Capítulo 65: Corazón.
[Advertencia: Este capítulo contiene temas que pueden afectar la sensibilidad de algunas personas. Se recomienda discreción.]
A penas llegó a casa después de clases se lanzó a la cama, maldiciendo todo.
Era el primer día, habían salido temprano, pero había sido un día jodido. Lo habían puesto en clases de bajo nivel, como era de esperar, pero era muy ¡Molesto!
‹Dejen de tratarme como un niño que no entiende nada› gruñó contra su almohada, recordando a los profesores hablándoles como si fueran retrasados; el único que no actuaba así era el profesor Barry, por eso no le molestaba tanto la clase de historia. Sabía que tenía que estudiar más pero no era para que lo trataran así.
De mala gana se sentó en la cama y se sacó bruscamente los zapatos, lanzándolos a saber dónde, no le importaba, mañana los buscaría, sólo cerró los ojos y se durmió.
Despertó horas después por culpa de la música infernal que puso de alarma.
‹ ¿Y si no voy a clases...? › se cuestionó por un momento. Hoy no habría clases, otra vez, sólo iban a hacerles unas pruebas físicas y elegir clubs, si es que querías...
Después de discutir esto unos momentos con la almohada, finalmente cerró los ojos e intentó dormir más, "intentó" es la palabra clave...
— ¡Valentino, ya levántate, vamos a llegar tarde! —escuchó la molesta voz de París al otro lado de la puerta.
Frunció el ceño, maldiciendo su suerte. Este tipo no lo iba a dejar hasta que se levantara.
— ¡Ya voy, joder! —respondió, molesto por los toques a su puerta ‹Que frio› fue lo primero que pensó cuando sus pies tocaron el suelo.
Se había dormido con el uniforme, así que ni siquiera necesito buscarlo, sólo salió con su uniforme puesto y fue al baño con la intención de bañarse y ponerse rápido el uniforme.
‹ ¿Dónde diablos tire los zapatos? › se preguntó al volver a su cuarto, notando que sus zapatos desaparecieron entre su desastre— ¡Maldición! —comenzó a buscar desesperadamente sus zapatos, sabiendo que si no iba con ellos a la escuela lo iban a molestar todo el día.
Al final los encontró... sobre el closet.
‹ ¿Cómo terminaron ahí arriba? › se cuestionó, abrochándoselos torpemente para luego salir de su habitación y bajar al primer piso— ¿Feliz? —preguntó a su gemelo, acomodándose la mochila.
— ¿Trajiste tu ropa de gimnasia? —preguntó París, mirando lo arrugado que estaba su uniforme por dormirse con el.
—...—maldijo en silencio, volviendo sobre sus pasos en busca de su ropa de educación física.
Una vez tenía todo, tomó el sándwich que la sirvienta hizo y comenzó a comerlo de prisa en la puerta mientras esperaban el uber. Hoy no vieron las noticias en tanto desayunaban, todo porque en serio se durmió y se atrasaron.
El trayecto fue tranquilo, habían logrado llegar a tiempo así que los guardias de la puerta no les hicieron problema, pero las clases...
—...Y de esta forma evaluaremos este semestre.
Bostezó, apoyado en el escritorio mientras veía la muy aburrida clase, o mejor dicho introducción, de un profesor calvo ‹ ¿A qué hora termina esto...? › pensó, comenzando a quedarse dormido.
— ¿Algún problema con mi clase, joven Berardi? —escuchó delante de él la voz del profesor calvo.
—...—de inmediato levantó la cabeza del escritorio. Tuvo ganas de responderle que sí, que su clase era muy aburrida, pero empezar el año con una visita a la oficina de la directora no le pareció una idea atractiva—...No.
— Bien, entonces, volviendo al tema...
Durante el resto de la hora contuvo sus ganas de dormirse, la alegría que sintió cuando finalmente termino fue tal que fue de los primeros en salir de la clase.
— ¡No corran en los pasillos! —escuchó tras de sí al profesor, pero lo ignoró.
Sólo quedaba la prueba física, una clase más y por fin podría irse de una buena vez a casa. Con esto en mente, se puso el uniforme de educación física y se fue al sector de los estudiantes "normales", lejos de donde los deportistas estaban tomando la prueba.
— Mira, ese chico, es guapo —escuchó unas chicas hablar.
Disimuladamente buscó con la mirada a las chicas que dijeron eso, comprobando que se referían a él. Consciente de que las chicas de nuevo ingreso lo observaban se echó el cabello para atrás y sonrió, pudiendo notar risitas y sonrojos de ellas.
— ¡Wow! ¡Mira eso! Otra vez está observando a las chicas —escuchó otras voces, más conocidas, eran chicas de su clase, distrayéndolo de su demostración.
— ¡Que asqueroso!
Notando que las chicas estaban apuntando a alguien, dirigió su mirada a la persona que apuntaban, que era nada más que el profesor Welch.
Desde que bajo su cuidado hubo un robo de ropa en el club de natación la reputación de ese profesor gordo había empeorado... mucho. No ayudaba que ni siquiera disimulara que estaba viendo a las chicas en su uniforme de educación física...
‹ ¿Cómo este tipo está casado con la directora...? › se preguntó seriamente. La directora tenía unos cincuenta años, era bastante mandona y no dudaba en regañarlo cuando lo mandaban a su oficina por alguna estupidez, pero estaba seguro que ella tenía mejores pretendientes que este tipo ‹Diablos, se me desataron los cordones›
Valentino fue a una escalera cercana que conectaba el patio con el edificio, un tanto apartado de los demás alumnos y mientras ataba sus cordones pudo escuchar algo.
