Capítulo 70: Galletas.
Notitas para mis lectores fantasmas: Me duele :'( si no me van a comentar denme estrellitas, es gratis y me inspiran a seguir escribiendo </3
Notita para los que dan estrellas cada x capítulos: ¡Deshonor! ¡Deshonor sobre toda tu familia, deshonrad@ tú, deshonrada tu vaca!
Ok, mucho drama, vamos con el capítulo (/'v')/
Cuando fue hora de sacar lo que habían hecho del horno, Valentino se encontraba cubierto de huevo, harina y... ¿Eso era azúcar...? Al igual que el 80% de su clase, pues habían intentado hacer galletas.
Miró el desastre que había hecho en el horno, no se veía comestible. Definitivamente no se comería eso...
— ¿Cómo lo hiciste? ¡Están muy buenas! —miró con fastidio como todos estaban rodeando a Arnulf, intentando que les diera otra de las galletas que había hecho.
En ese momento, Arnulf giró su rostro a donde él estaba, al parecer había notado que lo estaba mirando, y, con una expresión plana, mordió una galleta y comenzó a comerla.
‹Este idiota...›
Contuvo sus ganas de tirar los guantes de cocina que tenía puestos, ya le habían dicho que todo lo que ensuciara lo tenía que limpiar. Además... todavía podía recordar la ocasión en que Acosta le rompió un diente de un puñetazo, definitivamente no era alguien a quien pudieras molestar...
‹ ¿Cómo un tipo así sabe hacer galletas...? › se preguntó, dándole un mordisco a la galleta con forma de árbol que había hecho ese tipo y que había repartido a todos en la clase. ‹Maldita sea, están muy buenas› esto sólo frustró más.
Sin que Valentino lo supiera, en ese mismo momento París estaba teniendo una "batalla" similar...
‹Está muy dulce› pensó, haciendo una mueca de asco. Se había pasado en la azúcar.
— ¿Qué tal están las tuyas? —pregunto Chris, viendo su cara.
— Dulces... mucho...—escupió la galleta en una servilleta.
— Las mías están muy duras...—y para demostrarlo, hizo palanca en la orilla de la mesa con la galleta, pero la desgraciada no se rompía.
Ambos voltearon a ver al otro lado del salón, donde estaba Karim Chevalier, repartiendo galletas como si fuera navidad.
— ¡Están deliciosas!
— ¡Ni mi mamá hace galletas tan ricas!
‹Están exagerando, son sólo galletas...› pensó, tomando una galleta que trajo Chris. Abrió la boca y le dio un mordisco, sólo para que...
— Diablos, ¡Ni mi abuela las hace tan buenas...! Perdón abuelita —pidió perdón Christopher con la boca llena— ¿Qué te parecieron a ti, París...?
—...Están deliciosas.
No, no exageraban con lo buenas que estaban. Karim incluso recibió halagos del mismo profesor...
— Oh, estas galletas no van a explotar, ¿Verdad, árabe? —preguntó un tipo con el pelo teñido de negro, ¿Aarón? ¿Así se llamaba...?
La clase se hundió en el silencio más sepulcral posible.
— Aarón... estas siendo muy irrespetuoso...—dijo un chico.
— ¡Cállate!
El maestro en ese momento se acercó, dispuesto a regañar a Aarón, pero no pudo llegar a tiempo— Bueno, no es como si hubiera mucho que explotar en ti, pelirrojo —sonrió Karim.
— ¿Qué acabas de decir..? —preguntó Aarón, claramente enojado.
— Nada, sólo estas muy bajito...—respondió Karim, metiéndose una galleta a la boca.
Y no mentía, entre Karim y Aarón había fácilmente unos 20 centímetros de diferencia, pero eso no evito que Aarón se lanzara como una bestia rabiosa a Karim, pero no pudo hacerle nada debido a que Shun apareció en escena y le hizo una llave de lucha libre antes de que siquiera pudiera tocarlo.
— Por favor, desiste de ejercer la violencia contra mi hermano —dijo el vicepresidente con mucha tranquilidad, como si no hubiera dejado a Aarón retorciéndose de dolor en el piso hace sólo un minuto.
—...Eso fue ¡Genial! —soltó un gritito Chris, viendo la escena— ¡¿Dónde aprendiste eso?! —le preguntó al chico, pasando de Aarón, quien seguía en el suelo.
— Artes marciales...—respondió vagamente Shun.
— ¡Eso es genial! ¡Tú también te uniste a artes marciales, ¿No es cierto?! —Christopher estaba tan emocionado que parecía que en cualquier momento explotaría de emoción.
— Si... lo hice —admitió, sintiéndose un poco intimidado, y no era para menos, de pronto se volvió el centro de atención de la clase, sobre todo del chico que dejo llorando a un matón en el suelo.
— Wow, eso es genial —dijo Karim, entregándole una galleta, por alguna razón— Tu eres... París, ¿Verdad? —pareció un poco dudoso.
— Sí, soy París Berardi, un gusto.
— ¡El gusto es mío! —exclamó, colocando su brazo sobre su hombro. Qué extraño se sentía saber que él era bastante famoso en internet.
Mientras tanto en el piso...
— Me vengare...—gimoteó desde el suelo.
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