Capítulo 76: Inútil.
— ¿P-Por qué llamaron a mi padre? —preguntó París, sudando frio ante la idea de que su padre viniera.
— ¿Mm? Es el protocolo —dijo la enfermera, confundida al ver al chico tan pálido.
— P-Pero, Valentino está bien, sólo se desmayó, ¿Podrían...? —trató de pedir que llamaran a su padre y que todo estaba bien, pero fue interrumpido.
*Ring, ring, ring*
Una llamada en el teléfono antiguo rojo de la enfermería evitó que París pudiera terminar su protesta. La enfermera rápidamente se dirigió hacia el teléfono y contestó— ¿Si...? Está bien, yo se lo diré —la enfermera alejó el altavoz de su rostro, mirándolo por un momento— Tu padre ya llegó —informó.
Tragó duro. ‹Por favor, que no esté borracho› que su padre llegara borracho a la academia sería un gran escándalo, no quería verlo hacer una escena o que terminara chocando, otra vez, por conducir ebrio.
Sin saber que hacer sólo se quedó ahí, junto a la camilla donde estaba su hermano, inconsciente ‹ ¿Cuánto planeas dormir, Valentino? › se preguntó. Él sólo se desmayó de la sorpresa, no por un golpe, ya debería estar despierto...
— París —tembló al escuchar la voz de su padre.
‹Que no esté borracho, que no esté borracho› pensó, dándose la vuelta para verlo. Su padre se veía... bien, demasiado ¿Qué pasaba aquí? ‹Algo no está bien›
— Me llamaron aquí porque tu hermano se desmayó ¿Qué ocurrió ahora? Estaba en una reunión importante —preguntó claramente molestó el hombre, sus ojos estaban muy rojos.
‹ ¿Reunión? › repitió en su mente.
Su padre nunca iba a una reunión de negocios, al menos no las tradicionales, además... la academia no estaba cerca de la sede de la empresa, no lo suficiente para que llegara así rápido. Todo esto sumado a sus ojos le hicieron concluir algo: él no estaba en una reunión, no en una de la empresa al menos.
— ¿Por qué te quedas callado? —cuestionó Celso con un tono que podía notarse amenazante.
— L-Lo siento, padre, me distraje —pudo notar de reojo como la enfermera contestaba una llamada en su celular y salía de la sala. Sudó frio ‹Mierda› ahora estaban solos, y su padre lo notó.
— ¡Tuve que venir del trabajo porque me llamaron ya que este tipo se desmayó! —despotricó hacia París, quien sólo se quedó callado mientras miraba al suelo. Celso levantó su dedo y lo apuntó acusatoriamente— ¡Te compre un auto por algo, maldita sea! ¡TÚ ERES EL QUE DEBE LIDIAR CON ESTE INÚTIL, NO YO!
Mantuvo su mirada gacha— Lo siento, padre. Por la nieve vinimos en taxi...
— ¡Entonces pide un puto taxi y llévalo a la jodida casa y no me vengas a molestar a mí con estas mierdas!
— Iba a hacerlo, pero-...—intentó decir algo, pero fue interrumpido.
— ¡Nada de "pero"! ¡Maldita sea, odio cuando te comportas así! ¡Se supone que tú eres el hermano responsable!
‹Tu eres nuestro padre› respondió para sus adentros.
— ¡Te doy todo! ¡¿Acaso algo te ha faltado?! —si en ese momento París hubiera abierto la boca y hablado con la verdad, la lista habría sido interminable...
En lugar de responderle, sólo calló. Si le respondía a su padre en este estado él sería el único que saldría mal parado.
— ¡Maldita sea, responde idiota! —reclamó, tomándolo del brazo con fuerza.
Ahogó un quejido de dolor ante esto— Lo siento, padre... Tendré más cuidado de ahora en adelante.
Lo vio fruncir el ceño, tal parece que quería que le respondiera para seguir gritándole— Lleva a este inútil al auto —ordenó, soltándolo— No cargaré a este imbécil ni aunque de eso dependa su vida —agregó.
‹Este tipo esta drogado› concluyó ‹No debo hacerlo enojar› se dijo a sí mismo— P-Padre... no es necesario. Si quieres puedes volver a la reunión, deja que yo me encargaré de esto...—cuando él estaba borracho era bastante inofensivo, al menos la mayoría de las veces, pero cuando se metía droga en el cuerpo...
No quería dejar a Valentino solo con este tipo.
— ¡CÁLLATE Y OBEDECE! —gritó, tomándolo del cuello del blazer para acercarlo a él y gritarle más a gusto— ¡¿Entendido?! —apretó los labios y asintió en silencio. Quizás esto era lo mejor, si él no era el que cargaba a Valentino, sería él quien lo hiciera...
Tomó a Valentino de la camilla y lo cargó en sus hombros ‹Esta pesado› pensó, siguiendo a su padre a donde fuera que estacionó el auto. En un principio pensó que sería en el estacionamiento, como todos, pero que resulto ser...
— Señor, no puede estacionar aquí —dijo un guardia junto a otro, mirando a ambos con los brazos cruzados en su pecho. Resulta que su padre había estacionado sobre el césped del frente de la academia, el cual ahora estaba... destrozado— Tendrá que pagar por...—el guardia no pudo ni terminar de hablar cuando su padre hurgó en su bolsillo y le lanzó un montón de billetes al rostro.
— ¿Es suficiente? —gruñó, mirando al guardia de tal manera que lo pudo ver temblar.
— Si... si lo es, señor —trató de sonar firme el guardia, pero su voz tembló— Pero debe salir del césped.
Escuchó a su padre gruñir, pero acató la orden del guardia. Se subió al auto y salió del césped, dejando grandes marcas de llanta en este, para luego salir de la academia por el portón. Si su padre no se hubiera detenido y se hubiera ido, no le hubiera molestado en lo más mínimo...
