Capítulo 75: Reproche.
[Advertencia: Este capítulo contiene temas que pueden afectar la sensibilidad de algunas personas. Se recomienda discreción.]
Cuando abrió los ojos se desconcertó mucho al ver lo que pudo reconocer como el techo de un auto. Su cerebro, aun desconcertado por culpa del desmayo, no entendía que estaba sucediendo o porqué estaba sucediendo.
‹ ¿Dónde estoy? › aun confundido, se sentó en el asiento del auto, tratando de saber dónde es que estaba y como llegó ahí. Cuando estaba en eso, pudo recordar que ocurrió. ‹ ¡Mierda, Aylin! › pensó, recordando toda la sangre y sintiendo como le bajo un poco la presión al recordarlo ‹Concéntrate Valentino, no puedes volver a desmayarte, tú-...›
— ¡No te metas en esto, París! —escuchó el nombre de su hermano en un fuerte grito de su padre.
Lentamente se giró, notando a su padre afuera del auto, gritándole a París. Cuando sus miradas se cruzaron, la mirada de su gemelo era...
Un fuerte portazo le indicó que su padre había entrado en el auto, haciendo que desviara la mirada de su gemelo.
Tragó duro ‹Por favor, que no esté borracho›
Sin embargo, por más que intentó detectar el olor a alcohol en su padre, no lo pudo notar, sólo un fuerte olor a cigarrillo y otro al que no pudo reconocer.
— Cuando volvamos a casa, vamos a hablar —gruñó su padre, mirándolo con el espejo retrovisor. Sus ojos estaban rojos, pero no como si no hubiera dormido, no, estaban inyectados en sangre.
Esos ojos le dieron escalofríos.
— ¡Conduce bien, hijo de puta! —gritó Celso a otro conductor que le tocó la bocina.
El comportamiento de su padre era errático, sus ojos estaban rojos y parecía que se le lanzaría al cuello a cualquiera que lo mirara mal.
‹Este viejo esta drogado› concluyó, temiendo por lo que le sucedería cuando llegaran a casa, también tenía miedo que este viejo loco chocara por culpa de su conducción errática y del pavimento congelado.
Disimuladamente, cuando llegaron a un semáforo al cual su padre comenzó a tocar la bocina mientras maldecía, se desabrochó el cinturón de seguridad y trató de abrir la puerta para huir, pero la puerta no se abrió por más que lo intentó.
‹ ¡No! ¡No! ¡No! › Su padre había puesto el seguro anti niños.
Miró por la ventana como se iban acercando más y más casa, comenzó a sudar frio. No sabía que podía hacer este tipo drogado, siempre huían a sus cuartos cuando estaban por descubrirlo...
— Baja, ahora —ordenó Celso a Valentino, abriéndole la puerta mientras lo miraba con los mismos ojos que había heredado, completamente rojos.
—...—dudo un momento en bajar, y eso lo molesto.
— ¡Que te bajes, maldito bastardo! —gritó, tomándolo de la ropa y sacándolo entre tirones del auto. Valentino, sin poder hacer algo para impedirlo, fue prácticamente arrastrado a la casa.
Cuando cruzaron la puerta, su padre lo tomó de la camisa y lo levantó, estrellándolo contra la pared. Las manos de su padre estaban muy calientes, como si estuviera sufriendo una fuerte fiebre en medio de este clima frio.
— ¡¿Sabes que tuve que dejar una importante reunión por tu culpa?! —le gritó de manera agresiva.
Valentino giró el rostro al sentir las gotas de saliva caer en su rostro, pero su padre lo tomó de manera brusca del mentón y lo obligó a mirarlo de nuevo.
— ¡Tú nunca entiendes nada, bastardo del demonio! ¡Si tan sólo la puta de tu madre no se hubiera muerto yo no tendría que verte la maldita cara y yo sería feliz!
En este momento, Valentino estaba temblando. Su espalda dolía, ese jodido cuarto de la entrada se le estaba clavando en la espalda; los ojos llenos de ira y, aun así, perdidos, de su padre mientras le gritaba le dejaba en claro que tan fuera de sus cabales estaba ahora mismo.
‹Tengo miedo› pensó, realmente aterrado.
— ¡Ahora dime, cretino malparido, ¿Por qué mierda me llamaron de esa mierda de escuela?! —cuestionó, presionándolo más contra el cuadro.
A duras penas pudo ahogar un grito de dolor— S-Sangre...—fue todo lo que pudo decir.
