Capítulo 57: Sueño.
Ese suicidio en vivo jodio aún más la estabilidad mental que había en la población de la ciudad en navidad, había cientos de testigos, desde ancianos hasta niños pequeños que no entendían que vieron esa fatídica mañana de navidad. La televisora MK no sabía qué hacer ante la ola de críticas, eran una televisora pequeña enfocada en esa zona, así que no tenían los mismos protocolos que otras grandes cadenas ante estos sucesos...
Al final del día "El psicópata del bosque" había sido tendencia en Twitter, opacando incluso al "Monstruo nocturno", un asesino serial de la ciudad vecina, quien había atacado una casa en nochebuena. Los ánimos de todos estaban destruidos.
Con ese mismo ánimo los gemelos fueron a dormir ese día. No habían visto a su padre en todo el día, seguramente estaría en algún bar de mala muerte y volvería mañana...
París ni siquiera pensaba que podría dormir, pero a penas su cabeza tocó la almohada, se quedó dormido...
—...Moriremos juntos —sonrió, clavando su cuchillo en su abdomen ante su mirada incrédula, sólo para momentos después saltar de aquella cascada junto a ella. Todo se volvió negro por un momento...
Cuando abrió los ojos, un sentimiento de miedo lo embargo, no se suponía que volviera a abrir los ojos. De inmediato dirigió su mirada a su muñeca, buscando la cuerda en ella, la cual se había roto.
Un pánico inusitado se apoderó de su cuerpo al notar aquello ¿Dónde estaba? ¿Dónde estaba ella?
Gritó su nombre hasta que sintió su garganta desgarrarse, pero ella no respondió, ella no respondió, ella... ¿Dónde estaba...? ¿Acaso ella...?
Giró al lago, viendo algo en el agua. Era ella, ella estaba ahí, sin dudarlo se tiró al agua para sacarla.
— ¡Abre los ojos! —lloró, gritó, pero ella no despertó ni se rió de él como siempre lo hacía. Sus ojos estaban entreabiertos, dejando ver ese hermoso azul al cual el mismo cielo envidiaría, mirando a la nada. Estaba fría y sus labios estaban azulados, en su abdomen se podía ver una gran mancha roja desteñida por el agua.
En su muñeca estaba la otra mitad de la cuerda, esta se había roto de alguna forma en la caída, separándolos.
— ¿Por qué? —se suponía que se irían juntos, ¿Por qué seguía vivo? ¿Por qué seguía en este frío mundo? — No... esto no debería ser así... —sollozó, abrazándola y ocultando su rostro en su pecho, pero no había latidos, su corazón ya no latía, ella... estaba muerta.
Escuchó unos pasos cerca y al levantar la mirada vio a un hombre caminar a él, con la mano en la vaina de su espada, mirándolo como si no fuera más que basura, y, entonces, supo que él lo había visto todo por la forma en que lo miraba, por eso estaba ahí: para juzgarlo.
Lloró, gritó, rió, pero sabía que nada cambiaría, su destino ya había sido decidido: la muerte, pero esta vez sería solo, sin ella.
París levantó de golpe, como si fuera un resorte, dando una gran bocanada de aire al hacerlo. Estaba pálido, tembloroso y muy perturbado.
— ¿Q-Q-Que fue eso? —murmuró, dirigiendo sus temblorosas manos a su rostro, como si intentara descubrir si estaba despierto. Eso... ¿Fue un sueño?
Miró a la ventana, viendo la luna creciente por ella, iluminando con su luz el cuarto. Estaba en su cuarto, en su cama, seco.
— Sólo un sueño...—susurró, mirando sus manos, intentando entender que acababa de soñar. Se... sintió muy real, la ropa mojada, el frio, el sonido de la cascada, incluso su garganta dolía, como si realmente hubiera gritado...
Apretó los labios y se levantó de la cama, aun temblando por culpa del sueño. No había forma de que él matara a alguien ¿Verdad...?
‹Yo jamás mataría a Aylin› pensó, abrumado aun por los recuerdos de ese sueño.
No había forma que matara a alguien a quien amaba, él no... era ese tipo de persona...
Pero... ¿Por qué se sintió tan real...? Lo real que fue todo era lo que más le perturbaba, aquel sueño fue completamente diferente a sus demás sueños y pesadillas que había tenido en su vida.
