Capítulo 67: Responsabilidad.
— Viejo, eso fue ¡Aterrador! —declaró Chris— Mira, ¡Mis manos todavía tiemblan! —exclamó, mostrando sus manos temblorosas.
— No exageres...
— ¡Estamos hablando del profesor Welch! ¡Ese tipo da miedo! Y no sólo por lo feo que es —su tono, usualmente juguetón, ahora mostraba un tanto de pánico— No sé cómo pudiste levantar la mano de los primeros.
Mientras Christopher hablaba, París había desviado su mirada hacia otro lado, específicamente donde esas dos chicas y Aylin estaban. Ambas estaban tomándose de la mano, ahora con más firmeza, y si bien había restos de lágrimas en sus ojos, ahora estaban sonriendo junto a Aylin.
‹Quería ayudarla›
No había forma en que pudiera admitirlo.
— ¡Cállate, maldito asqueroso! ¡Si fuera por mí, tú no trabajarías aquí!
‹Espera...›
El maestro Welch era muy homofóbico, lo había demostrado, pero... él no insultaba a los profesores, entonces... ¿Por qué había insultado al maestro Raisa?
— Es Raisa (...) Raisa es mi apellido, Vogel es el apellido de mi pareja.
‹Ah...›
Eso lo explicaba todo.
‹Es gay›
Confundir su apellido con el de su pareja, que nunca dijera "esposa" y en su lugar sólo dijera "pareja", la homofobia del profesor Welch y la reacción de Aylin ante este ataque, que el maestro Raisa fuera gay lo explicaba todo, aunque...
‹ ¿Por qué Aylin le dice "hermano"? › se preguntó por un momento.
Si el maestro Raisa estaba casado con el hermano de Aylin, legalmente sería su hermano. Si se conocían desde hace mucho, como suponía que era ya que ambos estaban casados, era natural que lo viera como un hermano más.
‹...Supongo que se tienen confianza› concluyó, sin darle muchas más vueltas al asunto. La sexualidad de su maestro no le importaba realmente.
— París, ¿Hola...? Tierra llamando a París —parpadeó, confuso, cuando vio una mano sacudirse delante de él— Vaya, volviste.
— ¿A qué te refieres? —preguntó, apartando la mano de Chris de su cara.
— No respondías ¿En qué estabas pensando? —preguntó curioso.
— En que haremos para justificar que no se hizo la clase —mintió con mucha confianza.
— Bueno, los profesores dirán que se canceló, ¿No? Es su problema —declaró Chris, encogiéndose de hombros.
— Supongo que tienes razón...—dijo, pensando en que haría hasta el siguiente bloque ‹Quizás duerma un poco...›
Ignorando que habían sido involucrados en un gran problema, todos los deportistas de la academia Belial estaban muy tranquilos. Todos sabían que no iban a ser expulsados dijera lo que dijera el maestro, aunque... quizás Welch si tomaría represarías con quien inicio está "revolución", pero ninguno de los presentes sospecho que podría hacer el maestro en contra de Aylin Vogel, quizá sólo pensaban que ella era una presa demasiado difícil de cazar para él, o...
— ¡Ahhhh! —un fuerte y repentino grito descolocó a todos los presentes.
La mirada de París de inmediato se dirigió a un sector del patio donde los estudiantes normales hacían la prueba, encontrando a una chica de largo cabello rubio tirada bocabajo junto una lata. Al principio pensó que era sólo una chica que no desayuno bien o que se había sobre exigido y desmayado, que sólo se había roto la nariz y todo estaría bien, pero... algo no estaba bien. Pudo notarlo al ver la expresión de horror del profesor Misra cuando la volteó para ver si estaba bien.
‹Un infarto› pensó de inmediato, viendo como el maestro buscaba desesperadamente señales de pulso en la chica.
Había visto varias series de doctores donde te mostraban que había que hacer RCP en estas circunstancias, que si se recibía tratamiento de inmediato era muy posible sobrevivir, pero... esto era la vida real, todos estaban congelados...
— ¡Con permiso! —dijo el profesor Raisa, apartando a los alumnos de su camino mientras corría a la escena.
Fue como en una película.
Cuando el maestro Raisa reaccionó, el maestro Ayers también reaccionó. Mientras el maestro Raisa le hacia RCP a la chica en el suelo el maestro Ayers apartaba a los demás alumnos de la escena, tan tranquilo que daba miedo.
— Vamos chicos, dispérsense. Ella estará bien —prometió el maestro, haciendo de pared entre los conmocionados alumnos y la escena— Profesor Misra, por favor, llame a una ambulancia —pidió con una voz muy serena.
— S-Sí —asintió el maestro, obedeciendo a Ayers.
Era una escena muy extraña ver a un profesor que medía más de 2 metros, extremadamente musculoso, temblando mientras obedecía a un profesor que era fácilmente 30 centímetros más bajo que él. El maestro Misra estaba tan nervioso que casi tira su celular al intentar llamar a emergencias.
— París...—escuchó a su lado.
Al escuchar su nombre volteó, y en ese momento París pudo ver a sus compañeros de equipo con expresiones de miedo y angustia grabadas en su rostro. Incluso Christopher, quien siempre parecía estar feliz, tenía esa misma expresión en su rostro...