— ¿Sangre...? —repitió sin entender.
— H-Había mucha sangre y y-yo...
*¡Zas!*
No pudo seguir hablando, un fuerte puñetazo que le hizo sangrar le impidió seguir haciéndolo.
— ¿Quién te dio permiso de contestarme...? —preguntó aun con la mano con la que le dio el puñetazo en el aire, manchada de su sangre, mientras lo presionaba más contra el borde del cuadro con la otra. Sentía lágrimas en sus ojos, este tipo le iba a romper la espalda— Desmayarte por un poco de sangre, ¿Qué clase de marica eres? Me has causado todos estos problemas... ¿Sólo porque no puedes soportar ver sangre? Y luego yo soy el malo por castigarte...
Celso acercó su rostro al de Valentino y lo miró directamente a los ojos, observando de cerca la expresión de pánico y dolor que tenía el muchacho. Por su parte, en el rostro de Celso ya no había enojo, era una expresión muerta, una expresión que era incluso más aterradora que la iracunda que tenía hace sólo unos momentos.
Hizo un gesto de asco— No puedo creer que seas mi hijo ¡Desearía que nunca hubieras nacido!
Entonces, Valentino sintió como el agarre de su padre sobre él se aflojaba. Temiendo que si seguían así este loco le mataría, lo empujó con todas sus fuerzas, logrando zafarse del hombre, el cual cayó al suelo.
— ¡¿Dónde crees que vas?! —gritó Celso, levantándose del suelo y corriendo tras Valentino, logrando tomar su pierna cuando este subía la escalera— ¡Si crees que hemos terminado de hablar estas muy equivocado, mocoso malcriado!
Valentino, aferrándose al barandal de la escalera, en medio de su desesperación lanzó una patada al rostro de su padre, quien cayó varios escalones abajo. Sin darse la vuelta ni siquiera por haber perdido un zapato en el proceso, corrió a toda prisa a su cuarto y cerró la puerta tras él con el seguro, apoyándose en ella un segundo, sólo para que al siguiente sintiera un fuerte golpe en ella.
— ¡Valentino! ¡Abre la puta puerta ahora! —exigió el mayor, embistiendo la puerta como si fuera un animal rabioso— ¡ABRE LA PUERTA!
‹Que se detenga... Que se detenga...› pensó, cerrando los ojos mientras trataba de evitar que tirara la puerta.
No supo cuánto tiempo estuvo ahí, temblando mientras suplicaba en silencio que todo esto se detuviera. Tenía miedo de que lograra tirar la puerta y de lo que le haría si lo lograba...
— ¡Agh! ¡No te atrevas a salir, malnacido! ¡Si sales, te mataré!
Escuchando los pesados pasos de su padre alejarse y bajar la escalera, Valentino finalmente pudo respirar tranquilo, dejándose caer con la espalda aun apoyada en la puerta. Seguía temblando y su espalda dolía a horrores, pero al fin se había detenido todo...
Tal como su padre le ordenó, no bajó el resto del día, se quedó ahí, en su cuarto, mirando a nada en realidad, pero de reojo podía ver su reflejo en su celular, dejando ver que su padre le rompió el labio...
*Toc, toc*
Sintió un par de golpes en la puerta. Valentino tembló, asustado de que su padre hubiera vuelto para tirar la puerta.
— Soy yo, París...—ni siquiera era necesario que lo dijera, podría reconocer su voz en cualquier lado, después de todo, sonaba igual que la suya— Te traje algo para comer...
No se movió de su lugar hasta que escuchó que los pasos se alejaban de la puerta, una vez no los escuchó más, abrió la puerta en silencio, viendo una bandera con un plato de espagueti y un pan. Rápidamente, trajo dentro la bandeja.
「 ¡Mira Valentino! ¡Hace tanto frio que el océano se congeló! (・□・;)」fue el peculiar mensaje que recibió mientras comía, junto a una imagen del océano atlántico congelado.
‹ ¿Qué carajos? › pensó, confundido por la imagen que parecía de un noticiario. ¿Esto era cierto...? ‹Espera, eso no es importante› pensó, dejando de lado sus pensamientos 「 Aylin, ¿Estás bien? 」
「 Si, sólo unas cuantas suturas y como nueva (/^▽^)/ 」
「 Me alegro 」sonrió, sintiéndose más tranquilo.
Sólo fue una charla casual sobre cómo se congeló el océano Atlántico y de que era sorprendente que a ellos aún no se les congelaran las cañerías, pero realmente... la disfrutó.
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