Estaba leyendo un libro cuando las escuchó, eran dos chicas que habían entrado a la biblioteca, hablando un poco más fuerte de lo normal, algo en contra de las normas de la biblioteca.

— ¿Has oído los rumores? —preguntó una chica a su amiga.

— ¿Que rumores? —cuestionó la otra chica.

‹Desagradable› pensó, acomodándose los lentes, así no podía concentrarse en su lectura, pero aun así las escuchó debido a lo alto que estaban hablando.

Pero lo siguiente que dijo la chica llamó poderosamente su atención.

— De que Aylin Miller está saliendo con Valentino.

Al escuchar esto venir de la boca de esas chicas le recordó esa desagradable realidad: ya todos sabían que ella estaba saliendo con Valentino. Apretó con fuerza el libro en sus manos.

— ¡Un momento! No puede ser, imposible ¡¿Cómo es eso posible?! —exclamó la amiga, completamente incrédula.

— ¡Si, es terrible! ¡No se cómo una chica como esa-...!

— "Una chica como esa" ¿Qué?

En ese momento, una tercera voz se unió a la conversación, una voz que logró callar a ambas chicas.

Como si fuera una película de terror, ambas voltearon lentamente, sólo para encontrarse con Rebeca Miller, la presidenta del consejo estudiantil, detrás de ellas, observándolas fijamente.

— Vamos, díganme que pasa con Aylin —sonrió, pero era una sonrisa que ni siquiera se molestaba en ocultar toda la molestia que sentía por culpa de esta conversación.

— Nosotras... ¡Lo sentimos mucho! —exclamaron a la par, levantándose de golpe y recogiendo sus cosas a toda prisa para inmediatamente después salir de la biblioteca.

Mordió su labio al verlas huir ‹Cobardes›

Levantó la mirada del libro, viendo a Miller con un aire triunfal al haberlas espantado.

¿Cómo era posible la joven heredera de una familia tan respetable e importante como eran los Miller estuviera feliz de defender a esa perra de Aylin? No tenía sentido, no tenía sentido, ellas eran tan distintas, ella no estaba sucia como Aylin...

— Cielos, Rebeca, no tenías que asustarlas así...—se escuchó la voz de Aylin, con notorio tono de cansancio.

‹ ¿Por qué esta ella aquí...? › se preguntó, apretando más el libro entre sus manos.

— Estaban hablando mal de ti —protestó Rebeca.

Suspiró, llevándose la mano al cuello— Está bien, estoy acostumbrada...

— ¡No digas cosas así! —la regañó, tirándola de la oreja.

— Ay, ay, ay, ay —lloriqueó la chica— ¡Piedad! No lo volveré a decir, pero ya deja de tirarme la oreja, ¿No ves que tengo piercings?

— Los piercings están en contra del código de vestimenta de la academia —le recordó, soltando la oreja de Aylin, quien inmediatamente llevo una de sus manos a la zona afectada.

—...

—...

— No me los voy a quitar —sentenció Aylin, quitando su mano de su oreja con suma indiferencia.

Ahora fue turno de Rebeca de suspirar— Lo sé.

‹Deberías regañarla› pensó, apretando los dientes.

Se suponía que era la presidenta del consejo, debería regañarla, castigarla, expulsarla, no dejarla hacer lo que quisiera, no a ella, no a Aylin.

— Ya casi es hora de que toquen la campana —comentó Rebeca— Deberías ir a tu club.

Ojeó la hora, comprobando que lo dicho por ella era cierto ‹Ya casi es hora›

— Que fría, ni siquiera me has felicitado por vencer a Shun y ahora me echas —hizo un gesto excesivamente dramático.

‹Que desagradable›

— No te estoy echando, te estoy diciendo que vayas a clase, porque es tu deber como estudiante y como miembro del consejo estudiantil —la regañó.

— Que aburrida eres —se quejó.

Incapaz de soportar ese espectáculo más tiempo, se levantó de la manera más silenciosa posible y comenzó a alejarse, con intención de ir a su club.

‹ ¿Por qué nadie lo entiende? ¿Por qué nadie lo entiende? › se preguntaba una y otra vez.

Ella no era alguien pura, ella estaba sucia, no merecía un trato tan amable por parte de estas personas...

‹ ¿Por qué no lo entiendes, Valentino? No eres el primero ni el único, nunca lo serás con ella›