— Ella... ella ¿Va a estar bien? —preguntó Glenn, con un tono muy bajo, tan bajo que apenas pudo escucharlo.
No supo que decir.
‹Eres el capitán, París. No puedes mostrarte débil› se dijo a sí mismo, tragando duro.
— Ella estará bien.
Él sólo pudo creer en las palabras del maestro Ayers.
— Ella estará bien, ¿Si? —aunque intentó hablar con la misma serenidad que siempre, su voz sonó temblorosa—Debemos movernos, estamos estorbando en este lugar...
Todo fue muy rápido, antes de poder procesar toda la situación la ambulancia había llegado y los paramédicos se llevaron a la chica, sólo entonces la tensión del lugar disminuyó y pudo al fin respirar tranquilo.
— ¡Bien chicos, lo mejor que pueden hacer ahora es irse a casa! —exclamó el maestro Ayers, inmutable.
— Pero... ¿Ella...? —dijo una de los presentes.
— Ella estará bien —intervino el maestro Raisa, con restos de sudor en su frente y notoriamente cansado por hacer el RCP— Vayan a casa, ¿Bien?
Dudosos, todos comenzaron a irse al interior de la academia. Los ánimos estaban destruidos, él mismo tuvo que quedarse un poco más y animar a sus compañeros de que no tenían que preocuparse, pero cuando estaba por irse...
‹Valentino› pensó, notando a su gemelo al otro lado del patio, completamente inmóvil. Apretó los labios.
Dio un paso, luego otro, y luego otro.
Él no iba a agradecérselo, lo sabía, nunca había agradecido nada que hubiera hecho por él, pero aun así no podía dejarlo a su suerte, no podía...
— Valentino...—lo llamó, tratando de hacerlo reaccionar, pero no hubo respuesta por más que lo llamó— Maldición.
Sin más opciones, tomó a su hermano del brazo y comenzó a caminar. Los pasos de Valentino eran torpes y lentos, sólo por reflejo, estuvo pensando durante todo el camino que terminaría tropezándose o resbalándose por la nieve en el camino y que caerían ambos al suelo, pero esto no sucedió, logró salir de la academia con éxito.
— ¿Tu hermano está bien...? —preguntó el conductor al verlo casi arrastrar a un catatónico Valentino.
— Si...—respondió, no muy convencido ‹O eso espero...› se guardó para sí.
— ¿Quieres ayuda? —ofreció el uber y él aceptó. Fue complicado cargar con su gemelo, quien era prácticamente un peso muerto, si bien el conductor le ayudó hasta llegar a casa cuando llegaron ahí estuvo sólo, y sin duda más complicado fue subir la escalera, no tanto porque escalera y por lo pesado de él, sino porque...
— ¡Ja! ¡Ahí tienes, maldita perra!
En ese momento, París esquivó por los pelos un dardo absurdamente grande que vino desde la oscuridad del salón, el cual se clavó en la pared tras él, a unos 10 centímetros de su rostro.
— ¿Eh? ¿Llegaron? —desde la oscuridad salió su padre, con el pantalón a la mitad del trasero, la corbata en la cabeza y una camisa que alguna vez fue blanca.
Estaba borracho.
Contuvo las ganas de suspirar, sobre todo cuando vio a su padre acercarse de manera excesiva a él, tanto que podía oler el alcohol que había bebido— ¿Quién eres? ¿París o Valentino...? —cuestionó, arrastrando las palabras.
— París...—respondió, pegándose a la pared, en un intento de alejarse de su padre, pero sólo consiguió golpear su cabeza con otro de esos dardos gigantes.
— Bien...—y sin decir nada más, su padre volvió a la oscuridad, donde podía escuchar más voces.
‹Casi muero› pensó, sosteniéndose donde se golpeó ¿Qué no habían prohibido esos dardos por ser peligrosos?
Sin poder hacer nada más, apretó los labios y sólo siguió subiendo las escaleras, llevando a Valentino a su cuarto. Al abrir su puerta pudo escuchar como algo se movía con esto, pero decidió que sólo iba a dejarlo en su cama e irse, y, antes de irse, se aseguró de ponerle el seguro antes de cerrar la puerta, para evitar problemas. Sólo entonces cruzó el pasillo y se encerró en su cuarto, se quitó la ropa y se sentó en su cama, cubriéndose el rostro con las manos.
‹ ¿No es irrazonable? Hacer posible lo imposible...›
— De todos modos, sólo hazlo. Si realmente quieres hacerlo, siempre encontraras una forma.
Sólo dando instrucciones sin escuchar...
— Puedes seguir adelante, ¿Cierto? Es demasiado difícil, pero es posible ya que eres tú, ¿Verdad...? De todos modos, si no lo haces... realmente estaré muy decepcionada.
‹Es demasiado›
— ¿Es un abandono?
— Es un abandono.
Suspiró, y sólo cerró los ojos. Sólo... lo ignoró todo y durmió.
Valentino no salió de su cuarto todo el día, ni el siguiente, hubo un punto en que se preguntó si seguía vivo, pero el domingo, mientras comía su desayuno, apareció, luciendo... terrible. Ojeroso, pálido, con la ropa arrugada y sucia y una cara de pocos amigos increíble.
— ¿Qué miras? —gruñó. Él sólo se encogió de hombros, no esperaba que le diera las gracias, igualmente.
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