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Capítulo 47: Punto.

— ¿Qué le pasa? —preguntó uno de los chicos de futbol americano, notando que París se veía tan... ido.

— No lo sé...—admitió Christopher— Oye, tierra llamando a París —dijo Chris, pasando su mano por delante de la cara del chico, pero al no ver respuesta de él, tomó medidas más...drásticas— ¡Despierta! —dijo, agarrándolo de los hombros y sacudiéndolo.

— ¡¿Pero qué carajos te pasa?! —preguntó, muy molesto al sentir como lo sacudían.

Lo soltó— No reaccionabas —se excusó Chris.

— Si, estabas muy ido —dijo el chico, Glenn, un nuevo en el equipo— Por cierto, ¿Iran a la obra de teatro? —preguntó, con cierta timidez. Él era parte del club de teatro, así que le hacía ilusión que sus compañeros fueran a verlo.

— ¡Claro! —dijo Chris, poniendo su brazo sobre su hombro— Vamos a ir, ¿No es así, París? —preguntó.

Sabiendo que él de todas formas lo iba a obligar a ir, aceptó. De todas formas, las clases después de las cuatro se habían cancelado, y con ellas, su entrenamiento de futbol americano— ¿Por qué no? —dijo, sin real interés.

— Oigan, estudiantes —escucharon la voz de la maestra Eteria detrás de ellos.

Al voltear, lo primero que les vino a la mente fue "¿Cómo puede llevar todo eso...?", ninguno entendía como una mujer tan pequeña podía llevar con tal facilidad una torre de papeles tan alta que le cubría el rostro. Este pensamiento sólo se volvió más fuerte al ver cómo podía tomar dicha torre con una mano.

— Lleva esto con el maestro Bach —le pidió/ordenó, poniéndole una pila de papeles en sus brazos— Ahora debe estar en artes marciales, primer piso —instruyó, para luego hacer lo mismo con Christopher y Glenn. Claramente, no pudieron negarse.

‹ ¿Dónde quedaba? › se preguntó, sin recordar en que parte estaba el club de artes marciales— Diablos... esto es pesado.

Después de perderse y tener que preguntarle a uno de los guardias donde estaba dicho club, finalmente logró llegar al club donde todas las artes marciales se reunían, un lugar realmente grande, a decir verdad. A pesar de que este lugar era enorme, encontrar al profesor Bach fue muy fácil, no conocía a otra persona con el pelo blanco en la academia, no una tan joven al menos...

— Profesor, la maestra...—intentó hablar, pero fue interrumpido por una fuerte discusión.

— ¡Fue punto!

— ¡Que no!

Dos personas, vestidas con un traje muy extraño que le recordaba a la esgrima y a los samuráis a la vez, sobre todo por las espadas de madera que tenían en manos, estaban luchando a viva voz en medio del club, una arriba del otro, mientras la de abajo bloqueaba con su espada el arma del oponente. Lo peor es que a nadie parecía importarle...

— Yo digo que fue punto —dijo el profesor Adrián, sin mucho interés.

—...—este lugar era más raro de lo que esperaba, y eso que había oído que le prestaban el ring a la gente que se llevaba mal para que "resolvieran sus problemas".

— ¡Claro que no fue-...! ¡Agh!

Quien estaba arriba intentó discutirle al profesor, lo cual provoco que se distrajera por un segundo, suficiente para que la parte que estaba abajo le empujara y le hiciera un barrido con los pies, haciéndole caer. De un momento a otro, la situación había cambiado, ahora quien estaba arriba estaba en el suelo, desarmado, y con una espada apuntándole.

— Punto —dijo el maestro que tenía el mismo uniforme que esos dos, apareciendo en escena finalmente.

— ¡¿Qué?! ¡No es justo! —reclamó, levantándose del suelo y sacándose el protector facial, dejando ver a Shun Chevalier.

— El punto ya era mío, S-h-u-n —se burló la otra parte, imitando la acción de este, dejando ver a...

— ¿Aylin? —soltó, incrédulo. Esto no se lo esperaba.

— Oh, hola —saludó, levantando la mano, cambiando por completo su actitud amenazante de hace un minuto.

El chico gruñó— En guardia —dijo, poniéndose nuevamente el protector— Recuperare mi honor, Vogel.

— Ya quisieras, Chevalier —se burló, poniéndose el protector y poniéndose en una posición que reconoció.

‹Creo que ya he jugado demasiados juegos de samuráis...› se dijo a si mismo al reconocer esa kata.

— Gracias por traer esto —dijo el maestro Bach con un tono de voz bastante plano que dejaba en claro que estaba tranquilo, muy tranquilo considerando que atrás de él había una pelea de espadas bastante fuerte y a su alrededor había mucha gente golpeándose entre sí o golpeando algo. Sólo en ese momento París notó que Bach estaba usando un traje blanco con un cinturón negro.

‹Eso lo explica todo› concluyó— No es nada...

Si bien tanto la maestra Eteria como el maestro Adrián eran personas notoriamente frías e indiferentes, este profesor se veía un tanto más... ¿Amable? Por así decirlo...

Era difícil de describir, pero era diferente.

‹ ¿Están practicando esgrima o kendo? › esa duda asalto su mente. Tuvo ganas de preguntar, pero el ambiente era tan raro que no sabía si podía...

— Es kendo —dijo el instructor, como si le leyera la mente— Si quieres, puedes unirte al club —comentó, con un tono plano.

— ¡Las artes marciales son para los salvajes!

París tembló al escuchar esa voz en su mente, y, en un intento de tranquilizarse, apretó los puños— Lo consideraré...


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