— Chico, ¿Estás seguro que todo está bien? —le preguntó un guardia en voz baja, mirando con sospecha a su padre.
Fingió una sonrisa— Si... no se preocupe...
— ¡París, ya ven! —gritó su padre desde afuera de la academia.
Tembló, pero trató de contenerse— P-Padre, estoy seguro que...—dijo, acercándose a él.
— ¡Sólo mételo al auto! —le gritó— ¡O yo lo haré! —apretó los labios y, lentamente, dejo a Valentino en el asiento trasero del auto. Iba a ponerle el cinturón de seguridad, pero otro grito lo evitó— ¡Ya vete! —ordenó, sacándolo del auto.
— Padre... Esta inconsciente, debería-...
— ¡No te metas en esto, París! —inconscientemente, retrocedió al verlo así— Vete a clases, ahora mismo —ordenó, empujándolo.
En ese instante, París pudo notar que Valentino despertó y se enderezó, pero fue muy tarde, su padre se subió al auto y partió.
— Chico...—volteó a ver a otro de los guardias de la puerta— ¿Realmente estás bien? —al parecer, ellos habían estado atentos para intervenir ante cualquier cosa.
Quiso reír, quiso llorar, pero sólo sonrió— Él sólo está de malhumor...
Caminó dentro de la academia de nuevo, notando que comenzó a nevar de nuevo. Él... vería de nuevo a Valentino y a su padre en casa y no en el hospital ¿Verdad...?
‹Tranquilo, todo estará bien...› pensó para sí mismo, sujetando el brazo que su padre apretó. Dolía.
Todavía quedaba tiempo en el receso, así que se sentó en una banca mientras veía la nieve caía.
— ¡París! —casi se cae de la banca cuando sintió que alguien se le lanzaba encima.
— ¡Chris! ¡Me asustaste! —se quejó, sintiendo como el corazón casi se le salía del pecho.
— Jeje... Lo siento, te vi desde arriba y no pude resistirme a asustarte —se rió— Bien, vamos a clase-e~...—pudo ver como Christopher tambaleaba y caía al piso. A duras penas pudo levantarse y evitar que cayera el suelo.
— ¿Estás bien? —preguntó alarmado.
— Si... Sí, estoy bien, sólo que mis piernas están algo dormidas. La reunión con el entrenador fue más larga de lo que esperaba —se excusó.
— Sabes que podría ir yo, se supone que yo-...
— ¡No! ¡No es necesario, en serio! —dijo, soltándose de su agarre— Las reuniones son muy aburridas, no es necesario que vayas. Es mi deber también, soy el segundo al mando.
Era extraño ver a Christopher actuar tan serio— Si tú lo dices...—cedió.
Siguieron caminando a la clase que, de manera un tanto irónica, ambos compartían. Christopher era malísimo en cualquier cosa que no fuera deportes y artes, pero en esto último era muy bueno, incluso mejor que él.
—...Así que cuando mi novia termine su rehabilitación saldremos en una cita, ¿Crees que el cine sea buena idea? —le preguntó Chris.
— Si...—entonces, notó que este era el momento perfecto para pedirle una foto de su novia a Christopher— Hablando de eso, ¿Tienes alguna-...?
No pudo terminar su pregunta pues de pronto Chris lo tomó de los hombros y lo sacó del umbral de la puerta, evitando que entrara al salón— ¡¿La viste?! —preguntó, claramente emocionado.
— ¿No...? —respondió, sin entender.
— Esa chica rubia ¿La ves? —fue imposible no verla, Cristopher lo obligó a observar a esa chica en clase— ¡Es hermosa!
‹No me digas que se volvió a enamorar...› pensó, incrédulo— Espera, esa chica ¿No es la chica que tuvo el ataque cardiaco? —preguntó, confundido.
— ¡¿A quién le importa?! ¡Voy a hablarle!
Y así fue como en la primera clase de artes del año, París se quedó solo mientras miraba a su amigo acercarse a esa chica y tratar de hablarle, aunque... ella no parecía interesada.
El resto del día fue muy normal, demasiado, aunque... Al ver a las porristas practicar le recordaba que Aylin estaba herida.
— Ya llegué...—dijo al llegar, como siempre, pero al llegar pudo ver un zapato de Valentino tirado en medio de la entrada, y ese cuadro torcido. París tembló inconscientemente al ver los ojos del retrato de esa mujer.
Rápidamente fue a la cocina, encontrándose con la sirvienta— Señorito París —lo saludó esta.
— ¿Y Valentino? —preguntó, notando que su gemelo no estaba ahí ‹Ese tipo... No le hizo nada ¿Verdad? ›
— El señor lo castigó sin cena —le informó la sirvienta, bajando la mirada— No se ponga triste, señorito, usted sabe que su padre los quiere. Y el señorito Valentino siempre se mete en problemas...
— No estoy triste —negó de inmediato. Su padre nunca mostraba su lado malvado con la sirvienta presente, era su palabra contra la de él— Voy a cenar en mi habitación —dijo, tomando una bandeja y dejando el plato con comida ahí.
Dejando a la sirvienta en la cocina, subió las escaleras con la bandeja en la mano hasta llegar a la puerta de Valentino.
Tocó la puerta de la puerta pero no hubo respuesta— Soy yo, París... Te traje algo para comer...—dejo la bandeja en la puerta y, sabiendo que él no abriría mientras estuviera ahí, entró a su habitación.
— ¡Tú eres el que debe lidiar con ese inútil!
Es cierto, él debía lidiar con Valentino, siempre había sido él quien lo hiciera. No podía esperar nada de su padre, nunca había podido esperar nada de él...
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