Salió de su habitación y corrió al baño, mojándose la cara en un intento de aclarar su mente, pero no funciono, su mente sólo repetía una y otra vez lo que había soñado, causándole un sentimiento repugnante en la boca del estómago que no se desvanecía.
Desesperado, bajó las escaleras y se dirigió a la cocina. Necesitaba un café, de manera urgente.
Por su parte, Valentino no estaba particularmente interesado en dormir, había visto demasiados muertos hoy, sabía que tendría pesadillas si dormía, pero aunque se intentó distraer viendo videos en internet, terminó durmiéndose al poco tiempo en su cama, con el video aun reproduciéndose...
Apretó sus manos alrededor de su fino cuello, ignorando por completo las suplicas de piedad que venían de ella.
— ¡Si no eres mía, no serás de nadie! —gritó, apretando aún más fuerte, completamente controlado por la ira, ira que lo había cegado, sólo podía ver su cuello y sus manos apretándolo.
Quería que muriera, quería que muriera y dejara de respirar. Quería ser el único reflejado en esos ojos azules, y si para eso debía matarla, lo haría.
Entonces, supo que estaba muerta, sólo... lo supo...
Como si fuera magia, toda la ira que sintió se desvaneció. Dejó de presionar su cuello, notando las marcas que sus manos habían dejado en su cuello y se apartó, viendo su obra.
Ella estaba ahí, muerta, sin moverse, con sus ojos inyectados en sangre, mirándolo a él, solamente a él, como siempre había querido, pero... ¿Por qué se sentía así?
Cayó de rodillas junto a ella, tomando su mano, estaba fría.
Había cumplido lo que había deseado, ser el único reflejado en sus ojos, pero...
— Yo no quería esto.
Sólo en ese momento cayó en cuenta de lo que realmente quería. Sólo quería amarla, quería que lo mirara él, sólo a él, y creyó que si la obligaba lo haría, que por fin lo miraría, que su deseo finalmente se haría realidad...
Se equivocó.
— La mate... —murmuró, sintiendo ganas de llorar, de gritar, de reír, de morir, pero...
En ese momento la puerta se abrió, y su crimen fue descubierto por la persona que menos quería ver. Sonrió al ver como su mirada se posaba en su obra y en él, sabiendo que ahora iba a morir.
Valentino se despertó de golpe al sentir como su cuerpo impactaba el suelo, pero estaba tan confundido que su mente ni siquiera pudo procesar el dolor de la caída. En su mente sólo había una cosa, y eso era...
— ¿U-Un sueño? —murmuró, paralizado por la impresión.
Sólo en ese momento, su mente procesó lo que soñó.
A penas pudo digerir que había soñado, Valentino corrió al baño y vomitó todo lo que había cenado, pero ni siquiera cuando no hubo nada más que vomitar esa sensación se detuvo.
Se miró en el espejo, notando lo pálido y ojeroso que se veía, completamente demacrado.
— Un sueño... —susurró, tomando su cepillo de dientes y poniéndole la pasta dental, intentando sacarse ese repulsivo sabor de la boca, pero no salía. Su boca sabía a menta, pero había otro sabor amargo ahí, uno que no debería estar ahí...
¿Por qué había soñado algo así? Sabía que tendría pesadillas, pero él ni siquiera en su sueño más loco él...
‹No hay forma que mate a alguien› pensó, abrumado al recordar la sensación de sus dedos alrededor de su cuello.
Se sentía terrible, no sólo físicamente, su mente no paraba de repetir ese sueño donde mataba a alguien, alguien que él... amaba.
‹No hay forma que lo haga, yo jamás haría eso› pensó, intentando en vano ignorar sus pensamientos mientras salía del baño y bajaba las escaleras con dirección a la cocina, necesitaba un té, urgentemente.
París levantó su mirada del café, cruzando miradas como su gemelo, quien estaba en un estado igual de lamentable que él. Ninguno sintió la necesidad de preguntar, lo sabían: habían tenido una pesadilla, una odiosa pesadilla...
En completo silencio, cada uno tomó su bebida con las manos temblorosas, cada uno pensando en esos sueños, que, sin que ellos lo notaran, tenían algo en común: un par de ojos azules, observándolos con confusión y miedo.
No sabían quiénes eran, no podían reconocerlas, pero... sus ojos eran exactamente iguales a los de Aylin...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro