría conocerlo, al menos esta vez no tendría que buscar un diccionario y comenzar a traducir el libro. No era un amante de la lectura, pero el anterior libro era muy bueno, si este también lo era él...
— ¿En serio hablo mucho?
Entonces, Aylin, quizás sintiendo que la estaba observando, volteó a verlo. En cuestión de milisegundos París volteó su mirada a su cuaderno, fingiendo ver sus notas sin fijarse que dichas notas estaban al revés.
*Ba-dump* *Ba-dump* *Ba-dump* *Ba-dump*
‹Ella no puede escuchar mi corazón ¿Verdad? › se preguntó, sintiendo su corazón casi salirse de su pecho y sus manos sudar, sin aun notar que su cuaderno estaba al revés.
Después de varios minutos en los que se convenció a si mismo que nadie estaba escuchando su corazón, pudo notar que el cuaderno que tenía en manos, de hecho, había estado al revés todo este tiempo.
‹Que vergüenza› pensó, dándole la vuelta de inmediato ‹Espero que nadie lo haya notado› se dijo a sí mismo, sintiendo sus mejillas arder.
— Bien, ahora hagan estos ejercicios y cuando los terminen me los vienen a mostrar —ordenó la maestra, interrumpiendo sus pensamientos.
París tuvo suerte de que, a pesar de que no escuchó ni un minuto de la explicación de la maestra, esta materia si la conociera, permitiéndole hacer los ejercicios sin problema alguno. Por un momento, se atrevió a volver a mirarla de reojo, notando que Aylin estaba haciendo el trabajo a un ritmo simplemente absurdo.
‹El primer lugar de la academia no es una broma› pensó viéndola ser la primera en entregar la tarea mientras él no llevaba ni la mitad aun. Pasó un rato antes de que él mismo pudiera terminar la tarea y fuera evaluado, todo mientras Aylin seguía ociosamente leyendo su libro en silencio.
Tragó duro, en vez de ir directamente a su asiento se acercó al de ella, temblando un poco.
— Disculpa —la llamó, armándose lentamente de valor, logrando que ella despegara su mirada del libro— ¿Qué es lo que estás leyendo?
— Ah... Es "La canción de las cien flores" —respondió ella.
— ¿Es interesante...?
—...—entonces, Aylin cerró el libro y lo miró directamente a los ojos para luego sonreír de la manera más hermosa que había visto alguna vez.
*Ba-dump* *Ba-dump* *Ba-dump* *Ba-dump* *Ba-dump* *Ba-dump* *Ba-dump* *Ba-dump*
— ¿Esa pregunta es porque estás interesado en los libros de este autor o porque estás interesado en tener una conversación conmigo? ¿Cuál de las dos? —le preguntó.
— Y-Yo...—no tenía ni idea que responder, había sido atrapado.
*Riiiiiiiing*
Viendo su oportunidad, París, como el cobarde que era en el fondo, tomó sus cosas y huyó de escena, sin responder nada, y corrió, corrió hasta que se quedó sin aliento y su cuerpo le ordenó parar.
‹Esta chica me va a matar› pensó, apoyándose en una pared mientras intentaba recuperar el aliento que no sólo la carrera le quitó.
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