— ¡Pero profesor, no podemos dejar que un estudiante de nuevo ingreso sin ese examen haga esta prueba! —escuchó decir a ese profesor que tenía los brazos tan grandes como su cabeza, ¿Cómo era que se llamaba...? ¿Misra...?
— Bah, ese examen no sirve para nada.
Valentino no tardó mucho en entender a que se referían los profesores con "examen".
El "examen" era uno que todos los estudiantes que ingresaban a la academia debían hacerse, eran unos chequeos médicos que confirmaban que el alumno podía hacer ejercicios y deportes sin problemas, y asignarlo en otra unidad en caso de tener algún problema de salud.
— Deja que haga el examen, ¿Si? Sería una molestia que los padres se quejaran porque la excluimos de la prueba.
— ¡Pero si ella tiene algún problema puede morir! —exclamó el profesor, claramente preocupado.
Oyó algo más, pero no pudo entenderlo, lo que sí pudo escuchar fueron unos pasos. Asustado por la idea de que lo pudieran atrapar "espiando" la conversación de los profesores, decidió que lo mejor era irse.
‹No tiene nada que ver conmigo...› se auto convenció, nada iba a pasar sólo porque una chica no se hiciera ese examen, ¿No?
Minutos después, el profesor Misra junto a otros maestros comenzó a separar a hombres y mujeres y a hacer pequeños grupos de alumnos para así empezar las pruebas típicas de cada año, o eso quisiera decir, porque este año fue difícil incluso para él completar todo el circuito, siendo parte del primer grupo en hacer las pruebas.
Pruebas de agilidad, flexibilidad, resistencia y varias más fueron la prueba de este año. Estaba orgulloso de decir que pudo completarlas todas, pero al terminar no pudo seguir de pie, así que se apoyó en una pared cercana y se sentó ahí, junto a otros chicos que habían terminado las pruebas.
Aun tratando de regularizar su respiración, miró a los demás. La mayoría no había terminado ni la mitad de las pruebas, los profesores no tenían prisa, tenían todo el día y eran varios maestros supervisando todo y registrando el progreso de cada alumno.
— Estoy cansado —murmuró, aun sin recuperarse del test de resistencia. Mataría por un vaso de agua...
— ¿Por qué los de deporte están viniendo hacia acá...? —escuchó a otro chico de su grupo, claramente agotado.
— No lo sé, viejo...—respondió.
Levantó la mirada, notando que, efectivamente, un gran grupo de alumnos venía hacía acá con unos cuantos profesores.
— ¿Qué habrá pasado...?
— Quizás terminaron las pruebas... Jajaja.
Entre los profesores, pudo vislumbrar al maestro Welch, con el rostro rojo y contorsionado en una expresión de ira.
‹Ja... ese viejo luce enojado› pensó, conteniendo las ganas de reírse. Sólo estaba esperando poder recuperarse un poco para ir a buscar agua en los...
— ¡Ahhhh! —un fuerte y repentino grito lo sacó de sus pensamientos.
Como primera reacción, Valentino dirigió su mirada a donde escuchó el alboroto, notando a una chica boca abajo en el suelo, aparentemente desmayada, con una lata que pudo reconocer como una bebida energética junto a ella.
Cosas como vómitos y desmayos eran comunes en estas pruebas de inicio de semestre, algunos simplemente no sabían admitir que habían llegado a su límite y no podían más, pero esta vez... esta vez incluso él, que estaba a unos metros de esa chica, supo que algo no estaba bien, algo definitivamente estaba mal, muy mal...
De inmediato los profesores se acercaron a la chica y la voltearon, pero al ver sus expresiones de pánico pudo confirmar su teoría: algo muy serio había pasado.
Pudo ver al profesor Vogel correr con los otros profesores, apartarlos y comenzar a hacer RCP en la chica mientras gritaba que llamaran a una ambulancia.
Todo era tan surrealista que parecía una maldita película de terror...
En completo shock Valentino se levantó del suelo, ni siquiera sentía lo cansado que estaba, él sólo... no podía despegar su mirada de la escena, no podía, simplemente...
Estaba viendo a alguien morir delante de él...
No pudo notarlo en ese momento, pero sus manos, sus piernas, todo su cuerpo temblaba mientras veía todo esto. Su mente trataba de procesar que ocurría, pero... no quería, simplemente no quería aceptar que estaba viviendo algo así de nuevo, y de nuevo no podía hacer nada...
Se sentía tan... impotente...
Se suponía que esto iba a ser un día normal, otro maldito y aburrido día, se suponía que después de la prueba iría a clases, completaría el maldito formulario para seguir en el club de ping pong y el club de manualidades y se iría a casa, no se suponía que...
Ni siquiera cuando vinieron los paramédicos y se llevaron a la chica pudo recuperarse, sólo pudo mirar al profesor Welch, el culpable de todo esto. Sus palabras se repetían una y otra vez en su mente...
— Deja que haga el examen, ¿Si? Sería una molestia que los padres se quejaran porque la excluimos de la prueba.
‹Es su culpa, ella no estaría así si tan sólo él... si tan sólo él...›
En ese estado no pudo procesar nada, nada, nada. Ni siquiera supo cuando París lo tomó del brazo y lo sacó del patio, no supo en que momento él lo llevó a casa ni cuando lo dejo en su cuarto... él no supo nada, él sólo...
Él sólo supo que cuando estaba en su cuarto, solo, comenzó a llorar y no se detuvo...
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